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Juana de la Cruz

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Capítulo IX
Dixo esta bienaventurada: “Yo sé que estava un hermano en un desierto haziendo penitençia, el qual hera hombre de muy sancta vida. E Satanás travajava mucho por destruyr su ánima si pudiese. Quando este hermitaño se ponía en oraçión, apareçíale el demonio en figura de Nuestro Señor Jesuchristo cruçificado, y deçíale que le adorase, que hera su Dios a quien él mucho servía y agradava. Y el hermitaño adorávale con mucha devoçión. E permitió la Divina Magestad que este su siervo no fuese más engañado, pues él pensava adorava a Dios, y así le hera contado.
“E ”E acontesçió que , un día del señor Sant Miguel, fueron todos los ángeles a Nuestro Señor Jesuchristo, y suplicáronle les diese a Nuestra Señora la virgen Virgen María para que le querían ellos haçer muy grandes fiestas como a Reyna y Señora suya. Y el poderoso Dios le respindiórespondió, diziendo: “Mis ‘Mis amigos, vuestra es agora la fiesta, por tanto no os quiero dar a mi sancta madre, que conmigo [fol. 48v] me la quiero tener en mi trono. Y a nosotros hagan nos hágannos todos mis sanctas fiestas, e muy grandes obras, pues soys mis siervos, y a mis primos juntos, y todo lo merecéysmerecéys’. Los sanctos ángeles respondieron, diziendo: “Nuestro ‘Nuestro Dios y criador, pues vuestra Divina Magestad no nos quiere dar nuestra Reyna y Señora, nosotros no queremos otra ninguna fiesta; antes nos yremos a pelear con los demonios”demonios’.
“He ”He hazíendolo assí, fuéronse a purgatorio Purgatorio a pelear con los demonios y sacar muchas ánimas. En viendo los demonios cómo los sanctos ángeles hazían tan grande espojo[6], fueron algunos dellos ahullando, e dando muy grandes vozes al yermo a llamar aquel prínçipe malaventurado, que se estava entonçes haziendo adorar del hermitaño, en figura del cruçificado Nuestro Señor Jesuchristo. E llegaron los demonios con mucho ruydo, diziendo: ‘Andad acá, prínçipe nuestro malýmissimomalymíssimo, maldito seas tú, que te estás agora adorando e haziéndote Dios, y están los ángeles de Jesuchristo cruçificado destruyendo nuestros purgatorios e rovándonos las ánimas que tenemos presas y cautivas. Anda acá, que no te aprovecha nada todas esas adoraçiones que te hazen aý, que su Jesuchristo assí se lo cuenta por meritorio como si él mesmo lo hiziese. Ya saves tú que no quiere él otra cosa sino la yntençión’. E oyendo aquel demonio estas cosas que los otros sus compañeros le dezían, e que el hermitaño le havía conoçido a él y a los que havía oýdo todo lo que le havían dicho, dio un grande estalido, que pareçía que todo aquel yermo se quería destruyr, y desapareçió él y todos los otros spíritus malinos que le llamavan. Y quedó el hermitaño muy espantado y enagenado de sus sentidos de ver el yerro tan grande en que estava caýdo. [fol. 49r] Empero dava muchas graçias a Dios, por la lumbre e aviso que le havía dado.
“Mira”Mira, hijas y hermanas mías, qué engaño tan grande, y cómo no son dignas de creer todas las cosas, sino fuere las que dieren testimonio de ese mismo Dios. Y estas cosas y otras muchas me muestra el sancto ángel por la voluntad de Dios para mi lumbre y covijo, e por él mismo creo resçiviréys. E os he dicho, señoras, esto que agora me fue mostrado. Ansimismo, llevándome mi sancto ángel en spíritu algunas vezes por la voluntad de Dios, veo muchos demonios tentadores de las ánimas, los quales traen unos libros muy grandes, e cada uno de aquellos demonios scrivía y ponía por memoria todos los peccados e malas obras que haçen las gentes. E los sanctos ángeles, nuestros guardadores, quando ven que sus ánimas que tienen en cargo an confesado y comulgado, y an satisfecho en todo lo que heran en cargo y están con alguna devoçión, van a los demonios, e toman los libros, diziendo: ‘Dad acá, que queremos ver qué peccados son los que nuestras almas tienen aý scriptos’. Y aunque les pesa a los demonios, e reúsan que no los quieren dar, lo sanctos ángeles llegan e les toman por fuerça los libros, e miran los peccados, que ellos saven que su ánima a confessado y están absueltos y perdonados de Dios, he tráenlos de los libros. E de que los an quitado, llaman a los demonios, diziéndoles: ‘Toma vuestros libros, que no los queremos, que ya havemos mirado y visto en ellos lo que queríamos’. He los demonios, no osando llegar, se van huyendo, temiendo, aullando. Entonzes los sanctos ángeles se los arrojan, e los demonios toman los libros, e míranlos, e hallando raýdos los peccados que tenían scriptos, con gran rabia los arrojan muy lejos. Pero cuando los peccadores [fol. 49v] tornan a peccar, luego se tornan a enllenar los libros, que los demonios los scriven.
“Dízeme ”Dízeme mi sancto ángel que es muy buen consejo e cosa muy segura apartarse de las personas de las ocasiones de peccar, e vivir siempre en charidad y amor de Dios. E oý dezir a los sanctos ángeles, en voz de cántico, que hera a Dios muy açeto el bien obrar e vivir en puridad de conçiençia, e qu’el ayuno e las lágrimas, e la penitençia, da alegría a Dios e a los ángeles. Y ansímesmo ansimesmo dezýan que heran obligados los christianos, según buena conciençia, de ayunar la víspera de la sancta Navidad de Nuestro Señor Jesuchristo como el Viernes Sancto, y esto se entiende a pan y agua, o muy pobre comida; e quien con amor y reverençia de Nuestro Señor lo hiciere, ganará muy gran galardón de Dios”.
Hablando el Señor por la bocca e lengua de esta bienaventurada, enseñó cómo y de qué manera havíamos de obrar, e de lo que nos havíamos de guardar e de haçer declaró el verso del psalmista que dize: ‘dies dies exultat ‘''Dies diei eructat verbum. De , et nox nortem noctem indicat scientiam’scientiam''’. Y es que el día de la presente prosperidad, que contra Dios nos gozamos, dará vozes contra nosotros, para que el día de la gloria eterna no nos resçiva en sí, e que la noche de la tribulaçión por Dios sufrida en este mundo, dará voçes por nosotros, para que la noche de la pena infernal no nos traye, manifestando la sçiençia que tuvimos en sufrir de buena gana la pena corporal por escapar de la eterna. Todas las más vezes que esta bienabenturada hablava al Señor en spíritu, e quando le da la graçia del soplo e le suplicava con grandes suplicaçiones e ruegos le diese su Divina Magestad penas e dolores, e persecuçiones muy rezias [fol. 50r] que padesçiese por su amor, assí de enfermedades como de ser atormentada de las criaturas de la tierra, que esto sería su alegría e consolaçión: padesçer siempre pena y tormentos por su amor. Y ansí padesçió esta bienabenturada mientras bibió penas e persecuciones, e tentaçiones espirituales, que algunas vezes fue azotada de los demonios, e tanto, que las señales vieron en su cuerpo las religiosas muy grandes e crueles. E una vez le duraron por más de un año, que no se le quitaron las señales de los azotes que los demonios le dieron, e le quedó una que no se le quitó en un lado de su cuerpo mientras vivió. Diole Nuestro Señor un dolor muy grande de caveça, y tanto, que la tenía como muerta; que no comía ni dormía por tres e quatro días, sino contino en un gemido, que no podía hablar sino por señas. Veníale este mal de caveza [¿ordinariamente?] de quinçe en quinze días, e otras vezes a tres semanas, según Dios quería. Estando una religiosa en pasamiento en la enfermería a ora de misa, esta sancta virgen, yendo oýr la del choro, quiso primero visitar la enferma, que estava en estrema neçessidad. E consolándola, hablava con gran charidad e amor. E la religiosa se le encomendó mucho, diziendo fuese amigga e rogase mucho al Señor por ella, e supiese d’Él si hera su voluntad, y si le haría serviçio en resçivilla otra vez, antes que muriese. Y ella le respondió le plazía de voluntad. E fuese a misa, e rogó muy afincadamente al Señor por la enferma. E alçando el Sanctíssimo Sacramento, oyó esta bienabenturada una voz del Señor que la hablava desde el Sancto Sacramento, diziéndole: “Di a essa persona que se me encomienda que yo la resçiviré e ayudaré, e seré con ella, pues me quiere a mí resçivir para su partida, [fol. 50v] en la qual no la desampararé”. En las quales palabras, mostró el Señor a esta sancta virgen que savía mentalmente no le resçiviría en esta vida aquella enferma. E con esta respuesta la fue visitar cuando salió de missa, e le dixo se consolase, que del Señor sería ayudada e resçivida, e le sería piadoso consolador. E ansimismo le fue mostrado a esta bienabenturada, después del pasamiento de esta religiosa, cómo el Señor le pareció, quando quiere espirar, y la esperó hasta que le salió el ánima, la qual tomó el Señor con su poderosa mano, e la llevó e pasó por los fuegos, e aguas e vientos de Purgatorio, e ninguna cosa le empeció, porque la llevava el Señor, e la libró.  E passados algunos días que esta religiosa era difunta, estando esta bienabenturada en su çelda en oraçión un día de la sancta cruz, encomendando a Dios çierto secreto que tenía en su pensamiento, que tocava al monasterio e provecho d’él, e ansímesmo a esta religiosa difunta, a deshora le apareçió la mesma religiosa, a la qual vido venir muy blanca e resplandeciente, e traýa en sus manos una muy hermosa cruz verde. Y le dixo: “De eso que deseáys saber si es conçiençia o no, yo vos çertifico no lo es, que mi padre no hera heredero de mí, porque antes que él muriese, yo tuve hijo, el qual [¿es el?] monasterio, donde yo hize professión, por la qual é alcançado mucha parte en el Çielo”. E replicando muchas vezes esta palabra en el Çielo, desapareçió como bolando e subiendo en alto. [fol. 51r] Viniendo en romería mucha gente al monasterio en que la sancta virgen Juana de la Cruz estava, que hera sancta María de la Cruz, entre la dicha gente venían dos personas, marido y muger, e traýan una su hija, niña de teta. E diole, a deshora, súpitamente un mal, e murió la niña. E sus padres, muy angustiados, derramavan muchas lágrimas. Y ellos y otras personas que allí se juntaron hizieron en la niña muchas espiriençias, e ninguna cosa aprovecharon, que así se estava difunta. E sus padres, con otras personas, llegaron al locutorio, que a la saçón estava allí esta bienabenturada, e rogáronle, muy afetuosamente, quisiese mandar meter por el torno aquella niña. E contáronle lo que havía acaesçido, e que estava difunta. E tenían fee, según las maravillas savían Dios hazía por ella, si la santiguava, viviría la niña. Y esta bienabenturada escusávase con palabras humildes, diziendo que no hera digna que Dios hiçiese tales milagros por ella, ni la querría oýr. Pero siendo muy importunada de sus padres, con muchas lágrimas e clamores, mandó a las torneras tornasen la niña por el torno, e se la trajesen allí al locutorio. E tomándola ella en sus braços, hiço su oraçión, e santiguándole, púsola ençima una ymagen del sancto cruçifixo, que traýa ella siempre en sus brazos en memoria de la cruz e Passión de Nuestro Señor Jesuchristo. Y en poniéndosele, empeçó la niña a [¿chillar?], tornó en sí e vivió. E diéronsela a sus padres biva y sana, los quales la tomaron con muy gran gozo y alegría. E fue manifiesto este milagro de más de ochenta personas, que primo la bieron [fol. 51v] difunta y meterla por el torno del monasterio, e después la vieron salir viva y sana. Vino a esta bienabenturada un frayle, el qual estava tentado de muy reçias tentaçiones, y en especial le traýa Satanás al pensamiento que él havía de ser el yncubierto, e havía de remediar todo el mundo. Y en llegando esta sancta virgen a la red del locutorio, le vido cómo traýa al demonio en figura de un grande gato muy fiero, y negro y espantable, sobre su persona. E lo mesmo veýa a todos los que traýan tentaciones, que la hablavan tener los demonios sobre sus personas, e la figura dellos de muchas diferençias, según hera la calidad de las tentaçiones. E muchas vezes le dava gran pena el hedor de los peccados que algunas personas traýan consigo. Vido esta bienaventurada cómo el demonio tenía aquel frayle tomado el cuello e la caveza e sentidos, conviene a saver, los oýdos e ojos e lengua, e con una mano le tenía prendido e travado el corazón, de manera que este religioso estava atónito e como loco. Empero tenía una devoçión que dondequiera que llegava, antes que ninguna cosa hazía, se saludava a Nuestra Señora con el avemaría. E assí como llegó a hablar al locutorio, comenzó la acostumbrada oraçión. Y en empezando el avemaría, se le quitó el demonio de ençima, y fue uyendo. Y en acavando de dezir la salutaçión, luego se tornó el demonio a poner ençima d’él. E todo lo veýa esta bienaventurada, aunque a él no le dixo ninguna cosa desta visión. Pero amonestole e avisole, e díxole no se curase de tales tentaciones, e banos e malos pensamientos, que son peccado e gran ofensa de Dios, e tentaçión de Sathanás, e podía perder el alma. E amonestándole mucho, e dándole sanctos consejos, fue librado este religioso de las uñas de Sathanás por su ruego y consejo. Acaesçiole muchas vezes esta bienaventurada, estando [fol. 52r] orando en su çelda por las personas que se le encomendavan, e por las que ella conoçía, ver sus figuras representadas delante de sí, e las neçessidades que cada una de ellas tenía, y en lo que más estava. Y ella, muy maravillada de la tal visión, preguntolo al sancto ángel su guardador, diçiendo: “Señor, estoy muy espantada de una cosa que he visto estando yo sola, ençerrada en la çelda en oraçión. Que me pareze algunas vezes gozo en spíritu de oýr algunas misas muy solenes, de lo qual mi ánima resçive muy gran consolaçión, e junto con esto me pareçe veo todas las personas que yo conozco que son vivas, y aún artas dellas están muy lejos de casa, e me pareçe las veo en estas, y en estas tribulaçiones e neçessidades, assí de las ánimas como de los cuerpos”. Y el sancto ángel le respondió: “No te maravilles, que la figura de todas esas personas es que permite el Señor veas algunas vezes, y sepas las neçessidades en que están, pues se an encomendado en tus oraçiones para que las ayudes con ellas. Que esa es la verdadera charidad, rogar unos por otros, e socorrer siempre en sus neçessidades”.
===Capítulo X===

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