Catalina de los Ángeles (2)
Nombre | Catalina de los Ángeles |
Orden | Dominicas |
Títulos | Monja del convento de Santi Espíritus de Benavente |
Fecha de nacimiento | ¿Siglo XV? |
Fecha de fallecimiento | ¿Siglo XV? |
Lugar de nacimiento | ¿Benavente? |
Lugar de fallecimiento | Benavente |
Vida impresa
Ed. de Bárbara Arango Serrano y Borja Gama de Cossío; fecha de edición: octubre de 2023.
Fuente
- López, Juan, 1613. “Libro primero de la tercera parte de la historia general de Santo Domingo”, Tercera parte de la historia general de Santo Domingo, y de su orden de predicadores. Valladolid: Francisco Fernández de Córdoba, 337-338.
Criterios de edición
Esta crónica está escrita por Juan López, obispo en la ciudad italiana de Monopoli. En la tercera parte se incluye la vida de santos de la orden, se aborda la fundación de los diferentes conventos en los dos primeros siglos de los dominicos en Castilla y se añade la vida de destacadas religiosas, aunque se hace referencia también a las religiosas que viven en las fundaciones hasta la publicación de la crónica en los conventos fundados.
Aquí nos encargamos de las religiosas que viven en los siglos XV-XVI cuyo foco de actuación es anterior a 1560 (aunque mueran después de esta fecha), es decir, antes del auge de Santa Teresa. Se adoptan los criterios de edición de vidas impresas estipulados en el Catálogo: se moderniza la ortografía (b/u/v, j/g, chr/cr, qu/cu, empleo de h, etc.) y se eliminan las consonantes geminadas. Además, se expanden las abreviaturas, aunque algunas como N. S. (Nuestro Señor) o N. P. S. (Nuestro Padre Santo) se respetan en el texto. El uso de mayúsculas y minúsculas se moderniza y se adaptan las normas acentuales a sus usos actuales. Finalmente, se moderniza también la puntuación, la acentuación y el uso de aglomerados.
Vida de Catalina de los Ángeles
Capítulo LXXIX
De la fundación del convento de monjas de Santi Espíritus de Benavente
[…]
[337] […] Tan aprovechada salió la madre Catalina de los Ángeles de aquesta santa escuela de religión que su consuelo todo libró en la oración y en la penitencia. Era frecuentísima en ella y muy perpetua en el coro. Los ayunos eran los que la orden manda con gran rigor y la abstinencia de carne era al mismo andar: el cilicio era perpetuo, la lana en la cama y, en el vestido, las disciplinas eran ordinarias. Los días y noches, gastaba en alabanzas divinas, especialmente después de maitines, y en llorar sus culpas y las ajenas, que hallaron siempre los santos las no- [338] ches por tiempo muy a propósito para pasarlas en alabanzas divinas y llorar culpas, cuando los hombres mundanos, si no las gastan en muchas ofensas de Dios, por lo menos las pasan todas llevados de un profundo sueño como si la oración y alabanzas divinas fuesen negocio de solos religiosos. Por guardar silencio acostumbraba traer una piedrecilla en la boca, cosa que de algunos santos padres del yermo encarece mucho San Gerónimo. Y, por llorar con más satisfacción sus pecados, se hería los pechos ordinariamente con un canto que traía siempre para esto, y delante de Cristo Nuestro Señor crucificado, se lastimaba de manera que traía en el pecho un callo muy recio y unos cardenales, ejercicio que de sí lo refiere San Gerónimo por ordinario, cuando en los desiertos de Siria le apretaba la conciencia y le asfixia con el acuerdo de las mujeres mozas que había visto en Roma. Comulgaba con mucha devoción y lágrimas, y el día que recibía a Nuestro Señor se estaba delante del Santísimo Sacramento en el coro y no comía ni bebía. Con tanta reverencia como esto, llegaba al Santísimo Sacramento. Cuando la Semana Santa le encierra en memoria de la muerte y glorioso sepulcro del Señor, ni comía, ni bebía, ni salía del coro, ni enjugaba las lágrimas, compadeciéndose de los trabajos de su Dios. De esta manera, ha criado este santo monasterio muchas y muy grandes siervas de Dios, religiosas del coro y de fuera de él que, viviendo en carne religiosamente, imitaron en la pureza de vida a los ángeles.