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Teresa de Guevara

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[[Category:Santas_Jerónimas]]
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{| class="wikitable"
|-
| Nombre || Teresa de Guevara
|-
| Orden || [http://catalogodesantasvivas.visionarias.es/index.php/Categor%C3%ADa:Santas_jeronimas Santas_Jerónimas Jerónimas]
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| Títulos || Beata del Monasterio de San Bernardo de Toledo y del Convento de San Pablo de Toledo
|-
| Fecha de nacimiento || Hacia 1400Inicios del siglo XV
|-
| Lugar de fallecimiento || [http://catalogodesantasvivas.visionarias.es/index.php/Categor%C3%ADa:ToledoToledo], España
|}
= Vida impresa =
Ed. de [http://visionarias.es/equipo/lara-marchante-fuente/ Lara Marchante Fuente]
== Fuente ==
* Sigüenza, Fray José de, 1605. “Libro Segundo de la Tercera parte de la Historia de la Orden de San Jerónimo”, ''Tercera Parte de la Historia de la Orden de San Jerónimo, doctor de la Iglesia, dirigida al Rey, Nuestro Señor, Don Felipe III''. Madrid: Imprenta Real, 497-501.
==Vida de Teresa de Guevara== === CAPÍTULO L ===
''[1]'' [497] '''Las vidas de doña Teresa de Guevara y doña Aldonza Carrillo, Condesa de Fuensalida, su hija, y entrambas religiosas de San Pablo en Toledo'''
Puesta en este estado, le pareció que persona de sus prendas no había de hacer aquella mudanza para caminar por un curso ordinario en que se embarazan y contentan muchas que entran en religión o por necesidad o por violencia, pretendiendo vivir allí con una mediana vida, cuanto basta para llamarse religiosas, determinadas miserablemente a sufrir aquel encerramiento o privación de sus gustos con la mejor comodidad que pudieren. Nuestra doña Aldonza tenía más generosos pensamientos. Y, conociendo cuánto se había mejorado en estado, pasando de Condesa de Fuensalida a esposa de Jesucristo, se determinó caminar por una senda más alta y merecer tan alta dignidad, teniendo tanta certeza de que no le faltaría para la ejecución de sus propósitos la gracia y merced del Cielo.
Era esta Señora de grande entendimiento y valerosa, de singular prudencia y madurez, y hechósele echósele luego de ver que emprendía aquella vida con altos propósitos de virtud y penitencia. Ansí fue que luego comenzó a hacer una vida muy santa, adelantándose a todas en muchas cosas que, si no era emprendiéndose con un corazón tan generoso como el suyo, no eran fáciles de acabarse. Fue muy penitente y rigurosa consigo misma, dábase a muchas asperezas para esquitar parte del mucho regalo en que se había criado. Oraba continuamente: apenas sabían cuándo dormía ni comía. Con estas dos nuevas Paula y Eustochio ''[2]'', doña Teresa y doña Aldonza, cobró aquel monasterio nuevos bríos y, aunque hasta allí había vivido santamente, ahora, con tan vivos ejemplos, corrían las esposas más ligeras al olor de la suavidad del Esposo Jesucristo.
Procuraba [500]''[3]'' la hija, como humilde, imitar la santa conversación de su madre, y la madre, que en esta virtud no quería ser inferior a nadie, deprendía de su hija otras muchas que Nuestro Señor había querido poner en ella. Murió de allí a algunos años la hermana mayor de aquel convento (no se llamaron prioras hasta que se incorporaron en la Orden, que allí solo estaban sujetas al prior de la Sisla) y luego, de común consentimiento, todas aquellas siervas de Dios pusieron su pensamiento en doña Aldonza, entendiendo que ninguna igualaba a su valor, ni a su prudencia, ni al celo de la religión que en ella se vio. Hiciéronla al fin hermana mayor, llamémosla priora; aunque viviendo su madre, ni les pareció esto inconveniente, porque ellas eran tan humildes que sabrían bien templar la superioridad y inferioridad que se halla entre hija y madre, priora y súbdita. Era de ver a Teresa de Guevara obedecer y postrarse a los pies de su hija, la priora, y a doña Aldonza Carrillo derribarse a servir y lavar los pies de su madre natural, con tan humilde semblante, como cuando se criaba en su regazo. En los lugares comunes donde se juntaban todas las religiosas, como en la iglesia, capítulo y refectorio, la sentaba junto a sí, teniéndole sumo respeto.
Era doña Aldonza en las cosas de la religión muy cuidadosa y observante, y no permitía que en un punto se quebrantase lo que a esta parte tocaba; ansí la tenían por áspera y la tenían miedo, porque sabía reprender y castigar cualquier cosa que vio de menosprecio en las hermanas. Cuando reprendía alguna en capítulo, y a la piadosa madre doña Teresa le parecía que la reprensión y el castigo iba algún tanto riguroso y duro más de lo que sus tiernas entrañas podían sufrir, como estaba cerca, disimuladamente tirábala de la falda a la hija, sin que nadie la sintiese, para que templase la reprensión que daba a la hermana; y la discreta priora se sabía aprovechar de tan buen templador, para no exceder en el castigo ni en las palabras de lo que, a su juicio, el descuido o la culpa merecía. Otras veces, excusaba la santa madre las culpas de las reprendidas, cuando vio que tenían color las disculpas.
Lloran hoy la pérdida de una relación tan antigua, que andaba entre las manos de algunos de las obras maravillosas destas dos santas. Yo me contento con lo dicho, que es harto testimonio de su gran virtud y santidad.
''[1]'' Figura en el texto como Capítulo XLIX debido a la repetición del capítulo XLIV, un error señalado y corregido en mi edición de la vida de María de Ajofrín de Sigüenza. Se adjuntan unidas las dos vidas de Teresa de Guevera y Aldonza Carrillo porque sus vidas están muy entrelazadas.
''[2]'' En posteriores ediciones aparece como Eustochia.
''[3]'' Figura como número de página el 494 en lugar del 500 en el texto.

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