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María de Santo Domingo

No hay cambio en el tamaño, 17:54 28 abr 2020
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Capítulo 2
No pudo el demonio sufrir tanta virtud como había en la venerable madre y, lleno de infernal rabia, intentó por todos los medios que le fueron permitidos derribarla y afearla. Aparecíasele en horribles figuras, provocando con palabras y acciones turbar su espíritu e inqui[e]tar su alma, mas, viendo el poco caso que hacía la sierva de Dios de todas sus amenazas, pasó de las palabras a las obras dándola recios y crueles golpes, arrojándola de las escaleras abajo, y, hiriendo lastimosamente su delicado cuerpo, la dejaba tan quebrantada que parecía estar en las agonías de la muerte ''[35]''. Pero la venerable priora se armaba, para tan fuerte batalla, de una larga y prolija oración y de un continuo ayuno, que son las armas fuertes y más firmes para vencer a este terrible adversario; velaba y oraba gastando casi toda la noche en este devoto ejercicio. Por eso no caía en la tentación, porque salía de la oración tan valiente, robusta y fervorosa que ella misma desafiaba y provocaba a la batalla a esta bestia infernal. Rabiaba de furor el demonio viéndose vencido de una mujer flaca y débil y, dándole Dios licencia, procuró rendirla por otros medios más terribles [fol. 13v] y horribles e igualmente sensibles, como fue levantarla una furiosa tempestad de persecuciones y contradicciones nacidas de muchas emulaciones y envidias entre sus hijas y hermanas ''[36]'', que, movidas del espíritu de Satanás, la persiguieron y contradijeron terriblemente, poniéndola mal con los prelados de la orden. Así consta de libro antiguo de profesiones, fol. 2 y siguientes.
 
[…]
[Fol. 15r]
[Fol. 15r] '''S. III'''
'''Favores que hicieron a este convento los excelentíssimos señores Duques de Alba.'''

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