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Juana de la Cruz

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Vida Manuscrita (1)
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=Vida Manuscrita (1)=
Ed. [http://visionarias.es/equipo/maria-luengo-balbas/ María Luengo Balbás], en colaboración con Fructuoso Atencia Requena; fecha de edición: abril de 2019; fecha de modificación: junio de 2019.
== Fuente ==
==Criterios de edición==
Los criterios de edición que hemos seguido son conservadoresya que se trata de un testimonio único.
* Se conserva el uso que se hace la oscilación de la b /v, y la v. En cuanto al grupo de sibilantes, hemos mantenido ç ante a, e, i, u, /y hemos respetado el grafema z ante las distintas vocales, de acuerdo a la distinta opción tomada en el texto original.
* Hemos desarrollado abreviaturas Se ha conservado el uso y la oscilación de las sibilantes, así como ''N. S.'' (Nuestro Señor) o ''primº'' (primero)de las consonantes geminadas.
* Respetamos el uso o ausencia de la –hSe han desarrollado las abreviaturas, sea o no etimológicocomo N. También respetamos el uso de la –s líquida, tal como aparece en el texto S. (Nuestro Señor) o primº (Spírituprimero).
* Hemos conservado ''dello'' y ''desto''Respetamos el uso o ausencia de la –h, sea o no etimológico. En También respetamos el caso del artículo contractouso de la –s líquida, separamos la preposición del artículo mediante apóstrofe cuando este incluye tal como aparece en el pronombre personal masculino singular: texto (''d’élspíritu'').
* Acentuamos las palabrasHemos conservado'' dello'' y ''desto''. En el caso del artículo contracto, y unimos o separamos las sílabas de que se conforman, de acuerdo a la norma ortográfica actualpreposición del artículo mediante apóstrofe cuando este incluye el pronombre personal masculino singular: ''d’él''.
* Se utiliza la mayúscula para los nombres propios como ''Dios'' Acentuamos las palabras, y unimos o separamos las fórmulas como ''Nuestro Señor'' o ''Divina Majestad''sílabas de que se conforman, de acuerdo a la norma ortográfica actual.
* Los diálogos aparecen, en el primer nivel, entre comillas dobles (“”). En el caso de que dentro de este diálogo se incluyan palabras de otro personaje, estas irán entre comillas simples (‘’)Se utiliza la mayúscula para los nombres propios como Dios y las fórmulas como ''Nuestro Señor'' o ''Divina Majestad''.
* Los diálogos aparecen, en el primer nivel, entre comillas dobles (“). En el caso de que dentro de este diálogo se incluyan palabras de otro personaje, estas irán entre comillas simples (‘).
* En lo que respecta a las composiciones poéticas, hemos separado y colocado los versos de acuerdo a la escritura habitual de los poemas.
=== Capítulo I ===
[fol. 1r] '''Comiença la vida y fin de la bienaventurada virgen sancta Juana de la Cruz, monja que fue professa de quatro botos en la orden del señor sant Francisco, en la qual vivió perfeta y sanctamente. Mostró Nuestro Señor Dios en esta bienabenturada muy grandes maravillas y gloriosos milagros, dotándola de su divina graçia y dones de su sancto spíritu muy copiosamente. Primero que digamos las gracias y sanctidad desta bienaventurada, diremos cómo fue edificado el monasterio en que ella vivió y hizo su fin glorioso.'''
Mostró Fue mostrada por la voluntad de Dios a una muy santa muger una revelaçión de cómo apareçió Nuestra Señora la Virgen Santa María çerca de un pueblo llamado Cubas a una pastorçica, y cómo rogó a su precioso hijo, Nuestro Señor Dios en esta bienabenturada Jesucristo, con muy grandes maravillas gran fervor y humildad y gloriosos milagroscharidad de las ánimas, dotándola de su divina Divina Clemençia les diese liçençia con su graçia y dones poderes para edificar en la Tierra una casa de religiosas donde Él y Élla fuesen servidos y estuviese su sancto spíritu muy copiosamente. Primero que digamos las gracias culto divino reverençiado y servido y sanctidad desta bienaventurada, diremos cómo fue edificado el monasterio en que ella vivió huviese memoria para siempre della y hizo de su fin glorioso.bocaçión,
Fue mostrada por la voluntad de Dios a una muy santa muger una revelaçión de cómo apareçió Nuestra Señora la Virgen Santa María çerca de un pueblo llamado Cubas a una pastorçica, y cómo rogó a su precioso hijo, Nuestro Señor Jesucristo, con muy gran fervor y humildad y charidad de las ánimas, su Divina clemençia les diese liçençia con su graçia y poderes para edificar en la tierra una casa de religiosas donde Él y Élla fuesen servidos y estuviese su culto divino reverençiado y servido y huviese memoria para siempre della y de su bocaçión,Nuestro Señor le respondió: “Madre mía muy amada, ¿cómo lo havéys vos eso de hazer? Que ya yo no quiero ni es mi voluntad que os vean ya los ojos humanos y de carne después, que ya soys glorificada y ensalçada conmigo porque, como a mí no me puede ver nadie después que fuy subido a estos altíssimos çielos y asentado a la diestra del Padre, assí por semejante a vos, señora, que soys mi amada madre, no es raçón que os vean clara y abiertamente. Que si alguno os á visto hasta agora , no vos á de ver de aquí adelante, ; no á sido ni será tan clara ni abiertamente que véala vea la misma manera [fol. 1v] y hermosura y claridad que vos tenéys, preçiosa . Preçiosa señora madre mía, en eso que vos queréys edificar conviene que aya medianera”.
Y la Reyna de Misericordia, Señora Nuestra, le respondió con muy profunda humildad y charidad: “Hijo mío muy amado, deme vuestra Altíssima Magestad liçencia para haçer y edificar la casa , que yo , con el ayuda de vuestra divina graçia , buscaré la medianera para ello”. Y entonces, le otorgó la liçençia el poderoso Dios, y vajó la Emperadora de los Çielos a la Tierra por su profunda humildad y soberada charidad, y apareçió a una niña del pueblo de Cubas cuyo nombre era Ynés, la qual guardava puercos y hera de simple y recta yntençión y de limpio y paçífico coraçón. Y después de havella apareçido por tres vezes o más, cada una de su manera, y la habló enseñándola algunas cosas provechosas para su ánima, y mandole que dixese en el dicho lugar cómo la havía visto a ella, o bulto o claridad suya, y cómo hera voluntad de su preçioso hijo y suya le hiciese un monesterio de religiosas, el qual se llamase Sancta María de la Cruz, y porque desto la creyesen dio Nuestra Señora tal señal: y fue pegalle los dos dedos de la mano derecha a manera de cruz. Y después de haver tomado la misma Señora la Cruz que está en la mesma casa con sus sagradas manos y fincádola en el lugar donde havía de ser edificado el altar principal.
Y después de ser fecha entonces, le otorgó la casa y entradas en ella algunas religiosas liçençia el poderoso Dios, y con ellas vajó la dicha Ynés, Emperadora de los Çielos a quien Nuestra Señora apareçió, la qual fue puesta y elegida Tierra por madre su profunda humildad y perlada dellasoberada charidad, y las quales hazían vida muy virtuosa y aprovecharían mucho en el serviçio apareçió a una niña del pueblo de Dios. Y algunas vezes tenía esta santa Cubas cuyo nombre era Ynés rebelaçiones y consolaçiones espirituales, y apareçiole el Demonio con un azote en la mano, qual guardava puercos y amenazávala muy cruda hera de simple y ásperamente recta yntençión y le dezía a vueltas de otras cosas: “No çesaré de travajar basta que te destruyga”, y hazíale muchos despechos limpio y aun tormentos corporalespaçífico coraçón. Y esta Ynés esforçávase como podía. Y la antigua [fol. 2r] serpientedespués de havella apareçido por tres vezes o más, con toda cada una de su maliçia manera, y astuçiala habló enseñándola algunas cosas provechosas para su ánima, le causó muy grandes y rezias tentaçiones por algún tiempo. Y faltándole mandole que dixese en el dicho lugar cómo la havía visto a ella virtud spiritual , o bulto o claridad suya, y fuerça para vençer a cómo hera voluntad de su adversario, cayó en algunos peccados preçioso hijo y falta suya le hiciese un monesterio de virtudreligiosas, el qual se llamase Sancta María de manera que ella propia hizo oyo en que ella cayó la Cruz, y algunas ovejas de porque desto la casa que creyesen dio Nuestra Señora le havía dado para que las administrase tal señal: y ayudase fue pegalle los dos dedos de la mano derecha a salvar. Y viendo manera de cruz, y después de haver tomado la muy piadosa misma Señora la caýda de cruz que está en la mesma casa con sus sierbas sagradas manos y perdiçión de su casa fincádola en el lugar donde Ella se havía apareçido −y en especial le dolían las que se salían del santo monasterio− tornó a suplicar a su preçioso hijo Nuestro Señor Jesucristo con muy gran charidad e humildad que quisiese su Divina Magestad haçer de manera que fuese restaurada la honra ser edificado el altar principal. Y después de su sancto apariçimiento y ser fecha la virtud de su casa, y entradas en ella algunas religiosas y con ellas la qual estaba muy caýdadicha Ynés, y hera menester que su poderosa mano criase alguna criatura más perfeta que la primera a quien ella se Nuestra Señora apareçió, y que fuese esta que criase para restaurar la caýda de las otras qual fue puesta y levantar la devoçión de su apareçimiento elegida por madre y virtud en las monjas abitadoras de su casaperlada della, y que fuese llamada Juana, que es nombre de graçia, las quales hazían vida muy virtuosa y ella llena aprovecharían mucho en el serviçio de gratitudDios.
Y algunas vezes tenía esta santa Ynés rebelaçiones y consolaçiones espirituales, y apareçiole el poderoso Dios le respondió Demonio con mucho amor: “Madre mía, un varón tengo empeçado a hazer azote en esta ora en el qual querría poner mucha parte de mi graçia para que fuese esto; la mano, y amenazávala muy cruda y por amor de vosásperamente, señora, yo y le tornase muger para esa obra dezía a vueltas de otras cosas: “No çesaré de travajar basta que vos pedíste destruyga”, y hazíale muchos despechos y aun tormentos corporales. Y esta Ynés esforçávase como podía. Y la antigua [fol. Yo vos juro2r] serpiente, por mi passión con toda su maliçia y por mis llagasastuçia, os prometo dar le causó muy grandes y otorgar rezias tentaçiones por algún tiempo tal graçia . Y faltándole a ella virtud spiritual y un tal don fuerça para vençer a su adversario, cayó en algunos peccados y misterio falta de virtud, de manera que nunca ella propia hizo oyo en que ella cayó, y algunas ovejas de la tierra se aya casa que Nuestra Señora le havía dado ni otorgado para que las administrase y ayudase a ninguna persona de quantas en ella vivensalvar. Y viendo la graçia será muy piadosa Señora la caýda de mí mesmo, sus sierbas y perdiçión de su casa donde Ella se havía apareçido −y en especial le dolían las que se salían del santo monasterio− tornó a suplicar a su preçioso hijo Nuestro Señor Jesucristo con muy gran charidad e humildad que quisiese su Divina Magestad haçer de mi parte manera que fuese restaurada la honra de su sancto apariçimiento y la virtud yo le participaré y daré graçia en el bientre de su ma [fol. 2v] drecasa, la qual estaba muy caýda, y entendimiento dentro en él de hera menester que su poderosa mano criase alguna criatura más perfeta hedad. Y comunicaré con que la primera a quien ella se apareçió, y con todas que fuese esta que criase para restaurar la caýda de las religiosas, si ellas lo fueren, para lo conservar otras y guardar levantar la devoçión de su apareçimiento y tener virtud en lo las monjas abitadoras de su casa, y que fuese llamada Juana, que es raçónnombre de graçia, y conoçerme cómo soy misericordioso”ella llena de gratitud.
Y Nuestra Señora la Virgen Maríael poderoso Dios le respondió con mucho amor: “Madre mía, oyendo la charidad tan sin medida un varón tengo empeçado a hazer en esta ora en el qual querría poner mucha parte de mi graçia para que fuese esto; y la promessa tan poderosa y larga del altíssimo Diospor amor de vos, fincados sus sagrados ojosseñora, yo le dio muchas graçiastornase muger para esa obra que vos pedís. Yo vos juro, diziendo: “Yo os adoro por mi Passión y bendigo, Dios mío, hijo mío muy amadopor mis llagas, y os doy loores prometo dar y graçias [palabras ilegibles] otorgar por tan grande virtud como vuestra divininal clemençia me a otorgado en querer offreçer algún tiempo tal graçia e y un tal don y misterio que nunca en la Tierra se aya dado ni otorgado a aquella ninguna persona de quantas en ella viven. Y la graçia será de mí mesmo, y de mi casa que parte y virtud yo edifiqué, o mandé edificarle participaré y daré graçia en el bientre de su ma [fol. 2v] dre, y entendimiento dentro en aquel campo despobladoél de perfeta hedad. Aunque yoY comunicaré con ella y con todas las religiosas, Señorsi ellas lo fueren, no pedía a vuestra Divina Magestad tan singular don, sino algún poquito de graçia para lo conservar y guardar y tener en alguna delas mismas religiosas para lo que las otras conoçiesen es raçón, y conoçerme cómo yo havía edificado la casa e tuviesen por bien de estar en ella”soy misericordioso”.
Y el Poderoso Nuestra Señora la Virgen María, oyendo la charidad tan sin medida y la promessa tan poderosa y larga del altíssimo Dios le tornó a dezir con ynmensa charidad: “Por solo edificar vos, señorafincados sus sagrados ojos, la casale dio muchas graçias, diziendo: “Yo os adoro y ser fundadorabendigo, Dios mío, quiero yo de mi propio grado y voluntad haçer mostrar grande graçia y maravillahijo mío muy amado, y más le otorgaré os doy loores y enfundaré graçias sin quenta por tan grandes mercedes como vuestra divininal clemençia me a otorgado en querer offreçer tal graçia e don a aquella mi casa que no solamente se eleve y vea visiones angélicas y cosas çelestiales y maravillosas; mas yo edifiqué, o mandé edificar, en aquel campo despoblado, aunque os vea a vosyo, madre míaSeñor, no una ni dos vezespedía a vuestra Divina Magestad tan singular don, mas muchas, y aun a mí mesmo sino algún poquito de graçia en la manera y forma alguna de las mismas religiosas para que las otras conoçiesen cómo yo quisiere y fuere mi voluntad”havía edificado la casa e tuviesen por bien de estar en ella”.
Y como su Divina Magestad otorgó a su sancta madre la virtud que el poderoso Dios le mandava, y la bienabenturada Juana de la Cruz estava entonçes en el vientre de su madre enpezada tornó a façer varón, tornola mugerdezir con ynmensa charidad: “Por solo edificar vos, como pudo y puede haçer como todopoderoso. Y no quiso su Divina Magestad deshazerle una nuez que tenía en la gargantaseñora, porque fuese testigo del milagro. Y quando la tornó muger aún [3r] no tenía spíritu de vidacasa, y guardándola el poderoso Dios de los peligros que a otras criaturas les suelen acaezer en el vientre de sus madresser fundadora, nasçió a luz en un lugar llamado Azaña quiero yo de Sierra mi propio grado y Arçobispado de Toledo, de padres buenos voluntad haçer mostrar grande graçia y christianosmaravilla, y virtuosos más: le otorgaré y limpios en las costumbres, y de gente de mediana manera. Tuvieron hijos muy nobles enfundaré tal graçia que no solamente se eleve y bien acostumbrados, vea visiones angélicas y algunos dellos fueron religiosos, de muy buena cosas çelestiales y aprovechada vidamaravillosas, entre los quales nasçió esta bienabenturada candela lumbrosa en el año de la Sancta Encarnación de mil y quatrozientos y ochenta y vn añomas aun que os vea a vos, y pusiéronle nombre de Juana. Fue dotada de mucha graçia y hermosura corporal. Criola su madre a sus pechos, porque en nasçiendo tomó con ella mucho amor. Hera muy graçiosa y mansamía, y deçía su madre que no tan solamente no padeçía pena una ni travajo en criallados vezes, mas consolaçión y alegría espiritual sentía en sí mesma todas las veçes la tomava en sus brazos, aunque ella estuviese muy triste e angustiada. Y esta bienabenturada, desde las tetas de su madre, tuvo arrobamientos, que muchas vezes la hallava su madre elevada en la cama y en cuna, de lo qual se angustiava mucho su madre pensando que hera dolençia, pues perdía el comer y tomar su refeçión corporal de niñez. En una vez estuvo tres días que no volvió aun a mí mesmo en sí, salvo que tenía pursos y estava caliente. Y su madre, muy angustiada, supplicó muy afincadamente a Nuestra Señora la Virgen María le resucitase a su hija, manera y forma que ella le prometía de llevalla con su peso de [fol. 3v] çera a velar una noche a Santa María de la Cruz, que está cave Cubas. Y tornando esta bienaventurada en sus sentidos, consolose mucho su madre, pensando que cobrava salud corporal. Y assí creçía en grandes graçias espirituales yo quisiere y dones de Dios, aunque por entonçes no hera conoçido de sus padresfuere mi voluntad”.
Siendo esta bienaventurada Y como su Divina Magestad otorgó a su sancta madre la virtud que le mandava, y la bienabenturada Juana de la Cruz estava entonçes en el vientre de dos añossu madre enpezada a façer varón, tornola muger, poco menoscomo pudo y puede haçer como todopoderoso. Y no quiso su Divina Magestad deshazerle una nuez que tenía en la garganta, hizo Nuestro Señor con ella un porque fuese testigo del milagro por ynterçesión del señor sant Bartolomé. Y quando la tornó muger aún [3r] no tenía spíritu de vida, y guardándola el poderoso Dios de los peligros que estava muy enferma a otras criaturas les suelen acaezer en el vientre de manera que no podía mamar ni pasar ninguna cosasus madres, nasçió a luz en un lugar llamado Azaña de Sierra y con mucha angustia Arçobispado de Toledo, de padres buenos y devoçión lleváronla a una yglesia del señor sant Bartoloméchristianos, que está y virtuosos y limpios en otro lugar que se dize Añoverlas costumbres, en la qual haze muchos milagrosy de gente de mediana manera. Y estava Tuvieron hijos muy nobles y bien acostumbrados, y algunos dellos fueron religiosos, de muy buena y aprovechada vida, entre los quales nasçió esta bienabenturada tan doliente candela lumbrosa en el año de la Sancta Encarnación de mil y quatrozientos y ochenta y desbilitada que pareçía que se quería finar Cumplida la velavn año, la qual hiço y pusiéronle nombre de Juana. Fue dotada de mucha graçia y hermosura corporal. Criola su madrea sus pechos, porque en nasçiendo tomó con ella mucho amor. Y Hera muy graçiosa y mansa, y deçía su madre enseñava a la niña que pusiese no tan solamente no padeçía pena ni travajo en crialla, mas consolaçión y alegría espiritual sentía en sí mesma todas las manos y que mirase a sant Bartolomé, que estava veçes la tomava en el altarsus brazos, porque le diese saludaunque ella estuviese muy triste e angustiada. Y la niñaesta bienabenturada, súpitamentedesde las tetas de su madre, se riótuvo arrobamientos, mirando que muchas vezes la hallava su madre elevada en la ymagen. Y preguntada cama y en cuna, de qué lo qual se havía reýdo o qué havía vistoangustiava mucho su madre pensando que hera dolençia, pues perdía el comer y tomar su refeçión corporal de niñez. En una vez estuvo tres días que no respondió ninguna cosavolvió en sí, salvo que luego pidió de comer por señas, tenía pursos y mamóestava caliente. Y dende adelante tuvo perfeta salud con su niñez y juventud. Y andando algún tiempomadre, ya que hera más creçidamuy angustiada, dezía esta bienabenturada que havía visto al señor sant Bartholomé, y supplicó muy afincadamente a Nuestra Señora la havía abrazado y besadoVirgen María le resucitase a su hija, y que ella le havía dicho: “Niña, acuérdate prometía de llevalla con su peso de [fol. 3v] çera a velar una noche a Santa María de la Cruz, que yo me acordaré de ti”está cave Cubas. Y tornando esta bienaventurada en sus sentidos, consolose mucho su madre, pensando que cobrava salud corporal. Y assí creçía en grandes graçias espirituales y la havía sanado y vuelto la colordones de Dios, la qual tenía quitada aunque por entonçes no hera conoçido de la dolençiasus padres.
Y aquesta sancta bendicta hera Siendo esta bienaventurada de hedad dos años, poco menos, hizo Nuestro Señor con ella un milagro por ynterçesión del señor sant Bartolomé, que estava muy enferma de quatro añosmanera que no podía mamar ni pasar ninguna cosa, como tuviese tan claro entendimiento y perfecto conoçimiento de Dioscon mucha angustia y devoçión lleváronla a una yglesia del señor sant Bartolomé, que está en otro lugar que se dize Añover, en la qual haze muchos milagros. Aunque niña de Y estava esta bienabenturada tan poca hedaddoliente y desbilitada que pareçía que se quería finar cumplida la vela, siempre andava la qual hiço su pensamiento con ocupaçiones çelestiales y en hazer nuevos serviçios con madre. Y su desseo madre enseñava a la niña que pusiese las manos y pensamiento que mirase a su muy dulçe esposo y amado [folsant Bartolomé, que estava en el altar, porque le diese salud. 4r] JesuchristoY la niña, súpitamente, se rió, Nuestro Señormirando la ymagen. Nunca la vían jamás jugar en Y preguntada de qué se havía reýdo o qué havía visto, no respondió ninguna cosa , salvo que luego pidió de banidadescomer por señas, y mamó. Y dende adelante tuvo perfeta salud con su niñez y juventud. Y andando algún tiempo, ni desaprovechadaya que hera más creçida, ni hablar palabras banas como otros niños hazen; de manera dezía esta bienabenturada que sus padres havía visto al señor sant Bartholomé, y la havía abrazado y parientesbesado, y personas que la conoçíanle havía dicho: “Niña, se maravillavan mucho acuérdate de las grandes virtudes mí, que en ella vían resplandezeryo me acordaré de ti”, y pensavan haver nasçido sanctificadala havía sanado y vuelto la color, pues siendo tan niña vían en ella graçias tan singularesla qual tenía quitada de la dolençia.
Siendo en tiempo Y aquesta sancta bendicta hera de agosto, quando cogen el pan, y esta bienabenturada siendo hedad de quatro años; como tuviese tan tierna edad, embiola su madre a las heras, porque se holgase ençima de una bestia, y un mochacho con ella que la llevase. Y el mochacho fuese por otra parte, dexola sola. Yba por una calle por la qual havían llevado el Sanctíssimo Sacramento a un enfermo, claro entendimiento y ella acordose perfecto conoçimiento de esto. Pensó: “por aquí llevan a mi señor Jesuchristo”. Y pensando en estoDios, arrovose, y cayó aunque niña de la bestia en que yba. Y el cura de aquel lugar açertó apasar por allítan poca hedad, siempre andava su pensamiento con ocupaçiones çelestiales y vidola caýda en el suelo como muerta, y sola. Y él, pensando de la caýda se havía amorteçido, tomola en brazos, hazer nuevos serviçios con su desseo y llevola pensamiento a casa de su agüela. Y ansí como ella fue privada de sus sentidos, fue arrovada, e se vio yncontinente en un hermoso prado lleno de diversidad de berduras e flores muy hermosas, dulçe esposo y frescas y olorosas, y fue puesta a par de un claríssimo e grande río que en aquel deleytoso prado estavaamado [fol. Y estando ella allí mirando, vido muchedumbre de árboles muy floridos e con frutos, e llenos de diversidad de muy hermosas aves, las quales cantavan muy dulçemente. Y también vido otra muchedumbre de niños muy hermosos, los quales cantavan aconsonante4r] Jesuchristo, y respondíanles las avesNuestro Señor. Y este tan dulçe canto dixo hera en otra lengua, que ella no la podía entender, salvo que Nunca la armonía hera muy dulçe y deleytosa de oýr. E allende de esto, vido allí, vían jamás jugar en aquel prado, otra muy hermosa suerte cosa de mugeres muy apuestas [fol. 4v] e adornadas. E unas le pareçían como dueñas e otras como donzellas, e unas muy más lindas y hermosas que otras, que pareçían muy grandes señorasbanidades, e otras no tantoni desaprovechada, ni hablar palabras banas como quier otros niños hazen; de manera que toda hera gente muy benerable sus padres y luzida. Y también vido allí una grande señoraparientes, como emperatriz y señora de toda aquella suerte, y el resplandor y hermosura della hera sin comparaçión. E los niños personas que allí estavan cantandola conoçían, hablavan a esta bienaventurada Juana se maravillavan mucho de la Cruz, las grandes virtudes que todas estas cosas estava mirandoen ella vían resplandezer, e le dezían: “Anda acáy pensavan haver nasçido sanctificada, pues siendo tan niña, qué hazes aý, por qué no vas a hazer reverençia e humiliaçión a aquella gran señora, que es la Madre de Dios e señora de todos, e a quien todas las personas deven servir e reverençiar”vían en ella graçias tan singulares.
Siendo en tiempo de agosto, quando cogen el pan, y esta bienabenturada siendo de tan tierna edad, embiola su madre a las heras, porque se holgase ençima de una bestia, y un mochacho con ella que la llevase. Y el mochacho fuese por otra parte, dexola sola. Yba por una calle por la qual havían llevado el Sanctíssimo Sacramento a un enfermo, y ella acordose de esto: pensó: “Por aquí llevan a mi Señor Jesuchristo”. Y pensando en esto, arrovose, y cayó de la bestia en que yba. Y el cura de aquel lugar açertó a pasar por allí, y vidola caýda en el suelo como muerta, y sola. Y él, pensando de la caýda se havía amorteçido, tomola en brazos, y llevola a casa de su agüela. Y ansí como ella fue privada de sus sentidos, fue arrovada, e se vio yncontinente en un hermoso prado lleno de diversidad de berduras e flores muy hermosas, y frescas y olorosas, y fue puesta a par de un claríssimo e grande río que en aquel deleytoso prado estava. Y estando ella allí mirando, vido muchedumbre de árboles muy floridos e con frutos, e llenos de diversidad de muy hermosas aves, las quales cantavan muy dulçemente. Y también vido otra muchedumbre de niños muy hermosos, los quales cantavan a consonante, y respondíanles las aves. Y este tan dulçe canto dixo hera en otra lengua, que ella no la podía entender, salvo que la armonía hera muy dulçe y deleytosa de oýr. E allende de esto, vido allí, en aquel prado, otra muy hermosa suerte de mugeres muy apuestas [fol. 4v] e adornadas. E unas le pareçían como dueñas e otras como donzellas, e unas muy más lindas y hermosas que otras, que pareçían muy grandes señoras, e otras no tanto, como quier que toda hera gente muy benerable y luzida. Y también vido allí una grande señora, como emperatriz y señora de toda aquella suerte, y el resplandor y hermosura della hera sin comparaçión. E los niños que allí estavan cantando, hablavan a esta bienaventurada Juana de la Cruz, que todas estas cosas estava mirando, e le dezían: “Anda acá, niña, ¿qué hazes aý, por qué no vas a hazer reverençia e humiliaçión a aquella gran señora, que es la Madre de Dios e señora de todos, e a quien todas las personas deven servir e reverençiar?”. Y esta bienaventurada le respondió: “Yo no sé cómo tengo de haçer, mas rezarle he el Ave María”. E luego yncó las rodillas, e puso sus manos, y saludó a la Reyna de los Çielos con la salutaçión angelical. Y estando ansí, a desora vido aparçer y ý un muy hermoso manzebo (que entonçes, como hera niña, no supo dezir que hera ángel), sino un muy lindo donzel, el qual según ella, después adelante, vido e conoçió en sus revelaçiones. Hera el sancto ángel su guardador, el qual entonçes le habló e dixo: “¿Quien te trujo acá, de dónde heres?”. Ella, como niña, le respondió: “De mi casa soy”. Y él le dixo: “¿Adónde es tu casa?”. Él [¿''sic''?] le respondió: “En casa de mi padre”. Y el sancto ángel le dixo: “¿Pues cómo veniste aquí?”. Ella le respondió: “Embiome mi madre a las heras con un muchacho, y no hallo las heras ni la borrica. Llévame voosvos, señor, en casa de mi madre”. Y el sancto ángel le respondió: “No estás en casa de tu madre, si no encasa sino en casa de tu agüela”. Y ella le dixo: “Pues llévame en casade casa de mi agüela”. Y él le dixo: “Plázeme”. Y la causa porque el sancto ángel le dezía que no estava encasa en casa de su madre hera porque la havía llevado el clérigo, quando se arrovó, en casa de su agüela, madre de su madre. Y acabó de dezir çiertas oraciones.
Tornando [fol. 5r] en sus sentidos, hallándose hechada en una cama, maravillose de verse en casa de su agüela, y empezó como niña a contar las cosas que havía visto a su agüela. Y oyéndola ella, riñola y reprendiola, y amenazándola mucho, porque dezía tales cosas, que no hera sino como havía caýdo de la borrica. Y la bienaventurada tornava a dezir, con juramento de ynoçençia, que hera todo verdad lo que havía dicho, y relatava cada una de las cosas en la manera que lo havía visto. E tornando la prudente agüela a dezille que callase, calló por entonzes.
Y en el mismo año, estando esta [¿planta sentuosa?] sentuosa asentada a la puerta de la casa de su padre, según acostumbran los niños, pasavan con el Sanctíssimo Sacramento por allí, que le llevavan a un enfermo. Y como la bienaventurada hera dotada de tanta graçia e ympuesta en las cosas de Dios y de su sancta fee chatólica, salió con mucho fervor a mirar y adorar al Señor, que llevava el clérigo en sus manos. Vido que yba sobre el cáliz o custodia a nuestro Nuestro Jesuchristo hecho niño vivo, muy resplandeçiente y hermoso, y los pies del mesmo niño Jesuchristo puestos sobre un manojo de albaca que salía del mesmo cáliz, y en su preçiosa caveza llevava una corona o guirnalda de rosas e flores, e un manojo de clavellinas en sus sacratíssimas manos. E quando vido esta revelaçión hera en tiempo de hymbierno, quando la tierra ninguna flor produze. Y por entonzes no dixo esta revelaçión, pensando que todos veýan lo mesmo que ella veýa por Nuestro Señor, que es dador de las graçias y descubridor de los secretos. Tuvo por bien de traer tiempo en que estos e otros muy grandes misterios fuesen en ella vistos e conoçidos, sin ser en su mano podellos encubrir.
=== Capítulo II ===
'''Cómo siendo esta bienaventurada de hedad de siete años quedó huérfana de su madre'''
Plugo a Nuestro Señor de llevar de esta presente vida a su madre desta [fol. 5v] bienaventurada, la qual llamavan Catalina Gutiérrez, y a su padre, Juan Vázquez. Como esta honrada dueña huviese vivido muy cathólicamente, y assí fue su fin, mirando ella los cargos de su consçiençia, acordose de la promessa que havía hecho a Nuestra Señora de llevar a esta bienaventurada su hija, con su peso de çera, a velar una noche a la casa de la Reyna de los Çielos llamada Sancta María de la Cruz. Rogó a su marido lo cumpliese por ella, y esto él se lo prometió de lo complir lo más presto que pudiese. Y quando El esto pasava entre los dos, estava delante la bienaventurada su hija Juana de la Cruz, y ella, con cuydado, miró la promessa de su madre. Y como su padre quedó obligado de la cumplir y ella tenía muy gran desseo que se cumpliese, e decía entre sí “mi : “Mi padre se descuyda en cumplir esta promessa, bueno será que me vaya yo a aquella sancta casa y me quede en ella para perpetuamente y así se descargará la conçiençia de mi madre”, y esto dezía con conosçimiento que tenía que se an de cumplir las cosas que prometen a Dios y su bendita madre. Y como esta bienaventurada quedó en casa de su padre, creçían en ella muy grandes fervores e ansias de ser religiosa y hazer mucha penitençia por servir y agradar a Dios, a quien ella tan dulçe y perfetamente amava. Y creçiendo en hedad, empezava a poner en obra sus fervorosos desseos. Y tenía una tía, hermana de su madre, donzel[la] y de muy sancta vida, en quien Nuestro Señor mostró muy claro y manifiestó manifiesto milagros e maravillas, con la qual ella se consolava y comunicava mucho. Y en este tiempo metiose religiosa esta su tía en la orden de Santo Domingo, en un monasterio que se llama Sancto Domingo el Real de la çiudad de Toledo, en el qual vivió y acavó su vida muy sanctamente. Y la bienaventurada Juana de la Cruz sintió mucha soledad en faltarle tal [fol. 6r] compañía e conversión, y que fuera mucho yrse con ella a ser religiosa. Y rogolo y pidiolo con muchas lágrimas a su padre y agüela, y ellos no se lo quisieron conçeder, diziendo que tenía poca edad y no podría llevar las asperezas de la religión, que serían muy grandes. Y esto dezían ellos porque la amavan mucho y no la querían quitar de su compañía. Hera en gran manera bien acondiçionada y obediente a su padre, y muy hermosa. Y viendo ella que aprovechava poco rogallo, calló por entonçes con prudençia, y pensava entre sí: “Yr yo a ser religiosa a aquel monasterio, por estar allí mi tía, no es perfeçción; más , mas quiero yr a otro qualquier monasterio por solo Dios y su amor, y serville e aplaçerle”. Y este desseo creçía en ella de cada día.
Y la tía desta bienaventurada hera muy sancta y muy amada de Dios, el qual le mostrava muchas revelaçiones. Y le mostró y reveló que su sobrina havía de ser muy gran criatura y de muy singulares graçias y dones spirituales. Y contando esta revelaçión a la priora de su monasterio, fue por ella con grande aýnco, procurada y deseada para su orden y monasterio, y con mucha diligençia y ruego la pedía a su padre y parientes se la diesen para monja. Y como todos la amavan mucho no conçedieron el ruego de la priora. Y viendo la priora y monjas que no la podían alcançar por aquella manera, travajavan de hazella hurtar, y tanpoco pudieron. Y en todo este tiempo no cesavan de suplicar a Nuestro Señor, su Divina Magestad, permitiese de traer a su orden aquel tan preçioso thesoro y criatura tan sancta. Y nunca la pudieron alcançar, por quanto no la havía criado Dios para ellas, sino para el reparo de la casa de la Reyna de los Çielos, por cuyos ruegos fue criada.
Y estando esta bienaventurada en la yglesia oyendo missa con muy gran devoçión y atençión un día de la purificaçión de Nuestra Señora, con una candela ençendida en la mano, al tiempo quel preste quería alzar el Sanctíssimo [fol. 6v] Sacramento, alcatándole acatándole a ella con mucho fervor para le adorar, vido la hostia en su mismo tamaño y redondez muy clara, buelta como a manera de una redoma de bidro muy hermosa e clara, e dentro della, fecho el bulto del cuerpo de nuestro señor Señor Jesuchristo en carne viva. Y parezíale a ella que en la mesma redondez de la hostia estavan unas como asas muy delicadas y resplandeçientes, de las quales asas o figuras dellas le pareçían los sanctos ángeles tenían asida la sancta Hostia hostia por tres partes, de arriva y de los lados. Y esto vido ella espaçio de quando el saçerdote alçó el Sanctíssimo Sacramento, y de la qual visión tan gloriosa fue muy alegre y conso[la]da; la qual revelaçión no tenía ella por entonçes por cosa muy grande, pensando que todas las personas veýan e goçavan lo mesmo. Y este pensamiento, que todos veýan esta mutaçión del Sanctíssimo Sacramento después de ser consagrado, le duró hasta vino a la sancta religión. Pero Nuestro Señor Dios truxo tiempo en que esta bendita criatura conosçió cómo no hera visto de todos el Sanctíssimo Sacramento como ella le vía y goçava.
Fue llevada esta bienaventurada a casa de un tío suyo, muy prinçipal persona e muy abastado de bienes de este mundo, el qual lo alcanzó con muchos ruegos de su padre. E la amava en tanta manera, y su muger, que también hera su tía, como si verdaderamente fuera su hija, y así le dieron el mando en su casa y bienes. Y ella les hera muy obediente y a sus personas muy piadosa. Hera muy honesta en todas sus obras, y muy caritativa para los servidores de casa y personas que en ella travajavan; cuydadosa y diligente en los travajos corporales y muy administradora en las casa de Dios, e dadora de buenos consejos. Hera muy humilde, e tenía la voluntad muy aparejada para hazer penitençia, y lo tomava sobre sí con mucha alegría, por amor de Dios. Y assí lo ponía por obra, que en sus ayunos fue muy abstinente, que su comer hera pan e agua y no comía más de una [fol. 7r] vez al día, y desto no todo lo que havía menester; y no solamente ayunava con solo pan y agua, mas se estava dos o tres días sin comer ni beber ninguna cosa, y esto hazía ella muy ordinario y muy secreto. Todas las vezes que ella se podía desocupar para reçar y contemplar, lo hazía: oraçión muy fervorosa bañada en lágrimas, salidas de su coraçón y lloradas con compasión de la passión Passión de Nuestro Señor Jesuchristo, que hecha de otra manera la oracçión la tenía por yndigna de ser resçivida delante del acatamiento divino.
Hera cruel para su cuerpo, que traýa junto con sus carnes un siliçio hecho de unas cardas que buscó ella muy secretamente, y las deshizo, e todas las púas e puntas cosió en una cosa muy áspera. Y aquello traýa junto a sus carnes. Andava de contino dolorosa y toda llagada, y muy alegre y consolada, porque tenía contino dolores que offreçía al Señor en reverençia de los que Él padesçió por nos redimir y salvar. Quando travajava, dávase mucha priesa porque los dolores y heridas fuesen mayores siempre. Esta bienaventurada offreçía tres cosas a Dios: travajo corporal, hecho muy alegremente por amor de Dios e la charidad del Próximo; la segunda, sacrifiçio de sangre y dolores, que le causavan las cosas ásperas y crueles que traýa junto a sus carnes; la terzera, los pensamientos siempre puestos en Dios y en las cosas çelestiales.
Hazía siempre muy ásperas disçiplinas, dándose con muy gruesos cordeles dados en ellos muy grandes [¿nudos?]. Dávase con estos tan cruel y despiadadamente hasta que le salía sangre y se hazía muy lastimossos cardenales y heridas. Tenía tan gran silençio que nunca hablava palabra oçiosa que fuese fuera de Dios o la neçessidad no la pudiese escusar. Andando por casa, o haziendo labor de manos, se dava secretamente en los mureçillos de los brazos y en qualquier parte de su cuerpo que ella podía muy reçios pellizcos, y quando havía de hazer algún travajo al fuego o orno, se destocava y se arremangava mucho los brazos para hazer penitençia e quemar sus carnes e offreçerlas a Dios en sacrifiçio. Y el día que alguna de estas cosas no hazía, no se tenía por [fol. 7v] digna de comer el pan ni de ollar la tierra que Dios havía criado.
Y como ella le tenía siempre en su memoria y coraçón, su Divina Magestad le mostrava las revelaçiones que Él hera servido, ansí de mostrársele a ssí mismo como a sus sanctos ángeles, que los veýa esta bienaventurada muchas vezes. Y en espeçial cada vez que estava en un palaçio veýa en un margen que estava puesta de un paramento delante della dos serafines muy hermosos y resplandesçientes, y entre medias de los dos seraphines estava una fuente muy hermosa y muy clara, con caños muy luçidos y corrientes de agua. Y los seraphines tenía cada uno una xarra de oro en la mano, y enchíanlas de agua de la agua de la fuente, y a deshora las baçiavan. Y no veýa ella dónde, porque no se derramava ni pareçía en ningún lugar visible. Y esto hazían los seraphines muchas vezes de llenar las xarras en la fuente y tornarlas a baçiar; la qual fuente, le dixo della su sancto Ángel ángel andando el tiempo, hera divina y, el agua, la graçia muy abundosa del Spíritu Sancto, la qual aquellos dos seraphines en figura y persona de Dios derramavan sobre ella y la infundían en su ánima. Aunque oculto por entonçes a sus ojos corporales, dezía esta bienaventurada que hera tan grande la consolaçión que sentía quando lo veýa, que en ninguna manera quisiera de allí ser apartada. Y assí hera, que ella entrava allí muy a menudo y se estava por largos ratos, en tanta manera que hera por ello muchas vezes reprehendida ásperamente. Pero sufríalo con humildad, y no ser por eso dexava de entrar todas las vezes que ella podía, y quando entrava la miravan los sanctos seraphines y se reýan y gozavan con ella, aunque no la hablavan.  Y como ella hera tan amiga de la oraçión, y del silençio y recogimiento, buscava tiempos en que ella pudiese, sin estorvo, estar en prolongada oraçión. Y para esto pareçíale que el silençio y reposo de la noche hera tiempo muy convenible. Y quando hera la gente de la casa de su tía recogida y que todos dormían, quedávase ella [fol. 8r] rezando en la cámara donde durmía. Y de que veýa muerta la candela, en el tiempo de las noches frías y largas del himbierno, para hazer mayor penitençia −junto con la ferviente oraçión− desnudávase en carnes delante de unas ymágenes, quedándosele el siliçio muy áspero, que contino traýa. Y assí estava de ynojos en oraçión hasta que veýa que la gente, e unas o dos o tres criadas de casa con quien ella dormía, era ora que se levantasen. Entonçes, por no ser sentida, ýbase acostar. Y como ella hiçiese esto muchas vezes, aconteçió, quiriéndolo Dios porque fuese conoçida, sus compañeras lo sintieron y vieron cómo se yba acostar quando quería amaneçer; y sentían cómo yba muy fría, que solo el fríor de sus carnes las depertava. Y reprehendida muchas vezes dellas, porque no se acostava quando ellas se acostavan, que qué hazía, adónde estava o venía a tales horas, la bienaventurada les respondía con mucha prudençia que alguna neçessidad tenía de venir donde venía. Y como ella no çesase de proseguir en su buena obra y perfeta oraçión, acordó una de aquellas sus compañeras de dezillo a su señora, cómo su sobrina venía tan tarde a la cama, y muy fría, y que ellas no la havían sentido levantar ni visto antes acostar; la qual se angustió mucho quando esto le dixeron. Y mandó a aquella su criada que, con cuydado y en secreto, viese dónde se yba su sobrina aquellas oras, e qué haçía. Luego, la noche siguiente, la moza, viendo que no estava en la cama la bienaventurada, acordó de ponerse a la puerta de la cámara donde dormían con yntençión de çerrarla, pensando la bienaventurada havía salido fuera. Y con este pensamiento llegó a la puerta, y hallola çerrada, y maravillose mucho. Y como estavan ascuras no la veýa, que estava en oraçión delante de las ymágines, y púsose junto a la puerta por verla quando fuese a salir. Y estando allí por algún rato, oyola llorar y gemir. Y la moça, por çertificarse, quitose de la puerta, y fue donde ella estava en oraçión descuydada, que nadie la oýa ni aguardava. Y fue a asir della y sintió cómo estava de rodillas, y desnuda en carnes, y envuelta en áspero siliçio, de lo qual la bienaventurada resçivió gran tribulaçión por ser vista. Y la moza, más maravillada que se podía dezir, disimuló con ella [fol. 8v] por entonçes, y dixo a su señora quán bienaventurada persona hera su sobrina y en quán sanctos y provechosos actos la havía hallado, de manera que su buena vida y obra se divulgó y conoçió por todas las personas de la casa y aun por otras muchas personas, de lo qual ella resçivía muy gran pesar, [dos o tres palabras con tinta desvaída y manchón] pensamiento donde se podía apartar a haçer sus acostumbradas obras que [¿no?] fuese vista, y acordose de un palomar que estava tapiado y sin texado en un corralejo y corrales en aquella casa de su tía. Y tomó una Berónica en que ella tenía gran devoçión, y púsola en un gran pedaço de terçiopelo y, doblándola, traýala consigo. Y todas las vezes que ella podía yba a aquel palomar y ponía la Berónica que traýa en una parte; y con unas cadenas que ella tenía allá escondidas, dávase muy crueles azotes, hasta que le salía sangre de sus carnes, y andava de ynojos, desnudas las rodillas sobre las grigeras y cantos, hasta que se le ollavan. Y con muchas lágrimas y gemidos andava desta manera con la más priesa que podía, considerando que yba por los lugares [¿sanctos?] y por donde havían llevado a cruçificar a Nuestro Señor Jesuchristo apasionado, como quando llevava la Cuz a cuestas, y que la mirava con sus ojos de misericordia.
Y como ella hera tan amiga Un día de Viernes Sancto tenía esta bienaventurada gran desseo que la llevasen a la oraçión, yglesia para ver el sancto monumento y del silençio adorar y recogimientoreverençiar a Nuestro Señor Jesuchristo, buscava tiempos que estava en que ella pudiese, sin estorvoél, estar en prolongada oraçión. Y para esto pareçíale que el silençio y reposo de la noche hera tiempo muy convenible. Y quando hera la gente de la casa de pidiolo a su tía recogida y que todos dormían, quedávase ella [fol. 8r] rezando en la cámara donde durmía. Y de que veýa muerta no conçediéndoselo, fuéronse todos a la candelayglesia, en el tiempo de las noches frías y largas del himbierno, para hazer mayor penitençia −junto con la ferviente oraçión− desnudávase quedó solo ella en carnes delante de unas ymágenes, quedándosele el siliçio muy ásperocasa, acompañada del dolor y compasión que contino traýaaquel sancto día representava. Y assí estava con esta contemplaçión tan piadosa yncose de ynojos en oraçión hasta que veýa que la gente, e unas o dos o tres criadas de casa delante un cruçifixo con quien ella dormía, era ora que se levantasen. Entonçes, por no ser sentida, ýbase acostar. Y como ella hiçiese esto muchas vezeslágrimas, aconteçió, quiriéndolo compadeçiéndose de lo qu’en tal día su Dios, porque fuese conoçida, sus compañeras lo sintieron y vieron cómo se yba acostar quando quería amaneçer; y sentían cómo yba muy fría, que solo el fríor de sus carnes las depertavaSeñor havía padeçido. Y reprehendida muchas vezes dellas, porque no se acostava quando ellas se acostavan, fue tanta el agua que qué hazía, adónde estava o venía a tales horas, la bienaventurada les respondía con mucha prudençia que alguna neçessidad tenía de venir donde venía. Y como ella no çesase de proseguir en su buena obra y perfeta oraçión, acordó una de aquellas sus compañeras de dezillo a su señora, cómo su sobrina venía tan tarde a ojos manó que mojó la camatierra, y muy fría, y que ellas no la havían sentido levantar ni visto antes acostar; la qual se angustió mucho quando esto le dixeron. Y mandó a aquella su criada del dolor que, con cuydado y sentía en secreto, viese dónde se yba su sobrina aquellas oras, e qué haçía. Luego, la noche siguiente, la moza, viendo que no estava coraçón cayó en la cama la bienaventurada, acordó de ponerse a la puerta de la cámara donde dormían con yntençión de çerrarla, pensando la bienaventurada havía salido fuerael suelo como muerta. Y estando [fol. 9r] con este pensamiento llegó esta compasión, a deshora vido a Nuestro Señor Jesuchristo, o la puerta, ymagen de sancto crucifixo muy apasionado y hallola çerradallagado, y maravillose mucho. Y como estavan ascuras no pareçieron allí todas las ynsignias e misterios de la veýaPassión, que estava en oraçión delante de y las ymáginestres Marías, todas muy llorosas y púsose junto a la puerta por verla quando fuese a salircubiertas de luto. Y estando allí por algún rato, oyola llorar y gemir. Y la moça, por çertificarse, quitose tantos fueron los misterios e autos de la puerta, y fue donde ella estava en oraçión descuydada, sancta Passión que nadie la oýa ni aguardava. Y fue a asir della allí vido y sintió cómo estava de rodillas, y desnuda en carnes, y envuelta en áspero siliçio, de lo qual la bienaventurada resçivió gran tribulaçión por ser vista. Y la moza, más maravillada mucho que lloró e se podía dezir, disimuló con ella [fol. 8v] por entonçes, y dixo a su señora quán bienaventurada persona hera traspasó su sobrina y en quán sanctos y provechosos actos la havía halladocoraçón, de manera que su buena vida y obra se divulgó y conoçió por todas las personas quando ya çesó de ver esta revelaçión, la casa y aun por otras muchas personas, de lo qual vido e oyó corporalmente estando ella resçivía muy gran pesar. [dos o tres palabras con tinta desvaída y manchón] pensamiento dónde se podía apartar a haçer en sus acostumbradas obras [¿qué propios sentidos e no?] fuese vistaestando arrovada, quedó tal que pareçía muerta, e su gesto tan difunto e disgustado que quando sus tías y acordose la gente de un palomar que estava tapiado y sin texado en un [¿corralejo?] y corrales en aquella casa vinieron se maravillaron mucho de su tía. Y tomó una Berónica en que ella tenía gran devoçiónla ver tan demudada, y púsola en un gran pedaço de terçiopelo yle preguntavan qué le havía acontesçido o qué sentía, doblándolaque tan desmayada estava, traýala consigo. Y todas las vezes que ella podía yba a aquel palomar y ponía la Berónica apremiáronla que traýa en una parte; comiese y con unas cadenas que ella tenía allá escondidas, dávase muy crueles azotes, hasta que le salía sangre de sus carnes, y andava de ynojos, desnudas las rodillas sobre las [¿grugeras?] no ayunase aquel día a pan y cantos, hasta que se le ollavanagua. Y con muchas lágrimas y gemidos andava desta manera con la más priesa bienaventurada suplicoles no la quitasen su devoçión, que muy bien podíaayunar, considerando que yba por los lugares [¿?] y por donde havían llevado a cruçificar a Nuestro Señor Jesuchristo apasionado, como quando llevava la Cuz a cuestas, y que la mirava con sus ojos de misericordiabien dispuesta se hallava.
Un día Teniendo el tío de Viernes Sancto tenía esta bienaventurada gran desseo unos cavalleros por huéspedes en su casa, acaesçió que , haviendo ya çenado toda la gente, haçía luna e noche serena. Salió la llevasen bendita a un corral a la yglesia buscar soledad para ver el sancto monumento y adorar y reverençiar a nuestro Señor Jesuchristohaçer sus acostumbradas oraçiones, que estava la qual se puso de ynojos en él, tierra y pidiolo empeçó a su tíareçar y orar mirando el çielo con mucha devoçión y atençión. Y no conçediéndoseloestando assí mirando, a deshora vido cómo el çielo se abría, fuéronse todos y vido desçender a Nuestra Señora, la yglesiaVirgen Sancta María, trayendo en sus brazos al Niño Jesús, y quedó solo pareçíale que venía haçia ella en casa, acompañada del dolor y compasión que aquel sancto día representavala mirava y acatava. Y con esta contemplaçión tan piadosa yncose muy admirada de ynojos delante un cruçifixo con muchas lágrimasesto, la bienaventurada, compadeçiéndose casi enagenada de lo qu’en tal día sus sentidos, no siendo en su Dios mano ni saviendo de sí, dava muy grandes gemidos y Señor havía padeçido. Y fue tanta el agua gritos, toda muy temerosa, sintiéndose por muy yndigna que de sus ojos manó que mojó la tierraviniese a ella; y encomendávase a Nuestra Señora, diziéndole muy grandes loores y del dolor que sentía en su coraçón cayó en el suelo como muerta. Y estando haziéndole muy grandes [fol. 9r9v] con esta compasiónruegos y suplicaçión, a deshora vido a Nuestro Señor Jesuchristo, o la ymagen cuya voz tan clamorosa de sancto crucifixo muy apasionado todos los huéspedes y llagado, criados suyos y pareçieron allí todas las ynsignias e misterios de la passiónsus tíos fue oýda. Y no saviendo lo que hera, y las tres Maríasocurrieron todos, todas muy llorosas y cubiertas como la vieron yncada de lutoynojos conoçieron estava en oraçión. Y tantos fueron los misterios e autos de la sancta passión que allí vido callaron todos, y sintióestuvieron por algún rato mirando por entre las puertas, y lo mucho que lloró oyeron cómo hablava con Nuestra Señora e se traspasó su coraçón, que quando ya çesó le haçía muy grandes ruegos. E después de ver esta revelaçión, ser haver çertificado bien y visto la qual vido e oyó corporalmente estando maravilla que por entonçes mostrava Nuestro Señor en ella en sus propios sentidos e no estando arrovada, quedó tal entraron todos, y habláronla disimuladamente diziéndole que pareçía muertaqué haçía. La bienaventurada tornó en sí, e turbose en alguna manera en su gesto tan difunto spíritu porque la havían visto, e disgustado respondió disimuladamente diziendo que quando sus tías y la gente de casa vinieron entonçes se maravillaron mucho de la ver tan demudada, y le preguntavan qué le havía acontesçido o qué sentíapuesto allí a reçar. Y como se fue a levantar, cayósele un manojo de nudos en que tan desmayada estavarezava, y apremiáronla que comiese y no ayunase aquel día como la vieron los huéspedes, dieron graçias a pan y aguaDios. Y la bienaventurada suplicoles no la quitasen su devoçión, el uno de aquellos cavalleros diole entonzes un rosario de cuentas en que muy bien podía ayunarrezase, diziéndola que bien dispuesta se hallavarogase a Dios por él.
Teniendo el tío de esta La bienaventurada unos cavalleros por huéspedes en su casa, acaesçió sitiendo queno se podía encumbrir, haviendo ya çenado toda dávale pena y congoja tres cosas: la genteuna, haçía luna e noche serena. Salió no tener tiempo y livertad para servir a Dios como ella deseava; la bendita a un corral a buscar soledad para haçer sus acostumbradas oraçionessegunda, que hera conoçida de todos la qual se puso de ynojos graçia que Dios ynfundía en tierra y empeçó a reçar y orar mirando el çielo con mucha devoçión y atençión. Y estando assí mirandosu sancta ánima; la terçera, a deshora vido cómo el çielo se abría, y vido desçender a Nuestra Señora, la virgen Sancta María, trayendo en sus brazos al Niño Jesús, y pareçíale gran desseo que venía haçia ella, y la mirava y acatava. Y muy admirada tenía de esto, la bienaventuradasancta religión, casi enagenada de sus sentidos, no siendo en su mano ni saviendo de sí, dava muy grandes gemidos y gritos, toda muy temerosa, sintiéndose por muy yndigna manera que viniese a ella; y encomendávase a Nuestra Señora, diziéndole muy grandes loores públicamente y haziéndole muy grandes [fol. 9v] ruegos con mucho fervor y suplicaçión, cuya voz tan clamorosa lágrimas pedía de todos los huéspedes ser religiosa a sus padres y criados suyos y de a sus tíos fue oýda. Y no saviendo lo que hera, ocurrieron todoslos quales con mucho desabrimiento la deshechavan, y como la vieron yncada de ynojos conoçieron estava en oraçiónmenospreçiavan con palabras. Y callaron todosen espeçial su tío, y estuvieron por algún rato mirando por entre las puertasque la havía criado, y oyeron cómo hablava con Nuestra Señora e le haçía muy grandes ruegos. E después de dixo como haziendo burla della: “Mi sobrina quiere ser haver çertificado bien y visto la maravilla que monja por entonçes mostrava Nuestro Señor en ella, entraron todos, y habláronla disimuladamente diziéndole que qué haçíaser sancta”. La bienaventurada tornó en sí, turbose en alguna manera en su spíritu porque le respondió con mucha humildad: “Pues si lo fuere por la havían visto, e respondió disimuladamente diziendo que entonçes se havía puesto allí a reçar. Ycomo se fue a levantar, cayósele un manojo graçia de nudos en que rezava, y como la vieron los huéspedes, dieron graçias a Dios. Y el uno de aquellos cavalleros diole entonzes un rosario de cuentas en que rezase, diziéndola que rogase a Dios por élvuestra merçed”.
La bienaventurada, sitiendo que no se podía encumbrir, dávale pena y congoja tres cosas: la una, no tener tiempo y livertad para servir a Dios como ella deseava; la segunda, que hera conoçida de todos la graçia que Dios ynfundía en su sancta ánima; la terçera, el gran desseo que tenía de la sancta religión, de manera que muy públicamente y con mucho fervor y lágrimas pedía de ser religiosa a sus padres y a sus tíos, los quales con mucho desabrimiento la deshechavan, y la menospreçiavan con palabras. Y en espeçial su tío, que la havía criado, le dixo como haziendo burla della: “Mi sobrina quiere ser monja por ser sancta”. La bienaventurada le respondió con mucha humildad: “Pues si lo fuere por la graçia de Dios, rogase por vuestra merçed”. Y por entonzes no los ymportunó más, no perdiendo la esperanza que Nuestro Señor se lo havía de otorgar, pues ella se lo suplicava sin çesar. Y con esta esperanza fuese a aquel lugar do estava el palomar, y entrando en él puso la sancta [fol. 10r] Berónica y sacó la cadena que tenía escondida y empeçose a dar con ella muy crudamente, porque todas las vezes que ella yba a aquel lugar primero [¿secustava¿secrestava?] que se pusiese en oraçión. Y hecha su desçiplina, yncó sus ojos en tierra, y derramando muchas lágrimas empeçó a decir mirando a la sancta Berónica: “O, muy dulçe señor mío Jesuchristo, suplico a la vuestra Divina Magestad por reverençia de los misterios, que tal día como oy, día de Viernes Sancto, vos Vos mi señor Señor sufristes, y por los dolores y tomentos muy crudos que por me redimir y salvar padeçistes, que me conçedáys esta miel que muchas vezes con ynportunidad he pedido: que merezca yo ser vuestra esposa y entrar en la sacnta sancta religión para que mejor os pueda servir y amar, porque ninguna cosa ni ocupaçión mundana desto me pueda apartar. Y esta merçed, mi Señor, supplico a vuestra Divina Magestad no me sea negada en este sancto día”. Y estando la bienaventurada en tan prolongada oraçión, a deshora vido la sancta Berónica mudada y transformada en el rostro y figura de Nuestro Señor Jesuchristo, como si estuviera allí vivo, en carne apasionado, y llagado y corriente sangre; y hablola y consolola con muy dulçes e amorosas palabras, diziendo que havía oýdo su petiçión y resçivía su buen desseo, y los tomava por obra muy açeptable a Él, y le plazía de la tomar por esposa. Y conçediole la religión con tal condiçión que pusiese ella diligençia en ello, que para alcançarlo havía menester alguna interçesión y soliçitud. Y de que Nuestro Señor la hubo hablado y consolado, tornose la sancta Berónica a deshora en su mesmo ser. Y dende aquella hora, buscava y procurava en su coraçón cómo y de qué manera saldría secretamente, que ninguna persona la viese [fol. 10v] yr al monasterio de Nuestra Señora Sancta María de la Cruz, que allí la alumbrava el Spíritu Sancto fuese.
===Capítulo III===
'''Cómo esta bienaventurada virgen buscó manera para ser religiosa'''
Después de pasada la Pasqua de la Sancta Resurrecçión, como ya fuese cumplida en ella la voluntad del poderoso Dios para que fuese religiosa, acordó con ayuda suya de tomar una mañana de madrugada unos bestidos de un primo suyo que ella tenía en guarda, e calzas, y borçeguíes y çinto, y vistiese de hombre para salir sin ser vista e yrse al monasterio llamado Sancta María de la Cruz. Estava dos leguas del lugar donde ella vivía, y de que estuvo bien adereçeda de ávito de barón, púsose ençima los acostumbrados bestidos de muger que ella sólía traer y toda de la mesma manera que acostumbrava, y llamó a las mozas diziendo que hera tarde, y junto con ellas hizo las haziendas de la casa como acostumbrava otras vezes. Y de que todos los de la casa la huvieron visto que esta hera su yntençión, que la virgen, por que se descuydasen della por algún rato y ella pudiese yrse sin que la siguiesen, entrose aprisa en un aparte y quitose los bestidos de muger y púsose un tocador de hombre en la caveza, y arrevoçose una toca de camino, y hechose una capa en el hombro y una espada en la mano; y un lío que tenía hecho de sus aderezos de muger, tomole debajo del brazo y, santiguándose, empeçó su camino, el qual ella no savía sino por oýdas.
Y yendo ella con mucho fervor, el Demonio, que tenía mucho pesar de la tal obra, travajó de le poner tentaçiones y peligros por [fol. 11r] estorvalle tan glorioso viaje, convatiéndola de muy reçios temores y espanto de su padre y parientes, y que no saldría con lo començado. La bienaventurada, como arrepintiéndose de lo que havía puesto en obra, creçiole el temor en tanto grado que le falleçieron las fuerças corporales y le temblava todo el cuerpo, que no podía andar paso, en tanta manera que se huvo de assentar en el mismo camino muy desmayada; y, estando assí, enconmendávase con muchas ansias a Nuestra Señora, suplicándole su SSu Magestad la quisiese esforçar y ayudar en tan grande neçessidad para que ella pudiese acavar la obra començada.
Y estando en esta esclamaçión, oyó una voz que le dixo: “Esfuérçate, esfuérçate, esfuérçate, no desmayes, acava la buena obra que as empezado”. Y no vido por entonzes quién la hablava, mas después supo en revelaçión que hera su sancto ángel, en la qual voz se esforzó mucho y se levantó muy alegre, y anduvo su camino. Y, ya que havía andado buena parte d’él, sintió venir tras sí, aunque algo lejos, una persona cavalgando en un cavallo, la qual hera un hombre muy honrado que tenía muy gran desseo de casar con esta bienaventurada virgen y lo havía procurado y rogado. Como ella alçó los ojos y conoçió que hera el susodicho manzebo, y se vido sola en un campo y que por entonzes no pareçía nadie ni aun siquiera un pastor, turbose su spíritu más de lo que se puede pensar, temiéndose por deshonrada e perdida. E alumbrada y esperida en aquella sazón del Spíritu Sancto, pensó en su coraçón de se apartar disimuladamente antes [fol. 11v] que él llegase çerca, y assí lo hizo, que se apartó del camino, y a él le çegó tanto Dios los ojos del conoçimiento que no solamente no la conoçió mal: aun la color de los bestidos de hombre que llevava la bienaventurada le paresçieron a él de otro, y quando pasó por enfrente donde ella estava, dixo en su corazón: “Mira qué cobardía de hombre; qué le havía yo de hazer que en viéndome se apartó del camino”. Y tornando él a miralla vido el lío que la bienaventurada traýa debaxo del brazo, y dixo: “Algún sastre debe de ser que viene de cortar y coser de alguno de estos lugares”. Y con este pensamiento pasó aquel manzebo su camino sin la conozer.
 Y de que la sancta virgen se vido librada de aquel tan gran peligro, yncose de hijonos con muy gran fervor y devoçión y empezó con muchas lágrimas a orar y dar graçias al poderoso Dios, que la havía librado. Y suplicando a Nuestra Señora con muy amorosas e dulçes palabras quisiese su Su Magestad rogar por ella a su preçioso hijo, y alçando los ojos al çielo, vido a Nuestra Señora la Virgen María yncada de ynojos y puestas las manos a manera que rogava por ella, y díxole: “Esfuérçate, hija mía, que yo rogaré por ti, y te pedía a mi preçioso hijo para mi casa de la Cruz, y él te me crió para eso. E yo te doy las llaves de mi casa para que en ella estés y mandes, y disipes y cortes lo malo, y aumentes el serviçio de mi preçiado hijo y el mío”. Y estas palabras y otras de mucho amor le dixo la Reyna del Çielo, y la bienaventurada, con mucha humildad, dio muchas graçias a Nuestra Señora, y con muy gran consolaçión en su spíritu se levantó a andar su camino.
Y anduvo gran parte d’él, y apartó a un lugar qu’es dicho Casarrubielos. Y por la mucha fatyga y cansançio del camino, que todo havía andado a pie, y llegó a una casa en aquel lugar a pedir un jarro de agua y, como se le dieron, asentose a descansar y puso la espada sobre un poyo y olvidosele allí. Y ya que hera salida de la casa, tornó por ella y dixo: “O peccadora de mí, la [fol.12r] espada se me olvida”. Y estas palabras oyó la moza, que salió a dalle de beber, y las dixo a las personas de aquella casa, diziendo: “Muger es aquel paje que pidió el agua”. Y no creyendo a la moza, no la siguieron.
Y la bienaventurada, llegando al monasterio, entró luego en la yglesia a hazer oraçión, y offreçió su ánima y su cuerpo a su esposo Jesuchristo. Supplicóle la quisiese resçivir en aquella sancta compañía y congregaçión y, de que huvo orado, como no havía nadie en la iglesia, apartose a un rincón della y quitose los bestidos de hombre, y bestiose sus propios bestidos de muger, que havía traýdo consigo.
Y de que fue adereçada de muger, fuese al resçivimiento o portería de la cassa, en el qual estava una ymagen de Nuestra Señora, de bulto, de mucha devoçión e milagros. E yncándose de hinojos y puestas las manos con mucho fervor, le dio gracias, porque la havía traýdo a su sancta casa sin peligro de su persona, y dezía con mucha humildad a la sancta ymagen: “¿Qué serviçio podría yo, Señora, hazer a Vuestra Real Magestad por tan gran virtud como esta? Suplícole a Vuestra [¿Señora?] mi Señora me dé graçia, que yo perseveraré en serviçio de vuestro preçiosíssimo hijo Nuestro Señor Jesuchristo toda mi vida en esta vuestra sancta casa, y en ella acave mis días”. Entonzes la sancta ymagen la habló, diziéndole: “En nora buena seáys venida, hija, a esta mi casa. Entra en ella alegremente, pues para ella fuysteis criada, y yo te torno a dar la mayoría como te tengo dicho”. Entonçes esta bienaventurada le respondió: “Ay, Señora, que no sé si me querrán abrir la puerta e resçivir estas vuestras siervas”. La sancta ymagen la dixo: “No tengas temor de eso, pues mi preçioso hijo te truxo con su graçia. Él hará de manera que seas resçivida”.
Y levantándose esta bienaventurada delante la sancta ymagen, fue a llamar a la puerta, rogando que la abriesen, y preguntándole la casera de las monjas quién hera o qué [fol.12v] quería, respondió que hera una donzella que quería ser religiosa. La casera le dixo: “Las que bienen a ser religiosas no vienen solas, que sus padres o parientes las traýan”. La bienaventurada le respondió: “Vine en ábito de hombre ascondidamente, que de otra manera no viniera así, mas por amor de Dios me abrid siquiera para que me caliente, que como esta mañana llovió, tomome el agua en el camino, y vengo cansada y muerta de frío; siquiera para que me caliente y me dé por caridad un poco de pan, que vengo muy neçessitada, que si no queréys no digo yo que me metáys allá para religiosa, que , como vine ascondida, presto me hecharán menos mis parientes y me vernán a buscar, y sino si no me quisieredes, yr me he con ellos”.
Y la casera la metió dentro, en la casería, y la dio de comer y la hizo caridad, siempre preguntándola y examinándola, y la bienaventurada le dava muy çierta entera quenta de su desdeo deseo y venida. Y quando la serbienta de la casa fue a la yglesia, vido los bestidos de hombre que havía traído. Pensó en su coraçón no fuese varón que venía con alguna burla o engaño, pero ansí en los cavellos largos, como en los pechos y gestos y en otras señales, se çertificó cómo hera muger, y aun virgen y donzella, y de tierna hedad. Entonzes la dicha serbienta llegó al torno del monasterio y dixo a la portera que quería hablar a la abadesaabbadesa. Y quando la fue a hablar el abbadesa, la sirvienta le dixo: “Señora, aquí es venida una donzella de hasta quinze años, que dize que es de Hazaña, y vino sola, en ábito de hombre, y pareçe que trae muy gran fervor de ser religiosa”. El abbadesa, oýdas las palabras que la sirbienta la dixo, mandó llamar a la bienaventurada donzella, e informose muy bien della y de su desseo. Y después que la huvo muy bien esaminado, aunque fingindamentefingidamente, reprehendiola, porque havía venido de tal manera. Y la bienaventurada la respondió con mucha humildad, [fol.13r] diziendo que su venida no havía sido por otra yntençión ni ocasión sino solo de servir a Dios, y vivir y morir en el dicho monasterio y sancta casa en su servicio, y hazer todo lo que la mandasen, y ser toda su vida su sirbienta.
Entonçes el abbadessa, dando graçias a Dios, entrose entro [palabra ilegible por borrón¿donde las?] monjas con gozos, diziendoles: “Hermanas mías, una donzella está aquí que dize que quiere ser nuestra hermana. Creo la trae Dios por milagro, porque nunca havía savido este camino ni vístole”. Y ansí les dixo y relató la manera de su venida, y cómo dezía palabras de mucha prudençia. Las religiosas, oýdas las nuevas que el habadessa les dixo, dieron graçias a Dios, y demandaron liçençia para la yr a hablar y ver. Y ordenándolo la Divina Magestad, a todas les pareçió tam bien quando la hablaron que con yntençión de la resçivir en su compañía, y tuvieron por mucho milagro que no havía sino solos ocho días qu’el perlado mayor dellas havia ydo dela casa, sin el qual perlado no la podían resçivir, o sin su liçençia y mandamiento, y vino en aquella saçón. Y habló aquella bienaventurada, y supo su yntençión y sancto deseo, y con mucha voluntad dio la liçençia y merçed al confesor de las monjas le diese el ávito. Y antes que la metiesen dentro d’el monasterio, vinieron algunos de sus parientes a la buscar y, hallándola en la casería, reprehendáronla mucho porque se havía venido sin liçençia, y les havía dado tanta pena y enoxo. La bienaventurada, pidiéndoles perdón con mucha humildad y vergüenza, les respondió que ya savían ellos su deseo y quánto lo havía demandado, y que pues hera venida a tan preçioso y sancto lugar, çierto havía de ser religiosa en él, y no en otro ninguno. Y viendo el abbadesa y monjas su constançia e lágrimas, que derramava con fervor entrar en su compañía, defendíanla a sus parientes, y conçertáronse con ellos en lo que le havían de dar.
Y dieron el ávito a la sancta virgen con mucha solenidad e alegría spiritual, en presençia dellas, e dieronle maestra que la administra- [fol.13v] se como es costumbre de dar a los que nuevamente son religiosos. Y administrándola su maestra de las cosas que havía de guardar, según Dios y la regla de su orden, que en la profesión prometen de guardar, díjole que havía de tener silençio todo un año, que no havía de hablar sino con las perladas y con ella, y quando confesase; del qual silençio ella holgó mucho, porque de natural hera muy amiga d’el. Y ansí empezó a hazer vida marabillosa y muy provechosa para los que la savían e oýan.
Su bestido hera muy pobre e humilde, muy más qu’el de las otras religiosas. Traýa túnica de sayal, e una saya muy vieja y remendada, e el ávito lo mesmo, e unos alpargatas en los pies, e lo más del tiempo andava descalza, e la más gruesa cuerda que ella podía haver se çeñía. Y en la caveça una albanega de estopa, y ençima lo más despreçiado que ella tenía y, devajo de esto, que no se lo vía nadie, un muy áspero siliçio, el qual nunca se quitava de noche ni de día. Estas muy graves e ásperas penitençias hazía. Era [¿su?] su paçiençia cosa maravillosa de mirar e oýr, que no solamente holgava de ser menospreçiada y reprehendida sin culpa, e levantados testimonios e ynjuriada de qualquier manera que quisiesen fatigalla: deseava tormentos e llagas, heridas, dolores, frío e cansancio, e todas maneras de penas por amor de Dios. E no solamente en el año del noviçiado tuvo esta manera de vivir e tan perfetas obras, mas todo el tiempo de su vida guardó el silençio tan perfetamente que ninguna palabra la oýan hablar en todo el año, si no hera con su maestra abbadesa e vicaria, y esto siendo preguntada.
Hazía penitençia con la boca trayendo en ella ajenjos amargos por la guarda del silençio, con mérito de penitençia, por el amargor de la yel e vinagre que dieron a Nuestro Señor Jesuchristo. Traýa siempre en su memoria la su muy cruda e amarga passión. De muchas maneras hazía esta bienabenturada penitençia con la boca, algunas vezes trayendo una piedra algo grande que le dava dolor, [fol.14r] e otras vezes tomava en la voca aguas, y teníalo tanto espaçio dentro hasta que del dolor no la podía sufrir. Tomava con los lavios un candelero mediano, y teníale tan largo rato por la parte donde se pone la candela hasta que le dolían las quijadas. Pensava hella que guardar silençio sin penitençia de dolor no sería ante Dios serviçio açeto ni sabroso.
Heran sus ayunos muy perfetos, e mucho assí espiritual como corporalmente, que no solo usava dende su niñez ayunar ordinariamente comiendo una vez al día; más , mas aun, estar tres días con sus noches sin tomar ningún mantenimiento corporal. Y no solamente ayunava de comer, mas aun de dormir. Hazía penitençia e ayunava, e tenía puesta entre sí tal tasa que dezía e considerava en su corazón. Pues : “Pues las personas, quando ayunaban, no comen hasta mediodía, e después de haver comido una vez, pueden tomar alguna refeçión de vever entre día, e alguna colaçión a la noche. De , de esta manera será bien ayunar del sueño hasta medianoche, y después, la comida de la medianoche, serán los maytines e offiçio divino; e a la mañana, en lugar de vevida o colaçión, tomar un poco de sueño corporal para sustentar la naturalezanaturaleza”. Y para bien cumplir e poder hazer perfeto su ayuno del sueño, sin quebrantarle en ninguna cosa, acordó de tener esta manera. Como todas las religiosas acostumbran dormir juntas en un dormitorio y en medio d’él tienen una lámpara ençendida, como quiera que cada una esté en su cama por sí, llevava esta bienaventurada una rueca a prima noche a su cama, y quando veýa que todas las religiosas heran recogidas e dormidas, tomava su rueca e ylava cave su cama, a vezes en pie e otras de ynojos en tierra, rezando con gran fervor, e otras vezes contemplando en la passión de su amado Christo hasta que tañían a maytines.
Como hera esta sancta virgen tan cuydadosa de aprovechar todas las religiosas acostumbran dormir juntas en un dormitorio y en el [fol.14v] spíritumedio d’él tienen una lámpara ençendida, quando travajava corporalmente endereçava con como quiera que cada una esté en su pensamiento e limpia intençión todos aquellos serviçios e travajos que hazía cama por la sancta obediençia sí, llevava esta bienaventurada una rueca a prima noche a la persona realíssima e divina del poderoso Dios. E contemplando, dezía entre sí mesma que hera su moza y esclavacama, y los platos quando veýa que fregava e todas las otras cosas, pensava que religiosas heran de oro recogidas e de piedras preçiosas para en que comiese dormidas, tomava su Alta Magestad. Y quando barría, contemplava la escoba: hera un manojo de rosas y flores muy olorosas con que alimpiava rueca e adornavala sus estrados. Y quando guisava de comer, contemplava: heran muy preçiosos y delicados majares para que comiese ylava cave su Divina Magestad y la Virgen Sancta María, su madrecama, y todos sus sanctos. E ansí lo offreçía ella, y de esta manera y de otras muchas offreçía esta bienaventurada sus travajos corporales ante la Magestad Divina. Queriendo Dios darle a conoçer que los misterios que ella veýa vezes en el Sanctíssimo Sacramento le heran mostrados por singular graçia pie e don que él le dava e hazía, acaeçió que fue a comulgar siendo noviçia y, comulgando, no vido ni sintió por aquella vez ningún gusto ni mutaçión en el Sanctíssimo Sacramento; otras de lo qual se angustió mucho ynojos en su spíritutierra, y resçivió tan rezando con gran tristeza e afliçión que no se pudo contener sin yr luego a su confesor a dezirle su gran pena. Y con muchas lágrimas se lo contófervor, diziendo pensava haver comulgado en peccado mortal e muy yndinamente, pues no havía sido dina ni mereçedora de ver ni gustar a Nuestro Señor Jesuchristo, sino assí como se estava la hostia antes que se consagrase. Al qual llanto y loable desconsuelo el confesor la respondió, diziendo: “Consolad vos, hija hermana mía, que no por eso comulgastes vos en peccado ni yndinamente, que eso que vos dezís que no fuysteis dina de ver ni sentir, ninguna persona lo ve, ni es digna dello, como quier que las [fol.15r] mutaçiones del pan otras vezes contemplando en la carne Passión de Jesuchristo sean muy çiertas y verdaderas e artículo de fee; enpero presençialmente no se ve tal cosa, su amado Christo hasta que con la fee sola se á de creer, y por eso es más meritoria”. Entonzes la bienabenturada se consoló, e dio graçias tañían a Dios con nuevo don del Spíritu Sancto de conoçimiento de los señalados dones y merçedes que hasta entonzes su Divina Magestad le havía hecho, y con muy profunda humildad se hallava yndina dellomaytines.
Oyendo Como hera esta sancta virgen leer una liçión tan cuydadosa de aprovechar en el libro llamado Floreto del glorioso padre sant Françisco[fol.14v] spíritu, cómo havía mandado yr quando travajava corporalmente endereçava con su pensamiento e limpia intençión todos aquellos serviçios e travajos que hazía por la sancta obediençia a un frayle desnudo en carnes a predicarla persona realíssima e divina del poderoso Dios. E contemplando, pensó dezía entre sí: “Si el padre sant Françisco mandava yr al frayle a predicar desnudo no teniendo peccadosmesma que hera su moza y esclava, cómo yo no yré a confesarme y los platos que fregava e todas las otras cosas pensava que heran de los míos oro e desnudarme dellos, desnuda de piedras preçiosas para en carnes e yriéndolas con piedra y palo a cada peccado que dixerecomiese su Alta Magestad. Encomiéndome a Dios y a vosY quando barría, padre Sant Francisco, y sola contemplava la cuerda ceñida a mi cuerpo escoba: hera un manojo de rosas y cuello quiero yr a confesar como malhechora, y por tal me pregonaré ante Dios y mi confesor frayle de vuestra sancta orden”flores muy olorosas con que alimpiava e adornávalo sus estrados. Y con este pensamientoquando guisava de comer, llevando a Jesuchristo contemplava: heran muy preçiosos y a delicados majares para que comiese su passión en Divina Magestad y la Virgen Sancta María, su coraçónmadre, y arta contriçión de todos sus peccadossanctos. E ansí lo offreçía ella, entró en el confisionario, el qual es y de esta manera que no se puede ver ninguna cosa y de una parte otras muchas offreçía esta bienaventurada sus travajos corporales ante la Magestad Divina. Queriendo Dios darle a otra, conoçer que los misterios que ay pared ella veýa en medio el Sanctíssimo Sacramento le heran mostrados por singular graçia e una regeçita de yerro don que Él le dava e hazía, acaeçió que fue a manera comulgar siendo noviçia y, comulgando, no vido ni sintió por aquella vez ningún gusto ni mutaçión en el Sanctíssimo Sacramento; de rallo espesolo qual se angustió mucho en su spíritu, y ençima un belo gruesoresçivió tan gran tristeza e afliçión que no se pudo contener sin yr luego a su confesor a dezirle su gran pena. Y empezó a confesar yncada de ynojos, con muchas lágrimas. Y hera tiempo de mucho frío, y como ella se lo sintiese tantocontó, empezó a dar diziendo pensava haver comulgado en peccado mortal e muy grandes temblores del gran frío que sentíayndinamente, pues no havía sido dina ni mereçedora de manera ver ni gustar a Nuestro Señor Jesuchristo, sino assí como se estava la hostia antes que no lo podía encubrir; se consagrase. Al qual llanto y fue tanto que la habló loable desconsuelo el confesorla respondió, pensando que hera enfermedad, y díxolediziendo: “¿Estáys enferma“Consolad vos, hija hermanamía, tenéys [¿çiçiones?] que templáys tanto?”. Respondió la bienaventurada que nopor eso comulgastes vos en peccado ni yndinamente, que eso que vos dezís que no fuysteis dina de frío ver ni sentir, ninguna persona lo hazía. Y acavada de confesarve, ni es digna dello; como quier que las [fol.15v15r] salió mutaçiones del confisionario. Y ellapan en la carne de Jesuchristo sean muy çiertas y verdaderas e artículo de fee, que enpero presençialmente no se empezava a vestirve tal cosa, y otra religiosa que yba a confesar, vidolacon la fee sola se á de creer, y entró en el confisionariopor eso es más meritoria”. Entonzes la bienabenturada se consoló, y dixo al confesor que riñese e dio graçias a Juana Dios con nuevo don del Spíritu Sancto de conoçimiento de la Cruz por tan áspera los señalados dones y estremadas penitençias como hazía, merçedes que entró a confesar desnuda como naçió. Y el confesor hasta entonzes su Divina Magestad le respondió: “Verdaderamente yo la sentí temblar muy reçiamentehavía hecho, y pensé estava enferma y preguntele si lo estava, e dixo que no”. Y de allí adelante no solamente en hymbierno, mas aun en verano le preguntava quando yba a confesar si yba cubierta y, si no, no la confesaríacon muy profunda humildad se hallava yndina dello.
Todas las vezes que Oyendo esta bienabenturada yba sancta virgen leer una liçión en el libro llamado ''Floreto del glorioso padre sant Françisco'', cómo havía mandado yr a un frayle desnudo en carnes a confesarpredicar, resçivió pensó entre sí: “Si el confesor singular consolaçión padre sant Françisco mandava yr al frayle a predicar desnudo no teniendo peccados, cómo yo no yré a confesarme de los míos e desnudarme dellos, desnuda en su ánima carnes e yriéndolas con piedra y palo a cada peccado que dixere. Encomiéndome a Dios y a vos, padre Sant Francisco, y dotrina maravillosa para sola la enmienda cuerda ceñida a mi cuerpo y cuello quiero yr a confesar como malhechora, y por tal me pregonaré ante Dios y mi confesor frayle de su vidavuestra sancta orden”. Y no solamente con estepensamiento, mas todos los otros padres que la confesaron mientras ella vivió llevando a Jesuchristo y a su Passión en este mundosu coraçón, dezían que y arta contriçión de sus peccados , entró en el confisionario, el qual es de manera que no se podrían llamar alumbramiento puede ver ninguna cosa de una parte a otra, que ay pared en medio e una regeçita de yerro a manera de rallo espeso, y aviso ençima un belo grueso. Y empezó a confesar yncada de conçiençiaynojos, con muchas lágrimas. DezíaY hera tiempo de mucho frío, quando hera y como ella lo sintiese tanto, empezó a dar muy ymportuna grandes temblores del gran frío que sentía, de sus confesores les dixese manera que no lo podía encubrir; y fue tanto que la habló el confesor, pensando que hera enfermedad, y díxole: “¿Estáys enferma, hermana, tenéys çiçiones, que templáys tanto?”. Respondió la bienaventurada que sentía en su spírituno, que más vergüenza tenía de contar las cosas frío lo hazía. Y acavada de virtud confesar, [fol.15v] salió del confisionario. Y ella, que se empezava a vestir, y graçia otra religiosa que Dios le havía dado yba a confesar, vidola, y entró en el confisionario, y dixo al confesor que no riñese a Juana de dezir sus peccadosla Cruz por tan áspera y estremadas penitençias como hazía, que entró a confesar desnuda como naçió. Y el confesor le respondió: “Verdaderamente yo la sentí temblar muy reçiamente, porque esto hera de sí propia y pensé estava enferma y preguntele si lo otro hera estava, e dixo que no”. Y de Dios allí adelante no solamente en hymbierno, mas aun en verano le preguntava quando yba a confesar si yba cubierta y de su misericordia, si no, no la confesaría.
Siendo coçinera Todas las vezes que esta bienaventuradabienabenturada yba a confesar, algunas vezes hera reprehendida de resçivió el confesor singular consolaçión en su compañera ánima y de dotrina maravillosa para la provisora, no contentándose enmienda de lo que hazía, y se le mostravan enojadassu vida. Ella, Y no respondiendo ninguna palabrasolamente este, con mucha humildad, yncados mas todos los inojos, les dezía otros padres que la culpa. Ellos, diziéndole con enojo confesaron mientras ella vivió en este mundo dezían que sus peccados se fuese podrían llamar alumbramiento y aviso de allíconçiençia. Dezía, quando hera muy angustiada ýbase al coro, y suplicava al Señor le perdonase la pena ymportuna de sus confesores les dixese lo que havía dado a sentía en su hermana y le quitase la turbaçión spíritu, que más vergüenza tenía con ella. Estando en esto, tornávala a llamar su compañera de contar las cosas de virtud y dezíale qué haçía en el coro. La bienaventurada la respondía con mucho amor humildad: “Suplicava a Nuestro Señor, Su Magestad, graçia que Dios le perdonase la turbaçión havía dado que fue causa, hermana míano de dezir sus peccados, porque esto hera de os dar, e os diese su graçia, me perdonásedes e os quitase [fol.16r] la turbaçión que conmigo teníades”. Oyendo la compañera e la Provisora la respuesta, edificávanse en tanto grado que por algunos días les durava muy gran compunción e lágrimas en sí propia y lo secreto otro hera de Dios y de su coraçón. Y esta oraçión hazía todos los que la reprehendían e angustiavanmisericordia.
Siendo coçinera esta bienaventurada, algunas vezes hera reprehendida de su compañera y de la provisora, no contentándose de lo que hazía, y se le mostravan enojadas. Ella, no respondiendo ninguna palabra, con mucha humildad, yncados los inojos, les dezía la culpa. Ellos diziéndole con enojo que se fuese de allí, muy angustiada ýbase al coro, y suplicava al Señor le perdonase la pena que havía dado a su hermana y le quitase la turbaçión que tenía con ella. Estando en esto, tornávala a llamar su compañera y dezíale qué haçía en el coro. La bienaventurada la respondía con mucho amor humildad: “Suplicava a Nuestro Señor, Su Magestad, le perdonase la turbaçión que fue causa, hermana mía, de os dar; e os diese su graçia, me perdonásedes e os quitase [fol.16r] la turbaçión que conmigo teníades”. Oyendo la compañera e la Provisora la respuesta, edificávanse en tanto grado que por algunos días les durava muy gran compunción e lágrimas en lo secreto de su coraçón. Y esta oraçión hazía todos los que la reprehendían e angustiavan.Yendo un día al pozo llevava un barreño con carne para lo lavar, y topó con él en una piedra, y quebrose y cayó en el suelo hecho dos o tres partes, y vertiose todo lo que en él llevaba. Y a la sazón encontró con ella una religiosa, y díxole: “Pues eso, hermana, ¿cómo se a quebrado el barreño?”. Ella respondió: “Ay, no sé”. Y diziendo esto, yncó los ynojos en tierra, y tomó en sus manos los pedazos del barreño, e juntolos e alçó los ojos al çielo, e hiço su oraçión. E luego, a deshora, fue el barreño sano y tan perfeto como de primero estava, y levantose muy alegre y hechó dentro la vianda, y fue a hazer su offiçio. La religiosa, que esto veýa muy maravillada, le dixo: “¿Qué es esto, hermana? ¿No estava este barreño en el suelo hecho pedazos, cómo está ya sano?”. Y la bienaventurada le respondió con mucha humildad, diziendo: “Ansí es, señora, mas el Señor a tenido por bien de rremediar por su bondad lo que yo havía hechado a perder por mis peccados”. Y la religiosa tomó el barreño en ausençia della y llevolo a mostrar a las monjas del convento, y contoles el milago que havía visto. Y tornando el barreño en serviçio de la cozina, duró sano por dos o tres años en testimonio.
Hera esta sancta virgen muy prudente, y muy reverenda en sus pensamientos, e de mucha discrepçión y capacidad, y de gesto muy hermoso y de gran gravedad, adornada de mucha humildad y actos honestos y perfectos. Tenía presençia de muy grande autoridad. Hera de amigable conversaçión y de mucha piedad, y admirable consejo e provechoso a las [fol.16v] ánimas y a los cuerpos, y de muy graçiosa habla y de mucha mansedumbre. Hera mesurada en su risa, y provocava a quien la oýa y veýa a más devoçión que a risa bana. Llorava muy sereno y sin mucho clamor, salvo quando se elevava, que salía de sus sentidos en algunos pasos de la pasiónPasión, que entonzes no hera su mano, porque el Spíritu Sancto gemía y llorava en ella e la hazía dar algunos devotos sospiros con algunas palabras del paso o misterio que estava contemplando. Hera de mucha cortesía y muy grande crianza, y humilde en todo, y holgava más de hazer a qualquier persona demasiada reverençia y honra que no de menos. Hera ygual a todos, tratando a cada uno según su estado y manera. Hera de mucha verdad, y no a lo contrario ni aun en burla, e muy secreta y callada en todas y qualesquier cosa que le heran dichas e descubiertas de tribulaçiones e angustias o cosas de otra qualquiera calidad que en secreto le fuesen dichas o descubiertas. Fue remediadora de muchos y graves daños, e libradora de grandes peligros presentes e por venir. Hera de tan gran sanctidad que jamás prejudicava a sus próximos ni los agraviava, aunque fuese en burla. Llegándose a ella las monjas de su convento, como dellas e de todos hera conosçida, rogávanle en secreto les dixese cómo harían la oraçión que agradasen a Dios con ella y aprovechasen en su spírictu. Respondía: “Yo no tengo qué deziros, señoras, mas como peccadora, direos lo que hago quando yo no offrezco al Señor la oraçión bañada en lágrimas muy fervorosas salidas del coraçón, e lloradas por amor divinal y compasión de Nuestro Señor Jesuchristo, o por sus gozos y misterios: la tal oraçión hecha de otra manera no la tengo por digna de ser resçivida ante el acatamiento divino, ni tanpoco me pareçe ser muy fructuosa ni a mi ánima se abasta ni consuela, [fol.17r] ni tengo por entera oraçión la que es algo tibia y relaxada. Mas doos por consejo, señoras mías, que no offrezcáys a Dios solo un sacrifiçio, mas tres e quatro, e más si pudiérades, porque cada hora podría qualquiera persona offreçer a Dios tres sacrifiçios prinçipales, los quales son estos: el primero, el afiçión y contemplaçión muy viva hecha dentro del coraçón e ánima; el segundo, oraçión vocal e graçias e loores a la Magestad Divina sin çesar; el tercero, alguna penitençia, e golpes e heridas dadas secretamente. Y aun para deshechar la azidia, se puede añadir lavar de manos. Y haviendo soledad e tiempo sufiçiente, es bueno haver lavatorio, e fuentes de lágrimas lloradas de contriçción de los peccados o por compasión de la passión Passión de Nuestro Señor Jesuchristo. Y entonçes podrá qualquier persona dar çinco sacrifiçios offreçidos en reverençia de las çinco llagas de Nuestro Señor, y quando esto no se pudiese hazer tan secreta y ascondidamente, podrán offreçer tres en reverençia de la Sanctíssima Trinidad, estos sin ser vistos ni sentidos de ninguna personapersona”.
===Capítulo IV===
'''De cómo esta bienabenturada comulgava spiritualmente'''
Procurava esta sancta virgen de , en amanesçiedo amanesçiendo asta estuviese en el coro, en los offiçios divinales o en otra qualquier parte, o en ocupaçión y trabajo corporal, de apartarse para comulgar spiritualmente, pues no podía corporal e sacramentalmente cada día e hora como ella deseava, porque hera tan devota del Sacramento del Altar e de le gustar contino que nunca otra cosa quisiera hazer noche y día sino artar y abastar su ánima deste manjar del çielo, y Çielo. Y por el mesmo [fol. 17v] Dios y Señor. Fue fue mostrado y revelado a todas las monjas del convento, por palabras formadasque, que por la boca della, estando enajenada de sus sentidos, hablaba e pronunçiava el Spíritu Sancto, que tanto hera el gozo e gusto que esta sancta virgen sentía en el Sancto Sacramento que no solamente comulgava cada hora y momento, mas cada vez que resollava e tornava el resuello, adentro comulgava en spíritu, e reçevía a Dios, e sentía el dulçor y savor del Sanctíssimo Sacramento, e la consolaçión e abastamiento de ánima que sentía las vezes que sacramentalmente comulgava. E dava muchas vozes a Nuestro Señor por tan copioso benefiçio, y dezía: “O, Señor mío y Dios mío, qué buen comulgar es este, sin ser de nadie visto ni sentida, ni dar pesadumbre a los padres de penitençia, y sin resçivir fastidio ni ocupaçión el cuerpo, y sin ser ý oy reverençia, frequentaros tantas vezes, ni dar cuenta de mi desseo a ninguna criatura humana sino a vosVos, mi Criador e mi Señor, que por hazerme a mí tan grandes merçedes, después de me haver criado a vuestra ymagen y semejanza e redimídome por vuestra preçiosa muerte e pasión, me recreáys e artáys a mí, peccadora yndina, de los muy dulçes e sabios majares de vuestro Sanctíssimo Cuerpo y Sangre”. Estando esta sancta virgen en la casa de la lavor, víspera de los sanctos apóstoles San Pedro y San Pablo, vido una figura de todos los doze apóstoles como quando cada uno acava de espirar, e luego, a deshora, vido doze sepulcros muy hermosamente labrados e abiertos, e que salían dellos los doze apóstoles bestidos todos de blanco, e sus personas dellos más alvas que la nieve, e levantávanse, puestas las manos juntas, como que adoravan al Señor, e le davan graçias. Y ella, muy maravillada de ver esta visión, deseava saber por qué pareçían los sanctos apóstoles que salían de los sepulcros [fol. 18r] como difuntos, estando ya en el Çielo todos glorificados, e no haviendo muerto ninguno dellos de su muerte natural, mas de muy crueles martyrios por amor de Dios. Estando con este desseo e pensamiento, a deshora vido todos los sanctos Apóstoles a deshora vestidos, ordenados muy ricamente, y coronados e cubiertos de pedrería e muy alegres y gloriosos, e Nuestro Señor Jesuchristo en medio dellos, dándoles muy grandes premios, e gozos e galardones, por los travajos e buenas obras que por su amor, estando en el mundo, havían hecho. Ansimesmo le fue mostrado que levantarse los sanctos apóstoles de los sepulcros hera significaçión cómo todos havemos de ser muertos y resuçitados quando Dios nos llame el día del juyzio, e cómo Nuestro Señor Jesuchristo haze fiesta e llamamiento en el Çielo a todos los sanctos apóstoles juntos el día que es fiesta de qualquiera dellos, e como la Yglesia militante, los días de las tales fiestas, siempre haze triunphante memoria de los martirios y muerte de los sanctos que pasaron por amor de Dios e de la vida eterna, e bienaventuranzas que por ello les da el Señor. E a todas qualesquier órdenes de sanctos y sanctas, quando es fiesta de uno o de una esté espeçial [¿asiento?] con Él, a todos los de aquella orden les hazen fiesta en general. Estando en la casa de la lavor esta bienaventurada, trabajando en lavor como todas, pensava en su coraçón qué cosa tan alegre sería, y hermosa de ver y acatar, a Nuestra Señora la Virgen Sancta María con el niño Jesús en los brazos. Y creçiendo en ella estos desseos y fervoroso amor, a deshora vido a la Reyna de los Çielos y Madre de Dios, y con el niño Jesús en brazos. Y la hermosura y dulzura, assí de la madre como [fol. 18v] del hijo, hera cosa ynefable y enposible ‒dezía ella‒ esplicar y dezir con lengua humana. Y quando assí vido a Nuestra Señora, hera grandíssimo gozo. E postrada su ánima delante della, con muchas suplicaçiones le pedía le tuviese por bien de rogar a su preçioso hijo e Señor suyo por ella, e se le dar para ella se consolase. Nuestra Señora la respondió con palabras de reprehensión, diziendo: “Tú no ves que heres peccadora, e que no hazes bien todas las cosas en que mi hijo se aplaze. Por eso no heres digna que yo te le dé; antes te quiero reprehender, porque no heres aún perfeta esposa, ni tal qual mi hijo mereze”. E viendo la reprehensión de la Reyna de los Çielos, muy humillada conoçió sus culpas. No perdiendo la esperança de alcanzar su petiçión, proçedía en sus ruegos, prometiendo con el ayuda suya y de su preçioso hijo la enmienda. Entonzes, la Madre de Misericordia volvió sus hojos al piadoso hijo que en sus brazos tenía, y suplicole que tuviese por bien de se consentir dar aquella persona, que con tanto ahínco le pedía. Y el dulçe Redemptor hizo de señas que le plazía, y luego la Reyna de los Çielos estendió sus brazos y diole el Niño Jesuchristo. E la bienaventurada estendió el escapulario, porque sus manos le pareçían no heran dignas para tomar en ellas el thesoro del Çielo, e resçiviole en sus brazos. E por aquella vez le gozó muy copiosamente a Él y a su bendita madre, la qual le habló muy dulçemente, e le dixo: “Toma, hija, el preçioso fruto de mis entrañas, e gózale, que estos son mis deleytes, darle de muy buena gana a los christianos, y más a los que más me sirven e aman. Y assí te le encomiendo yo agora a ti y a todos sus amigos y míos que me le améys [fol. 19r] y sirváis, e tratéys muy bien, y no me le hiráys y lastiméys por vuestros peccados, porque Él es todo mi consuelo, y gloria y Señor del Çielo, y de la tierra, de todas las cosas. E por los humanos quiso ser niño chiquito e pobre, e padeçió mucha ambre, sed, frío, cansancio, y quiso ser flaco, e llagado e doloroso, e sobre todo muerto. Aved compasión d’Él todos los humanos, pues por Él soys redimidos e hechos salvos”. E mostrava mucho sentimiento de los peccados e yngratitud hecha contra ella e su preçioso hijo, e ansí çesó por entonçes esta revelaçión.
Estando esta sancta virgen bienaventurada en la casa de la lavor, víspera de los sanctos apóstoles San Pedro y San Pablo, vido una figura de todos los doze apóstoles como quando cada uno acava de espirar, e luego, el confesionario a deshora, vido doze sepulcros muy hermosamente labrados e abiertos, e que salían dellos los doze apóstoles bestidos todos hora de blancomissa, e sus personas dellos más alvas que diziéndola en la nieveyglesia, e levantávanse, puestas tañeron las manos juntascampanillas que querían alçar, como y el confesor díxole que adoravan saliese a ver e adorar al Señor, e le davan graçiasy que él también yría a haçer lo mismo. Y ella, muy maravillada de ver esta visión, deseava saber por qué pareçían los sanctos apóstoles que salían de los sepulcros [fol. 18r] como difuntos, estando ya en el Çielo todos glorificados, e no haviendo muerto ninguno dellos de su muerte natural, mas de muy crueles martyrios por amor de Dios. Estando con este desseo e pensamiento, a deshora vido todos los sanctos Apóstoles a deshora vestidos, ordenados muy ricamente, coro y coronados e cubiertos de pedrería e muy alegres y gloriosos, e Nuestro Señor Jesuchristo en medio dellos, dándoles muy grandes premios, e gozos e galardonesred estava lejos del confesionario, por los travajos e buenas obras presto que por su amorella salió, estando en el mundo, havían hecho. Ansímesmo le fue mostrado quando llegó al medio de un portal que levantarse los sanctos apóstoles de los sepulcros hera significaçión cómo todos havemos de ser muertos y resuçitados quando Dios nos llame el día del juyzio, e cómo Nuestro Señor Jesuchristo haze fiesta e llamamiento en el Çielo está junto a todos los sanctos apóstoles juntos el día que es fiesta de qualquiera dellos, e como la Yglesia militanteiglesia, los días ya alçaban. Y hincose allí de las tales fiestasrodillas, siempre haze triunphante memoria de los martirios con gran desseo y muerte de los sanctos que pasaron por amor fervor de Dios e de la vida eternaspíritu, e bienaventuranzas que por ello les da el adorando allí al Señor. E a todas qualesquier órdenes de sanctos y sanctas, quando es fiesta de uno o de una, en espeçial [as]iento pues no podía verle con Él, a todos los de aquella orden les hazen fiesta en general.Estando en la casa de la lavor esta bienaventuradaojos corporales, trabajando en lavor como todas, pensava en su coraçón qué cosa tan alegre sería, y hermosa estando assí de ver y acatarhinojos, a Nuestra Señora vio abrir la Virgen Sancta María con el niño Jesús en los brazos. Y creçiendo en ella estos desseos y fervoroso amorpared casi toda, a deshora vido a la Reyna larga, de los Çielos y Madre de Dios, y con manera que vido el niño Jesús en brazos. Y la hermosura y dulzuraSanctíssimo Sacramento, assí de la madre como [fol. 18v] del hijo, hera cosa ynefable y enposible, dezía ella, esplicar y dezir con lengua humanale adoró. Y quando assí vido a Nuestra Señoraal sacerdote, hera grandíssimo gozo. E postrada su ánima delante della, con muchas suplicaçiones que le pedía le tuviese por bien de rogar a su preçioso hijo e Señor suyo por ellatenía en las manos, e se le dar para ella se consolase. Nuestra Señora toda la respondió con palabras de reprehensión, diziendo: “Tú no ves yglesia e las personas que heres peccadoraen la misa estavan, e que no hazes bien todas las cosas en que mi hijo se aplazeconoció. Por eso no heres digna que yo te le dé; antes te quiero reprehenderE assí como huvieron alçado, porque no heres aún perfeta esposa, ni tal qual mi hijo mereze”se juntó la pared. E viendo la reprehensión estando todavía de la Reyna hinojos, medio enagenada de los Çielossus sentidos, muy humillada conoçió sus culpas. No perdiendo quando se tornó a alçar la esperança de alcanzar su petiçiónsegunda hostia, proçedía en sus ruegos, prometiendo con el ayuda suya y de su preçioso hijo se tornó a abrir la pared como la enmienda. Entonzesprimera vez, la Madre de Misericordia volvió sus hojos al piadoso hijo que qual tenía en sus brazos teníaancho una bara, y suplicole que tuviese por bien el çimiento de piedra e cal hasta una tapia en alto. E quando la pared se consentir dar aquella personaabrió, que con tanto ahínco le pedíafue por el çimiento. Y quiso el dulçe Redemptor hizo de señas poderoso Dios que le plazíaeste milagro no fuese encubierto, y luego la Reyna de los Çielos estendió sus brazos y diole el Niño Jesuchristo. E la bienaventurada estendió el escapulario, porque sus manos le pareçían no heran dignas antes quedase muy señalado para tomar en ellas mientras el thesoro del Çielomonasterio durase, e resçiviole en sus brazos. E por aquella fue la señal que, quando se juntó la pared la postrera vez le gozó muy copiosamente a Él y a su bendita madre, la qual le habló por donde se acabó de çerrar quedó una piedra muy dulçemente, e le dixo: “Toma, hija, el preçioso fruto diferente de mis entrañaslas otras, por quanto quedó blanca e gózalepartida en tres partes, que estos son mis deleytes, darle como a manera de muy buena gana a los christianoscruz, y más a los que más me sirven e aman. Y assí te le encomiendo yo agora a ti y a todos sus amigos y míos que me le améys las otras piedras del cimiento están todas [fol. 19r19v] y sirváis, e tratéys muy bien, y no me le hiráys y lastiméys por vuestros peccados, porque Él es todo mi consuelo, y gloria y Señor del Çielo, y de la tierra; de todas las cosasmorenas. E por los humanos quiso ser niño chiquito e pobre, e padeçió mucha ambre, sed, frío, cansancio, las monjas del monasterio tenían siempre puesto un belo negro delante esta piedra en señal y quiso ser flaco, e llagado e doloroso, e sobre todo muerto. Aved compasión d’Él todos los humanos, pues por Él soys redimidos e hechos salvos”. E mostrava mucho sentimiento de los peccados e yngratitud hecha contra ella e su preçioso hijo, e ansí çesó por entonçes esta revelaçiónreverençia del milagro.
Estando Siendo esta bienaventurada en el confesionario a hora compañera de missa, e diziéndola en la yglesiaportera, tañeron las campanillas que querían alçar, y el confesor díxole que saliese tenía muy consolados assí a ver e adorar al Señor, y que él también yría los de fuera como a haçer lo mismo. Y como el coro y red estava lejos del confesionariolos de dentro, así por presto que ella salió, quando llegó al medio obras de un portal que está junto a la iglesiacaridad como por palabras, ya alçaban. Y hincose allí e consejos consolables y alumbradores de rodillaslas ánimas, con gran desseo y fervor de spíritu, e adorando allí al Señor, pues el qual offiçio no podía verle con los ojos corporales. Estando assí se apartava de hinojos, vio abrir la pared casi toda, a la larga, contemplaçión ni cesava de manera que vido el Sanctíssimo Sacramento, tener en su spíritu mucho gozo y le adoróconsolaçiones spirituales. Y vido quando respondía a los que llegavan al sacerdotetorno, pensava que le tenía en las manos, e toda la yglesia e las personas que en la misa estavan, e las conoció. E assí como huvieron alçadoheran ángeles del Çielo o sanctos o sanctas, según se juntó la paredendereçava su contemplaçión. E estando todavía Y el torno considerava que hera cuna o brezo de hinojos, medio enagenada de sus sentidos, quando se tornó a alçar la segunda hostia, se tornó a abrir la pared como la primera vez, la qual tenía oro muy resplandeçiente en ancho una baraque meçía al Niño Jesuchristo. Quando volvía el torno para dar o tomar alguna cosa, y el çimiento de piedra e cal hasta una tapia en alto. E quando la pared se abriómuchas vezes le aconteçía, fue por volviendo el çimiento. Y quiso el poderoso Dios que dicho torno con este milagro no fuese encubiertopensamiento, ver al Niño Jesuchristo, antes quedase con bulto muy claro y gesto muy señalado para mientras el monasterio durasealegre, e fue y dulçe y amoroso; la señal quehablava y consolava, quando se juntó la pared la postrera vez, por donde se acabó de çerrar quedó una piedra muy diferente de las otras, por quanto quedó blanca e partida en tres partes, como a manera y abastava de cruz, graçia y las otras piedras del cimiento están todas [fol. 19v] muy morenasdones divinales. E las monjas del monasterio tenían siempre puesto un belo negro delante esta piedra otras veçes veýa grandes revelaçiones en señal y reverençia del milagrola mesma portería hasta perder los sentidos corporales.
Siendo esta bienaventurada Hera tan humilde y paçiente en todas las cosas que le heran mandadas que le acaeçía algunas vezes dezirle la compañera de la porteraportería: “Trae recado para dezir misa”, tenía muy consolados assí a los de fuera y como ella hera sacristana, aunque ayudava a los de dentrola portera, llevava lo mejor que podía. E la compañera, no agradándose del hornamento, se le arrojava con enojo, así por obras de caridad como por palabrasy sin responder ninguna palabra le tomava, e consejos consolables y alumbradores de las ánimaslleva[va] otro, con el qual offiçio no y tanpoco se apartava contentava, de manera que la contemplaçión ni cesava de tener en su spíritu mucho gozo haçía yr y consolaçiones spiritualesvenir tres o quatro vezes. Y quando respondía a los que llegavan al tornotan paçiente yba la postrera vez como la primera. Oyendo palabras reprehensibles, e barriendo y adereçando la parte con mucha diligençia y limpieza, pensava e proveyendo todo lo que heran ángeles del Çielo o sanctos o sanctashera menester, según se endereçava su contemplaçiónvenía la compañera a la sazón y reprehendíala con mucho [fol. Y el torno considerava 20r] desabrimiento, diziendo: “¿Pensáys ahora vos que hera cuna o brezo de oro todo esto está muy resplandeçiente en que meçía al Niño Jesuchristobien hecho? Pues a mí no me pareze assí”. Quando volvía el torno para dar o tomar alguna cosaY con enojo e palabras injuriosas, quitando y puniendo de una parte en muchas vezes le aconteçíaotra, volviendo el dicho tornodeshaçía lo que estava hecho, y pisava con este pensamiento: ver al Niño Jesuchristolos pies lo que havía regado, con bulto muy claro y gesto muy alegrehechávale paja ençima, e haçíalo como lodo, diziendo: “Assí mereçe ello estar, y dulçe y amoroso; pues vos lo havéys hecho”. Entonzes la hablava y consolavabienaventurada, yncada de ynojos, dezíale: “Digo mi culpa, hermana mía. Ruegoos, y abastava por amor de graçia y dones divinalesDios, me perdonéys e perdáys el enojo, que yo me enmendaré”. E otras veçes veýa grandes revelaçiones Y en su secreto rogava mucho al Señor por ella, que la mesma portería hasta perder los sentidos corporalesconsolase su ánima.
Hera tan humilde y paçiente en todas las cosas que le heran mandadas que le acaeçía algunas vezes dezirle la compañera de la portería: “Trae recado para dezir misa”, y como ella hera sacristana, aunque ayudava a la portera, llevava lo mejor que podía. E la compañera, no agradándose del hornamento, se le arrojava con enojo, y sin responder ninguna palabra le tomava, y lleva[va] otro, y tanpoco se contentava, de manera que la haçía yr y venir tres o quatro vezes. Y tan paçiente yba la postrera vez como la primera. Oyendo palabras reprehensibles, e barriendo y adereçando la parte con mucha diligençia y limpieza, e proveyendo todo lo que hera menester, venía la compañera a la sazón y reprehendíala con mucho [fol. 20r] desabrimiento, diziendo: “¿Pensáys ahora vos que todo esto está muy bien hecho? Pues a mí no me pareze assí”. Y con enojo e palabras injuriosas, quitando y puniendo de una parte en otra, deshaçía lo que estava hecho, y pisava con los pies lo que havía regado, y hechávale paja ençima, e haçíalo como lodo, diziendo: “Assí mereçe ello estar, pues vos lo havéys hecho”. Entonzes la bienaventurada, yncada de ynojos, dezíale: “Digo mi culpa, hermana mía. Ruegoos, por amor de Dios, me perdonéys e perdáys el enojo, que yo me enmendaré”. Y en su secreto rogava mucho al Señor por ella, que la consolase su ánima.Estando esta sancta virgen un día negoçiando al torno, a deshora vido en él al Niño Jesuchristo. Y queriéndole ella tomar para se gozar con Él, tomole Nuestra Señora la Virgen Sancta María en sus braços. Y assímismo pareçió allí a deshora, y voló en alto con Él, y yba acompañada de muchedumbre de Ángeles, e todos yban tañendo y cantando, e haçiéndole muchos géneros de serviçios. E angustiándose mucho esta bienabenturada porque tan en breve se yban la madre y el hijo, hablola la clementíssima Reyna de los Çielos, diziéndola: “Hija mía, vente a la diestra parte de la casa, hazia adonde están las higueras, que allí me hallarás”. Ella, oyendo esto, desocupose lo más presto que pudo, y fuese para allá muy aquejadamente, mirando por todas las partes del corral, [¿apurada¿opuesto?] por ver si vería lo que su ánima desseava. En no viéndola, con mucha congoja se açercó hazia una parte do estava la caja casa del horno, porque allí le pareçía que oýa sonidos divinales. E habriendo la puerta, vido muy gran claridad, y entró dentro, y halló lo que con mucho fervor buscava, que hera a Nuestro Señor Jesuchristo y a su bendita madre con muche- [fol. 20v] dumbre de ángeles y huestes celestial. E prostándose en tierra, gozó de ynefables gozos e de hablas muy secretas. Y estava tan enagenada de sus sentidos de las cosas terrenales, e tan ocupada en los çelestiales, que la llamavan con la campanilla del convento acostumbrada pa para llamar a las officialas, e nunca lo oyó. E la humildíssima Madre de Dios la dixo ansí: “Hija, ve a la obediencia, que te an llamado tres vezes con la campanilla, e nunca la as oýdo”. Y esta bienaventurada, obedeçiendo el mandamiento de Nuestra Señora, fue luego adonde hera llamada. E haziéndolo lo más apresuradamente que pudo lo que le mandavan, tornose a yr a la dicha casa del horno, adonde se havía estado con Nuestra Señora. E quando vino al llamamiento de la campanilla, acatándola las religiosas el rostro, viéronsele muy resplandeçiente, e olieron muy suaves olores que traýa consigo. Y como tan apresurosamente se tornó a volver a la dicha casa, siguiéronla, e vieron cómo entrava allí y, escuchando, oyeron cómo hablava con Nuestra Señora, y dezía con muy grande humildad: “O, Señora mía, Madre de Dios, ¿cómo esta vuestra alta Magestad en [sic] tan humilde para conmigo, peccadora, que yéndome yo e dexándoos, mi Señora, qual volví os torné hallar aquí?”. E la Reyna de los Çielos la respondió, diziendo: “Hija mía, hallásteme porque fuiste a cumplir la obediencia, de la qual mi hijo y yo somos tan amigos, que Él por ella desçendió del Çielo, e passó muerte y passiónPassión; e yo también, por la mesma obediencia, mereçí ser Madre de Dios, porque es de gran mereçimiento el fruto de la obediencia, e resçívela Dios por açertable beneffiçio, y son bienabenturados los que a Dios y a sus mandamientos obedeçen”. E assí se supo esta revelaçión, que de ella no pudo ser encubierta.
Estando esta bienaventurada [fol. 21r] en el offiçio de la portería, vino a ella una religiosa, la qual tenía mucha neçessidad de alguna refeçión corporal, con yntençión de pedille alguna cosa de comer para su neçessidad, y hallola hablando con otra religiosa. Y viendo que no havía dispusiçión para la poder hablar, volviose disimuladamente y, pasando un poquito de yntervalo, desocupándose, supo por graçia de Dios la neçessidad que aquella religiosa tenía, y lo que le yba a pedir. Y tomando en su manga lo que que le pareçió havía menester, fue a buscarla al convento, e llegándose a ella diole lo que llevava, e díxole: “Tomad, hermana, lo que me ýbades a pedir denantes”. Y la religiosa, muy maravillada, diole graçias por la caridad que le haçía, e díxole: “Gloria sea a Dios, que os lo reveló, que yo no lo he dijo a ninguna persona”.
Estava una religiosa enferma de tercianas, e tenía devoçión e pensamiento que si comía alguna cosa de lo que esta sancta virgen mordiese, se le quitarían las çeçiones. Y estando con el açidente de la çeçión, entró donde estava, e Dios, que lo quiso, havía resçivido alguna refecçión corporal. E tomando la enferma secretamente un poquito de pan de lo que ella havía tomado en su mano e mordido, comiolo con mucha devoçión, e luego a la hora se le quitó esta çeçión y calentura, que no le vino más. A esta misma religiosa le vino una enfermedad muy reçia y peligrosa, y fue que le nasçieron dos caratanes en los pechos. Y encomendose con mucha devoçión a esta bienaventurada que rogase a Dios por ella, y ella le respondió lo haría con mucho cuydado, aunque yndigna, e mandole reçar çierta devoçión e poner ençima unos pañitos de agua bendita. Y assí, fue sana y guareçida desta enfermedad, por la misericordia de Dios e ruegos desta bendita sancta.
Viniendo una muger en romería a la sancta yglesia de Nuestra Señora de la Cruz [fol. 21v] traýa vna hijita suya muy enferma de muy gran mal de coraçón, y habló con esta sancta virgen, rogándole que metiese luego en el monasterio a aquella niña e la santiguase, e le pusiese la mano sobre el coraçón. Y ella lo hizo ansí, por la caridad como la muger lo pedía, y santiguándola rogó a Dios por ella. Y plugo a su Divina Magestad que la niña fue sana y guareçida de aquella enfermedad.
Dezía muchas veçes esta bienabenturada que, quando comía o vevía, tomava gusto en aquel manjar corporal, pues savía ella Dios hera todas las cosas, y en todas las cosas le podía hallar. Y con este pensamiento y contemplación que siempre tenía puesto en Dios, en cada bocado que comía o trago que vevía hallava dulçedumbre y gustos divinales; tanto que, estando muchas vezes comiendo corporalmente, se arrovaba en spíritu, hasta ver los secretos çelestiales y la visión de Dios e los spíritus angélicos.
E creçió tanto en esta graçia de elevarse y perder los sentidos corporales con el gusto spiritual que , donde fuera que aquella graçia le tomava, se quedava como muerta, aunque muy hermosa; , aora fuese en el coro o refitorio, o en otro qualquiera lugar de la casa, a qualquier hora del día o de la noche que hera la voluntad de Dios, e muy a menudo, y no a una hora, ni breve el spaçio de tiempo que estava elevada, mas tres horas, y cinco, y siete y doze −esto al prinçipio de sus elevaçiones−. E andando el tiempo, diole Nuestro Señor muy copiosamente esta graçia, que estava un día y una noche, e algunas vezes quarenta oras. Y la primera vez que esta bienabenturada se elevó delante el convento fue a siete años de su bien empleada religión. E todas las religiosas vieron en ella muy grandes mutaçiones, las quales en ninguna de sus elevaciones, que adelante muy continuas tuvo, nunca más en ella fueron vistas. Viéronla propiamente como difunta, assí en el gesto y ojos e labios como en el descoyuntamiento [fol. 22r] de todos sus miembros, lo qual adelante nunca más tuvo cosa de aquella manera; antes en aquellos tiempos e ratos estava muy más hermosa y colorada que quando estava en sus sentidos.
Después que fue tornada, ymportunáronla mucho las religosas les dixese qué hera lo que havía sentido. Y ella, por entonçes, no les dixo ninguna cosa, hasta passados algunos días que, hablando con el sancto ángel su guardador, le dixo quán ymportunada hera de sus hermanas las religiosas, les respondiese a tal pregunta que le havían hecho. E dada por el sancto ángel la liçençia de voluntad de Dios, les dixo esta sancta virgen: “Señoras, quiero satisfazer vuestro desseo, pues desseáys saver qué es lo que vi y sentía aquella vez que dezís que acá en el cuerpo estava muy demudada, a manera de muerta. Yo me vi en un lugar escuro, donde huve mucho temor, y apareçió allí un ángel lleno de resplandores, que alumbró aquellas tinieblas, al qual después acá he conoçido que hera el sancto ángel mi guardador. Empero no le osé hablar ni preguntar, mas mirávale, que se gozava e deleytava mi ánima de verle tan hermoso. E conoçiendo él el demasiado temor que yo tenía, hablome, diziendo: ‘No ayáis miedo ni temor’. E dicho esto, acatome, y mirándome, como que lloró. E por entonçes no vi más, sino tornome acá. Pero como otras vezes le he visto y hablado, y perdido el temor, e cobrale entrañable amor, porque es de muy dulçe conversación. E suplicándole, le pregunté me dixese por qué havía llorado aquella primera vez que le vi en la escuridad, que entonçes de temor e reverençia suya no se lo osé preguntar, e respondiome, diziendo: ‘Por compasión que huve de ti, lloré de verte cercada de muchas persecuçiones que has de tener. E te as de ver en ellas así de enemigos spirituales, que son los demonios, como temporales, que son las criaturas de la tierraTierra, e de muchas enfermedades y maneras de tribulaçiones que as de pasar; e de ver que tu spíritu estava [fol. 22v] fuera de tu cuerpo, y hera voluntad de Dios que tornases a él’. E yo preguntele: ‘¿Pues cómo, señor, dize, si allá en la tierra Tierra que los sanctos ángeles no pueden llorar, y vos , señor, dezís que llorasteis? Y a mí así me pareçió que lo vi’. Respondió: ‘No te maravilles, que assí como el Señor nos da poder e liçençia que tenemos estos cuerpos con que pareçemos los mesmos ángeles como en bulto humano, assí Él nos da liçençia e poder que mostremos algunas veçes sentimientos como de dolor, con vestigios de lágrimas, en tiempos y cosas convenientes, a compasaçión y charidad como es aver compasaçión de la pasión de Nuestro Señor Jesuchristo; o quando vemos que se van las ánimas de los christianos al infiernoInfierno, en espeçial aquellas que el poderoso Dios nos da en guarda, e las tenemos en nuestro cargo; o quando vemos la sancta Yglesia e sancta fe cathólica seca, e quando vemos que ay muchos pecados, e las personas christianas del mundo están en ellas olvidando a su Dios de estas tales cosas, havemos muy gran compasión los ángeles, e lloramos por ello quando Dios quiere. E verdaderamente te digo que si el Señor Dios fuera servido, no quisiera yo que más desde aquel día te mandara su Su Magestad tornar al cuerpo. Supliquelo a su muy alta grandeza, e respondiome: ‘Déxala, que ansí la quiero yo que vaya y venga. Y quiero ver qué muger será, y como peleará hasta que venga su ora’. Yo, vista la voluntad divinal, callé en aquel caso. Y supliquele, pues hera servido , tuvieses toda tu vida esta graçia de elevarte, no fuese con tanto trabajo, como fue la primera vez. Su Divina Magestad me lo otorgó, y que antes sería con demasiado gozo, e otras veçes con amor e compasión suya. E dende aquella hora tuve, e tengo, e terné mucho cuydado de ti, e procuraré de te consolar con mucho cuydado e todas mis posibilidades, e quanto fuere la voluntad de Dios de me dar liçençia’liçençia’”.
Tuvo esta bienabenturada, al prinçipio de sus elevaçiones e graçia, mucha angustia y tribulaciones. Como heran tan copiosas, algunas personas se escandaliçavan de verla, e la angustiavan e molestavan con palabras. [fol. 23r] E quexándose ella a su sancto ángel, le rogava la ganase de Dios la desatase presto de la carne, que no podía sufrir tantas adversidades e presecuçiones porque, según hera de flaca, tenía temor de perder la paçiençia. Y él la consolava en muchas maneras, dándole muy sanctos consejos e avisos, y diziéndole que por eso la mandava el Señor tornar en sus sentidos a ratos e tiempos, para que pelease e padeçiese penas en el mundo mientras venía su hora. Ella le dixo: “Señor, ¿qué hora es esta que algunas veçes me diçe vuestra hermosura?”. El sancto ángel la respondió: “La hora de que te hablo es la hora de la muerte, que es salir el alma del cuerpo para nunca más tornar a él, hasta el final juyzio”. La sancta virgen le tornó a preguntar, diziendo: “Señor, ¿quando será esta mi hora?”. El sancto ángel, oýda la pregunta, le respondió: “No tengas cuydado de preguntar tales cosas, sino déxate en las manos de Dios, tu criador, e consuélate con su amor, e con sufrir e padeçer por amor d’Él todos los tormentos e angustias que te tuviere por bien de darte”.
Ymportunándola las religiosas les dixese de qué manera o dónde estava quando se elevava, ella les dixo, por las consolar, la lleva su sancto ángel por la voluntad de Dios e la ponía en un asentamiento a manera de sepulchro. Y aquel lugar donde la ponía estava como entre términos, e deçía: “Para que mejor lo entendáis, está, señoras, como arrabal o çiudad, salvo que el valor y preçio de los edifiçios que allí son hechos e[s] sin número e sin comparaçión, e la hermosura de toda aquella sancta gente es muy maravillosa, e yncomprehensinble, y en cada una dellas havía mucho que contemplar. E los muros, y paredes y edificios, no embaraçan para no poder ver lo que dentro está y se haçe, porque todo, o mucha parte de lo que en aquella gran çiudad se haze, se puede ver y gozar en aquel lugar donde yo estoy. Quando Dios me lo quiere mostrar por su grande misericordia e bondad, paréçeme que todos los miembros de mi cuerpo, dende la caveça hasta los pies, estoy llena de ylos como de alambre, muy delgados [fol. 23v] y muy resplandeçientes, y no palpables, y no puedo yo comprehender de qué espeçie sean, salvo que veo que desçienden todos haçia bajo, e se asen o nazen de los miembros de mi cuerpo. Y con estos y con los [o¿o?] rrayos estoy toda pressa, que no me dexan yr adonde quiero, sino adonde me ponen o mandan estar. Y desta manera de asimiento no veo yo a ninguna persona de aquellos sanctos reynos; antes están todos libres e desatados, e pueden muy bien andar e gozar donde quiera que quieren. Y estos rayos que me tienen asida desde el spíritu hasta el cuerpo, es figura que aunque yo estoy donde Dios quiere poner mi spíritu, no estoy del todo difunta, ni arrancada mi ánima del cuerpo, y por esto no gozo de la livertad que los bienabenturados tienen, que ya son salidos de esta vida. Y esta manera de asimientos y rayos que en mí veo no me dan ninguna pena ni dolor, ni estorvan a menearme holgadamente mis miembros quando quiero y como quiero, ni son para más −aquella señal de aquellos rayos− de estar yo por mandamiento y voluntad de Dios señalada, que vean cómo aún no soy difunta, ni mi ánima arrencada del todo de mi cuerpo.
“El ”El lugar donde el sancto ángel me acostumbra poner es muy hermoso, y luçido e resplandeçiente, e claro, e todo muy bien pintado y entallado, e más valorado y estimable que de oro ni de piedras preçiosas; y este sepulchro tan resplandeçiente, no penoso, sino como asentamiento de gradas, muy apuesto y glorioso y alegre. E cada cosa que veo en aquellos sanctos reynos, todas son labradas y entalladas por maravillosa manera y admirables hornamentos, según su speçie de cada cosa apuestos, de claridad sin comparaçión; tantoque, que mejor que en espejos muy claros, se puede cada persona ver a sí mesma en el suelo o en cada uno de los edifiçios que mirase se vería, e todas las cosas çelestiales que deseasen ver. Y desta mesma claridad y resplador son todas las bestiduras de qualesquier colores o matizes que son. E más claros que el sol, en muchos grados, son todos los bultos de las personas que en aquel sancto reyno moran.
“De ”De las façciones y gesto que me preguntáys os diga de mi sancto ángel, paréçeme que no ay cosa en la tierraTierra, por hermosa y preçiada que sea, a que se pueda comparar. Es muy hermoso doncel, e muy más resplandeçiente que el sol blanco, e colorado e rubio, [fol. 24r] e muy claríssimo e de muy suaves olores, e de bulto muy preçioso, e de gesto muy sereno, e grave persona de muy gran reverençia y dignidad. Tiene alas de muy gran resplandor e ligereza, e de muchas colores y pinturas, las quales no le nasçen de las vestiduras, mas de su mesma persona, y assí como a todos los otros sanctos ángeles les nasçen las alas de sí mesmos. La bestidura del sancto ángel mi guardador es de ynestimable valor, e de yncomparables colores e labores. Yo le veo bestido de muchas maneras. Mas direos los motes que trae vordados en ellas, con los quales yo mucho me consuelo: tiene en su caveça corona e diadema más preçiosa que de oro, çercada de piedras preçiosas, y en la frente una cruz esmaltada, hecha a manera de joyel con letras a la redonda, que dizen: ‘''consiteantur confiteantur omnes lingua quoniam [Christus?] et rex est Rex angetor''’. E trae otras letras borradas en la vestidura, ençima del pecho, que dizen: ‘spiritus ‘''spiritus sancti illuminet gratia sensus de corda vestra’vestra''’. Y en la manga del brazo derecho trae bordada de pedrería la señal de la cruz, con pie e con ramos muy hermosos, que adornan toda la manga y la cubren; y el pie de la cruz haçia la boca de la manga, y la altura della haçia el hombro con letras y en lo alto, en la mesma cruz, que dizen: ‘''ecce cruçem Domini fugite partes adverso''’. Y en la manga del braço siniestro trae bordada la mesma divisa de la sancta cruz, con los clavos y todas las ynsinias de la passiónPassión, con letras que diçen: ‘''dulce ‘dulce lignum, dulces clavos, dulce [¿ponduos?] pondus substinet, quo sola fuiste digna portare talentum animas''’animas’. Y en el calçado de los pies trae labradas de pedrería letras que dizen: ‘''quam pulchri sunt gressus tui filia prinçipis''’. Y en el calçado de ençima de las rodillas, letras muy hermosas, que diçen: ‘''flectamus genua levare''’. Y ençima de los muslos, otras letras, que diçen: ‘''çelestium terrestium [¿de?] de infernorum''’. Y las mesmas ynsignias de la sancta cruz, y los clavos, e todas las armas de la sagrada passión, Passión trae pintadas e dibujadas por muy rica manera en un lindo pendón. E junto con ello, trae figurada e dibujada la ymagen de Nuestra Señora con el Niño Jesús en los braços, e de otras maneras e misterios, ansí como quando Él y Élla estavan acá en la tierraTierra, e como después que [fol. 24v] entrambos subieron a los Çielos; en espeçial la trae pintada como ella está en su trono real, sentada y çercada de vírgines, y sanctos e ángeles, que la están sirviendo. Y estos motes y armas tan preçiosas son assí para defensión de las ánimas que él tiene en guarda, como para el provecho de las de purgatorioPurgatorio.
“E ”E también los sanctos ángeles apreçian de adornar sus personas e bestiduras de las ynsignias e armas con que su Dios y Criador hizo la obra de la redempçión. Las ánimas que están en purgatorio Purgatorio se goçan mucho con su visitación, y se recuerdan de su Dios en los tormentos que padeçe. Este mi sancto ángel siempre anda envuelto, e otras vezes de hinojos, y también en buelo véole venir algunas vezes, e desçender de alto haçia el lugar que yo estoy. E quando desçiende, viene assentado en un trono, y en silla, y en buelo por el ayre, y es todo muy rico y resplandeciente, e adornado e de muchas pedrerías, e trae en su mano algunas vezes a manera de çetro muy preçioso, e otras vezes trae un ynstrumento con que tañe de tan admirable espeçie que en solo tocalle haçe qualquier son e armonía que quiere haçer quien le tañe. Dize las palabras como las puede dezir y cantar qualquiera persona humana, pero muy más suaves y deleytosas de oýr. Múdase este laúd en otros instrumentos, los quales todos haçen muy acordado e deleytoso son, según cada uno en su speçie. Este mi sancto ángel no es de los ángeles de dos alas guardador, es de las almas, porque él es de más alto choro: las alas que yo le veo quando él me lleva entre ellas, algunas vezes son seys, e ocho, e diez. No se le encomiendan todas ánimas, sino algunas señaladas, porque yo sé tuvo a cargo a señor Sant Jorge, y al rey David, y al señor don Gregorio, e a otros sanctos singulares.
“A ”A las ánimas de dignidad e sanctidad, dáseles ángel prinçipal, y él tiene muchos privilegios, y assí les he oýdo yo llamar en el Çielo a los sanctos ángeles e sanctos. E si ángel privilegiado, tiene liçençia de Dios de responder a algunas preguntas que le fueren fechas de las personas de la tierra Tierra por interçessión de mí, su yndigna sierva, o por las otras ánimas que a tenido a cargo, y estas respuestas se entienden en quanto fuere la voluntad de Dios. De todos los nueve choros [fol. 25r] de los ángeles, tiene graçia y don singular: el amor e abrasamiento de los seraphines, la sçiençia y conoçimiento de los cherubines y el serviçio y adoraçión de las dominaçiones, e la holgança de los tronos y el mando de los prinçipados, e la pelea de las potestades, e la oraçión e caridad de las Virtudes, e la revelaçión de los archángeles, y el offiçio de los ángeles.
“Tiene ”Tiene otros muy grandes e singulares dones −los quales no digo− dados de la mano de la muy poderosa Trinidad, la qual le dotó como pudo y quiso, y le inflamó en su divino amor. Tiene offiçio de ayudar a las ánimas de purgatorioPurgatorio, yéndolas a visitar y consolar. Por los méritos de la muerte y passión Passión de Nuestro Señor Jesuchristo, e mereçimientos de su sancta Madre, sácalas a fiestas e líbralas de las penas, e defiéndelas de los demonios, e por eso anda bestido e adornado de tan ricas libreas, e guarneçido de tan preçiosas armas. Así como los demonios le sienten venir e le ven alçar el brazo derecho con la señal de la sancta cruz, van todos huyendo e aullando, y dando muy espantosos gritos e gemidos, a manera de canes mordiendo de unos a otros.
“E ”E muchas vezes sé que va al socorro e ayuda de las ánimas e personas que están en pasamiento, llevando consigo otros muchos ángeles que le ayuden a defender aquella persona que en tan gran batalla está de tentaçiones de los demonios. E algunas veçes le digo yo, quando son difuntos mis devotos y personas que se me an encomendado, que tienen conocimiento de mí por oýdas o parentesco de vosotras, señoras, o personas que os conoçen, de las quales si son difuntas algunas dellas, o están en tribulación; , e le digo yo que se acuerde de tal persona, que es difunta, o de tal, si es viva, que está angustiada, respóndeme: ‘Ya yo he hecho lo que he podido’. Y si es difunta, dize: ‘Yo fuy a su muerte e pasamiento, e llevé conmigo otros sanctos ángeles, e la acompañamos e libramos de peligros hasta que fue juzgada, y tengo cuydado della hasta que esté en descanso’. E yo le digo: ‘Pues nunca, señor, se la havía yo encomendado a vuestra hermosura’. Respondiome: ‘No es menester que tú me la encomendases, que para esto basta la charidad que mora en los ángeles, e saber yo tiene memoria de ti aquella persona, o conoçían a tus hermanas, o tienen deudo con ellas para haçer yo toda imposivilidad’”.
Dezía esta bienabenturada: “Yo sé, y aún aun por vista, que las personas que por mí tienen interçessión, tienen devoçión a este mi sancto ángel, de que son passadas de esta vida y están en purgatorioPurgatorio, y las va él a visitar. Aunque , aunque va entre otros muchos sanctos [fol. 25v] ángeles, le conoçen y le dizen: ‘Paréçeme, señor, me da en el spíritu, aunque yo no os he visto ni nadie me lo a dicho, que soys el ángel guardador de una persona que vive en la tierraTierra, que se llama Juana de la Cruz’. Él le responde: ‘Verdad diçes, ánima, que yo soy, y de la mano del poderoso Dios te viene ese conoçimiento’. Ellas, entonçes, yncosen yncose[n] de hinojos dándole graçias por los bienes que les ha hecho, y les suplican no las olvide.
“Quando ”Quando me lleva mi sancto Ángelángel, veo algunas vezes muchos demonios, e házenme algunos dellos muchos enojos y miedos. Entonçes, mi sancto ángel esgrime con una espada muy rica que traýa, y ellos, viéndole esgrimir la espada, [u]yen todos, y en un muy gran miedo, e tiemblan, porque él pelea con ellos e los yere, e tiene él solo más poder para pelear e vençer que muchos demonios juntos. Trayéndome una vez mi sancto ángel de la mano, vi a deshora muchedumbre de demonios de muy espantables figuras, de diversas maneras, e venían hablando entre sí unos con otros, diziendo: ‘Mirad estos garzones bolanderos e resplandeçientes, en qué se andan aquí, quitándonos nuestras almas, que contino andan cargados como alquilados, acarreando ánimas christianas a Dios e buscándoselas de todas las maneras que pueden, en especial este que va aquí delante, que es un rapa almas, que no le basta lo que haçe con la suya que Dios le dio en cargo, mas otras muchas nos quita, assí de personas vivas como difuntas dentre las unas, y las perdemos por los ruegos que él haze a Dios, e por los consejos que él les embía con aquella que allí va con él. Mas nosotros procuraremos de hechar nuestro estiércol en sus ojos quando estén más limpios, y assí les ensuçiaremos sus almas, que son nidos de Dios. Mas este su Jesuchristo a todos sus christianos dexó redimidos, y aún aun hasta los niños chiquitos dexó redimidos, que no se los pudiésemos quitar, y assí nos los arrebatan todos quantos ellos quieren e pueden’. E diziendo los demonios estas e otras muchas palabras contra Dios e los sanctos ángeles, e contra los buenos christianos, volvió contra ellos mi sancto ángel, esgrimiendo su muy luçida espada, e yriéndolos muy reçiamente, dezía: ‘Anda ahora, Demonios demonios malinos, traydores, que vosotros os ys [sic] a reñir lexos, que nosotros los ángeles que tenemos las ánimas en guarda no somos sino ayos de los hijos e hijas del Rey del Çielo, e como fieles siervos y leales amigos procuramos de le acarrear todas las ánimas que son suyas e quitarlas a cuyas no son’. E assí fueron [fol. 26r] los demonios uyendo y dando muchos aullidos”.
===Capítulo V===
'''Cómo esta bienabenturada tenía graçia de ver y oýr las cosas ynvisibles e que muy lejos acahazían'''
Dezía esta sancta virgen algunas vezes las cosas que savía por graçia de Dios, antes que acaeçiesen, para escusar daños de los próximos e offensa de Dios. E oýa muchas veçes las cosas que hablavan las personas que estavan muy ausentes della, y aun lo que havían hecho, y esto no tan solamente lo savía estando elevada, mas en sus propios sentidos lo savía e sentía. Veýa las cosas que pasavan e se haçían lejos, y para verlo no la estorbavan muchas partes ni edifiçios. Acaesçíale, estando ocupada en cosas de la obediençia, oýr el officio divino que se reçava en él. E hera oýr la missa de la yglesia víspera de la sancta rresureçión, estando en su çelda, la qual estava apartada de la yglesia, quando tocaron las campanas que dezía la ''Gloria in exelçis Deo'', hincándose ella de hinojos para dar graçias a Nuestro Señor e adorarle desde allí, oyó los cánticos e çeremonias que se haçían en la sancta iglesia, e vido a Nuestro Señor Jesuchristo como quando salía del sepulchro, muy hermoso e alegre, e florido e resplandeçiente, e muchedumbre de ángeles çercados de su Real Magestad, que le adoravan e serbían de muchas maneras de servicios, e tañían y cantavan muy dulçemente. Y entre otras muy altas cançiones que deçían en nuestro lenguaje y en otros, los quales deçía ella no entendía, oyó por aquella vez unas palabras a los sanctos ángeles, que deçían en voz de cántico:
“Ya sale el Rey y los ángeles con Él,
ya sale el Rey de sepulchro sancto,
con alegre gesto y bulto muy claro,
con alegre gesto y muy claro bulto
el mundo tiene ençerrado en su puño,
con alegre gesto y bulto muy claro ,
el mundo tiene en su puño ençerrado”.
Estando elevada esta bienabenturada, vido a Nuestra Señora la Virgen Sancta María que venía hazia donde ella estava, y traýa en los sagrados braços el Niño Jesús, hijo de Dios e suyo. Venía acompañada de muchedumbre de ángeles e vírgines. Viéndola tan çercana, assí suplicole con grande humildad [fol. 26v] y soberano desseo rogase a su preçioso hijo la quisiese tomar por esposa, aunque ella no fuese digna de tan gran niño. E la Reyna de los Çielos e Señora Nuestra le dixo le plaçía de rogarlo a su preçioso hijo, y no solamente suplicó a la madre para con el hijo, mas a los sanctos ángeles e vírgines que la ayudasen a suplicar a su Divina Magestad le otorgase el don que le pedía de tomarla por su esposa, e para ello darle su palabra e mano, e todos respondieron les plaçía. Yncontinenti, yncaron los hinojos, y suplicaron a su divina clemençia Divina Clemençia del poderoso Dios otrorgase otorgase aquella persona la tan loable y desseada petiçión que demandava. Y estando todos en esta esclamaçión, el dulce Niño Jesús volvió sus ojos de misericordia hazia esta bienabenturada, con gesto muy alegre e amoroso, e mirándola, e díxole palabras muy entrañables, hablando a manera de niño muy graçioso, diziendo: “Pláçeme de ser tu esposo, e de tomarte por amiga y esposa”. Y estendió su mano poderosa, e diósela a ella en señal de desposorio, e mostrole señales de amor. E la bienabenturada tornó a su torno a suplicar a la Reyna de los Çielos que, pues su dulçe hijo havía tenido por bien de la tomar por esposa, su clemençia se la quisiese dar para lo tener en sus braços como a señor y a esposo suyo, e se goçar e consolar con él. Nuestra Señora le dixo le plaçía, e se le dio luego a ella en sus braços. E dándosele, habló a su preçioso hijo, diziendo: “Muy dulçe y amado hijo mío, pues havéys tenido por bien de tomar a esta persona por esposa, e os humillastis a haçer tan copiosa virtud, bien será, hijo mío, le déys alguna empresa, en señal del fiel desposorio e amor que le tenéys”. Y el dulçe Jesús hiço de señal a la sagrada madre que le plaçía, e que le diese ella de su mano alguna cosa para aquella su esposa. Nuestra Señora la Virgen María sacó de su preçioso dedo una sortija, e diola al sagrado hijo para que él de su mano la diese a su esposa. Y ansí fue hecho, que el mesmo Niño Jesús se la dio e puso en su mano.Acaeçió que, yendo camino un padre compañero del confesor de las monjas del monasterio en que esta bienaventurada morava, por olvido llevose en la cuerda la [fol. 27r] llave de la capilla donde Nuestra Señora se havía apareçido, porque allí está el altar mayor y deçía contino la missa. Las monjas, no pudiendo oýr missa por la falta de la llave, fueron con mucha pena a la sancta virgen que rogase a Dios apareçiese la llave, que no savían si el padre se la avía llevado o si hera perdida, que estavan desconsoladas por la falta de la missa. Ella dixo le plaçía de rogar a Dios la deparase, y estando aquella noche recogida adonde acostumbrava estar, e con ella dos religiosas, a la hora de las nueve o diez, a deshora sonó un golpe de cómo la llave cayó de alto en el suelo, en presençia de aquellas religiosas que con ella estavan, que lo vieron y oyeron. La bienaventurada riose de ver caer la llabe en el suelo, porque veýa muy bien el que la traýa, que hera su sancto ángel, que por los ruegos della e consolaçión de las religiosas la tomó al padre de la cuerda e la traxo, porque no perdiesen de oýr misa. Dixo la bendita sancta a una de aquellas religiosas: “Levantaos, hermana, e toma aquella llave”. Y assí fue visto e savido este milagro. Estando el dicho padre en el camino, vido cómo llevava en la cuerda la llave, e huvo pena de la falta que en el monasterio había. Pero quando vido que la llevaba, hera ya noche, que se fue acostar, y quando a la mañana se levantó mirose acaso la cuerda e vido cómo le faltava la llave. Maravillose dello, y dende a días, quando tornó al monasterio, contó a las monjas lo que havía aconteçido con la llave, y por semejante ellas le contaron cómo a deshora, tal día en la noche, la vieron caer en la çelda de la madre Juana de la Cruz. Y assí dieron graçias a Dios por el milagro.
Acaeçió Perdiose un asno con que, yendo camino un padre compañero del confesor traýan las cosas de las monjas del provisión al monasterio en que esta bienaventurada morava, por olvido llevose en la cuerda la [fol. 27r] llave de la capilla donde Nuestra Señora se y havía apareçidodos días que hera perdido, porque allí está el altar mayor y deçía contino la missae le andavan a buscar e no le podían hallar. Las monjas, no pudiendo oýr missa por la falta de la llave, E fueron con mucha pena a la sancta virgen esta bienabenturada que rogase a Dios apareçiese la llave, que no savían si el padre se la avía llevado o si hera perdidapareçiese, que estavan desconsoladas por la falta havía mucha neçessidad de la missa. Ella dixo le plaçía de rogar a Dios la deparaseçiertas cosas, y no havía en qué las traer. Y ella respondió lo haría. Y estando aquella noche recogida adonde en esto, elevose como acostumbrava estar, e con quando tornó en sus sentidos, preguntó si hera pareçido el asno. Respondieron las religiosas que no. Entonçes dixo ella dos religiosas: “Pareçido es, e presto vernán con él”. Y dende a la hora de las nueve o diezpoco espaçio, vinieron los que le havían ydo a deshora sonó un golpe buscar e le traxeron bueno [fol. 27v] e sano. Y de cómo la llave cayó esta calidad de alto saber cosas occultas y depararlas el Señor por sus ruegos acaesçió muchas vezes, no solamente en el suelomonasterio, en presençia de aquellas religiosas mas a otras personas que con se venían a encommendar a ella estavan, . Pasados dos años que lo vieron y oyeron. La bienaventurada riose en esta bienabenturada se vido públicamente la graçia de ver caer elebarse, la llabe en el sueloqual tuvo muy continuamente toda su vida, porque veýa plugo al muy bien el poderoso Dios dotalla de otra muy copiosa graçia e don maravilloso: que la traýa, que hera estando ella así elevada en aquel rato, enagenada de sus sentidos, hablava por su sancto ángelpropia lengua el Spíritu Sancto cosas muy maravillosas, que por los ruegos della e consolaçión de altas e provechosas a las ánimas, assí para las religiosas de la tomó al padre casa como para las personas de la cuerda todos estados, e condiçiones e offiçios mayores y menores que la traxovenían a oýr, porque no perdiesen de oýr misae goçar e aprovecharse dello. Dixo la bendita sancta a una Oýanla frayles de aquellas religiosas: “Levantaosalgunas órdenes, predicadores e letrados, hermanae abades e canónigos, e toma aquella llave”. Y assí fue visto obispos e savido este milagro. Estando arçobispos, y el dicho padre en el caminocardenal de España don fray Francisco Ximénez, de gloriosa memoria, vido cómo llevava en e los ynquisidores de la cuerda la llaveSagrada Ynquisiçión, jueçes della, e condes, e duques e marqueses, e cavalleros muy graçiosos, e huvo pena señores e todos otros estados, assí de la falta hombres como de mujeres, que este misterio vieron e oyeron, y estuvieron en el monasterio habíaél presentes. Pero quando vido que la llevaba, Veýan cómo estava esta bienabenturada bestida e tocada de religiosa como lo hera ya noche, que se fue acostar, y quando a hechada sobre una cama de la mañana se levantó mirose a caso manera que las religiosas la cuerda ponían, e vido cómo le faltava la llave. Maravillose dellosus braços puestos a manera de persona recogida, y dende a díasel cuerpo como muerto y los ojos çerrados, quando tornó al monasterioy el gesto muy bien puesto e muy hermoso, contó resplandeçiente a las monjas lo que havía aconteçido manera de lleno e redondo. Esto tenía quando la graçia del Spíritu Sancto hablava con la llaveella, y por semejante ellas que de su natural le contaron cómo a deshora, tal día en la noche, la vieron caer en la çelda de la madre Juana de la Cruz. Y assí dieron graçias a Dios por el milagrotenía aguileño.
Perdiose un asno con que traýan las cosas de provisión al monasterioE quando esta graçia le dava el Señor, y havía dos días primero se elevava en el lugar que hera perdidoaquella graçia le tomava, e le andavan a buscar las monjas la tomavan en los brazos e no le podían hallarla ponían sobre una cama. E fueron a esta bienabenturada que rogase a Dios que pareçiese, que havía mucha neçessidad de çiertas cosasaý un poco de interbalo, y no havía veýan en qué las traer. Y ella respondió lo haríaseñales que veýa al Señor. Y estando Algunas veçes le veýa como en estola humanidad, elevose como acostumbravaquando andava por la Tierra, e quando tornó en sus sentidos, preguntó si hera pareçido el asno. Respondieron las religiosas que no. Entonçes dixo ella: “Pareçido es, como después de resuçitado e presto vernán con él”. Y dende subido a poco espaçiolos Çielos glorificado, vinieron los e de todas las maneras que Dios hera servido de se le havían ydo a buscar e le traxeron bueno [fol. 27v28r] e sanomostrar. Y de esta calidad de saber cosas occultas y depararlas el Señor por sus ruegos acaesçió muchas vezesE oýase cómo le llamava estando elevada, no solamente en el monasterio, mas a otras personas como haçe la persona que se venían a encommendar a ella. Pasados dos años la ve otra de lejos quiriendo que en esta bienabenturada se vido públicamente le llegue çerca, e oýrse la graçia voz de elebarseesta bienabenturada quando estava elevada, la qual tuvo muy continuamente toda su vida, plugo e veýa al muy poderoso Dios dotalla de otra muy copiosa graçia Señor e don maravilloso: le llamava. E ver los movimientos quehaçía con los braços, estando ella así elevada en aquel ratocausava no estar desatada el ánima del cuerpo, enagenada de sus sentidos, hablava que por su propia lengua el Spíritu Sancto cosas muy maravillosas, e altas e provechosas a las ánimas, assí para las religiosas de la casa como para las personas de todos estadoscuerdas que bajavan del spíritu al cuerpo veýan los movimientos, e condiçiones e offiçios mayores y menores que se oýa la venían a oýr, e goçar e aprovecharse dellovoz quando ella llamava al Señor Dios todopoderoso. Oýanla frayles de algunas órdenes, predicadores e letrados, e abades e canónigos, e obispos e arçobispos, y O quando su Divina Magestad le dava el cardenal resuello de España don fray Francisco Ximénezsu Spíritu, de gloriosa memoria, e los ynquisidores de se oýa la voz por la Sagrada Ynquisiçión, jueçes persona della, e condes, e duques e marqueses, e cavalleros muy graçiosos, e señores e todos otros estados, assí de hombres como de mujeresse oye por una zerbatana quando vna persona habla a otra, que este misterio vieron e oyeron, y estuvieron en él presentes. Veýan cómo estava esta bienabenturada bestida la qual hera tan poderosa e tocada de religiosa como lo hera, y hechada sobre una cama tan gran doctrina para la salvaçión de la manera que las religiosas la ponían, ánimas e sus braços puestos reprehensible a manera de persona recogida, y el cuerpo como muerto y los ojos çerradospecados que todos quantos lo veýan e oýan, y el gesto muy bien puesto e muy hermosopor grandes letrados que fuesen, resplandeçiente a manera de lleno se maravillavan e redondo. Esto tenía quando la graçia quisieran estar tan veçinos y çercanos del Spíritu Sancto monasterio que todas las veçes que el poderoso Dios hablava con en ella, que de su natural le tenía aguileñola pudieran oýr.
E quando esta graçia le dava Durava el Señorhabla del Spíritu Sancto çinco o seys oras, primero se elevava en el lugar e si Este hera tan dulçe que aquella graçia le tomava, e las monjas la tomavan en a todos los brazos e que la ponían sobre una cama. E de aý un poco de interbalooýan, veýan en ella señales que veýa al Señor. Algunas veçes le veýa como en la humanidadaunque fuesen muy peccadores e yncrédulos desta sancta graçia antes que lo oyesen e viesen, quando andava por la tierrales pareçía estuvieran tres días con sus noches oyéndola sin sentir ningún fastidio, e como después de resuçitado e subido a los Çielos glorificado, e de todas las maneras que Dios hera servido de se le [fol. 28r] mostrar. E oýase cómo le llamava estando elevadaeran yncrédulos, como haçe la persona que la ve otra de lejos quiriendo que ellos mesmos se le llegue çercamanifestavan, e oýrse la voz diziendo: “Yncrédulo hera de esta bienabenturada graçia, y quando estava elevada, e veýa al Señor e le llamava. E vine a ver los movimientos que haçía con los braços, causava no estar desatada el ánima del cuerposi podía oýr hablar a esta bienabenturada, que por las cuerdas que bajavan del spíritu al cuerpomuy yncrédulo vine, veýan los movimientos, e se oýa y aun con yntençión de ponerla en la voz quando ella llamava al Señor Dios todopoderosoYnquisiçión”. O quando su Divina Magestad le dava el resuello Estos eran algunos ynquisidores de su Spíritu, se oýa la voz por la persona della como se oye por una zerbatana quando vna persona habla a otraSancta Ynquisiçión, la qual hera tan poderosa e de tan gran doctrina para la salvaçión de otros que allí luego quisieran poner las ánimas e reprehensible a los pecadosmanos en ella. En espeçial huvo uno, que todos quantos lo veýan e oýanen un sermón, por grandes letrados que fuesenhera incrédulo, se maravillavan e quisieran estar tan veçinos y çercanos del monasterio que todas las veçes que el poderoso Dios hablava en ella la pudieran oýrtraýa aparejado un azote para le haçer mal.
Durava el habla del Spíritu Sancto çinco o seys oras, e [¿?] hera tan dulçe que a todos los que la oýan, que aunque fuesen muy peccadores e yncrédulos desta sancta graçia antes que lo oyesen e viesen, les pareçía estuvieran tres días con sus noches oyéndola sin sentir ningún fastidio. Los que eran incrédulos, ellos mesmos se manifestaban, diziendo: “Yncrédulo hera de esta graçia, y quando vine a ver si podía oýr hablar a esta bienabenturada, muy yncrédulo vine, y aún con yntençión de ponerla en la Ynquisiçión”. Estos eran algunos ynquisidores de la Sancta Ynquisiçión, e otros que allí luego quisieran poner las manos en ella. En espeçial huvo uno, en un sermón, que hera incrédulo, y traýa aparejado un azote para le haçer mal. Y hablando el Spíritu Sancto sin descubrir ni señalar quién hera, dezía: “Az lo que pudieres si tienes poder para ello; si me quieres conjurar, conjúrame, que yo te esperaré como espero al saçerdote en el altar”. Quando çesava el Spíritu Sancto de hablar, dezía cada uno la yntençión con que havía venido.
Quando ella llamava al Señor, dava muy clamorosas he reçias vozes, haziendo muy devotas e humildes suplicaçiones [fol. 28v] e ruegos, para que llegase çerca donde ella estava. E de rato en ratos llamava muy apriesa, con el brazo derecho; e quando çesavan las vozes e llamamientos con el braço, quedava muy sosegada, e no solamente suplicava a Nuestro Señor Jesuchristo tuviese por bien de açercarse a ella, mas aún aun a los sagrados ángeles haçía muy grandes ruegos y plegarias, diziéndoles: “O, señores, vosotros que traéys el trono muy luçido e aseado de Mi mi Señor; y vosotros, señores, los que traéys los ençensarios de oro e taças de perfumes delante el Rey del Çielo, e los que traéys las hachas ynçendidas y floridas; vosotros, señores, los que traéys los paramientos e las cortinas del pavellón de mi Señor y mi Dios; e vosotros, señores, los que tendéys los doseles muy ricos e paramentos de oro por el suelo, por donde pasa su Real Magestad; e vosotros, señores, los que venís en el ayre volando con los candeleros de oro e velas ençendidas sobre las caveças: suplico a mi Señor que venga por aquí su Divina Magestad. E vosotros, señores, que lleváys los pendones e guiáys las danças, guiad haçia acá, por donde yo estoy; no guiéys por esotras calles, que aquellos señores y señoras contino le ven, e muchas veçes le goçan, mas yo, peccadora, aún no soy digna d’Él ver y goçar sino muy poquito, y contino estoy ambrienta y deseosa d’Él”. Y después volvía su habla con los sanctos apóstoles e mártires, e confesores y vírgenes, e otros muchos sanctos e sanctas.
Señalava algunas veçes por sus propios nombres, diziéndoles y suplicándoles rogasen al Rey del Çielo, su esposo y su [¿señor?], viniese por donde ella estava a la bendeçir y santiguar, como haçía a los otros señores e señoras. E después tornava su habla con Él, Nuestro Señor, suplicándole por muchas maneras de suplicaciones, e dulçes e amorosas palabras, diziendo la quisiese venir a bendeçir y consolar, aunque ella no hera dina de tan gran benefiçio, viniese su Alta Magestad, porque tenía muchas cosas que le offreçer e dezir y suplicar, ansí de oraçiones que a ella le havían dado le offreçiese e suplicaciones que le havían encomendado le hiçiese; e que tenía muchos padres, y madres y hermanos, y se los quería offreçer y dar. Y esto dezía ella por los frayles y monjas, hijas [fol. 29r] y hermanas suyas spirituales, e perlados mayores e menores, e señoras e amigas, e devotas que assí se lo havían mandado y encomendado, e por todas las personas que se encomendavan en sus oraçiones.
E durávale hazer estas exclamaciones. Primero : primero que la graçia del Spíritu Sancto hablava en ella espaçio de hora y media, y pasado este yntervalo vía señales en su cuerpo cómo el Señor, por su clemençia, se açercava adonde ella estava, e tantoque, que según acá se mostraba, le podía adorar e besar el estrado de sus sagrados pies, e ver goçar muy çerca. Y entonçes le haçía muchas suplicaçiones públicas, e otras secretas que nadie no las podía oýr, e grandes adoraçiones por sí mesma e por todas las personas de la tierraTierra, y se las encomendava en general, y algunos en especial, e todo el estado de la sancta madre Yglesia e religión christiana, e a los que están en peccado mortal, e a las ánimas de Purgatorio. E algunas vezes permitía el poderoso Dios que en la propia bestidura de su Divina Magestad y en su estrado e trono real, viese ella todos los estados del mundo: primeramente el estado del Sancto Padre, e cardenales e obispos, con toda la clereçía e todas las órdenes, e las perfeçiones e ymperfeçiones dellas; e los emperadores e reyes, e todas las maneras de estados, de grandes e cavalleros que havía en los reynos e ymperios e toda la república, e los mereçimientos e desmereçimientos de cada unos. E vía cómo los ángeles se llegavan a las personas mansas e humildes, e castas e pobres, e despreçiadas e de perfetas obras, mas que no a los malos, e ynchados de riquezas e avariçia, e sobervia e simonía.
E vía también a la sancta madre Yglesia a manera de muger casi como viuda, e llorando e dando gritos, quexándose al Señor, que estava muy mal casada con los maridos que le havía dado, conviene a saber: los pastores y perlados de la sancta Yglesia, obispos e arçobispos, e toda manera de regidores de ánimas; los quales, dezía la sancta madre Yglesia, heran sus maridos, e lo haçían muy mal con ella, e le davan mala vida con sus peccados de yproqueesía yproquesía e vanagloria, e codiçias e viçios. Dezía más en su llanto e quejas: “Vos solo, Señor Dios, de los justiçia [¿los?sic] justiçia e marido [fol. 29v] mío, resplandeçéys en mí, que las otras estrellas algo se escureçen, e sale dellas a las veçes poca claridad con que yo me esclarezca, e poco me favorecen. Si no fuese por vos, Dios mío y marido mío, que vives y permaneçes para siempre en mí, ya del todo sería viuda, según los pocos favores e [¿ánimos?] que de vuestros pastores tengo, que más se acuerdan de las cosas bajas y viles, e del mundo e sus deleytes, e de querer honras y dignidades, que de favoreçerme y ayudarme; e más huelgan de morir por las cosas transitorias que matan el alma que no por vosVos, Rey del Çielo, que soys salud perdurable e podéys dar vida eterna”.
Y estas cosas le heran mostradas a esta bienabenturada en figura, porque aunque ella tenía cuydado de rogar por el estado de la sancta madre Yglesia, rogase con mayor afínco e diese graçias a Dios por las merçedes que haçe a sus criaturas, e le suplicase por ellas. E hecho esto, ponía las manos, e haçía suplicaçión secreta, que no se la podía nadie oýr, salvo que la veýan haçer humillaçiones con la caveza y que meneava los labios, a manera de persona que habla en secreto. Y estas maneras heran muy humildosas, e algunas veçes le oýan muy devotas palabras en voz de cántico. Ansí mesmo, veýan en ella señales de encogimiento e temor, e soberana reverençia e acatamiento, e goços e consolaçiones.
Y estando en este estado, el mesmo Dios la soplava con el soplo de su sagrada boca, e con el ayre de su poderosa mano, e le dava e ynspirava el Spíritu Sancto, como haçía a sus sagrados apóstoles quando los embiava a predicar su sancta palabra. Quedava entonçes en silençio, e postrava sobre su faz las manos puestas. Quando las religiosas veýan estas señales en ella, levantávanla, e poníanla vien en su cama donde ella estava, e nada desto no vía ni sentía, ni oýa ninguna cosa, ni savía las personas que allí estavan. Luego, a deshora, se oýan voçes muy altas que salían por la boca della aprisa e conçertadas. Hablava el Spíritu Sancto, en persona de Nuestro Redemtor Jesuchristo. Oýanlo , oýanlo todos los que estavan presentes. Tomava la plática con ella mesma, diziéndole: [fol. 30r] “¿Qué hazes, Juanica? Dios te salve. Dios te salve. ¿Quién eres tú que me llamas? ¿No saves que no es ninguna criatura dina de Dios, en especial los peccadores que viven en la tierraTierra?”. E luego proseguía por otras muy dulçes palabras, hablando muchos e grandes e divinos secretos, e misterios çelestiales, e declarando los sagrados evangelios y scripturas, según heran las fiestas, e días e solemnidades, e según hera su voluntad de querer hablar. Deçía de rato en rato: “Tú, Juanica, ¿no viste esto y esto, e tal y tal cosa que pasó y se hiço en mi sancto reyno çelestial?”.
Heran todas las palabras muy notables e provechosas, e saludables e consolativas a todos los oidores. Y si entre aquella gente que la estava oyendo havía tentados de qualquiera tentaçión que fuese, o encrédulos o desesperadicos, o de otra qualquier manera que tuviesen neçessidad sus almas, a todos satisfaçía y consolava, e aconsejava y reprehendía, e administrava de qué manera se havían de salvar. Y esto haçía hablando a todos en general, y a cada uno de los oydores le pareçía hablava a su propósito, según lo que tenía en su conçiençia e ánima. Yban muy edificados y consolados. Quando el Señor acavava el habla, dava su sancta bendición, diziendo: “La bendiçión del Padre, y de mí, su Hijo Jesuchristo, y del Spíritu Sancto consolador; que me voy, quedad en paz, mas no del coraçón, que bien me quisiere y me amare, y de mí no se apartare”. A esta sancta bendición toda la gente que allí estava hincava los hinojos, e los hombres, quitados los bonetes y abaxadas las caveças, la resçivían con mucha devoçión. E luego salían todos del monasterio. Y para la entrar a oýr, los prelados davan liçençia.
Duró esta graçia de hablar el Spíritu Sancto en esta bienabenturada treze años, la qual le venía algunas veçes, entre día y noche, dos vezes, y esto no haviendo tornado en sus sentidos entre la una vez e la otra; e otras vezes a terçer día, e otras vezes a quatro días, e a ocho e quinçe, como hera la voluntad de Dios. Mas las elevaçiones e arrobamientos tenía siempre día y noche, e desde su niñez hasta que Dios la llevó desta presente vida. E aunque havía çesado la graçia del habla, no careçía de sus muy altas elevaciones, e gozosas e [fol. 30v] alumbradas revelaçiones, e de ver a Dios, e gozarse con Él y con su sanctíssima madre, e con los ángeles, según en esta Vida se puede ver, y con todos los sanctos e sanctas de la corte celestial. Porque más hera su conversaçión en el Çielo que con la tierraTierra, que muchas veçes le acaeçía aver acavado de entrar en sus sentidos de muy larga elebaçión, e de oýr nombrar el dulçe nombre de Jesuchristo, tornarse a elevar. E otras vezes de oýr nombrar la sancta passiónPassión, o ver alguna ymagen de Nuestro Señor apasionada, e otras vezes de goço. E quien la quería hablar cosas secretas de su ánima y conçiençia, se guardava de no nombralle cosas de devoçión, en espeçial de la passión Passión del Señor, porque no se elevase. Acaeçíale muchas veçes estar sin tomar ninguna refeçción corporal hasta terçer día, por estar elevada y no tener dispusiçión de tomar el cuerpo mantenimiento.
Viendo los prelados cómo la graçia del Spíritu Sancto creçía tanto en esta bienabenturada, y hera tan pública a grandes y menores, quisieron probarla bien en sus prinçipios por muchas maneras, que para ello hicieron públicas e secretas, con que se conoçió e afirmó muy bien, e dio testimonio de ser obra de Spíritu Sancto. Mandó el prelado, por sancta obediencia, que no la oyese nadie quando aquella habla le viniese, ni diesen lugar a ningún seglar para que la oyesen. Y assí fue obedeçido por el abbadesa y monjas, que quando le vino la graçia del habla del Señor la dexaron sola en la çelda que el abbadesa e monjas le havían dado para que allí estuviese apartada en sus elevaçiones e contemplaçiones. E le dieron una monja que tuviese cuydados della en aquellos tiempos e la acompañase e sirviese. E dexándola sola, çerraron la çelda, que ninguna ossó entrar dentro ni escucharla por defuerade fuera. E desde a un buen plazo, mandó el abbadesa a una religiosa fuese a ver si havía acavado de fablar, o si hera tornada, [fol. 31r] o qué haçía. E yendo, vido cómo aún el Señor todavía hablaba, y el suelo de la çelda estava lleno de muchas maneras de aves volantías, e todas muy atentas y quietas, escuchando la palabra de Dios, e las más e todas estavan muy çercanas a ella y alrededor de su cama, y assí estuvieron hasta que el Señor huvo acavado de hablar e dado la bendiçión, según otras veçes ascostumbrava haçer. E quando la religiosa entró e vido aquel tan gran milagro de hablar el Señor e la çelda llena ''[repetido en escritura al margen1] '' de aves tan quietas oyéndole, maravillose mucho, e con muchas lágrimas fue aprisa al abadesa e le dixo el misterio. Y el abadesa fue a verlo con otras tres o quatro religiosas, las más ançianas de la casa, e todas las vieron el milagro, e se maravillaron mucho, e dieron quenta a los perlados de la gran maravilla que havían visto, e cómo pasado un poco de yntervalo, después que la habla çesó, tornó la bienaventurada en sus sentidos e se halló un paxarico dentro en la manga que se le havía quedado en testimonyo del milagro; en lo qual se vía claramente hera voluntad de Dios la tan grande obra no fuese yncubierta, pues faltando las criaturas raçionales que tienen ánimas vivientes para lo oýr y goçar, permitía Dios viniesen las aves a lo oýr y escuchar. E oyéndo oyendo esto los perlados, resçivieron con humildad la reprehensión que Nuestro Señor les dava por vía de las aves, e de aý adelante tuvieron por bien que todos la oyesen, assí religiosos como seglares, e dexaron liçençia a la abbadesa para que no estorvase la entrada a todos los que viniesen con devoçión a oýrla. Y assí lo hiçieron todos los perlados que subçedieron todo el tiempo que esta graçia duró, que fue treçe años.
Todos, o los más que venían a oýr esta sancta habla, venían con grande devoçión, e algunos con querer probar esta graçia. Acaeçía que, de que havía yncrédulos, quando [fol. 31v] el Spíritu Sancto reprehendía muy piadosamente en general, e hablava a sus propios pensamientos, diziendo: “Estás tú aora pensando: ‘¿Cómo puede ser esta habla de parte de Dios?’ . ¿Por qué pones tú límite a su poder? ¿No saves que lo que quisiere, puede, y que todo lo que haçe es bueno, e por charidad y amor de las ánimas que redimió tiene aora menos poder y charidad que quando vino al mundo a las redimir? ¿Su graçia no la puede dar e poner donde él quisiere, hallando vaso donde la pueda poner e marco para guardarla e conservarla?”. Y estas y otras muchas cosas muy maravillosas dezía.
Acaeçió que vino un ynquisidor , muy arrojado ''[12]'', letrado y juez de la Sancta Ynquisiçión, con yntençión d’especular esta graçia, lo qual no havía dicho a nadie su yntençión. Y entrando a oýr con los otros ''[23]'', fueron tales las cosas que en su ánima sintió que, a la mitad de la habla, se yncó de rodillas, e con muchas lágrimas la acavó de oýr. Y de que esta sancta virgen fue tornada en sus sentidos, rogó a la abbadesa se la diese a hablar por el locutorio. Y assí fue, que la habló y le dixo la yntençión con que havía venido, la qual ninguna persona la havía savido de su boca, sino hera ella en aquella hora, y que heran tales las cosas que le havía oýdo que no podýan ser dichas sino de Dios. E dávase en los pechos con lágrimas, e dezía: “Yo, como malo y peccador, venía a arguyr a Dios, y tal hera mi yntençión. Ruégoos, señora, por la charidad, roguéys a Dios por mí que me perdone”. La bienabenturada le respondió que lo haría, pero de lo que él dezía muy poca quenta le daría, que ella no savía si hablava ni si no, ni dello tenía qué dezir, sino que estava adonde Dios hera servido, y Él podía hazer della e de sus miembros su sancta voluntad. Desta manera acaeçieron muchas cosas estando elevada, e hablando la graçia del Señor, e oyéndolo [fol. 32r] muchos.
Estava una gran señora a su cavezera, e yncole un alfiler gordo, muy cruelmente, por la caveça, y assí la pudiera matar por entonçes, que ella no lo sintiera. Tornada en sus sentidos, quexávase mucho de aquel dolor, e mirándole la caveça, hallaronle el alfiler yncado. Estando otra vez hablando el Spíritu Sancto, en gran fervor, levantose una persona de gran dignidad, eclesiástico, e tomó el braço desta sancta virgen , y arrojosele reçio para ver si la [¿habla?] habla haçía algún movimiento con aquel golpe el e dolor. E no sintió ninguna cosa, sino proçedió en lo que estava hablando, teníndose teniéndose el braço caýdo adonde se le havían avajado, hasta que fue tomado por una religiosa, e puesto como havía de estar.
Dixo el Señor, hablando en esta bienabenturada, reprehendiendo a los incrédulos, que no se aprovechavan de este tan gran bien y doctrina; que por espaçio de una legua a la redonda del monasterio estavan llenos y çercados todos los campos e ayres de ángeles e ánimas que venían a oýr y goçar la palabra de Dios, e dar testimonyo della el día de su juyzio, a confusión de los que, viviendo en la tierraTierra, la oyeron e menospreçiaron por maliçia o ynvidia. Scrivieron las religiosas de las palabras e misterios e secretos que el poderoso Dios habló por la boca desta sancta virgen, un libro, llamado ''Conforte o Luz norte''.
===Capítulo VI===

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