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Beatriz de Silva

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[[Category: Toledo]]
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| Nombre || Beatriz da Silva
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| Orden || [http://catalogodesantasvivas.visionarias.es/index.php/Categor%C3%ADa:Santas_franciscanas Franciscanas]Orden de la Inmaculada Concepción
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| Títulos || Monja y fundadora
| Lugar de nacimiento || Campo Mayor, Portugal
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| Lugar de fallecimiento || [http://catalogodesantasvivas.visionarias.es/index.php/Categor%C3%ADa:ToledoToledo], España
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| Canonización || 17 de agosto, 1 de septiembre (para los franciscanos)
= Vida impresa =
Ed. de [http://visionarias.es/equipo/pedro-garcia-suarez/ Pedro García Suárez]; fecha de edición: diciembre de 2016.
== Fuente ==
* [http://catalogodesantasvivas.visionarias.es/index.php/Categor%C3%ADa:Pedro_de_Salazar Salazar, Pedro de. ] 1612. ''Crónica y historia de la fundación y progreso de la provincia de Castilla de la Orden del bienaventurado Padre San Francisco''. Madrid: Imprenta Real, 471-481.
'''[471] LIBRO OCTAVO, EN QUE SE TRATA LA HISTORIA del misterio de la Concepción de Nuestra Señora y la fundación de su Orden, y de los conventos que della hay en esta provincia de Castilla'''
Todo este tiempo que estuvo doña Beatriz de Silva en el convento de santo Domingo el Real se ocupaba en obras muy espirituales y en muy continua oración, ejercitándose en ásperas penitencias. Vivió con tanto recogimiento durante este tiempo que ninguna persona le vio el rostro descubierto, sino la Reina Católica y una criada que la servía. Siendo muy devota de la gloriosa Virgen María Nuestra Señora, principalmente de su Santísima Concepción, siempre estaba pensando en qué la poder servir. Y ansí tenía determinación de instituir una nueva Orden de su Santísima [473] Concepción. Lo cual comunicando con la Reina doña Isabel y hablándola muy conforme a su voluntad, se dispuso a dar fin a esta santa obra. Y queriendo ayudar a su buen propósito, le dio los palacios que antiguamente decían de Galiana, que era uno de los Alcázares de la dicha ciudad de Toledo, adonde está ahora el convento de Santa Fe. Aquí entró luego la dicha doña Beatriz, dejando el Monasterio de Santo Domingo, y entraron con ella doce doncellas religiosas, en el año de mil y cuatrocientos y ochenta y cuatro. Todas las cuales estuvieron en el dicho lugar (en forma y manera de monasterio) hasta el año de mil y cuatrocientos y ochenta y nueve, pensando siempre qué Orden y hábito tomaría. Y en el dicho año de 1489 a petición suya alcanzó la Reina Católica del señor Papa Innocencio Octavo la continuación de la Orden de la Santísima Concepción y de su oficio particular, cual hoy le usan todas las religiosas desta Orden. La cual es sacada de la Orden del Cístel, por cuanto el Papa no quiso conceder ni aprobar Regla ni Orden nueva. Y de la misma manera que el Papa lo concedió, fue revelado a esta santa religiosa.
Acerca desto aconteció otro milagro muy grande y fue que, como las Bulas desta concesión (viniendo a España) se hundiesen en el mar, juntamente con las demás cosas que en la mar venían, fueron milagrosamente halladas por esta religiosa en una caja de su monasterio. Y como las hallase y no supiese lo que era, hizo llamar al padre fray García Quijada, de la Orden de nuestro Padre San Francisco y obispo de Guadix, a quien mostró las dichas Bulas; el cual, comenzándolas a leer, vio luego que eran las Bulas de la nueva constitución de su Orden y hábito. Visto esto por la dicha doña Beatriz, recibió increíble contento, y no solamente ella y sus monjas, pero toda la ciudad. Hizo grandes alegrías y demostración de mucho contento y regocijo por el milagro de las Bulas para publicación de las cuales se hizo una procesión muy solemne por todos los señores de la Iglesia mayor de la dicha ciudad, de la cual salieron acompañados con casi todo el pueblo y fueron a Santa Fe, adonde estaban las nuevas religiosas, adonde hubo sermón en que se dijo y declaró al pueblo el milagro de cómo se habían hallado las Bulas y de cómo se supo en Toledo el día y hora en que se habían expedido en Roma, que, como se ha dicho, fue revelado a la dicha doña Beatriz de Silva. El día que esta procesión se hizo en Toledo holgó toda la gente de la ciudad, [474] dejando de trabajar, como si fuera día de fiesta muy principal. A todo esto se halló presente la madre Juana de San Miguel, monja que era deste monasterio. Era esta religiosa mujer de grande espíritu, santidad y virtud, y en esta opinión fue tenida siempre mientras vivió y fue abadesa del dicho convento. En el sermón que se hizo el día de la procesión se convidó a todo el pueblo a que de ahí a quince días fuesen a ver tomar los hábitos y velos a las nuevas religiosas.
=== Capítulo III ===
Acerca desto conviene que se sepa que, un día, siendo viva la bienaventurada doña Beatriz de Silva, yendo a Maitines (como tenía de costumbre) halló la lámpara muerta, y poniéndose en oración, viola manifiestamente encendida y luego oyó una voz (según ella después descubrió) que bajamente le dijo: “Tu Orden ha de ser como esto que has visto, que toda ha de ser deshecha por tu muerte”. Y ansí como la Iglesia de Dios fue perseguida en sus principios y después vino a florecer y a ser muy esclarecida, también tu Orden será ahora perseguida y luego verná a florecer y ser multiplicada por todas las partes del mundo; y será esto tanto, que en su primer tiempo no se edificará ningún convento de otra Orden, mas primero será perseguida de amigos y enemigos; y habrá en ella tanta tribulación que muchas veces llegará a ser asolada. Todo esto se ha visto a la letra porque, luego que la Orden comenzó en la ciudad de Toledo, hubo en ellas tantas revueltas y grandes persecuciones que es maravilla cómo pudo perseverar, lo cual sucedió de la manera que aquí contaremos.
 
Después que las dichas religiosas compañeras de doña Beatriz de Silva quedaron en Santa Fe, que ya se llamaba de la Concepción, apartáronse de la obediencia del diocesano y sometiéronle a la Orden de nuestro Padre San Francisco, debajo del gobierno de fray Juan de Tolosa, que era entonces custodio de Toledo. Y en tiempo que allí estuvieron, que fue seis o siete años, hubo entre ellas algunas discordias porque sucedieron grandes tribulaciones y desasogiegos. Estaba cerca deste Monasterio de la Concepción otro que se llamaba San Pedro de las Dueñas, de la Orden de San Benito, adonde estaban unas monjas, aunque no eran reformadas. Era en esta sazón vicario provincial desta [477] provincia de Castilla fray Francisco Jiménez, el cual era confesor de la Reina doña Isabel y reformador general de todas las órdenes en los reinos de Castilla, por concesión del Papa Inocencio Octavo. Este cargo tuvo toda su vida, desde que fue electo. Y ansí, con parecer de la Reina, pasó las monjas que estaban en Santa Fe al Monasterio de San Pedro de las Dueñas, adonde quedaron juntas las unas y otras. Y por una Bula que para esto se trujo del Papa Alejandro Sexto, concedida el año de 1494, las monjas de San Pedro dejaron su hábito y Orden que antes guardaban y tomaron el de la Concepción y la forma de vivir de las monjas della. Y después, por autoridad apostólica, ansí las monjas de San Benito del Monasterio de San Pedro, que están súbditas a la Orden del Cístel, como las de la Concepción, recibieron la Orden de Santa Clara, por cuanto no se les había concedido esto, más de que estuviesen debajo de otra Orden aprobada. Hecho esto, el sembrador de cizaña metió entre ellas tal discordia que por tres veces se vino a despoblar casi el monasterio, no quedando en él sino muy pocas monjas, siendo perseguidas de todos, ansí de sus amigos como de los que no lo eran. De suerte que pasó este negocio de la forma y manera que le fue revelado a la dicha doña Beatriz de Silva, llegando cerca a punto de perderse esta Orden. La cual fue determinado por el dicho padre fray Francisco Jiménez, como reformador general de las Órdenes, se quitase del todo, por parecer convenir para sosiego del dicho monasterio. Más porque Nuestro Señor tenía para honra de su Madre ordenada otra cosa, fue servido dar orden que dentro de pocos días tornasen al dicho monasterio las monjas que d’él habían salido. Y de allí adelante estuvieron con mucha paz y sosiego y en mucho amor y amistad las unas con las otras.

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