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Beatriz de Silva

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Capítulo II
Todo este tiempo que estuvo doña Beatriz de Silva en el convento de santo Domingo el Real se ocupaba en obras muy espirituales y en muy continua oración, ejercitándose en ásperas penitencias. Vivió con tanto recogimiento durante este tiempo que ninguna persona le vio el rostro descubierto, sino la Reina Católica y una criada que la servía. Siendo muy devota de la gloriosa Virgen María Nuestra Señora, principalmente de su Santísima Concepción, siempre estaba pensando en qué la poder servir. Y ansí tenía determinación de instituir una nueva Orden de su Santísima [473] Concepción. Lo cual comunicando con la Reina doña Isabel y hablándola muy conforme a su voluntad, se dispuso a dar fin a esta santa obra. Y queriendo ayudar a su buen propósito, le dio los palacios que antiguamente decían de Galiana, que era uno de los Alcázares de la dicha ciudad de [http://catalogodesantasvivas.visionarias.es/index.php/Categor%C3%ADa:Toledo Toledo], adonde está ahora el convento de Santa Fe. Aquí entró luego la dicha doña Beatriz, dejando el Monasterio de Santo Domingo, y entraron con ella doce doncellas religiosas, en el año de mil y cuatrocientos y ochenta y cuatro. Todas las cuales estuvieron en el dicho lugar (en forma y manera de monasterio) hasta el año de mil y cuatrocientos y ochenta y nueve, pensando siempre qué Orden y hábito tomaría. Y en el dicho año de 1489 a petición suya alcanzó la Reina Católica del señor Papa Innocencio Octavo la continuación de la Orden de la Santísima Concepción y de su oficio particular, cual hoy le usan todas las religiosas desta Orden. La cual es sacada de la Orden del Cístel, por cuanto el Papa no quiso conceder ni aprobar Regla ni Orden nueva. Y de la misma manera que el Papa lo concedió, fue revelado a esta santa religiosa.
Acerca desto aconteció otro milagro muy grande y fue que, como las Bulas desta concesión (viniendo a España) se hundiesen en el mar, juntamente con las demás cosas que en la mar venían, fueron milagrosamente halladas por esta religiosa en una caja de su monasterio. Y como las hallase y no supiese lo que era, hizo llamar al padre fray García Quijada, de la Orden de nuestro Padre San Francisco y obispo de Guadix, a quien mostró las dichas Bulas; el cual, comenzándolas a leer, vio luego que eran las Bulas de la nueva constitución de su Orden y hábito. Visto esto por la dicha doña Beatriz, recibió increíble contento, y no solamente ella y sus monjas, pero toda la ciudad. Hizo grandes alegrías y demostración de mucho contento y regocijo por el milagro de las Bulas para publicación de las cuales se hizo una procesión muy solemne por todos los señores de la Iglesia mayor de la dicha ciudad, de la cual salieron acompañados con casi todo el pueblo y fueron a Santa Fe, adonde estaban las nuevas religiosas, adonde hubo sermón en que se dijo y declaró al pueblo el milagro de cómo se habían hallado las Bulas y de cómo se supo en [http://catalogodesantasvivas.visionarias.es/index.php/Categor%C3%ADa:Toledo Toledo] el día y hora en que se habían expedido en Roma, que, como se ha dicho, fue revelado a la dicha doña Beatriz de Silva. El día que esta procesión se hizo en Toledo holgó toda la gente de la ciudad, [474] dejando de trabajar, como si fuera día de fiesta muy principal. A todo esto se halló presente la madre Juana de San Miguel, monja que era deste monasterio. Era esta religiosa mujer de grande espíritu, santidad y virtud, y en esta opinión fue tenida siempre mientras vivió y fue abadesa del dicho convento. En el sermón que se hizo el día de la procesión se convidó a todo el pueblo a que de ahí a quince días fuesen a ver tomar los hábitos y velos a las nuevas religiosas.
=== Capítulo III ===

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