Cecilia de Santa Catalina

De Catálogo de Santas Vivas
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Cecilia de Santa Catalina
Nombre Cecilia de Santa Catalina
Orden Jerónimas
Títulos Beata y priora del Convento de San Pablo de Toledo
Fecha de nacimiento Hacia 1430
Lugar de fallecimiento Toledo, España

Vida impresa

Ed. de Lara Marchante Fuente; fecha de edición: mayo de 2018.

Fuente

  • Sigüenza, Fray José de, 1605. “Libro Segundo de la Tercera parte de la Historia de la Orden de San Jerónimo”, Tercera Parte de la Historia de la Orden de San Jerónimo, doctor de la Iglesia, dirigida al Rey, Nuestro Señor, Don Felipe III. Madrid: Imprenta Real, 505, 506-507.

Vida de Cecilia de Santa Catalina

CAPÍTULO LI [1]

[505] De otras muchas siervas de Dios que han florecido con gran ejemplo en el mismo Convento de San Pablo

[…] Cecilia de Santa Catalina pudiera detenernos en un capítulo largo si hubiéramos de contar por sus puntos los de su excelente vida, pues fue una gran sierva de Dios. Entró en esta casa y en la religión en compañía de doña Teresa de Guevara, que, aunque era en efeto su doncella, no le servía sino de hija y consorte en sus santos ejercicios. Mujer de mucha discreción y prudencia, desde pequeña se dio por algún impulso divino a los ejercicios de oración y meditación y cosa de vida espiritual, y así vino a ser señalada, y alcanzar de [507] Dios particulares mercedes y regalos.

Eligiéronla sus hermanas por priora, conociendo en ella tantas y tan legítimas partes; sintiolo mucho y en las entrañas, donde tenía un asentado y firme hábito de postrera y de humilde. Acabó su trienio con mucha loa y aun provecho de la casa, y prevínose con el General, importunándole mucho le aceptase la renunciación del voto pasivo, temiendo no la tornasen a elegir, deseando ejercitarse en otros ministerios humildes. Concediéronselo, y en ellos acabó su vida santamente, llena de obras de caridad y obediencia, camino seguro; y he considerado en muchas vidas de mujeres santas que, con más eficacia y aun con más frecuencia, desechan estas dignidades y cargos que no los varones, aunque sean santos. No hallo ahora otra razón que más me satisfaga que decir en los hombres no para allí la pretensión y el deseo de mandar, de priores particulares se levantan a generales y a obispos, y más arriba, según son locas nuestras fantasías y altas nuestras torres de viento. En las mujeres allí para; no hay adónde volar ni sus oficios son de tanta ostentación, ni campean tanto; valga esto lo que valiere, querría a lo menos que en esto nos les pareciésemos, porque veo muy pocas renunciaciones destas que lleguen entre nosotros a colmo, y algunas deben de ser envites de falso. […]

[1] Figura en el texto como Capítulo LI pero debería ser el LII, debido al error señalado en la edición de la vida impresa de María de Ajofrín por Sigüenza, pues repite el número de capítulo XLIV.