Magdalena de la Cruz
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Nombre | Magdalena de la Cruz |
Orden | Jerónimas |
Títulos | Beata del Beaterio de María García y monja del Monasterio de Jerónimas de San Pablo de Toledo |
Fecha de nacimiento | Hacia 1430 |
Lugar de nacimiento | Norte de África |
Lugar de fallecimiento | Toledo |
Contenido
[ocultar]Vida manuscrita
Ed. de Mar Cortés Timoner; fecha de edición: febrero de 2025.
Fuente

- Biografía conservada en las páginas 150-153 del anónimo libro custodiado en el Monasterio de Jerónimas de San Pablo con la signatura A.J.T ª. San Pablo, I libro 33. La biografía fue compuesta por la monja jerónima Ana de Zúñiga (Toledo c.1540-1594) y fue copiada en 1881 en el citado libro. Aunque hay ciertos errores de paginación en el libro, seguimos la numeración que consta en el margen superior de las hojas.
Contexto material de la Biografía conservada en el anónimo libro custodiado en el Monasterio de Jerónimas de San Pablo con la signatura A.J.T ª. San Pablo, I libro 33. La biografía fue compuesta por la monja jerónima Ana de Zúñiga (Toledo 1540-1594) y copiada en 1881 (junto a unas setenta vidas más escritas por la mencionada monja) en el mencionado libro manuscrito.
Criterios de edición
Dada la fecha de la copia manuscrita, la transcripción actualiza el empleo de las letras mayúsculas y la separación o unión de palabras. Asimismo, siguiendo las normas de la RAE, se moderniza la puntuación y la acentuación. Por último, se han subsanado las erratas evidentes y se ha regularizado el empleo de las siguientes consonantes: h/-, b/v, c/cc, c/z, g/j, ll/y, n/m, r/rr, z/d.
Vida de Magdalena de la Cruz
[150] [1] Grandes son las misericordias de Dios y muy maravillosas las obras que su Divina Majestad hace, y en todas debe de ser alabada su clemencia y piedad, como aparece en la conversión de esta bienaventurada mujer en la cual muy particularmente mostró el Señor su grande misericordia [151] y poder, y cómo es poderoso para hacer grandes maravillas.
Esta dichosa y bienaventurada mujer Madalena de la Cruz fue en esta casa en tiempo de las santa[s] beatas, la cual trajo consigo la condesa que fue primero de Juan Salida [2], cuando se vino a la compañía de las santas beatas, como atrás queda dicho, porque era su criada, y trajola consigo. Esta dichosa mujer vino a esta tierra cautiva porque no era de nuestra nación cristiana, pero el Señor piadosísimo, que la tenía escogida para sí, no solo la quiso hacer cristiana, sino también muy gran religiosa y sierva suya en esta casa, sacándola de la Babilonia e infidelidad de su nación, y trayéndola a su santa Iglesia y bautismo; y, finalmente, haciéndola, como dicho es, religiosa y gran sierva suya. Hizo profesión cuando la hicieron a la orden las demás beatas, que entonces era en el año de mil quinientos y seis.
Las cosas que la acaecieron a esta sierva de Dios estando en la tierra de su nación [152] y entre los infieles sería largo el haberlas de contar, basta decir que la escogió y sacó Dios de entre muchos infieles y la trajo para sí habiendo de ella misericordia, que es argumento de lo mucho que la amó. Y así ella se aprovechó de este amor empleándose siempre toda en el servicio de la Divina Majestad.
Y el santísimo y clementísimo Señor, que quiere a los más amados suyos darlos [3] en esta vida ocasión para más merecer, por que en la otra les pueda hacer grandes mercedes, visitó a esta su sierva con una grave enfermedad de perlesía, la cual tuvo muchos años, [4] sin poderse levantar de la cama, pero allí la visitaba y consolaba la piedad divina con muchas consolaciones y regalos espirituales que la enviaban, entre los cuales fue uno: que una noche de la gloriosísima Resur[r]ec[c]ión del Señor, vio en la celda donde esta sierva de Dios estaba una muy grande claridad, y cómo entraron cuatro ángeles, a los cuales ella no conoció entonces ser [153] ángeles porque, cuando contó y dijo esta visión, no dijo sino que habían entrado cuatro hombres vestidos de blanco, y que la cantaron el invitatorio de los maitines, conviene a saber: “Surrexit Dominus vere, aleluia” [5]. Y quedó en la celda donde esto acaeció, por espacio de algunos días, muy grande y muy suave olor. Y de allí a pocos días acabó bienaventuradamente esta amiga leal de Dios dando en su muerte grande[s] señales y muestras de que la llevaba Dios adonde le pudiese gozar eternalmente, pues para esto la crio y escogió, y plantó en el vergel de su santa Iglesia y religión, y en esta santa casa adonde a otras muchas trae cada día por su bondad y misericordia, para que allí le sirvan y alaben, y después le vayan a gozar e[n] la gloria eternamente, amén. Laus Deus, amen.
Notas
[1] La biografía va encabezada con el siguiente epígrafe “Comienza la historia de la muy cristiana y sierva de Dios Madalena de la Cruz”.
[2] Se refiere a doña Aldonza Carrillo, condesa de Fuensalida, cuya biografía aparece en las páginas 101-111 del apartado (que integra las páginas 101-122 del libro) presentado con el epígrafe: “Síguese la historia de la muy religiosa y sierva de Dios doña Teresa de Guevara y de la condesa su hija, que también fue religiosa en esta santa casa”.
[3] Entiéndase: “darles”.
[4] Debe interpretarse que padeció muchos años las enfermedad de “perlesía”, que la dejó postrada en cama.
[5] En el libro leemos: “Surrese Dominus vere aleleya”.
Vida impresa
Ed. de Lara Marchante Fuente; fecha de edición: mayo de 2018; fecha de modificación: junio de 2023.
Fuente
- Sigüenza, Fray José de, 1605. “Libro Segundo de la Tercera parte de la Historia de la Orden de San Jerónimo”, Tercera Parte de la Historia de la Orden de San Jerónimo, doctor de la Iglesia, dirigida al Rey, Nuestro Señor, Don Felipe III. Madrid: Imprenta Real, 505, 507-508.
Contexto material del impreso Tercera Parte de la Historia de la Orden de San Jerónimo, doctor de la Iglesia, dirigida al Rey, Nuestro Señor, Don Felipe III.
Criterios de edición
Para facilitar su lectura, esta edición moderniza el texto en aquellos puntos que no suponen una pérdida de los valores fonéticos, léxicos y sintácticos del periodo y conserva la morfología de las palabras con interés morfológico o fonológico o por tratarse de cultismos (como agora, ansí, monesterio, recebir, redemptor u obscuro).
Se adaptan, por tanto, las grafías a las normas de ortografía vigentes (sibilantes, b/u/v, j/g, chr/cr, qu/cu, empleo de h, etc.) y a la acentuación y puntuación de las normas gramaticales actuales. Igualmente, el uso de las mayúsculas y minúsculas respeta los criterios presentes del español, si bien se mantienen las mayúsculas como signos de respeto o de diferenciación con la palabra escrita en minúscula (Cielo, Esposo, Señor, Profeta, Reina del Cielo).
También se introducen las comillas para delimitar las intervenciones dialógicas de los personajes y se subsanan las erratas evidentes. En este sentido, conviene apuntar que, dentro de esta edición y en base a sus particularidades, se han incluido notas al pie en las que se especifican y desarrollan algunas ideas o palabras del texto impreso original.
Vida de Magdalena de la Cruz
CAPÍTULO LI [1]
[505] De otras muchas siervas de Dios que han florecido con gran ejemplo en el mismo Convento de San Pablo
[507] […] Magdalena de la Cruz fue de nación africana, mora de ley, cautiváronla siendo ya mujer hecha, fue esclava de doña Teresa de Guevara: en su casa vino al conocimiento de nuestra fe, que esto se ganó por encontrar tal señora. Bautizose, y asentole tan bien la ley de Cristo que, cuando doña Teresa se determinó a dejar el mundo, la llevó consigo, no ya por esclava, sino por hermana y compañera de sus santos propósitos, entendiendo que no es Dios aceptador de personas, sino que recibe a cuantos le reciben y temen sus mandamientos, ni hay en el distinción de judío, griego, árabe o gentil, rico y abundante para cuantos le llaman y desean.
Cuando hicieron profesión las beatas la hizo ella, y supo agradecer tan bien los beneficios que había recebido del Señor que de noche ni de día no pensaba en otra cosa sino en cómo servirle y responder con algo de su parte. Ejercitose siempre en obras humildes, y ninguna tan humilde en el convento que no le pareciese que para con ella era sino de altísima dignidad, juzgándose por indigna de poner su boca donde ponían sus pies. Quiso el Señor, para que se viese mejor la alteza o la fineza de su paciencia y sufrimiento, visitarla con una grave perlesía; estuvo tendida en la cama muchos años sin poderse levantar de allí, con el cuerpo a lo menos, que con el alma por momentos pisaba sobre las estrellas, teniendo más arriba sus pensamientos y conversación. Una noche de la santa Resurrección le vino un extremado deseo de hallarse con sus hermanas y señoras en la celebración de tan alegre solemnidad; quedose sola, y al punto que en el coro comenzaban el invitatorio de los Maitines: Surrexit Dominus verè, Alleluya, entraron cuatro mancebos hermosísimos vestidos de blanco, con la librea de la fiesta y recamados de luz y resplandores, y, haciendo coro de aquella humilde celdilla, se le cantaron todo con un son o tono tan acordado que en el entretanto la perlática estuvo como en la gloria; y cuando ella no revelara este favor (contábalo con suma sinceridad), el olor y [508] suavidad que allí dejaron los músicos que cantaron a cuatro bastaba a publicarlo, porque fue extremado tan bueno como el motete, y más largo, porque duró muchos días. De allí a pocos pasó la santa desta vida por que no se hallaba sin tan buena música; al punto de su tránsito se vieron muestras harto suficientes que su alma fue derecha tras ellos. […]
Notas
[1] Figura en el texto como Capítulo LI pero debería ser el LII, debido al error señalado en la edición de la vida impresa de María de Ajofrín por Sigüenza, pues repite el número de capítulo XLIV.