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María de Santo Domingo

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Capítulo 2
[Fol. 12r] '''S. I'''
'''Elección de priora que se hizo de la venerable madre Soror María de la Asumpción y sus admirables virtudes y trabajos.''' Muy ''[46] '' sentidas y lastimadas quedaron las venerables religiosas de este ilustre convento de Santa Cruz de Aldeanueva con la muerte de su santa fundadora, la madre Soror María de Santo Domingo. Era esta gran sierva de Dios, madre amantísima de todas y alma y corazón de todo aquel gran cuerpo religioso y, como al ausentarse el alma del cuerpo es natural el sentimiento en todos los miembros, assí fue muy justo y muy debido el llanto en todas aquellas queridas hijas por la muerte de su amantíssima madre y por la falta de su corazón y de toda su alma. Trataron luego que depositaron su venerable cadáver en el sepulchro de darla succesora y de elegir priora de toda aquella observantíssima comunidad, en lo que hubo poco que discurrir, atendida la prudencia humana. Pues aunque había muchas merecedoras de esta honra por su nobleza, virtud y méritos, a todas les pareció y bien fundadas, que ninguna mejor podía ocupar mejor la silla y llenar el vacío de tan gran madre como su hermana la venerable María de la Asumpción, por lo cual de común consentimiento fue elegida (aunque con repugnancia suya) por priora, madre y maestra de toda aquella religiossísima comunidad con tan grande aplauso y regocijo de todas aquellas siervas de Dios, que sola esta elección fue bastante para mitigar su dolor y enjugar las lágrimas por la pérdida antecedente. Igual no obstante, lo que va referido, no parece ser lo más cierto el que sucediese en el oficio de priora a la venerable fundadora, su hermana María de la Asumpción, pues consta por algunas escrituras que existen en depósito, haberla seguido la madre María de San Christóbal, ni se halla en dichas escrituras, siendo muy antiguas, la madre Asumpción, priora hasta el año de mil quinientos cuarenta y uno ''[47]''.
Lo cierto e indubitable es que la venerable madre María de la Asumpción fue hermana por naturaleza de nuestra santa fundadora y fuelo también por la gracia, pues fue tan gran sierva de Dios como ella. Debió lo principal de su virtud a la buena y santa educación de su venerable hermana, porque habiendo muerto sus padres en lo más tierno de su niñez, quedó bajo la tutoría y disciplina de su hermana mayor, la madre María de Santo Domingo, como ya queda dicho arriba. Procuró esta santa mujer luego que se encargó de su crianza apartar de su corazón el amor al mundo y a sus vanidades [fol. 12v] y falacias, criándola con grande temor de Dios y tan grande amor a la virtud, retiro y soledad como después lo declaró lo prodigioso de su vida y lo heroico de sus admirables virtudes. Luego que la edad lo permitió, se dedicó al bien y a la utilidad de las almas, ayudando a su santa hermana en aquel laborioso y caritativo ministerio de educar y enseñar niñas y niños con tan singular espíritu y fervor que en nada se echaba menos el de su santa hermana. Ella era la que cuidaba de darlas lección, de enseñarles la doctrina christiana, del asseo y limpieza de todas y, sobre todo, de que fuessen buenas christianas, sirviessen a Dios, lo que hacía más con su ejemplo que con sus palabras.
'''S. III'''
'''Favores que hicieron a este convento los excelentíssimos señores Duques de Alba.'''
Entre los muchos favores, gracias y mercedes, que ha logrado este convento de Santa Cruz de Aldeanueva de los reyes y grandes y señores de estos reinos, siempre fueron y han sido singularíssimos los que ha recibido de la excelentísima casa de Alba. Ya vimos arriba los muchos que hicieron a la venerable María de Santo Domingo los sereníssimos Reyes Cathólicos Don Fernando y Doña Isabel. sus hijos, nietos y otros muchos señores de España, y si bien parecía muy a propósito el referir allí los grandes favores, que han hecho los excelentíssimos Duques de Alba, assí a la dicha venerable fundadora, como a todo el convento, los dejamos con reflexión para esta ocasión por referirlos todos juntos y huir los inconvenientes de la repetición.
'''S. IV'''
'''Muerte de la venerable María de la Asumpción y de su hermana María de los Santos. '''
Volviendo a la venerable María de la Asumpción, más se puede considerar que escribir el gozo que tuvo su espíritu viendo acabado el monasterio con todas las oficinas necesarias, iglesia, claustro, refectorio, dormitorios y todo lo demás que en un convento es preciso, y todo muy sumptuoso en el mismo sitio en donde al principio se había fundado. Procuró [fol. 16v] luego venirse a él con sus religiosas, lo que ejecutó habiendo dado primero las gracias assí a la señora Duquesa Doña María Henríquez Toledo, como a la villa del Barco por la mucha caridad con que habían asistido en su aflicción a las monjas y más en particular a la excelentísima duquesa por haberlas reedificado con tanta magnificencia el convento con todas aquellas expresiones de afecto y agradecimiento que su mucha discreción la dictaban todo el tiempo que se detuvieron las monjas en el Barco, puso gran cuidado en que no decayesse en nada la mucha religión y observancia que en este convento siempre se había profesado y que no fuesse miserable despojo de la relajación el espiritual edificio de este monasterio como lo había sido de la voracidad del fuego lo material de su fábrica. Y consiguiolo a muy poca diligencia, porque todas aquellas religiosas eran observantes de sus sagradas leyes, tan atentas a sus obligaciones y tan deseosas de servir a su esposo Jesús, que muy poco o nada, tuvo que hacer la venerable priora para mantener estos corazones en el amor de Dios y desprecio del mundo.

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