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María de la Cruz

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== Criterios de edición ==
Dada la fecha de la copia manuscrita, la transcripción actualiza el empleo de las letras mayúsculas, la separación o unión de palabras pero se conserva “a el” y “de el” y las vacilaciones vocálicas e/i. Asimismo, siguiendo las normas de la RAE, se moderniza la puntuación y la acentuación. Por último, se han subsanado las erratas evidentes y se ha regularizado el empleo de h/-, b/v, c/z, g/j, g/h, n/m, r/rr, z/d.
==Vida de María de la Cruz==
Fue esta mujer de gran espíritu [139] y de mucha oración, adonde la comunicaba Dios grandes cosas y se le daba muy de veras, y le gustaba en su ánima, y así era llena de Dios, y también aventurada que alcanzaba de la bondad divina todo lo que su corazón deseaba, y no solo para sí, sino para todas las personas que se le encomendaban. Y era grandísimo consuelo para todas las hermanas, porque por todas rogaba a Dios. Y todas tenían gran confianza en sus santa[s] oraciones y, particularmente, la daba Nuestro Señor a entender su voluntad en algunas cosa particulares.
Y así tenía <tenía> particular gracia para dar consolación a las personas que se le encomendaban en sus necesidades, porque las manifestaba la voluntad divina con la cual se deben conformar en todo todos los que le desean agradar. Onde movida esta sierva de Dios de compasión viendo que una religiosa padecía siempre enfermedades y llevaba la vida con muy poca salud, pareciéndola que era camino áspero, doloroso y muy penoso de lle- [140] var, y había caminado toda la vida por este camino, díjola esta sierva de Dios, María de la Cruz, que quería suplicar a Nuestro Señor por ella y pedirle si era aquella su voluntad que aquella religiosa padeciese siempre enfermedades. El Señor piadoso, que en todas las cosas lo es, mayormente con los que Él quiere salvar, reveló a esta su sierva ser su voluntad que aquella religiosa padeciese continuamente falta de salud y caminase por aquel camino que, aunque áspero y penoso a el juicio humano, [era] muy dichoso cuando Dios lleva por él a los que quiere dar mucho premio y galardón en el Cielo por los trabajos que padecen en esta vida. Y así la madre santa habló a la religiosa enferma y manifestola ser la voluntad divina aquella que fuese por el camino de la poca salud y padeciendo siempre enfermedades, y consólala y animola mucho. Y así quedó la religiosa muy conforme con la voluntad de Dios, y en adelante fue muy contenta con las enfermedades y de pasar a- [141] sí su vida, ejercitándose y perfecionándose perfe[c]cionándose con la enfermedad, como lo dice el apóstol ''[3]'': que la virtud se perfeciona con la enfermedad estando cierta de el premio que da Dios a los que por su amor padecen con conformidad de voluntad.
Era esta santa mujer muy devota de la Pasión de Nuestro Redentor Jesucristo, y traía siempre muy ocupada su memoria en lo que el Señor padeció. Y así, tenía grandes sentimientos, y grandes gustos y consolaciones en su ánima, porque el Señor piadoso siempre consuela el ánima que se compadece de ''[4]'' lo que Él padeció. Y ninguna cosa vale tanto para aplacer a Dios y alcanzar de Él mercedes y toda consolación como ocupar el corazón en la meditación de su santa Pasión. Cosa maravillosa es la que se cuenta de esta sierva de Dios acerca de los arrobamientos que en su ánima tenía continuamente con la meditación de la sagrada Pasión. Como la mandase la madre mayor tuviese cargo de cierta obra que se hacía en la casa, pareciola a la prelada que lo [142] hacía con algún descuido y dejamiento, como la veía de andar más ocupada y embebida en la obra espiritual, y queriéndola corregir de su descuido que mostraba tener en lo que tocaba a la dicha obra, para que se enmendase, respondió la sierva de Jesucristo con mucha humildad y mansedumbre, y dijo que no era más en su mano, ni podía otra cosa. Especialmente lo[s] viernes e[ra] ''[5]'' el sentimiento que Dios la daba de mismo en su alma que la suspendía y enajenaba de tal manera de sí misma que no podía asestir a cosa humana, sino solo aquello que el Señor la daba a sentir interiormente en su ánima.
Otras muchas muestras maravillosas [hubo] en prueba de la santidad de esta sierva de Dios y de sus grandes virtudes que tuvo viviendo en esta vida que, aun después de su muerte, quiso el Señor mostrar por maravilla muy particular cuál había sido esta su sierva, porque acaeció que abriendo su sepultura, cuando se labraba el capítulo donde su cuerpo estaba enterrado [143], sacaron de su sepulcro unos hueso[s] ''[6]'' de su cuerpo de los cuales manaba aceite, como co[n]sta por el testimonio de muchos que lo vieron. Y estaba a la sazón una religiosas enferma de una grave enfermedad que tenía en las manos a las cuales untaron con aquel aceite, y luego sanó y estuvo buena por los merecimientos de esta santa y sierva de Dios, María de la Cruz, la cual creemos verdaderamente que está gozando de Jesucristo, el cual con el Padre y el Espíritu Santo vive y reina sin fin, amén.
''[3]'' Remite a San Pablo (2 Cor 12,9): “Te basta mi gracia: la fuerza se realiza en la debilidad». Así que muy a gusto me glorío de mis debilidades, para que resida en mí la fuerza de Cristo”. Véase, ''Sagrada Biblia'', Conferencia Episcopal Española: https://www.conferenciaepiscopal.es/biblia/2-corintios/.
''[4]'' Está escrito “do”. Corregimos lo que consideramos una errata.
''[5]'' Parece estar escrito “esba”.
''[6]'' En el libro leemos “gueson”. Transcribimos “huesos” considerando los criterios de edición.