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Teresa de Guevara

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CAPÍTULO L [1]
| Nombre || Teresa de Guevara
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| Orden || [http://catalogodesantasvivas.visionarias.es/index.php/Categor%C3%ADa:Santas_jeronimas Jerónimas]
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| Títulos || Beata del Monasterio de San Bernardo de Toledo y del Convento de San Pablo de Toledo.
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| Fecha de nacimiento || Hacia 1400
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| Lugar de fallecimiento || Toledo, España
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== Fuente ==
* Sigüenza, Fray José de, 1605. “Libro Segundo de la Tercera parte de la Historia de la Orden de San Jerónimo”, ''Tercera Parte de la Historia de la Orden de San Jerónimo, doctor de la Iglesia, dirigida al Rey, Nuestro Señor, Don Felipe III''. Madrid: Imprenta Real, 497-501.
== CAPÍTULO L ''[1]''==
''[4971] '''Las vidas de doña Teresa de Guevara y doña Aldonza Carrillo, Condesa de Fuensalida, su hija, y entrambas religiosas de San Pablo en Toledo'''
Tuvo tan buenos principios este convento [497] '''Las vidas de San Pablo de Toledo, con la fundación Condesa de tantas virtudes como en él dejó plantadas la santa doña María GarcíaFuensalida, su fundadorahija, y con el riego que después Dios envió tan a mano llena con la santa María entrambas religiosas de Ajofrín, que no me maravillo haya dado aquel jardín tantas, tan suaves y olorosas plantas y flores. Pudiera, sin duda, si hubiera de escribir a la larga y por sus particulares todas las vidas de las religiosas notables que San Pablo en él se han criado, comenzar aquí un libro nuevo. Contentáreme con escribir las de algunas y hacer alguna relación de otras, y rematar este libro con tan buen gusto. Toledo'''
Las primeras que se ofrecen son dos, madre tan suaves y olorosas plantas y hijaflores. Pudiera, sin duda, dignas si hubiera de memoria grande escribir a la larga y por haber sido excelente el ejemplo sus particulares todas las vidas de las religiosas notables que dejaron. No tengo muy cumplida relación de sus vidas; diré lo que ha venido a mi noticia de buenos originalesotras, y bastará para que se conozca lo que no alcanzamosrematar este libro con tan buen gusto.
La Las primeras que se ofrecen son dos, madre se llamaba doña Teresa y hija, dignas de Guevara, memoria grande por haber sido excelente el nombre dice el buen suelo donde descienden, aunque no ejemplo que dejaron. No tengo más noticias de lo que al estado o siglo tocaha venido a mi noticia de buenos originales, ni quién fueron sus padres, ni con quién estuvo casada, solo sabemos que quedando viuda y con algunos hijos, aunque vivió siempre santamente en compañía del marido, en faltándole, se entregó toda al servicio de nuestro Señor, y tan presto conozca lo que pudieran jurar todos no aguardaba otra cosa ni aun la deseaba sino verse libre de las cargas del matrimonio para entregarse toda a Jesucristoalcanzamos.
Con el deseo de servirleGuevara, se retiró del mundo y se recogió a los principiosel nombre dice el buen suelo donde descienden, en el Monasterio de San Bernardo, lo que está a una legua de Toledo, porque el bullicio del al estado o siglotoca, las visitas y los cumplimientos, el cuidado de las hijas y de la familia no embarazase el reposo del alma que tanto deseaba. Pedíale a Nuestro Señor de noche y de día, ni con intensos suspiros y lágrimas, le mostrase un camino solo sabemos que quedando viuda y manera de vida donde ella pudiese servirle con quietud hasta la muertealgunos hijos, pues sus ansias no eran otras sino olvidarse de todo lo terreno y ocuparse toda en su amor, santos pensamientos, dignos de compararlos con los de aquellas santas viudas de la primitiva iglesia, donde resplandecía y tan alta santidadpresto que pudieran jurar todos no aguardaba otra cosa ni aun la deseaba sino verse libre de las cargas del matrimonio para entregarse toda a Jesucristo.
RecogioseCon el deseo de servirle, pues, nuestra Teresa de Guevara luego después de la muerte del marido en este monasterio el Monasterio de San Bernardo. Diéronle allí los religiosos un aposento harto bueno para sus propósitos; acomodáronla en un cuarto de la hospedería que pegaba con [498] la iglesiaToledo, porque el bullicio del siglo, desde donde podía oír las visitas y los oficios divinos cumplimientos, el cuidado de día las hijas y de noche, sin que ella ni sus criadas estorbasen la clausura ni embarazasen a los monjes. Allí se ejercitaba en oración y meditación continua. Andaba en familia no embarazase el concierto de la vida al paso de los religiososreposo del alma que tanto deseaba. Levantábase a Maitines a la media noche, con intensos suspiros y muchas le cogía orando allí mostrase un camino y manera de vida donde ella pudiese servirle con quietud hasta la prima del día. La mañana se gastaba muerte, pues sus ansias no eran otras sino olvidarse de todo lo terreno y ocuparse toda en oír misas y las tardes en otros ejercicios su amor, santos. Aunque esto era tan bueno y parecía que bastaba para hacer una vida muy santapensamientos, tenía la sierva dignos de Dios más altos propósitos y nunca entendía qué había compararlos con los de perseverar en esta vida que aun todavía tenía resabios aquellas santas viudas de señora y de ser servidala primitiva iglesia, y no quería ella sino servir, sabiendo que a esto vino del Cielo el Señor del Universo.
Rogaba siempre a la Majestad Divina alumbrase su corazón, en lo que fuese su santa voluntadpegaba con [498] la iglesia, y le mostrase un camino donde ella pudiese entregarse todade noche, sin ningún respeto humano, que ella ni sus criadas estorbasen la clausura ni embarazasen a su santo serviciolos monjes. No olvidó el Señor concierto de la piadosa petición vida al paso de su sierva, que a quien de veras le llamala media noche, bien le escucha y muchas le responde. Había estado una noche en Maitines, suplicando otros ejercicios santos. Aunque esto con muchas lágrimas a la clemencia divina; acabados, íbase poco a poco a su aposento, tratando esto mismo en su pensamiento, porque no descansaba ni dormía como aquel real profeta que tanto deseaba entender la voluntad de Dios adónde quería que se señalase planta bastaba para la fábrica de su casa (y su casa, como dice el apóstol, no es otra sino nosotros mismos); ocupada con este pensamiento, oyó hacer una voz que le dijo: “Para mí, donde quiera que fueres; para ti, en las beatas de doña María Garcíavida muy santa, en el Monasterio de San Pablo”. Alegrose la sierva de Dios con tan singular favor y aviso del Cielo, y luego, sin más detenerse, arrancó de allí, agradeciendo mucho a aquellos santos monjes la buena acogida perseverar en esta vida que la habían hecho. Despidió la gente y los criadosde ser servida, y recibió el hábito de nuestro padre San Jerónimo en compañía de aquellas siervas de Dios, con grande regocijo de su alma, cierta sabiendo que aquella era la voluntad divina, y lo que para bien de su alma tanto importaba.
Comenzó luego Rogaba siempre a la santa matrona a mostrar cuán del Cielo era su vocación, y andaba siendo novicia tan fervorosa y tan humilde que ninguna a quien de las otras novicias veras le llama, bien le escucha y le igualabaresponde. Tenía una condición suavísimanoche en Maitines, amorosa, tan llana y afable suplicando esto con todas, que parecía se había criado allí desde la cuna. Era por extremo devota y dada a los ejercicios de la oración y meditaciónsu aposento, y tratando esto traía muy de atrás porque, aun mismo en vida del maridosu pensamiento, tenía sus horas señaladas para tan santo ejercicio; y de aquí viene Dios a mejorar los propósitos su casa (y hacer mayores mercedessu casa, que a quien es fiel en lo pocootra sino nosotros mismos); ocupada con este pensamiento, vásele dando más, pues sabe aprovecharse. Si alguna vez conocía que las otras religiosas, sus contemporáneas o más antiguas, le tenían algún respeto, considerando su noblezadonde quiera que fueres; para ti, le llegaba al alma y, por en el mismo caso, se humillaba más y buscaba ocasiones de derribarse a los pies Monasterio de todas. Como es esta virtud Alegrose la que sierva de Dios tanto amacon tan singular favor y aviso del Cielo, no puede dejar de amary luego, y, como si dijésemos, derribarse agradeciendo mucho a las almas en quien se halla, y ansí hizo particularísimos favores a esta santa, porque en las relaciones que han quedado de sus cosasDios, aunque muy cortascon grande regocijo de su alma, se dice que se le mostraba el Señor tan familiar cierta que aquella era la hablaba como un amigo habla con otro. Lo mismo voluntad divina, y lo que Dios dijo por tan alta excelencia para bien de su siervo y gran pro- [499] feta, Moisésalma tanto importaba.
Refieren una cosa que no me parece muy auténtica ni de mucha gravedad, y solo la digo porque lo dicen: Que, estando un día esta santa rogando a Nuestro Señor por una persona que tenía mucha necesidad, le respondió que le pidiese aquello delante de una imagen que estaba a quien es fiel en aquel conventolo poco, que llamaban del Gladio, y se la concedería, añadiendo que todas las personas queotras religiosas, en sus tribulaciones, hiciesen oración delante de aquella imagen serían socorridas d’Éltodas. Hasta hoy guardan en el Monasterio Como es esta virtud la que Dios tanto ama, no puede dejar de San Pablo esta imagenamar, y la estiman en mucho porque afirman aquellas siervas en las relaciones que han quedado de Dios sus cosas, aunque muy cortas, se dice que ha hecho se le mostraba el Señor a los que rezan en ella muchas mercedes Dios dijo por tan alta excelencia de su siervo y favores.
Desta manera pasaba el curso de su santa vida esta santa y suplicaba continuamente al Señor por la salud espiritual de los hijos una imagen que había dejado estaba en el sigloaquel convento, que llamaban del Gladio, principalmente por y se la de su hija doña Aldonza Carrillo, a quien amaba mucho porque había sido siempre muy verdadera hija de en sus santos propósitostribulaciones, aunque al presente estaba casada con el Conde de Fuensalida. Oyó el Señor clementísimo las oraciones de su humilde sierva. Llevó desta vida al conde, y luego la condesa dispuso de todo cuanto Hasta hoy guardan en su casa tenía y se fue a seguir los pasos de la madre. Renunciando el siglo valerosamente, vínose luego al Monasterio de San Pablo y recibió el hábito con gran admiración y ejemplo de toda aquella ciudad de Toledo, viendo una señora criada en tanto regaloesta imagen, y mandó renunciarlo todo varonilmente y abrazarse la estiman en lo más florido mucho porque afirman aquellas siervas de su edad, con la aspereza de la cruz de Jesucristo, y sujetarse a la obediencia de quien pudiera ser criada suya los que rezan en el mundo ella muchas mercedes y en sus leyesfavores.
 Puesta en este estado, le pareció que persona de sus prendas no había de hacer aquella mudanza para caminar por un curso ordinario en que se embarazan y contentan muchas que entran en religión o por necesidad o por violencia, pretendiendo vivir allí con una mediana vida, cuanto basta para llamarse religiosas, determinadas miserablemente a sufrir aquel encerramiento o privación de sus gustos con la mejor comodidad que pudieren. Nuestra doña Aldonza tenía más generosos pensamientos. Y, conociendo cuánto se había mejorado en estado, pasando de Condesa de Fuensalida a esposa de Jesucristo, se determinó caminar por una senda más alta y merecer tan alta dignidad, teniendo tanta certeza de que no le faltaría para la ejecución de sus propósitos la gracia y merced del Cielo.
Era esta Señora de grande entendimiento y valerosa, de singular prudencia y madurez, y hechósele luego de ver que emprendía aquella vida con altos propósitos de virtud y penitencia. Ansí fue que luego comenzó a hacer una vida muy santa, adelantándose a todas en muchas cosas que, si no era emprendiéndose con un corazón tan generoso como el suyo, no eran fáciles de acabarse. Fue muy penitente y rigurosa consigo misma, dábase a muchas asperezas para esquitar parte del mucho regalo en que se había criado. Oraba continuamente: apenas sabían cuándo dormía ni comía. Con estas dos nuevas Paula y Eustochio ''[2]'', doña Teresa y doña Aldonza, cobró aquel monasterio nuevos bríos y, aunque hasta allí había vivido santamente, ahora, con tan vivos ejemplos, corrían las esposas más ligeras al olor de la suavidad del Esposo Jesucristo.
Procuraba [500]''[3]'' la hija, como humilde, imitar la santa conversación de su madre, y la madre, que en esta virtud no quería ser inferior a nadie, deprendía de su hija otras muchas que Nuestro Señor había querido poner en ella. Murió de allí a algunos años la hermana mayor de aquel convento (no se llamaron prioras hasta que se incorporaron en la Orden, que allí solo estaban sujetas al prior de la Sisla) y luego, de común consentimiento, todas aquellas siervas de Dios pusieron su pensamiento en doña Aldonza, entendiendo que ninguna igualaba a su valor, ni a su prudencia, ni al celo de la religión que en ella se vio. Hiciéronla al fin hermana mayor, llamémosla priora; aunque viviendo su madre, ni les pareció esto inconveniente, porque ellas eran tan humildes que sabrían bien templar la superioridad y inferioridad que se halla entre hija y madre, priora y súbdita. Era de ver a Teresa de Guevara obedecer y postrarse a los pies de su hija, la priora, y a doña Aldonza Carrillo derribarse a servir y lavar los pies de su madre natural, con tan humilde semblante, como cuando se criaba en su regazo. En los lugares comunes donde se juntaban todas las religiosas, como en la iglesia, capítulo y refectorio, la sentaba junto a , teniéndole sumo respeto.
Era doña Aldonza en las cosas de la religión muy cuidadosa y observante, y no permitía que en un punto se quebrantase lo que a esta parte tocaba; ansí la tenían por áspera y la tenían miedo, porque sabía reprender y castigar cualquier cosa que vio de menosprecio en las hermanas. Cuando reprendía alguna en capítulo, y a la piadosa madre doña Teresa le parecía que la reprensión y el castigo iba algún tanto riguroso y duro más de lo que sus tiernas entrañas podían sufrir, como estaba cerca, disimuladamente tirábala de la falda a la hija, sin que nadie la sintiese, para que templase la reprensión que daba a la hermana; y la discreta priora se sabía aprovechar de tan buen templador, para no exceder en el castigo ni en las palabras de lo que, a su juicio, el descuido o la culpa merecía. Otras veces, excusaba la santa madre las culpas de las reprendidas, cuando vio que tenían color las disculpas.
Ansí vivieron estas dos tan ilustres señoras en aquel convento algunos años. No tengo noticia cuántos ni hay más relación de sus fines de que acabaron allí santísimamente el curso de su peregrinación. Entrambas están enterradas en el Monasterio de la Sisla: la madre, doña Teresa de Guevara, en el capítulo antiguo, entierro ordinario de aquellas santas beatas de San Pablo, y su hija, la condesa, está sepultada en el coro alto del mismo monasterio, a la entrada d’él, entre el facistor y el antepecho, delante de un altar que está allí puesto con un crucifijo, mayor que el natural, muy devoto. Entierro bien extraordinario y devoto, escogido y fabricado por ella misma, teniendo consideración que los religiosos, cuando entran en el coro, se pondrían de pies sobre su cuerpo, cuando hiciesen la inclinación al Santo Sacramento, y a ella la alcanzaría parte de aquella reverencia que los siervos de Dios hacen a su Majesta[d] Divina. Dio esta señora algunas cosas de estima y de valor a la una y otra casa, principal bienhechora de entrambas. Dejoles paños y alhombras para la iglesia y sacristía [501]; hizo la mayor parte del coro.
Lloran hoy la pérdida de una relación tan antigua, que andaba entre las manos de algunos de las obras maravillosas destas dos santas. Yo me contento con lo dicho, que es harto testimonio de su gran virtud y santidad.
''[1]'' Figura en el texto como Capítulo XLIX debido a la repetición del capítulo XLIV, un error señalado y corregido en mi edición de la vida de María de Ajofrín de Sigüenza.
''[2]'' En posteriores ediciones aparece como Eustochia.
''[3]'' Figura como número de página el 494 en lugar del 500 en el texto.