María Sagredo

De Catálogo de Santas Vivas
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María Sagredo
Nombre María Sagredo
Orden Franciscanas
Títulos Monja del monasterio de Santa Clara
Fecha de fallecimiento 1521
Lugar de nacimiento Úbeda
Lugar de fallecimiento Úbeda

Vida impresa

Ed. de Borja Gama de Cossío; fecha de edición: octubre de 2020.

Fuente

  • Torres de, Alonso, 1683. Chrónica de la Santa Provincia de Granada, de la regular observancia de N. Seráfico Padre San Francisco, Madrid: Juan García Infanzón, 533-534.

Criterios de edición

Esta crónica, dedicada, según se dice en su título, “al señor D. Iván Antonio de Contreras Remírez de Arellano, Alcayde perpetuo de las fortalezas de Cambil y Alhabar del Consejo de su Majestad, su Alcalde de Hijosdalgo en la Real Cancillería de Granada”, se trata de un impreso de 1683 que, dividido en diferentes tratados, ahonda en el origen de la Santa Provincia de Granada desde sus inicios en el siglo XV hasta finales del siglo XVII, cuando esta obra se publica. El texto habla de la fundación, división de la provincia y los reinos, así como de los patronos de la provincia y religiosas que han vivido en esta comunidad desde sus inicios hasta 1683. Se transcriben vidas de monjas y religiosas de diferentes conventos situados en distintas ciudades de Andalucía.

En este trabajo se edita el Tratado V, que se encarga de documentar la vida y milagros de mujeres de la comunidad de Santa Clara desde finales del siglo XV hasta finales del siglo XVII. Dada la naturaleza del Catálogo, nos ocupamos de las mujeres que mueren antes de 1560-1563, aunque se transcriben tres que mueren en 1565 (Sor María de San Juan), 1567 (Sor Catalina de Ribera) y 1568 (Sor Florentina de los Ángeles), ya que su foco de actuación es anterior a estas fechas (por lo tanto, también al de Santa Teresa) y la longitud de las hagiografías da cuenta de su importancia. Las vidas de estas mujeres con fama de santas se incluyen en capítulos dentro de este Tratado V, donde se informa de cada mujer en referencia al convento en el que vive. Tras una pequeña introducción que ocupa todo el ancho de la página, cada hoja está dividida en dos columnas, las cuales tienen anotaciones en sus respectivos márgenes izquierdo o derecho, que aclaran información comentada en el cuerpo del texto, ya sea el lugar de nacimiento o la fecha de fallecimiento, además de otros tipos de información biográfica, bíblica e histórica.

Se adoptan los criterios de edición de vidas impresas estipulados en el Catálogo, es decir, se moderniza la ortografía (b/u/v, j/g, chr/cr, qu/cu, empleo de h, etc.) y se eliminan las consonantes geminadas. Además, se expanden las abreviaturas, primordialmente la expansión de las nasales con la virgulilla encima de la vocal y la abreviación de “que” o “qual”, también con el uso de la virgulilla o la diéresis. De todos modos, algunas abreviaturas como N. S. (Nuestro Señor) o N. P. S. (Nuestro Padre Santo) se respetan en el texto. Asimismo, las abreviaturas presentadas en las notas serán respetadas. El uso de mayúsculas y minúsculas se moderniza, así como se adaptan las normas de acentuación a sus usos actuales. Además, se moderniza también la puntuación, teniendo en cuenta el orden de la oración y el uso de la puntuación a día de hoy. Del mismo modo, se moderniza el uso de aglomerados, se separan las palabras que a día de hoy ya no aparecen juntas (“della”) y se unen las que ya se representan como una sola palabra (“del”, “al”).

Vida de María Sagredo

Capítulo V

[533]

De algunas religiosas ejemplares del monasterio de Santa Clara de la ciudad de Úbeda

[…]

[534] […] Sor María Sagredo nació en Úbeda, fue muy observante de la regla y, queriendo su amante Esposo purificar sus defectos en este mundo, porque ella lo deseaba, la dio el penoso achaque de una lepra. Temía la comunidad no se inficionasen otras religiosas y así la pusieron aparte, en un aposento retirado, donde el mayor tormento que padeció no fue lo grave de su enfermedad, sino el estar casi todo el día sola, teniendo una diputada para su asistencia, la cual precisamente salía y entraba a lo que se ofrecía y así gastaba en esto lo más del tiempo.

Empezó la enferma un día a dar voces diciendo: “Bernardina, Bernardina” (que este era el nombre de la que la cuidaba). Acudió a toda prisa, halló mucha novedad en el rostro y aun todo el aposento la causaba admiración nueva. Preguntola qué había menester y ella dijo muy alegre: “Et in carne mea videbo Salvatorem meum”. Dicho esto perdió el habla y, en ocho días que vivió, no habló otra palabra, mas se conocía en lo apacible del rostro gozaba alguna felicidad y se entendió habérsele aparecido Jesucristo nuestro Salvador, cuando llamó a la compañera. Fue su dichoso tránsito por los años de mil quinientos y veinte y uno [1].

Notas

[1] Al margen izquierdo: “Muere/ por los/ años de/ 1521”.