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Juana de la Cruz

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Capítulo XXVI
'''De una revelaçión que vido esta bienabenturada tocante a una ymagen'''
Tienen e[n] tal monasterio de sancta Sancta María de la Cruz una ymagen de Nuestra Señora, la qual hera de bulto muy antigua. Y las monjas, saviendo que la havía bendeçido un obispo, tiénenla mucha devoçión, porque algunas vezes la havían visto hazer milagros, y sacábanla en proçesión los días del sancto apareçimiento. Y por ser tan antigua, renováronle el gesto por un entallador, cortándole de la garganta arriba, y pusiéronle otro gesto y pecho. Y trayéndola al monasterio, fueron las monjas a la ver e saludar. Y algunas les pareçió muy bien, y se consolaron con ella, y a otras les pareçió mexor el gesto que antes tenía, y desconsoláronse mucho, de manera que vinieron en alguna diferençia de palabras.
Y saviéndolo esta bienabenturada, mandolas llamar, y díxoles: “Muy maravillada estoy, hermanas, mas de la desconsolaçión que tenéys del renovamiento de esta sancta ymagen, dado caso aya razón por la falta de la ymperfeçión de la pintura no ser tan aplaçiente a nuestros ojos. Pero aunque sean feas las imágenes, es cargo de conçiençia no tenerlas en mucha reverençia y estima, en espeçial si son las tales ymágenes de Dios y de Nuestra Señora, que estas tales, feas o hermosas, son dignas de muy grande acatamiento. E ruegoos, señoras, hagáys aquí un altar en esta nuestra çelda, y traed aquí la sancta ymagen, aunque yo sea indigna dello; que si yo pudiere, ya avría ydo al coro de rodillas a saludar a su Alta Magestad”.
Y traýda la ymagen a la çelda de la sancta virgen, y puesta en el altar, rogolas que la dexasen allí dos días. Y estando ella aquella noche en contemplaçión, vido Nuestra Señora en visión muy hermosíssima, y poníase enzima de la ymagen suya, y dezía: “Yo me contento de esta ymagen, y la escogo y açeto para mi morada y aposento, y como en trono mío resplandezco en ella y en mi spíritu se [fol. 120r] goza, porque los peccadores conmigo abrán refugio y consolaçión, y yo les ganaré del mi Hijo perpetuo gozo en la gloria perdurable”.
Y esta bienabenturada que lo veýa, suplicava a Nuestra Señora que entrase dentro de la ymagen su spíritu, pues hera tan hermosa, y dende allí escuchase las oraçiones que le hazían, y en espeçial las suyas, porque ella viese que no caýa en vaçío hechos delante su preçiosa ymagen, como algunas vezes tienen las gentes crédito, que no está allí donde la llaman. A los quales pensamientos y suplicaçioness, respondió Nuestra Señora, y dixo: “Por estar nuevamente puesto este maderno en esta ymagen mía, no quiere Dios, ni a mí plaze, entrar dentro en ella hasta que se consagre o vendiga, de manera que se haga digna e perteneçiente de mí por virtud de la consagraçión justa que devidamente deven tener las ymágines, e yglesias enteras, y altares aparejados y limpios al culto divino”.
Y la noche siguiente vido la bienabenturada, a ora de los maytines, una visión muy gloriosa. Y es que vido venir a Nuestro Señor Dios en un trono muy rico, en bestiduras pontificales, çercado y acompañado de muchedumbre de ángeles, y sanctos y sanctas. Y estava junto a la dicha ymagen de Nuestra Señora, a la qual bendeçía con palabras muy devotas e reverençiales, y cantares y dulçes sones que hazían los ángeles con diversos ynstrumentos, de las quales palabras y cançiones no pudo colegir esta bienabenturada sino pocas palabras. Y el día que vido esta revelaçión, hera octava de la dedicaçión de la yglesia, y las çeremonias que Nuestro Señor hizo en la consagraçión de esta sancta ymagen fueron muchas. Estava bestido como obispo, y la ymagen, que estava bestida de sedas, según es uso adereçar las ymágines, a deshora pareçió toda desnuda y alçada en alto, teniéndose con el poder de Dios. Esto hera antes que el Señor la bendixese, el qual día hizo llamamiento a los sanctos ángeles para que viesen lo que hazía en aquella ymagen, y assimismo los demonios, para que huviesen miedo y viesen la virtud que Dios ponía en su sancta Yglesia e ymágines y altares. E por fuerça se lo hazían mirar y reverençiar, que dava poderío a la sancta madre Yglesia que vençiese ella al demonio, e deshechase con baldón, y resçiviese a Dios Jesuchristo y a su sancta Madre con reverençia e honor.
E para esto bendeçía y deçía a altas vozes el mesmo Señor, desde su alto trono: “''Ego sum quis me et ecce nova facio omnia''”, que quiere dezir: “Yo [fol. 120v] soy Yabé, que todas las cosas hago nuevas. En lo alto del Çielo moro , soy rey eterno que rixo los coraçones cathólicos y devotos. El mi adversario los perturba, empero yo soy el que los agosiego; él los derrama, yo los allego; y él los disipa, yo los proqueo; él los destruye, yo los edifico; él los ensuçia, yo los alimpio; él los enturbia y revuelve y haze oler mal, yo los purifico y hago bien oler suavíssimo. Sé de lo malo hazer bueno. Y de lo no lympio, hazer limpio. Y de lo ymperfeto, hazer perfeto, e loable y agradable”. Y volvía sus preçiosos ojos a la ymagen de Nuestra Señora, e dezía: “¿Quién te deçía madre mía?”. E poníale muchas cruzes hechas joyeles. Estando ella ansí desnuda, la çercava toda, espeçialmente la caveça, frente y gesto, y los pechos y espaldas, e hombros y braços y manos, con todo el cuerpo hasta los pies, que significavan los çimientos de la sancta madre Yglesia. Y después de muchas bendiçiones que el Señor deçía, dixo cantando aquella antíphona que dize: “''Hanc quam tu des picies, Maniche, & mater mea est, & de manu mea fabricata''”. Y respondían los ángeles con muy claras vozes, diziendo: “''Fons hortorum, redundans gratia mundum, replens celi numeribus, mater Dei fecundans, omnia nos instarams, supernis sedibus flores hortum, mox ab infantia admirandus fulsit virtutibus, eam dian candens flos multiplicat virgule decorem, conceptus glorificat Maria pudorem''”. Y mientras estas antíphonas y cançiones se deçían, pareçió a deshora la ymagen de Nuestra Señora, bestida de las mesmas bestiduras de muger, y puesta en su altar como primero estava. Y los demonios quedáronse mesando y arañando, y dando gritos e aullidos, y la visión de Nuestro Señor desapareçió, roçiando la casa con agua bendita, y la bienabenturada quedó muy consolada.
Y pasados los dos días que la sancta ymagen estava en su çelda, ayuntáronse allí el abbadesa y monjas, diziendo a la sancta virgen que yban por la ymagen, ymportunándola el abbadesa que, pues estavan allí todas, les dixese alguna cosa de las que Dios les mostrava. Respondió, diziendo: “Lo que ay que deçir es que Nuestro Señor Dios tiene en tanto las imágenes, y se sirve que las aya en la sancta madre Yglesia, y que sean honradas y beneradas por nosotros peccadores, pues el mesmo Dios de los Çielos vino a la [fol. 121r] vendecir y a enseñarnos cómo son cosa por donde se alcança virtud y devoçión quando se tiene en el coraçón; y bien se pareze, según yo vi en una revelaçión que el Señor fue servido de me mostrar, quánto Él ama y honra la sancta madre Yglesia y a sus sanctas ymágines por amor della”.
Y dixo la revelaçión susodicha, y añidió, diziendo: “Me dixo mi sancto ángel, después que desapareçió el Señor: ‘Mira qué son las maravillas de Dios, que si en un madero alla Dios bescosidad y no quiere que su sancta madre le quiera y tenga por su ymagen, bástale hasta le haver alimpiado y puesto en él dignidad de bendiçión suya, como la tiene la sancta Yglesia. ¿Qué , ¿qué tales estarán las ánimas, que llenas de pecados, están ensuçiadas y asquerosas? ¿Cómo , ¿cómo serán dignas aquellas tales que venga Dios en ellas, ni su sancta madre con graçia y piadosa caridad, si primero no son alimpiadas las tales ánimas peccadoras por espeçial graçia de Spíritu Sancto, sin el qual ninguna cosa es buena, ni justa ni sancta, ni digna ni açepta a Dios? Y por semejante, con los dones del sancto spíritu, las cosas que son d’él preçiadas e baxas, Dios las ensalça y tiene en ellos thesoros muy grandes, aunque ascondidos a los ojos de las personas de la tierraTierra. Bendito sea Dios en sus dones, e los sanctos en sus obras, y las ymágines en sus altares, y los altares en sus yglesias, y las yglesias en sus sacramentos, y los sacramentos en la cruz y Passión de Nuestro Señor Jesuchristo, y en el sancto baptismo y remisión de los peccados’”. Y acavado esto, dixo la bienabenturada: “Bien se pueden llevar la sancta ymagen”; la qual llevaron el abbadesa y monjas con mucha devoçión y reverençia con candelas ençendidas, cantando el ‘''te deum laudamus''’, al coro, y la pusieron en el altar acostumbrado. Y de aý adelante, se consolaron mucho las monjas con esta ymagen.
Deçía el sancto ángel de su guarda a esta sancta virgen: “Yo te amonesto que las graçias que resçives del poderoso Dios las guardes con humildad y las hagas creçer con agradeçimiento, porque todo lo que tienes es suyo. Mira cómo negoçias con ello, que muchas vezes estoy admirado de las cosas que la clemençia de Dios haze contigo, entre las quales te quiero dezir una, y más porque no seas yngrata ante su Real Magestad, mas singularmente le des graçias por ello: y es que muchas vezes [fol. 121v] te veo en tu cama hechada, padesçiendo muchos dolores, y que en tu entendimiento y voluntad estás gozando y viendo cosas muy grandes, çelestiales, y que las ánimas de Purgatorio te llaman y piden que las ayudes en sus neçessidades, y las gentes de la tierra Tierra están hablando contigo, contándote las cosas secretas de sus ánimas y consçiençias, pidiéndote consejo y ayuda con tus ruegos e consuelos. Con tus palabras veo la graçia de Dios puesta en ti, que con todo cumples enteramente. No es esta pequeña graçia, avísote no seas yngrata a tan grandes benefiçios hechos en ti por la voluntad de Dios”.
E tornando en sus sentidos, esta bienabenturada llorava con muy grande humildad y contriçión, y con muchos gemidos se llamava peccadora y yngrata a los dones que de Dios tenía resçividos. Y con palabras muy amorosas y dulces, haçía grandes esclamaçiones al Señor, supplicando a su Alta Magestad le perdonase las faltas que havía tenido en no serle tan agradeçida como hera obligada a los benefiçios d’Él resçividos, y le diese graçia se encomendase, que tal propósito tenía con su ayuda.
Dixo a las religiosas esta sancta virgen: “Quiéroos contar una cosa que el Señor fue servido de mostrarme, de lo qual mucho me maravillé. Un día de la señora Sancta sancta María Magdalena, llevándome mi sancto Ángel, estando yo elevada al lugar donde está su cuerpo porque por que yo ganase los perdones que están otorgados en aquella yglesia, y pasando por una çiudad que está en este reyno de Castilla, llevándome entre sus alas, vi en un campo, çerca de la mesma çiudad, unas muy grandes llamas. Vi salir un ánima más clara que el sol, y dos ángeles que la llevavan de los braços, y otro ángel yba delante della con una muy resplandeçiente cruz en las manos, y todas subían tan apriesa a los altos Çielos como un rayo. Y viendo yo esto, muy maravillada, dixe a mi sancto ángel: ‘Señor, ¿qué es esto?’. Respondió: ‘¿Qué te pareçe a ti dello?’. Y yo supliquele me declarase qué hera. Dixo: ‘Sí haré, porque por que veas quánto aprovecha la gran contriçión, aunque sea en breve tiempo. Esta ánima, que as visto tan [fol. 122r] resplandeçiente e clara subir ahora a los Çielos tan apriesa −no se deterná hasta ser puesta ante el poderoso Dios− hera de un hombre muy peccador, y aquella gente que viste çerca del gran fuego donde ella salió, le havían muerto por mando de la justiçia. Y la muerte que le dieron fue quemalle porque havía hecho un peccado lo más de su vida muy creminoso, por el qual mereçió muerte spiritual y corporal, y ya en la vejez fue acusado d’él por sus próximos a la justiçia, la qual le mandó prender. Y traýdo ante el juez con muchas prisiones en sus pies y manos, díxole: ‘Aquí heres acusado de un gran crimen que as hecho, niégalo o confiésalo’. Respondió el dicho hombre: ‘No quiera Dios que yo niegue la verdad, que para confesar mi delito no he menester testigos más , mas de confesar yo la verdad ante Dios y ante vos. Yo he hecho ese peccado dende que me acuerdo ser hombre hasta la hora que me prendieron. Y dende entonçes propuse en mi coraçón de nunca más hazerle, aunque pudiese y para ello tuviese salud y libertad, y esto por amor de solo Dios. Y mucho me pesa por le haver cometido, no por la pena que merezco por ello, sino por la offensa que he cometido contra Dios’. Y oyendo el juez la confisión, que haçía tan clara y sin temor, maravillose mucho, y díxole: ‘Mira lo que diçes, no sea eso con desesperaçión’. Respondió: ‘No, sino con verdad y dolor de mi peccado’. Díxole el juez: ‘¿Qué quieres que hagamos de ti?’. Respondió: ‘Pagar mi delito según lo merezco’. Y oyendo esto el juez, mandole meter en la cárçel, y dende a çiertos días, requiriole con la misma pregunta. Y él respondió lo mesmo que havía dicho, y ansí lo hizo por tres vezes. Y la postrera vez dixo al juez que le rogava mucho no le hiçiese más preguntas, sino darle la pena que mereçía por su peccado. Y assí fue sentençiado a la pena que as visto, que le quemasen, mas no vivo, sino primero ahogado. Y dígote que si este hombre quisiera, no muriera, porque el juez le diera la vida con alguna pena corporal. Mas no quiso sino morir pagando su peccado con [fol. 122v] mucha contriçión, por la qual esta bienabenturada ánima será sentada en la juridiçción de la Sancta sancta María Magdalena e del sancto ladrón, porque todas las personas que an sido grandes peccadores y se salvan mediante la Passión de Dios e por vía de gran contrición en breve tiempo y hora venida, como fue la del ladrón y de otras semejantes, quiere Dios estén en la dicha juridiçción. Y en esto que te he contado, podías conoçer quánto vale la contriçcón que es de coraçón con propósito de enmendarse. Tómalo para tu aviso y de tus hermanas las religiosas, y a quien más te pareçiere deves dar el tal consejo.“Preguntasme qué penitençia y penas padesçidas en la vida serían bastantes para después no yr a Purgatorio ni sentir sus penas. Los peccados son tan grandes que no son bastantes las penitençias y penas del mundo para quitar el Purgatorio, mas son bastantes las virtudes para salvar el ánima sin Purgatorio. Y juntadas las penas y enfermedades con las virtudes, son bastantes para no sentir el Purgatorio. Y las virtudes que an de tener son tres: la primera, grande amor de Dios para obrar por Él con fe e amor muchas cosas; la segunda, caridad con Dios y con sus próximos, no turbándolas y teniendo tanta caridad con los difuntos que, si estuviese un ánima en mucho fuego penando, dixese la tal persona: ‘quítese esta alta alma de esta pena, que yo la padesçeré por ella’; la terçera virtud es tener tan grande esperança, que ni por muchas penas ni tribulaçiones, de cualquier manera y condiçión que sean, no quite a la persona la esperança de Dios. Es tan malo el peccado, que las gentes del mundo deven tener gran cuydado de guardar sus ánimas de no caer en peccado, y si cayeren en él, antes que salga el sol trabájese el que cayere en peccado de salir d’él antes que se ponga el sol. Los religiosos se deven guardar de la murmuración, por liviana que sea, que es muy peligrosa para la salvaçión del alma, y en espeçial quando es contra los perlados, [fol. 123r] porque el mayor peccado que los religiosos tienen es este, y tener en poco sus mandamientos; porque es semejante a la offensa de Dios, aunque no en la substançia. Y así sería, en los peccados de los religiosos, muy livianos, sino por este que los agravia. El lugar apartado ay de pena en el Infierno y en el Purgatorio, donde señaladamente ay senos de grandes penas por sí, donde padeçen muy crueles tormentos las ánimas que en este peccado cayeron, porque dellos se salvan y otros se condenan. Y para la satisfaçión de esta culpa, es menester el perdón de la Yglesia, ansí de la triunfante como de la militante: porque la Yglesia es con Dios, y Dios con la Yglesia; y quando la Yglesia perdona, perdona Dios; y quando Dios se enoja, y está ayrada la Yglesia, y quando la Yglesia se aplaca, Dios. Y para esto, es menester el ruego de los sanctos, y la confisión de la boca y contriçión del coraçón, y la satisfaçión de la obra, la qual es haçer bien a quien les haze mal, no murmurando de quien los injuria, perdonar qualquier mal que les sea hecho, y rogar por quien los persigue, aunque les parezca y conozcan tienen razón y justiçia en las quejas que dan de las contrariedades hechas a ellos por las criaturas.
“Es muy gran mérito sufrirlas ”Preguntasme qué penitençia y penas padesçidas en paçiençia, por amor de Diosla vida serían bastantes para después no yr a Purgatorio ni sentir sus penas. Y las personas Los peccados son tan grandes que lo tal hiçieren, estarán como clavellinas sobre no son bastantes las caveças de sus persiguidorespenitençias y penas del mundo para quitar el Purgatorio, y mas son bastantes las obras como carbones ençendidos devajo de sus piesvirtudes para salvar el ánima sin Purgatorio. Y aun podría ser, juntadas las penas y ansí acaeçeenfermedades con las virtudes, por son bastantes para no sentir el ruego Purgatorio. Y las virtudes que an de los tales y buen exemplotener son tres: la primera, convertirse sus persiguidores, aunque fuesen grande amor de muy duros coraçones, venir en conoçimiento. Y Dios para poder haçer todas estas obrar por Él con fe e amor muchas cosas; la segunda, es menester una maestra caridad con Dios y con sus próximos, no turbándolas y administradora teniendo tanta caridad con los difuntos que ande con la disçiplina , si estuviese un ánima en mucho fuego penando, dixese la mano castigandotal persona: ‘Quítese esta alta alma de esta pena, que yo la qual maestra padesçeré por ella’; la terçera virtud es llamada penitençia virtuosatener tan grande esperança, hecha de todo género de que ni por muchas penas ni tribulaçiones, e persecuçiones de cualquier manera y enfermedades; y todas estas cosascondiçión que sean, no quite a la persona la esperança de Dios. Es tan malo el peccado, aunque que las gentes del mundo deven tener gran cuydado de guardar sus ánimas de no caer en sí son muchas peccado, y si cayeren en él, antes que salga el sol trabájese el que cayere en peccado de salir d’él antes que se ponga el padesçer diferentessol. Los religiosos se deven guardar de la murmuración, todas juntas por liviana que sea, que es llamada penitençia. Y junto con esta maestra, dando lugar a las esperaçiones muy peligrosa para la salvaçión del Spíritu Sanctoalma, el qual alumbra y espira en las ánimasespeçial quando es contra los perlados, [fol. 123r] porque el mayor peccado que los religiosos tienen es llamada penitençia virtuosa si este, y tener en poco sus mandamientos; porque es padeçida alegremente, semejante a lo menos con la mayor conformidad que pudieren por amor offensa de Dios; e [fol, aunque no en la substançia. 123v] padesçiéndola Y así sería, en los peccados de otra maneralos religiosos, es llamada sin virtudmuy livianos, y sin méritosino por este que los agravia. Y qualquier persona que tuviere perdido El lugar apartado ay de pena en el amor Infierno y temor en el Purgatorio, donde señaladamente ay senos de Dios e esperançagrandes penas por sí, ¡aydonde padeçen muy crueles tormentos las ánimas que en este peccado cayeron, la tal!, que hará qualquier mal porque dellos se salvan y peccado en offensa de su Diosotros se condenan. Y para remedio la satisfaçión de este tal peccadoesta culpa, es menester las tales personas travajen con todas sus fuerças por el negamiento perdón de sí mismasla Yglesia, ansí de la triunfante como de la militante: porque la Yglesia es con Dios, y Dios con el olvido de todas las criaturas la Yglesia; y de todas las otras cosas transitoriasquando la Yglesia perdona, poniendo su esperança en solo perdona Dios; el qualy quando Dios se enoja, a de ser amado por sí mesmoy está ayrada la Yglesia, y no porque quando la Yglesia se aplaca, Dios. Y para esto, es menester el ruego de el Paraýso acordandolos sanctos, del Infierno y la confisión de sus penas, las quales mereçe por sus peccados, la boca y pidiendo contiçción y dolorcontriçión del coraçón, y perdón y penitençia la satisfaçión de las ofensas y faltas hechas en el serviçio de Dios. Y resçivan en paçiençia e remisión la obra, la qual es haçer bien a quien les haze mal, no murmurando de sus peccados quien los travajos y perseveraçiones injuria, perdonar qualquier mal que se le offreçierenles sea hecho, y rogar por quien los persigue, aunque les parezca y conozcan tienen razón y justiçia en las quejas que dan de la sancta religiónlas contrariedades hechas a ellos por las criaturas.
“Si la ”Es muy gran mérito sufrirlas en paçiençia, por amor de Dios. Y las personas que lo tal persona fuese religiosahiçieren, el miércolesestarán como clavellinas sobre las caveças de sus persiguidores, y viernes las obras como carbones ençendidos devajo de sus pies. Y aun podría ser, y sábadoansí acaeçe, por el ruego de los quales son días açetables ante la magestad de Dios, tales y también el lunesbuen exemplo, si quisieseconvertirse sus persiguidores, travaje aunque fuesen de sufrir con paçiençia muy duros coraçones, venir en conoçimiento. Y para poder haçer todas las estas cosas , es menester una maestra y administradora que ande con la disçiplina en estos días tales se le offreçieren en remisión la mano castigando, la qual maestra es llamada penitençia virtuosa, hecha de todo género de sus peccados tribulaçiones, e faltas que a hecho persecuçiones y enfermedades; y todas estas cosas, aunque en la sancta religión, sí son muchas y diziendo nueve o quinze vezes en los semejantes días estas sanctas palabras: ‘Jesuchristo es mi amadoel padesçer diferentes, Jesuchristo todas juntas es mi gloria, Jesuchristo es mi dulçedumbre’llamada penitençia. Y quien junto con fervor e afiçión esta maestra, dando lugar a las esperaçiones del Spíritu Sancto, el qual alumbra y devoçión del coraçón dixese estas sanctas palabrasespira en las ánimas, es llamada penitençia virtuosa si es padeçida alegremente, no quedará baçía su ánima a lo menos con la mayor conformidad que pudieren por amor de Dios; e [fol. 123v] padesçiéndola de alguna graçia spiritualotra manera, es llamada sin virtud, y sin mérito. Y guay del religioso o religiosa qualquier persona que dize “sierbo soy tuviere perdido el amor y temor de Dios” Dios e esperança, ¡ay, la tal!, que hará qualquier mal y no quiere resçivir los açotes peccado en offensa de sus próximossu Dios. Que Jonás prophetaY para remedio de este tal peccado, uyendo es menester las tales personas travajen con todas sus fuerças por no resçivir el azote del próximonegamiento de sí mismas, y con el olvido de todas las criaturas y de todas las otras cosas transitorias, diole poniendo su esperança en solo Dios otro mayor que ; el próximo le dieraqual á de ser amado por sí mesmo, que fue caer en manos y no porque de otros mayores el Paraýso acordando, del Infierno y más crueles; de sus penas, las quales mereçe por lo qual es mejor con sus peccados, y pidiendo contiçción y dolor, y perdón y penitençia de las ofensas y faltas hechas en el serviçio de Dios. Y resçivan en paçiençia sufrir lo e remisión de sus peccados los travajos y perseveraçiones que el Señor permita que les vengase le offreçieren, así y los de su poderosa mano como de las próximasla sancta religión.
“La ”Si la tal persona fuese religiosa, el miércoles, y viernes y sábado, los quales son días açetables ante la magestad de Dios, y también el lunes, si quisiese, travaje de sufrir con paçiençia todas las cosas que en estos días tales se le offreçieren en remisión de sus peccados e faltas que a hecho en la sancta religión, y diziendo nueve o quinze vezes en los semejantes días estas sanctas palabras: ‘Jesuchristo es mi amado, Jesuchristo es mi gloria, Jesuchristo es mi dulçedumbre’. Y quien con fervor e afiçión y devoçión del coraçón dixese estas sanctas palabras, no quedará baçía su ánima de alguna graçia spiritual. Y guay del religioso o religiosa que dize: ‘Sierbo soy de Dios’ y no quiere resçivir los açotes de sus próximos. Que Jonás propheta, uyendo por no resçivir el azote del próximo, diole Dios otro mayor que el próximo le diera, que fue caer en manos de otros mayores y más crueles; por lo qual es mejor con paçiençia sufrir lo que el Señor permita que les venga, así de su poderosa mano como de las próximas. ”La oraçión perfeta ante la magestad de Dios, es muy çierto men- [fol. 124r] sajero y muy grande amigo ante ese mismo Dios. Para ser perfeta y paçífica es menester coraçón muy limpio, y la consçiençia, y en silençio, y sin ruydo de palabras, y con lágrimas, apartados de todas las criaturas, en espeçial de los amigos. Y en este apartamiento en la mayor parte de ser en el pensamiento y cuydado dellos, y no ay sospiros ni gemidos que del coraçón devoto sean salidos que ante Dios no sean oýdos. Si alguna persona, de qualquier estado que sea, desea de morirse, y la tal es muy peccadora, ya qu’el desseo de morir fuese causado por vía de alguna tentaçión de falta de virtud spiritual, de no tener fuerças para sufrir las adversidades y no causado por virtud de amor de Dios, a esta tal persona esle buen consejo deshaga sus peccados con lágrimas, y gemidos y penitençia, e después muérase, si Dios lo quisiere. Porque la alma peccadora assí es como la bíbora preñada, que sus mesmos hijos le comen las entrañas, y como la perra preñada, que pare muchos perros y todos bibos, y los cría con su leche hasta hazerlos canes grandes, y después estos, perdiendo el conoçimiento de hijos, muerden y maltratan a su madre; y si esta los mordiera, en conçibiéndolos, no la mataran después de ser criados: assí toda ánima deve, en viviéndole algún mal pensamiento, moverle y hecharle de sí antes que crezca, porque perserverando en el mal pensamiento se haze peccado mortal. Y creyendo los tales pensamientos, pare y cría el ánima canes contra sí mesma que le comen las entrañas, que son las virtudes, y el temor y amor de Dios, y la traen tan devajo de los pies, que ella no se puede librar dellos, porque está ya [fol. 124v] vençida, y muerta y condenada; y esta tal no tiene otro remedio sino dar vozes y llamar los fuertes del Çielo, y que la valgan y bengan a matar los canes. Y estos fuertes que a á de llamar es la gran misericordia de Dios, y su poder, y el ayuda de los grandes sanctos del Çielo. Y para mereçer la tal ayuda y socorro, es menester que esté el alma muy contrita y humillada, para que Dios la ayude y valga. Por semejante es el alma que está en peccado mortal comparada a tres cosas. La primera, a la sepoltura de muertos, que yede y está llena de gusanos; assí el alma que está en peccado mortal está muerta y hidionda, en el qual hedor conoçen los ángeles que está en peccado mortal, el qual hedor es mayor y más malo que el que sale del cuerpo. Y este hedor sale de dentro del alma, y es tan terribleque, que si las gentes no tuviesen quotidianamente peccados, conoçerían algunas vezes quándo están en peccado mortal. La segunda es que pareze cueba escura y llena de serpientes, porque en cayendo el alma en peccado mortal, se le quita la lumbre, y quédale tal alma deshecha y tan escura como una cueba. Y luego está allí el Demonio poniendo los malos pensamientos y cogitaçiones; y tomándolos y ocupándose en ellos, temiéndolos en su coraçón, dándoles consentimiento, esta tal alma está hecha cueba escura y llena de serpientes, que son las frutas del Demonio. Lo terçero, que pareçe monte lleno de serpientes brabas y sin raçón, conviene a saber, quando es soberbia, la qual soberbia es monte, y las serpientes que en él están son los Demoniosdemonios, los quales son bravos y sin raçón, porque después que pecaron la perdieron. Y por muchas maneras de prensumpçión, sube el alma a este monte, presumiendo de abilidad y saber, [fol. 125r] y hermosura y linaje, y buena voz, y cantar y leer, e otras cosas semejantes. Y subida el alma al monte entre las bestias brabas, que son los Demoniosdemonios, los quales, viéndola estas soberbias y presumpçiones, la haçen caer muy avajo, que es en peccados mortales; e no travajándose de salir, devoren su vida, que dura para siempre con las bestias bravas en el InfiernoInfierno”.
===Capítulo XXVII===