Diferencia entre revisiones de «Inés de la Torre»
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== Criterios de edición == | == Criterios de edición == |
Revisión del 16:53 18 oct 2023
Nombre | Inés de la Torre |
Orden | Dominicas |
Títulos | Monja del convento de Santa Catalina de Valladolid |
Fecha de nacimiento | Siglo XV |
Fecha de fallecimiento | 1511 |
Lugar de nacimiento | ¿Valladolid? |
Lugar de fallecimiento | Valladolid |
Vida manuscrita
Ed. de Bárbara Arango Serrano y Borja Gama de Cossío; fecha de edición: octubre de 2023.
Fuente
- López, Juan, 1613. “Libro tercero de la tercera parte de la historia general de Santo Domingo”, Tercera parte de la historia general de Santo Domingo, y de su orden de predicadores. Valladolid: Francisco Fernández de Córdoba, 301.
Criterios de edición
Esta crónica está escrita por Juan López, obispo en la ciudad italiana de Monopoli. En la tercera parte se incluye la vida de santos de la orden, se aborda la fundación de los diferentes conventos en los dos primeros siglos de los dominicos en Castilla y se añade la vida de destacadas religiosas, aunque se hace referencia también a las religiosas que viven en las fundaciones hasta la publicación de la crónica en los conventos fundados.
Aquí nos encargamos de las religiosas que viven en los siglos XV-XVI cuyo foco de actuación es anterior a 1560 (aunque mueran después de esta fecha), es decir, antes del auge de Santa Teresa. Se adoptan los criterios de edición de vidas impresas estipulados en el Catálogo: se moderniza la ortografía (b/u/v, j/g, chr/cr, qu/cu, empleo de h, etc.) y se eliminan las consonantes geminadas. Además, se expanden las abreviaturas, aunque algunas como N. S. (Nuestro Señor) o N. P. S. (Nuestro Padre Santo) se respetan en el texto. El uso de mayúsculas y minúsculas se moderniza y se adaptan las normas acentuales a sus usos actuales. Finalmente, se moderniza también la puntuación, la acentuación y el uso de aglomerados.
Vida de Inés de la Torre
[301]
Capítulo XLVI
De otras grandes siervas de Dios de este monasterio de Santa Catalina de Valladolid
[…]
A diez de febrero del año de mil y quinientos y siete, profesó soror Inés de la Torre, monja del coro; fue tenida por santa y, para salir cierta la opinión, basta lo que las monjas dicen que han recibido por tradición, que nunca quebrantó las constituciones que profesó. El Papa Juan XXII, que canonizó al bienaventurado Santo Tomás de Aquino, decía que haría lo mismo de cualquier fraile del cual se constase jurídicamente que había guardado la regla y establecimientos de la orden de Santo Domingo, y la común voz del convento de Santa Catalina, aunque no es a propósito de canonizar a soror Inés, basta que creamos que fue santa religiosa. Era mujer de grandísima caridad y teníala muy particular con las enfermas, las cuales visitaba, consolaba y, con grandísimo amor, acudía en sus necesidades. Era muy dada a la oración y, para estar en ella con mayor fervor, atendía mucho a la lección de libros devotos. En el oficio divino, estaba tan atenta y elevada que, si ya no fuese con gran violencia, aunque tirasen de ella, no lo sentía. Una Cuaresma se dio tanto a la oración que perdió casi de todo punto el comer. Vino a estar tan transformada en Dios que andaba como fuera de sí sin poderla sacar del coro donde estaba sin dormir, y, temiendo prudentemente los perlados que a esta demasía podría suceder algún grave inconveniente, como en algunos religiosos se ha visto que con estos excesos han perdido el juicio o la salud de todo punto, los perlados la mandaron por obediencia comer carne, y, por obedecer, comía un cuarto de ave, casi sin saber que comía. Era tan hija de la obediencia que, de muy buena gana, dejaba la oración y renunciaba los gustos internos que el Señor en ella le daba por acudir a la obediencia. Dícese de ella que tuvo don de profecía y el Señor la revelaba muchas cosas venideras y muchas de las que pasan dentro de las conciencias. En particular, afirmaban las que la conocieron que, en viendo afligida alguna religiosa, se iba a ella y la decía la causa de su trabajo y la consolaba, y daba consejo y remedio. También dijo muchos años antes la ruina y caída del doctor Cazalla, de su madre y hermana que fueron grandes herejes, y el doctor heresiarca y predicador de la secta de Lutero en la ciudad de Valladolid. Murió esta religiosa por los años de mil y quinientos y once, afligida y atormentada con los trabajos que padecía la Iglesia. Dijo la muerte del pontífice y la hora en que había de suceder puntualmente como fue. Murió santamente, muy llena de buenas obras.