Francisca de Valdivia

Francisca de Valdivia
Nombre Francisca de Valdivia
Orden Franciscanas
Título Monja del convento de Santa Clara de Andújar
Fecha de nacimiento Hacia 1460
Fecha de fallecimiento 1540
Lugar de nacimiento Andújar
Lugar de fallecimiento Andújar

Contenido

Vida impresa

Ed. de Borja Gama de Cossío; fecha de edición: octubre de 2020.

Fuente

Ficha Frans 15 Francisca de Valdivia.jpg
  • Torres de, Alonso, 1683. Chrónica de la Santa Provincia de Granada, de la regular observancia de N. Seráfico Padre San Francisco, Madrid: Juan García Infanzón, 502-504.

Contexto material del impreso Chrónica de la Santa Provincia de Granada, de la regular observancia.

Criterios de edición

Esta crónica, dedicada, según se dice en su título, “al señor D. Iván Antonio de Contreras Remírez de Arellano, Alcayde perpetuo de las fortalezas de Cambil y Alhabar del Consejo de su Majestad, su Alcalde de Hijosdalgo en la Real Cancillería de Granada”, se trata de un impreso de 1683 que, dividido en diferentes tratados, ahonda en el origen de la Santa Provincia de Granada desde sus inicios en el siglo XV hasta finales del siglo XVII, cuando esta obra se publica. El texto habla de la fundación, división de la provincia y los reinos, así como de los patronos de la provincia y religiosas que han vivido en esta comunidad desde sus inicios hasta 1683. Se transcriben vidas de monjas y religiosas de diferentes conventos situados en distintas ciudades de Andalucía.

En este trabajo se edita el Tratado V, que se encarga de documentar la vida y milagros de mujeres de la comunidad de Santa Clara desde finales del siglo XV hasta finales del siglo XVII. Dada la naturaleza del Catálogo, nos ocupamos de las mujeres que mueren antes de 1560-1563, aunque se transcriben tres que mueren en 1565 (Sor María de San Juan), 1567 (Sor Catalina de Ribera) y 1568 (Sor Florentina de los Ángeles), ya que su foco de actuación es anterior a estas fechas (por lo tanto, también al de Santa Teresa) y la longitud de las hagiografías da cuenta de su importancia. Las vidas de estas mujeres con fama de santas se incluyen en capítulos dentro de este Tratado V, donde se informa de cada mujer en referencia al convento en el que vive. Tras una pequeña introducción que ocupa todo el ancho de la página, cada hoja está dividida en dos columnas, las cuales tienen anotaciones en sus respectivos márgenes izquierdo o derecho, que aclaran información comentada en el cuerpo del texto, ya sea el lugar de nacimiento o la fecha de fallecimiento, además de otros tipos de información biográfica, bíblica e histórica.

Se adoptan los criterios de edición de vidas impresas estipulados en el Catálogo, es decir, se moderniza la ortografía (b/u/v, j/g, chr/cr, qu/cu, empleo de h, etc.) y se eliminan las consonantes geminadas. Además, se expanden las abreviaturas, primordialmente la expansión de las nasales con la virgulilla encima de la vocal y la abreviación de “que” o “qual”, también con el uso de la virgulilla o la diéresis. De todos modos, algunas abreviaturas como N. S. (Nuestro Señor) o N. P. S. (Nuestro Padre Santo) se respetan en el texto. Asimismo, las abreviaturas presentadas en las notas serán respetadas. El uso de mayúsculas y minúsculas se moderniza, así como se adaptan las normas de acentuación a sus usos actuales. Además, se moderniza también la puntuación, teniendo en cuenta el orden de la oración y el uso de la puntuación a día de hoy. Del mismo modo, se moderniza el uso de aglomerados, se separan las palabras que a día de hoy ya no aparecen juntas (“della”) y se unen las que ya se representan como una sola palabra (“del”, “al”).

Vida de Francisca de Valdivia

Capítulo II

[502]

De algunas religiosas ejemplares del monasterio de Santa Clara de la ciudad de Andújar

[…]

[503] […] Sor Francisca de Valdivia. En la ciudad de Andújar [1] nació la sierva de Dios N. S. de una de las más ilustres familias y heredera de hacienda considerable, con muchos bienes de fortuna, y, como tal, fue solicitada para casamiento de los caballeros de más punto. Desposáronla [2] con uno estando ausente, el cual murió en el camino cuando venía al logro de su nuevo estado. Ese golpe le hizo avivar los sentidos para mudar de parecer y así trató de retirarse a la religión, entrando consigo por aumento de la casa toda la hacienda que tenía. Profesó [3] guardando con tanta puntualidad sus votos que el de castidad y el de clausura quedaban bastamente ponderados con venirse al monasterio y dejar el estado del matrimonio que pudo obtener con tanta vanidad, estando a los fueros del siglo. Fue a los prelados tan obediente que nunca por falta de salud ni otro embarazo se excusó de hacer lo que le mandaban. Ninguna cosa dio por mínima que fuese sin licencia de la prelada, que [504], como lo dejó todo por Dios N. S., no quiso reservar para sí dominio alguno.

Adornó esta obediencia con una humildad tan profunda [4] que, hablándola una vez la prelada desde el claustro alto, y estando ella en el patio, se hincó de rodillas para responderla, siendo así que el suelo estaba lleno de lodo; pero el sol no se mancha aunque toque con sus luces en el cieno. Fue verdadera pobre de espíritu, contenta solo con un pobre hábito muy basto de sayal y, en esta conformidad, todo lo demás que vestía. Cuantos regalos le enviaban sus deudos, tantos repartía con licencia de la abadesa a las religiosas.

Tenía también permiso de buscar y aplicar algunas limosnas para cera y aceite, con ánimo de servir al Santísimo Sacramento, a quien asistía tan de veras que le encendía las velas que su cuidado alcanzaba, desvelándose también de día por que de noche estuviese encendida la lámpara, siendo esta acción tan del gusto del Señor que una noche la vio desde el coro la sierva de Dios N. S. apagada. No sé si por disposición divina para obrar el prodigio, pues estando ella con notable aflicción, oyó en la mesma lámpara un ruido, aplicó la vista y vio que la estaba atizando y encendiendo un hombre, a su parecer, si bien entendió después ser ángel, por haberse desaparecido repentinamente.

Sus continuas disciplinas, demás de las de comunidad, eran todas las noches desde las once a las doce. Guardó perpetuamente silencio, no hablando sino lo muy necesario y preciso. Pedía siempre los más despectibles oficios y así tuvo mucho tiempo el de la humildad, cogiendo la inmundicia de la casa.

Llegó a los ochenta años su edad, poco menos, habiendo vivido santamente en la religión cerca de sesenta. Llamó al confesor, hizo despacio una confesión general, diciéndole que era para morir porque Dios N. S. así se lo había revelado. Acabó de confesar, llegose el día por ella señalado y, llena de todo género de virtud, pasó de esta vida el año de mil quinientos y cuarenta, como dice Vvadingo [5].

Después de su muerte, haciéndola el novenario, fue vista intelectualmente de una religiosa con una diadema de oro en la cabeza, y le dijo que así le había pagado Dios N. S. por haberle asistido a su cuerpo sacramentado, y que un gran resplandor que traía en las manos era en premio de haberlas humillado en coger las inmundicias y semejantes cosas y, diciéndole que por el desprecio del mundo, por sus mortificaciones y por todo lo referido merecía tanta dicha, se desapareció, dejando desengaño y ejemplo en el corazón de aquella religiosa.

Notas

[1] Al margen derecho: “Natural/ de Andú-/ jar”.

[2] Al margen derecho: “Es casa-/ da y en-/ viuda”.

[3] Al margen derecho: “Toma el hábito”.

[4] Al margen izquierdo: “Profun-/ da hu-/ mildad”.

[5] Al margen derecho: “Vvad./ el año de/ 1430/ númer./ marg. 53”. Seguido: “Muere/ año de/ 1540”.