Clara de la Cruz
Nombre | Clara de la Cruz |
Orden | Franciscanas |
Títulos | Prelada y madre del Real Monasterio de la Concepción |
Fecha de fallecimiento | 1466 |
Fecha de fallecimiento | 1546 |
Lugar de fallecimiento | Málaga |
Contenido
Vida impresa
Ed. de Borja Gama de Cossío; fecha de edición: octubre de 2020.
Fuente
- Torres, Alonso de, 1683. Chrónica de la Santa Provincia de Granada, de la regular observancia de N. Seráfico Padre San Francisco. Madrid: Juan García Infanzón, 619.
Criterios de edición
Esta crónica, dedicada, según se dice en su título, “al señor D. Iván Antonio de Contreras Remírez de Arellano, Alcayde perpetuo de las fortalezas de Cambil y Alhabar del Consejo de su Majestad, su Alcalde de Hijosdalgo en la Real Cancillería de Granada”, se trata de un impreso de 1683 que, dividido en diferentes tratados, ahonda en el origen de la Santa Provincia de Granada desde sus inicios en el siglo XV hasta finales del siglo XVII, cuando esta obra se publica. El texto habla de la fundación, división de la provincia y los reinos, así como de los patronos de la provincia y religiosas que han vivido en esta comunidad desde sus inicios hasta 1683. Se transcriben vidas de monjas y religiosas de diferentes conventos situados en distintas ciudades de Andalucía.
En este trabajo se edita el Tratado V, que se encarga de documentar la vida y milagros de mujeres de la comunidad de Santa Clara desde finales del siglo XV hasta finales del siglo XVII. Dada la naturaleza del Catálogo, nos ocupamos de las mujeres que mueren antes de 1560-1563, aunque se transcriben tres que mueren en 1565 (Sor María de San Juan), 1567 (Sor Catalina de Ribera) y 1568 (Sor Florentina de los Ángeles), ya que su foco de actuación es anterior a estas fechas (por lo tanto, también al de Santa Teresa) y la longitud de las hagiografías da cuenta de su importancia. Las vidas de estas mujeres con fama de santas se incluyen en capítulos dentro de este Tratado V, donde se informa de cada mujer en referencia al convento en el que vive. Tras una pequeña introducción que ocupa todo el ancho de la página, cada hoja está dividida en dos columnas, las cuales tienen anotaciones en sus respectivos márgenes izquierdo o derecho, que aclaran información comentada en el cuerpo del texto, ya sea el lugar de nacimiento o la fecha de fallecimiento, además de otros tipos de información biográfica, bíblica e histórica.
Se adoptan los criterios de edición de vidas impresas estipulados en el Catálogo, es decir, se moderniza la ortografía (b/u/v, j/g, chr/cr, qu/cu, empleo de h, etc.) y se eliminan las consonantes geminadas. Además, se expanden las abreviaturas, primordialmente la expansión de las nasales con la virgulilla encima de la vocal y la abreviación de “que” o “qual”, también con el uso de la virgulilla o la diéresis. De todos modos, algunas abreviaturas como N. S. (Nuestro Señor) o N. P. S. (Nuestro Padre Santo) se respetan en el texto. Asimismo, las abreviaturas presentadas en las notas serán respetadas. El uso de mayúsculas y minúsculas se moderniza, así como se adaptan las normas de acentuación a sus usos actuales. Además, se moderniza también la puntuación, teniendo en cuenta el orden de la oración y el uso de la puntuación a día de hoy. Del mismo modo, se moderniza el uso de aglomerados, se separan las palabras que a día de hoy ya no aparecen juntas (“della”) y se unen las que ya se representan como una sola palabra (“del”, “al”).
Vida de Clara de la Cruz
Capítulo XIII
[619]
De algunas religiosas ejemplares del Real Monasterio de la Concepción de Málaga
Lábranle [1] a Dios mejor que de preciosas piedras, sus diligentes esposas, la corona, dice Salomón y este capítulo será un manifiesto de las muchas, varias y preciosas joyas con que este monasterio ha coronado al soberano esposo Jesucristo, Nuestro Redemptor.
Sor Clara de la Cruz profesó en esta santa casa, donde vivió en perfecta observancia de la regla, continua oración, silicios y disciplinas y, tan celadora de todo lo tocante a la religión que, fundándose el monasterio de Santa Clara de Loja [2] el año de mil quinientos y veinte y siete, la llevaron por fundadora y su primer[a] abadesa. Allí vivió diez y nueve años, descubriendo, de más del don de gobierno y virtudes referidas, algunos singulares dones: uno fue conocimiento de los enfermos, si eran de muerte o vida, y así, cuando iban por alguna reliquia, si decía que no la diesen, era desahuciar al doliente y, si la daba, señal de mejoría.
Extendiose este don hasta venir a verla algunos difuntos y darle cuenta del estado en que se hallaban. Asistía en Sevilla un hermano suyo y, estando ella en su celda, se le apareció a la hora que murió [3] y le pidió el remedio de que necesitaba. Salió alborotada con el susto, dijo a las religiosas que encomendasen a Dios el alma de su hermano, que había expirado, y, notando la hora, se verificó cuando llegó la nueva.
En los actos de humildad, como barrer, fregar y los semejantes, no solo era la primera por el oficio de prelada y madre, sino que salía descalza con una soga a la garganta y así las alentaba. Cuando se vio cercana a la muerte, llamó a la comunidad, pidioles perdón, exhortoles al cumplimiento de sus obligaciones y, diciendo el verso: “In manus tuas Domine commendo spiritum meum”, entregó su alma al Criador, año de mil quinientos cuarenta y seis y a los ochenta de su edad [4].
Notas
[1] Al margen izquierdo: “Prover./ cap. 4./ Mulier/ diligens/ corona/ est viro/ suo”.
[2] Al margen izquierdo: “Fundado-/ ra en Lo-/ ja”.
[3] Al margen izquierdo: “Aparéce/ sele un/ difunto”.
[4] Al margen derecho: “Muere/ año de/ 1546”.