María de Santo Domingo

De Catálogo de Santas Vivas
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María de Santo Domingo
Nombre María de Santo Domingo
Orden Dominicas
Títulos Priora y fundadora del Convento de Aldeanueva de la Cruz
Fecha de nacimiento Hacia 1486
Fecha de fallecimiento Hacia 1524
Lugar de nacimiento Aldeanueva, Ávila, España
Lugar de fallecimiento Aldeanueva, Ávila, España

Vida manuscrita (1)

Ed. de Rebeca Sanmartín Bastida; fecha de edición: enero de 2020; fecha de modificación: marzo de 2020.

Fuente

  • “Relaçión de la fundaçión de esta casa y de las cosas memorables que en él á havido”. Ms. perteneciente al Archivo conventual de Mosén Rubí, Ávila, fols. 1r-4v, 11v.

Criterios de edición

Se trata de un manuscrito de la primera mitad del siglo XVII, con copia en el Archivo General de la Orden de Predicadores de Roma (AGOP), fechada en 1688. Se editan solo los folios que se refieren a la vida de María de Santo Domingo y a la fundación del convento (la relación incluye referencias breves a vidas de otras monjas dominicas).

Los criterios de edición que se han seguido son conservadores ya que se trata de un testimonio que quizás bebe de fuentes más primitivas; además hablamos de la primera versión de la relación de la fundación de Aldeanueva, que luego será ampliada sucesivamente en manuscritos posteriores (que se editarán en este Catálogo). Así, se respetan todas las grafías, incluidas la variación de v/b, i/y y las sibilantes; y se conserva el uso o ausencia de la –h, sea o no etimológico (acentuamos la vocal a con función verbal). Se regulariza, en cambio la variación u/v con función vocálica y consonántica de acuerdo a los usos actuales. Se han desarrollado las abreviaturas. Acentuamos las palabras y empleamos las mayúsculas de acuerdo a la norma ortográfica actual. Finalmente, la puntuación procede de la editora pero la separación de los párrafos es del manuscrito.

Vida de María de Santo Domingo

[Fol. 1r] Relaçión de la fundaçión de esta casa y de las cosas memorables que en él á havido

La primera fundadora de este convento de Santa Cruz de la Magdalena de Aldeanueba fue natural de la çiudad de Ávila [1], de los Paniaguas de la dicha çiudad de parte de padre, el qual se casó con una muger natural de este lugar de Aldeanueba, de gente honrrada, aunque pobre y humilde. Eran tres hermanas donçellas güérfanas de padre y madre, a las quales les dio Dios su espíritu de fundar este monasterio en su propia casa, y la madre soror María de Santo Domingo, que fue la mayor de las tres hermanas [2], en cuyo naçimiento se tiene por negoçio auténtico que ubo un pronóstico de unos astrólogos que digeron a su padre [3], aviendo echado juiçio a la hija que le avía naçido, avía de poder mucho con los potentados del mundo, lo qual pareçe ser çierto por el discurso de su vida [4], y ella fue la que tomó la mano para edificar el convento. Y antes que llegase al prinçipio del edifiçio se refiere que en los años de su niñez le aconteçían cosas maravillosas, entre las quales se refieren dos: una, que qualquiera cosa que tomaba en las manos se le acreçentaba en ellas; otra, que cayendo un día sobre una gran lumbre salió de ella sin lesión ninguna; para cuyo edifiçio no solamente la ayudó el favor del Çielo, pero los veçinos de su propio lugar le daban las propias casas. Y toda la tierra la ayudó con sus limosnas. Los señores del reyno la ayudaron y anpararon, y los que con más larga mano acudieron cierto fueron los [fol. 1v] Reyes Cathólicos, y tras ellos los Duques de Alva, Don Garçía Álvarez de Toledo [5] y su muger, que se hallaron presentes en la fundaçión de la casa; y con ellos el gran prior de san Juan Don Diego de Toledo, el Conde de Osorno, el de Oropessa, el Conde de Nieba, y Don Garçía de Toledo, Señor de La Horcajada [6], y otros muchos señores.

En el prinçipio del edifiçio, quando se enpeçó acabar para haçer los çimientos, la primera piedra que se sacó hallaron que estaba en cruz, y tantas quantes veçes la partieron los çircunstantes haçiendo misterio del caso salía siempre cruz, y tomando esto por raçón, acordaron que se llamase el Convento de Santa Cruz, y de los que estaban presentes fue el primero que echó una joya de oro en la çanja del edifiçio el Conde de Nieba, el qual edifiçio se empeçó a haçer el año de mil y quinientos y quatro a treçe de septiembre, víspera de la Exaltaçión de la Cruz, y pónese la fundaçión año de mil y quinientos y siete, víspera de Nuestra Señora de la Asunçión, por ser el primer día que en el nuebo edifiçio se hiço el ofiçio divino, y este día tomaron de mano de la dicha María de Santo Domingo, fundadora, el hábito en la dicha casa sus dos hermanas, la madre María de la Asunçión, y la madre María de los Santos.

Fue tanta la fama y la grandeça del convento, así en virtud como en número y cantidad de religiosas, que muchas personas yllustres y de calidad traýan aquí sus hijas y deudas, no solamente de estos reynos, pero de los estrangeros, porque ubo ocasión en que se hallaron juntas treçientas religiosas [7], como consta por un testimonio de escribano público que está con depósito, entre las quales ubo algunas naturales [fol. 2r] de Jerusalén; otra, de Belén, que tenía por nombre Soror María del Pesebre; otras, de Roma, de Sevilla, de Murçia, de Lora, de Calatayud, de Logroño, de Vitoria, y finalmente de todas las partes destos reynos, y se refiere de testigos fidedignos que se hallaron juntas de una vez a tomar el hábito sesenta mugeres de a quatro, de a çinco, y de a seis años, y, de aý arriba hijas de personas yllustres, y algunas señoras que eran parientas de los Reyes de Portugal.

Fue creçiendo tanto la fama en materia de virtud que se diçe por cosa çierta que la dicha fundadora fue llamada del Sumo Pontífiçe, y es çierto que fue donde él estaba y habló con él, como consta de un previlegio que está en el depósito del dicho convento [8], su data en Zaragoça, a veinte y çinco de octubre de mil y quinientos y veinte y dos [9], en que conçede de su Santidad a las dichas religiosas pudiesen traer velo negro con todas las graçias e yndulgençias que a las demás monjas, siendo así verdad que el dicho convento fundado por la dicha fundadora es de beatas de la Terçera Regla de nuestro Padre Santo Domingo, y no solamente conçedió esta graçia sino otras muchas.

En sus primeros prinçipios de la fundaçión de este convento puso la orden por Vicario de él al Padre Fray Juan de Azcona [10], de buena memoria, que fue un gran religioso, y aun atendiendo a su modo de vivir, un santo, y en esta opinión y veneraçión le tenían las religiosas. Era de grande oraçión y recogimiento, si[n] que esto le estorbase el acudir al consuelo de las religiosas a predicarlas y confesarlas, y el año de mil y quinientos y veinte fue el sobredicho padre a Jerusalén y a Roma, y trajo a este convento [fol. 2v] muchas reliquias, entre las quales trajo la insignia y reliquia que tiene ese convento de la costilla de nuestra madre Santa Cathalina de Sena, que se la dio el Papa León Déçimo a dos de abril de mil y quinientos y veinte años, como pareçe por una bula suya que está en el despósito [11]. Es tan milagrosa la dicha reliquia, que en llegando el sobre padre con ella al convento, hiço Dios nuestro Señor un milagro, por inerçesión de nuestra madre Santa Cathalina, que fue sanar a una religiosa tullida, que solo con llegar a tocarla quedó del todo sana, y para más prueba del milagro acudió luego al refitorio a servir a las religiosas.

En el año mil y seisçientos y doçe, hizo otro milagro esta santa reliquia, y fue que una religiosa del dicho convento, que tenía aproplegía y estaba perlática y sin poder hablar, y por señas como pudo pidió la trageren la costilla de nuestra madre, y en puniéndosela en la boca al punto habló y quedó sana.

Otra religiosa propuso de no confessarse con un religioso de la orden por çierto enfado que con él tubo, y echándole muchas maldiçiones, y entre otras, que la lengua se le pegase al paladar si con él se confesare, súbitamente vieron las demás religiosas que la dio un gran mal, y que pareçía tener la lengua pegada, sin poder casi hablar claro, pero como podía se quejaba y daba a entender que se ahogaba; pusiéronla la costilla y sanó, y al punto se confesó con el dicho padre.

Puso la dicha fundadora tan grandes y buenos fundamentos no solamente en lo material de la casa, sino en lo espiritual de las almas, pues en este monasterio se guardaba la regla [fol. 3r] y constituçiones de la orden como en ella está escrita, y a durado y dura asta nuestros tiempos y mucho más, porque aora se guarda de la misma suerte que en los demás monasterios de monjas, sin haberles quedado de beatas más que solo poder entrar mugeres en el dicho convento. En lo demás ay mucha observançia y religión, y muchos ayunos y abstinençia, que la mayor parte del convento ayuna a pan y agua toda la Quaresma, y ayunan tres días a la semana, ay mucha oraçión y mucho coro, que casi la mayor parte del día gastan en él. Lo que toca a disçiplinarse, es tan estraordinario que es menester ponerlas obediençia para que no lo hagan. El ofiçio divino se haçe con mucha puntualidad, gravedad y solemnidad, cantando las horas y muchos maytines, en particular los días de santos como en los más graves conventos de la orden se acostumbra, y con más puntualidad. Ay en el dicho lugar de Aldeanueva más de çien veçinos, y entre ellos más de treçientas personas pobres, y todas las sustenta el convento y religiosas, dejando la mayor parte de su comida por acudir y socorrer a sus neçesidades.

Échasele de ver la mucha religión que á avido y hay en este monasterio, pues para fundar otros en la Provinçia an sacado d’él las fundadoras y prioras [12], y en particular fueron por fundadoras y prioras a la Penitençia de Valladolid y al monasterio de Corpus Christi de la dicha çiudad la madre María de los Ángeles y María de San Françisco, su hermana, que fueron de los Manríquez y Toledos. Y a las Arrepentidas de Salamanca y a las Beatas de Medina del Campo y a la Madre de Dios de Truxillo, Toro y Olmedo an ydo por prioras muchas señoras de este convento: la madre Doña Bernardina de Carabajal, Doña Isabel de Mendoça [fol. 3v] y la madre Doña Gabriela de Guevara, y la madre María de la O, del Barco.

Tiene este convento una bula de la fundaçión del dicho monasterio, su data en Roma apud Sanctum Petrum, el año de mil y quinientos y diez y siete, a diez y seis de henero, de León Déçimo en el año quarto de su Pontificado, enbiado a la fundadora nombrándola por priora del dicho monasterio y mandado al Arzobispo de Toledo, Plasençia y Ávila la ayuden, favorezcan y autoriçen en orden al edifiçio y nueba fundaçión de casa [13], y que puedan tener y tengan vicario y religiosos de la dicha orden, para que las ayuden y administren los santos sacramentos, y así es tradiçión auténtica que el Reverendísimo General fray Viçençio Bandelo de Castronovo visitó por su persona el dicho monasterio en tienpo del rey Don Fernando y Doña Ysavel [14], y reçivió este convento a la orden la vigilia de Pentecostés el año de mil y quinientos y diez y nueve.

Fue tanta la virtud y religión de la fundadora que se echó de ver el gran favor y merçed que la hacían todos los grandes del Reyno, y en particular los santos Reyes Cathólicos Don Fernando y Doña Ysabel, que la ayudaron con sus rentas, y la dieran muchas más para la fundaçión si ella quisiera, pero fue su intento que fuesen pobres, y así no quiso admitirlas. Entre las merçedes que los Reyes Cathólicos hiçieron a esta venerable muger la más prinçipal fue darla el Santo Christo, que este convento tiene en tan grande veneraçión y estima por los muchos milagros que á obrado y obra. Uno de los maiores es que, llebándole los Reyes Cathólicos en su compañía a las guerras, en una dellas, invocando como suelen los españoles al Apóstol Santiago, respondió el Santo Christo que no era [fol. 4r] neçesario estando él allí, y en señal de esto le quedó la voca abierta y se le ben dientes, lengua y el çielo de la voca.

Diçen las madres ançianas deste convento [15] que en tienpo de Filipo Segundo, quando las heregías de Caçalla, por algunos días le vieron sudar, y saben que uno de los religiosos le linpió el sudor del rostro con un purificador [16]. Y en el año de mil y seisçientos y çinco hiço otro milagro en soror María de la Natividad, religiosa del dicho convento. Y fue que tenía en un pecho un çirrio del tamaño de una naranja, y aviéndola dicho los médicos que no tenía remedio acudió a Dios y a esta santa ymagen [17] de quien ella era mui debota, y andubo una nobena, y al cabo della tocó con un pañito al Santo Christo, y se le puso donde tenía la enfermedad, y al punto sanó, de manera que pudo acudir al serviçio de las demás como lo tenía de ofiçio.

Otra religiosa llamada María de Santa Ynés, teniendo cánçer en un pecho, y la començó a curar el médico, y en lugar de sanarla quedó peor [18], y pareçiéndola era inposible sanar acudió a tener nobena Santo Christo por no berse en manos de médicos ya que la tenía sentençiada a muerte, y antes de acabar su nobena se puso un pañito tocado al Santo Christo y luego sanó.

Otros muchos milagros á echo, que por no ser largos no se escriven aquí; si fuere neçesario se podrán escrivir y aberiguar [19]. Lo que en este convento se á visto y estas señoras tienen por milagro es que ningún mal contagioso ni pestilençia jamás á dado en el convento: aunque la á havido en el pueblo y an entrado en el convento muchas personas heridas no se á pegado a ninguna religiosa.

[Fol. 4v] La figura que el Santo Christo tiene es de la çintura arriba coronado de espinas, y la cruz a cuestas, y aun quieren deçir que es de los que pintó San Lucas, y pareçe se echa de ber en que tiene dos dedos quebrados que no se save cómo ni quándo, y con haber traído maestros que se an buscado de fama, ninguno se á atrevido a ponérselos, y ubo uno que dixo que le pareçía ser imposible el varniz que tenía fuese obra de la Tierra, sino que era negoçio más que humano.

Con tan buena compañía la fundadora y sus compañeras fueron muy adelante en la virtud y santidad. Todo el tienpo que vivió la madre María de Santo Domingo fue priora del dicho monasterio; era muy dada a oraçión, ayunos, y disçiplinas, y echávese [20] mui bien de ber en ella que tenía espíritu y graçia del Çielo, pues sin aber estudiado tenía sus pláticas a las religiosas con tanto espíritu y deboçión que las más veçes las movía a lágrimas [21].

El demonio, inbidioso del fruto que hacía en las almas y en toda esta tierra, la lebantó de debajo de los pies muchas persecuçiones, y en todas ellas mostró mucha paçiençia, dejándolo todo a Dios, y así murió como una santa, y otro día después de su muerte predicando el santo Fray Juan de Azcona, en medio del sermón dijo: “Mi hixa María de Santo Domingo se subió al Çielo” [22].

Por muerte de la dicha fundadora suçedió en el ofiçio de priora su hermana María de la Asunçión, la qual fue tan santa como su hermana; fue priora más de treinta años. Era muy observante en el silençio toda la noche o la mayor parte se le yba en oraçión, no comía al día más de una vez, no çenaba ni hacía colaçión, nunca comió carne en todo tienpo que tubo el hábito, echábase de ver [fol. 5r] su santidad en las pesadas burlas que el demonio la haçía, echándola algunas veçes por las escaleras abajo; tuvo muchas persecuçiones, en particular algunas emulaçiones y enbidias entre sus conpañeras. La muerte fue como la vida y así está en opinión de santa [23].

La otra terçera hermana llamada María de los Santos vivió y murió muy santamente, y están todas tres hermanas enterradas a la puerta del refitorio. Tiene una grande piedra labrada ençima de la sepultura; el darles este entierro fue su mucha humildad, y así lo pidió a las demás religiosas. […]

[Fol. 11v] […] Olvidose de deçir al prinçipio que fue tanto el espíritu y valor de la madre fundadora, María de Santo Domingo que ella en persona con otras tres religiosas fue a Roma a tratar con su Santidad muchas cosas tocantes al bien espiritual y temporal de este convento, a quien hiço mui grandes favores el Papa León Déçimo, que era el que presidía en la Iglesia entonçes.

Todo lo cual susodicho en esta relaçión se á sacado de los papeles y brebes que están en depósito, y conforme lo que viene por tradiçión de las madres antiguas.

Notas

[1] María nació en Aldeanueva, pero en esta relación y en su copia de AGOP de Roma solo se señala Ávila como lugar de nacimiento. En otra versión de la fundación de Aldeanueva del Archivo de la Orden de Predicadores de Salamanca que editaremos en el Catálogo sí se señala Aldeanueva como lugar de nacimiento de María.

[2] En el proceso se apunta que fue la más pequeña de las tres hermanas, y el trato con ellas no fue bueno (R. Sanmartín Bastida & M. V. Curto Hernández, El Libro de la oración de María de Santo Domingo: Estudio y edición, Madrid, Iberoamericana, 2019, p. 37).

[3] En la “Relación” de AGOP de Roma, “sus padres”. Es más fiable la lectura de esta Relación A porque se repite en la relación segunda y ampliada (de 1709) de la fundación de Aldeanueva.

[4] Entendemos que está basándose en un texto escrito anteriormente, aunque también hay referencias en este texto a fuentes orales.

[5] Hay aquí una equivocación de nombre con su padre: Fadrique Álvarez de Toledo fue quien financió la fundación.

[6] Se refiere a García Álvarez de Toledo y Enríquez, I Señor de La Horcajada, hermano de Don Fadrique e hijo de García Álvarez de Toledo, I Conde-Duque de Alba.

[7] En el discurso del Padre Peña en el cuarto proceso al que se somete a la beata se habla de más de cien religiosas (R. Sanmartín Bastida, La representación de las místicas: Sor María de Santo Domingo en su contexto europeo, Santander: Real Sociedad Menéndez Pelayo, 2012, p. 429; reed. Londres, SPLASH, 2017). En el Libro de la oración (fol. b2r) se habla de doscientas en el prólogo (Sanmartín Bastida & Curto Hernández, p. 38, 61, 145): vemos entonces cómo el discurso aumenta interesadamente el número de religiosas.

[8] El cronista claramente no pertenece al convento.

[9] Esta bula se encuentra en el archivo de Mosén Rubín, junto con otras de 1514, 1519, 1520, 1522, en una carpeta donde se guardan los pergaminos, pero no se dice en ella que María fuera a Roma, asunto que no está nada claro.

[10] Dicho fraile testifica en el cuarto proceso de María de Santo Domingo, pero no fue vicario de la orden.

[11] Efectivamente, la bula está en el archivo susodicho y la costilla se puede ver en el convento de Mosén Rubí de Ávila.

[12] Esta costumbre de enviar prioras desde conventos con fama de santidad también la encontramos en la vida de las hermanas Silva.

[13] En 1517, año de la muerte de Cisneros, se ve que María de Santo Domingo era bastante estimada y no se limitaron sus movimientos pese a las órdenes del Capítulo dominico celebrado durante el cuarto proceso. En 1512 parece que se estableció “la paz” entre los dominicos reformistas de Piedrahita y la cúpula.

[14] Obviamente este dato no es veraz ya que ambos estaban muertos en 1519 (Fernando muere en 1516 e Isabel en 1504). Tampoco lo es la visita del Maestro General Vicente Bandelli de Castronovo, ya que falleció en 1506.

[15] Como se ha señalado, el autor, que es probablemente dominico, no pertenece al convento. Siente aprecio por María de Santo Domingo pero tiene nociones muy vagas de su vida. Por otro lado, este Cristo de las Batallas se conserva en el convento de Mosén Rubí de Toledo.

[16] Si estas madres ancianas vieron con sus ojos sudar al Cristo entonces debemos situar este texto en el primer tercio del XVII. Ahora bien, pueden referir cosas que les han contado. De todos modos, creo que no se puede llevar más allá de la primera mitad del XVII.

[17] Es interesante que para pedir milagros no acudan a la fundadora, que por tanto no es considerada santa en torno a 1600.

[18] Como en la vida de María de Ajofrín, es interesante que aparezcan ejemplos de médicos que se equivocan. Indudablemente es una muestra del poder de la fe frente a la ciencia.

[19] Este aserto de no querer o poder contar todo por no ser prolijos es un tópico de los relatos hagiográficos y milagrosos.

[20] Por “echábase”.

[21] Aquí se resalta la condición de iletrada de María de Santo Domingo, que aumenta el valor de sus palabras inspiradas.

[22] Al lado de este párrafo hay una anotación al margen que dice: “muerte de la primera fundadora”, lo cual indica que se enfatiza más su función conventual que su nombre propio.

[23] Al margen escriben: “muere von opinión de santa”.

Vida manuscrita (2)

Ed. de Rebeca Sanmartín Bastida; fecha de edición: marzo de 2020.

Fuente

  • “Fundación de este convento”, en Libro de becerro adonde están asentados todos los propios, y rentas, de beneficios…, el qual se hizo en el mes de junio, año de 1721, fols. 1r-9v, 16v-17r. Ms. del Archivo Histórico Nacional, secc. Clero, libro Becerro, sig. 445, Aldeanueva de las Monjas.

Criterios de edición

El Libro de becerro de donde se extrae esta vida es un manuscrito datado en 1721 que incluye una copia del original de la segunda relación de la fundación de Aldeanueva, de 1709 (el original podría ser un manuscrito que se conserva en el monasterio de Mosén Rubí, de Ávila, un poco deteriorado, con la misma relación de la fundación); es pues, posterior a la vida manuscrita 1, que considero la primera relación que se conserva de la fundación del convento. Por esta razón, esta copia de la segunda relación se moderniza en puntuación y ortografía de acuerdo a los criterios actuales y siguiendo en general las normas de edición de vidas impresas. Es decir, se ha intentado que la modernización gráfica de este texto no suponga una pérdida de los valores fonéticos, léxicos y sintácticos de la época en cuestión. Por ello, aunque se modernizan sibilantes, la alternancia b/v, i/y, qu/cu, empleo de la h, simplificación de consonantes geminadas, etc.), se respeta la morfología de las palabras con interés histórico morfológico o fonológico (inviando, mesma, proplejía, etc.) y se respetan cultismos (Patriarcha, Escriptura, Redemptor, subcedió). El grupo mp se actualiza a np (en el caso de “Assumpción” o “prompto” se elimina la p) y se contraen a el, de el (excepto cuando el artículo es parte del nombre de una comarca), que aparecen indistintamente juntos o separados. No se desarrollan las abreviaturas de los títulos si solo aparecen con las iniciales.

Esta relación de la fundación del convento de Aldeanueva fue editada entera por J. Jiménez Ballesta y E. Sierra Santos (Historia de Aldeanueva de Santa Cruz y vida de la Beata Sor María de Santo Domingo, Ávila, Ed. Blanca Nieto Gutiérrez, 1999, pp. 171-187), pero se trató más bien de una adaptación (contiene lagunas y se modernizan algunas expresiones), por lo cual aquí se presenta la primera edición de esta versión de la vida de María de Santo Domingo, omitiéndose las partes de la relación que se refieren a la vida de otras monjas del convento.

Esta segunda relación de la fundación de Aldeanueva se contiene también en un manuscrito del monasterio de Mosén Rubí, como se ha señalado (seguramente la original, en todo caso también del siglo XVIII), y en otra copia moderna de hacia 1923 o 1928 conservada en el convento susodicho.

Vida de María de Santo Domingo

[Fol. 1r] Nisi Dominus ædificaverit domum in vanum laboraverunt, qui ædificant eam [1].

Habiendo de tratar de la fundación, reedificación, permanencia y estabilidad del Convento de Santa Cruz de la Magdalena de religiosas de la Orden del mejor Guzmán, Patriarcha Santo Domingo, sito en el lugar de Aldeanueva, en la jurisdicción de la villa de El Barco, es preciso atribuirla más a la Divina Providencia, y por arquitectura de las manos del Altísimo, que a obra humana, por haber sido su fundadora una flaca mujer, sin más principios que se dirán adelante. Pues fuera vano su intento a no haberla asistido la poderosa mano del Divino Esposo que eligió para sí, y para tantas siervas suyas, para fabricarle habitación, no solo en lo material del edificio, sino es en los corazones de todas y cada una.

Y haviendo por la penuria de los tiempos venido las rentas de dicho convento en no poca disminución por la incuria y poca práctica de papeles que debe considerarse en mujeres, más dedicadas a Dios y al ejercicio de las virtudes y divinos oficios que al de papeles y negocios seculares, reconociendo que acaso esta penuria resulta del involucro de papeles y no tener fácil expedición su hallazgo en sus archivos, la señora Sor María de la Visitación de los Reyes, priora de dicho convento, con consulta de las señoras depositarias y discretas de él, ha determinado hacer un libro becerro, en que se ponga por índice los papeles de todas las rentas, títulos y privilegios que dicho convento tiene, para que por él con mayor facilidad las presentes y religiosas venideras se puedan instruir en la busca de ellos, para la mayor estabilidad y permanencia de dicho convento, dejando a la posteridad ejemplo de su mejor gobierno. Y habiendo de ejecutarse como se intenta así, lo primero que se manda inserir en dicho libro es las cortas noticias que han quedado de la fundación de dicho convento, y cosas memorables de él, fundadas en los papeles que se reservaron del incendio de dicho convento [2], y en la constante tradición, que ha dura- [fol. 1v] do de unas religiosas en otras, y para hacerlo así con más acierto, se da principio a esta obra deseada con la invocación divina. [Invocación].

En el año del Nacimiento de Christo Nuestro Redemptor de mil setecientos y nueve, gobernando la nave de la Iglesia N. M. S. Padre Clemente de Undécimo, reinando en España el Señor Don Felipe Quinto de este nombre, siendo Príncipe de Asturias el Señor Don Luis Primero, General de la orden de predicadores el M. Reverendísimo P. F. Antonio Cloche, y provincial de esta santa Provincia de Castilla el Reverendísimo P. fray Francisco García de Olivares, y patrono de este convento el excelentísimo señor Don Antonio Martín Álvarez de Toledo, Duque de Alba, y priora de él la dicha señora Sor María de la Visitación de los Reyes, depositarias las señoras María Teresa de los Serafines y Sor María de San Fernando, vicario de este convento el R. P. presentado fray Juan de El Pozo, procurador de él el Padre fray Pedro de la Peña, se va ejecutando el dicho libro becerro en la forma siguiente: que para que conste esta introducción [fol. 2r] y prólogo, lo firmaron dichas señoras priora y depositarias en este religioso convento, a veinte y seis del mes de enero de mil setecientos y diez años, aunque se dio principio a esta obra en el dicho año de 1709. [Rúbricas].

Parece que para decir de la fundación de este convento se ha de y debe tratar de su fundadora en primer lugar, por ser el primero instrumento que tomó el Altísimo para dicha obra. Y así se dice fue natural nuestra fundadora de la ciudad de Ávila, hija de un caballero de la ilustre y esclarecida familia de los Paniaguas de dicha ciudad, y aunque se ignora su nombre, se tiene por constante casó en el lugar de Aldeanueva, aldea de la jurisdicción de la villa del Barco, con labradora de una de las familias honradas de bueno y limpio linaje de dicho lugar, aunque pobre, y por su virtud humilde; haciéndose más feliz y dichoso este casamiento con la buena descendencia que en él tuvieron de tres hijas, siendo la primogénita nuestra venerable fundadora, que se llamó María, llevándose el renombre de Santo Domingo; la segunda, María de la Asunción; y la tercera, María de los Santos, a las cuales infundió Dios su especialísimo espíritu de fundar este monasterio en su propia casa. Del nacimiento dichoso de nuestra primer [fol. 2v] fundadora, semejante a la mujer fuerte que nos describe la Sagrada Escriptura, se tiene por segura tradición que hubo quien predijese, comunicándoselo a su padre, que la hija que le había nacido sería mujer de grandes prendas, y tal, que por ellas alcanzaría grandes favores y valimientos con los señores reyes y potentados de la Tierra, como después se experimentó, pero ¿qué mucho tuviese tanta gracia por hombres quien supo conseguirla del Rey de los Reyes y Señor de los Señores? Pues de dicha madre se cuentan dos prodigios bien especiales: el uno, que cuanto tomaba en sus manos se aumentaba y acrescía a medida de las necesidades que pedían pronto socorro, no causando admiración sucediese tal aumento en manos que las había destinado el Altísimo para atesorar espirituales riquezas para el Cielo, y no tesoros caducos de la Tierra; el otro fue que, cayendo en un gran incendio, salió de él libre y sin alguna lesión, como aquellos tres mancebos del horno de Babilonia [3] bendiciendo y alabando al Señor maravilloso en sus obras. Muertos los padres de nuestra fundadora, ella y sus dos hermanas se aplicaron a enseñar y adoctrinar niñas de la comarca, instruyéndolas en toda buena doctrina cristiana, santo temor de Dios y buena aplicación a las virtudes, con tanto provecho de las discípulas y buen ejemplo de los más distantes que no se tenía por dichoso el que no ponía sus hijas debajo de la educación y buena enseñanza de la madre Sor [fol. 3r] María y sus dos hermanas, trascendiendo tanto el buen olor de su vida virtuosa que no solo las traían discípulas de los lugares circunvencinos, sino es de muy distantes, y de familias muy ilustres [4].

Pasando, pues, a relacionar sobre la fundación, se dice que dicha primogénita y dichosa hija María de Santo Domingo, llevada del ardentísimo espíritu que el Altísimo fue servido comunicarla, se tomó la mano a edificar esta casa y convento para el mayor servicio de Dios, y aprovechamiento de las almas, honra y honor de este lugar de Aldeanueva. Y para obra tan del Cielo, los vecinos, influidos de su Divina Majestad, con ardiente celo la franquearon a nuestra Venerable, y dieron graciosamente sus propias casas para la situación, y a su imitación todos los de la tierra circunvecina contribuyeron con crecidas limosnas; los señores del Reino la ayudaron, correspondiendo en lo liberal a sus grandezas, y los que con mayor prodigalidad acudieron fueron los señores Reyes Católicos, siguiéndose los Duques de Alba, Don García Álvarez de Toledo, y señora su mujer, el gran prior de San Juan Don Diego de Toledo, el Conde Osorno, el de Oropesa, el Conde de Nieva, y Don García de Toledo, Señor de La Horcajada, y otros muchos señores, quienes con dichos Don García y señora su mujer se hallaron en este lugar. Asis- [fol. 3v] tida, pues, nuestra venerable señora de tan pías voluntades, conducidas de la de Nuestro Criador, dio principio a la gran fundación de dicho convento de Aldeanueva, Orden del glorioso Patriarcha Sancto Domingo, día trece de septiembre de mil quinientos y cuatro, víspera de la Exaltación de la Cruz, sin duda influido por el Divino Artífice por misteriosa elección de semejante día para semejante principio. Pues en él subcedió, hallándose presentes dichos señores duques y condes, el mayor prodigio y portentoso milagro, como es que la primera piedra que se sacó para hacer los cimientos se halló y vieron estar en forma de cruz, y tantas cuantas veces se partía, tantas se encontraba la mesma gloriosa señal de nuestra Redempción, por lo cual fue preciso, y como consiguiente a tal maravilla de tan gran misterio, intitular, como hoy se intitula a este convento, con el precioso renombre de Santa Cruz de la Magdalena. Y aunque su fundación se pone “Víspera de Nuestra Señora de la Asunción del año del Nacimiento del Señor” es porque en este día fue la primera celebración que en este convento se hizo de los divinos oficios. Refiérese también que de los señores que se hallaron presentes a ver principiar dicha obra, y a vista de tan milagroso caso como va expresado fue el primero, que echó una joya de oro en la zanja del edificio el Conde de Nieva.

[Fol. 4r] En el referido día de la víspera de Nuestra Señora de la Asunción que va citado se celebraron los divinos oficios primera vez en este convento, año de mil y quinientos y siete, porque se cuenta desde él su fundación; tomaron de mano de la dicha nuestra venerable fundadora, María de Santo Domingo, el santo hábito en esta santa casa sus dos hermanas, la madre María de la Asunción y la madre María de los Santos, llevándose estas tres hermanas siempre la primacía de fundar y vivir, tomando el santo hábito, en este misterioso convento.

Extendiose tanto la loable fama y grandeza de este monasterio, así en virtud como en el dilatado número de religiosas, que muchas personas ilustres y de calidad traían a él sus hijas y deudas, no solamente de estos reinos, sino es también de los extraños y extranjeros, por haber habido tiempo en que se hallaron hasta en número de trescientas religiosas, como consta por testimonio de escribano público que está en depósito; entre las cuales hubo algunas naturales de Jerusalén, una de Belén que se llamó Sor María del Pesebre, otras de Roma, de Sevilla, de Murcia, de Lorca, de Calatayud, Logroño y Victoria, y finalmente de todas las partes de estos reinos. Y testigos fidedignos refieren que en una ocasión se hallaron juntas a tomar el hábito sesenta mujeres y niñas desde cuatro, cinco y seis años arriba, hijas de perso- [fol. 4v] nas ilustres y algunas señoras parientas de los Reyes de Portugal, no causando admiración a vista de la virtud de nuestra fundadora, cuya loable fama se extendió generalmente por todas las partes, no solo de su religión, sino de todas demás, como lo refiere la nota del capítulo siguiente.

Siendo General el Reverendísimo P. fray Tomás de Vio Cayetano, por los años de mil quinientos y ocho, escribiendo en la ciudad de Barcelona en el convento de la religión dedicado a Santa Catalina Mártir, en uno de los tomos de sus escritos, al folio setenta y tres, da la noticia siguiente, diciendo así: “Que en España florecía en aquellos tiempos una virgen cuyo nombre era Sor María de Santo Domingo, admirable y maravillosa criatura en virtud y santidad; corría tanto crédito y estimación, no solo en su religión y en las demás, sino es que tanto se extendió y dilató por sus prendas en virtud y santidad, que ninguno se tenía por noble que no la entregase sus hijas para que con su gran ejemplo y enseñanza saliesen muy aprovechadas en todo. Por cuya causa, viéndose con tantas niñas, deseando sirviesen a Dios y por cumplimiento de su grande obligación, fundó un convento en un desierto, cerca de una villa llamada Piedrahita, en el cual llegó a juntar y tener en su compañía más de trescientas vírge- [fol. 5r] nes, que faltaban muy pocas para cuatrocientas, y todas nobles y de esclarecida prosapia, sangre y linaje, las cuales vivían con grande y singular observancia, y con tan gran fervor y espíritu que, siendo todas, como llevo dicho, tiernas en edad y en sangre nobles, menospreciando las comidas delicadas y regaladas de sus casas tenían por su mayor regalo pan, agua y ceniza, y por su honesta, dichosa y gustosa vestidura lana y lino, todo lo cual para vestirse por dentro y fuera lo fabricaban en todo y por todo dichas niñas vírgenes por sus delicadas manos, como es hilar el lino, tejerlo, etc., peinar la lana, hilarla, y tejer los paños para vestirse, añadiendo a esto gran austeridad, no menos penitencia y singular dolor con no pocas lágrimas, etc”.

Y así se dice ser cierto que la dicha fundadora fue llamada del Sumo Pontífice, y obediente pasó adonde estaba, y habló con su Beatitud, como consta de un privilegio que está en el depósito de este convento, su data en Zaragoza a veinte y cinco de octubre de mil y quinientos y veinte y dos, en que concedió Su Santidad a las dichas religiosas pudiesen traer velo negro con todas las demás gracias e indulgencias que a las demás monjas, siendo así verdad que el dicho convento, fundado por dicha nuestra fundadora, es de beatas de la Tercera Regla de N. P. S. Domingo. Y no solo [fol. 5v] concedió esta gracia Su Santidad, sino es otras muchas a este convento y religiosas por medio de nuestra fundadora, cuyo valor y espíritu fue tan grande que ella en persona con otras tres religiosas fue a Roma a tratar con Su Santidad muchas cosas tocantes al bien espiritual y temporal de este convento. Y siendo el Papa León Décimo el que en aquel tiempo presidía en la Iglesia, hizo a nuestra fundadora y este convento grandes favores.

En los primeros principios de la fundación de dicho convento puso la orden por vicario de él al P. fray Juan de Azcona, de buena memoria. Fue un gran religioso, y aun atendiendo a su modo de vivir un santo; y en esta opinión y veneración le tenían las religiosas: era de grande oración y recogimiento sin que esto le estorbase el acudir al consuelo de las religiosas a predicarlas y confesarlas. Y el año de mil y quinientos y veinte fue dicho padre a Jerusalén y a Roma y trajo a este convento muchas reliquias, entre las cuales trajo la insignia y reliquia que tiene de la costilla de nuestra madre Santa Catalina de Sena, que le dio el Papa León Décimo en dos de abril de mil y quinientos veinte años, como parece por una bula [fol. 6r] suya que está en el depósito. Es tan milagrosa dicha reliquia que, llegando dicho padre con ella al convento, hizo Dios Nuestro Señor un milagro por intercesión de nuestra madre Santa Catalina, como fue el sanar a una religiosa tullida, que solo con llegar a tocarla quedó del todo sana, y para más prueba del milagro acudió luego al receptorio a servir a las religiosas.

En el año de mil seiscientos y doce hizo otro milagro esta preciosa reliquia, y fue que una religiosa del dicho convento, que padecía proplejía y estaba perlática y sin poder hablar, por señas en la forma que pudo pidió la trajesen la costilla de nuestra madre y, poniéndosela en la boca, al punto habló y quedó sana. Otra religiosa, habiendo propuesto de no confesarse con un religioso de la orden por cierto enfado que con él tuvo, y echádose muchas maldiciones, y entre ellas que la lengua se le pegase al paladar si con él se confesase, súbitamente vieron las demás religiosas que la dio un gran mal y que parecía tener la lengua pegada sin poder casi hablar claro, pero como podía se quejaba y daba a entender que se ahogaba; pusiéronla la costilla y sanó y al punto se confesó con el dicho padre.

Volviendo a nuestra fundadora, es cierto puso tan grandes y buenos fundamentos no solamente en lo [fol. 6v] material de la casa sino en lo espiritual de las almas, pues en este monasterio se guardaba la Regla y Constitución y Constituciones de la Orden, como en ella está escrita y ha durado y durará hasta nuestros tiempos y mucho más, porque ahora se guarda de la misma suerte que en los demás monasterios de monjas, sin haberles quedado de beatas más que solo poder entrar mujeres en el dicho convento; ayunan a pan y agua toda la Cuaresma, y tres días en la semana, y en todo lo demás hay mucha religión y observancia, y después de dichos ayunos de Cuaresma que observan la mayor parte de religiosas y demás del convento, y otras abstinencias con mucha oración y continuado coro, divirtiendo en él casi todo el día con singular admiración: y correspondientemente en la disciplina es tan ordinario que ha sido necesario ponerlas obediencia repetidas veces para mitigarlas tan singular fervor de penitencia. Al oficio divino asisten con gran puntualidad, gravedad y solemnidad, cantando las horas y muchos maitines, y en particular los días de santos, como en los más graves conventos de la orden se acostumbra, y aun con más puntualidad. La caridad que hay en este convento, así en lo común como en lo particular, es tan grande que, siendo este lugar de más de cien vecinos, y entre ellos más de trescientos pobres de las personas de sus familias, a todas [fol. 7r] las asisten y mantiene el convento y religiosas, dejando estas la mayor parte de sus raciones y sustento por acudir no solo al socorro de las necesidades de los referidos pobres de este lugar sino es también de los de fuera de él, que es una admiración.

Reconócese la mucha y singular religión que ha habido, hay, y se espera que habrá en este admirable convento, pues para fundar otros en la Provincia han sacado de él fundadoras y prioras, y en particular fueron para la Penitencia de Valladolid, y Monasterio de Corpus Christi de dicha ciudad, la madre María de los Ángeles y María de San Francisco, su hermana, que fueron de los Manriques y Toledos. Y a las Arrepentidas de la ciudad de Salamanca, a las beatas de Medina del Campo, a la Madre de Dios de Trujillo, Toro y Olmedo han ido por prioras muchas señoras de este convento: la madre Doña Bernadina de Carvajal, la madre Doña Isabel de Mendoza, las madres Doña Gabriela de Guevara y María de la O del Barco.

Tiene este convento una bula de la fundación del dicho monasterio, su data en Roma, apud Sanctum Petrum, el año de mil quinientos y diez y siete, a diez y seis de enero, de León Décimo, en el año cuarto de su Pontificado, inviada a la fundadora, nombrándola por [fol. 7v] priora de dicho monasterio y mandando al arzobispo de Toledo, Plasencia y Ávila la ayuden, favorezcan y autoricen el orden al edificio y nueva fundación de casa, y que puedan tener y tengan las religiosas vicario y religiosos de la dicha orden para que las ayuden y administren los santos sacramentos. Y así es tradición auténtica que el Reverendísimo P. General fray Vicencio Bandelo de Castronovo visitó por su persona el dicho monasterio en tiempo del R. Don Fernando y Doña Isabel [5], y recibió este convento a la orden la vigilia de Pentecostés el año de mil y quinientos y diez y nueve.

Manifiéstase bien la admirable virtud y religión de nuestra fundadora por los grandes favores y mercedes que todos la hacían, con especialidad los grandes del Reino, y en particular los santos Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel, que la ayudaron con sus rentas y la dieran muchas más para la fundación si ella quisiera; pero fue su intento fuesen pobres, y así no quiso admitirlas. Entre las mercedes que los Reyes Católicos hicieron a esta mujer venerable, la más principal fue darla el Santo Christo que este convento tiene con tanta veneración y estima por los muchos milagros que [fol. 8r] ha obrado y obra [6]: uno de los mayores es que, llevándole los Reyes Católicos en su compañía a las guerras, en una de ellas, invocando como suelen los españoles al apóstol Santiago, respondió el Santísimo Christo que no era necesario estando Él allí, y en señal de esto le quedó la boca abierta, y así se le están viendo hoy los dientes, como también se le ve la lengua, y el cielo de boca.

También es prodigioso y milagroso caso el que han referido y publicado las madres ancianas de este convento, pues han dicho que en tiempo de Phelipe Segundo, cuando las herejías de Cazalla, por algunos días vieron sudar al Santísimo Christo y saben que uno de los religiosos le limpió el sudor del rostro con un purificador.

En el año de mil seiscientos y cinco hizo otro milagro en Soror María de la Natividad, religiosa del dicho convento, y fue que tenía en un pecho un cirrio del tamaño de una naranja, y habiéndola dicho los médicos que no tenía remedio, acudió a Dios y a esta santa imagen, de quien ella era muy devota, y haciéndola una novena, al cabo de ella tocó un pañito al Santísimo Christo, y habiéndole puesto donde tenía la enfermedad, al punto sanó de forma que pudo asistir al oficio de las demás como lo tenía de costumbre.

A otra religiosa llamada María de Santa Inés, que padecía cáncer en un pecho, asistiendo a su curativa un médico quedó peor, y habiendo pronosticado de muerte y sin remedio en esta [fol. 8v] enfermedad, pareciéndola a la paciente no tener otro remedio y como por imposible el sanar, acudió a tener novena al Santísimo Christo, por no verse más en manos de médicos. Y antes de acabar la dicha novena se puso un pañito tocado a dicha imagen, y inmediatamente sanó. Otros muchos y repetidos milagros ha hecho y obrado dicha imagen, que por ser tantos y no dilatar esta relación no se escriben aquí. Y siendo necesario se podrán averiguar y escribir.

Lo que en el convento se ha visto y experimentado, y estas señoras tienen por milagro, es que ningún mal contagioso ni pestilencia jamás ha dado en este convento: aunque le ha habido en el pueblo y han entrado en el dicho convento personas heridas, no se ha comunicado a ninguna religiosa.

La figura que el Santísimo Christo tiene es de la cintura arriba coronado de espinas, y la cruz a cuestas, y aun quieren decir que es de los que pintó San Lucas, y parece se echa de ver en que tiene dos dedos quebrados, que no se sabe cómo ni cuándo. Y con haber traído maestros que se han buscado de fama, ninguno se ha atrevido a ponérselos, y hubo uno que dijo que le parecía ser imposible el barniz que tenía fuese obra de la Tierra, sino que era negocio más que humano.

Con tan buena y amabilísima compañía la fundadora y sus compañeras fueron muy adelante en la virtud y santidad. Todo el [fol. 9r] tiempo que vivió la madre María de Santo Domingo fue priora del dicho monasterio; era muy dada a oración, ayunos y disciplinas, echábase muy bien de ver en ella que tenía espíritu y gracia del Cielo, pues sin haber estudiado tenía sus pláticas a las religiosas con tanto espíritu y devoción que las más de las veces las movía a lágrimas.

El demonio, invidioso del fruto que hacía en las almas y en toda esta tierra, la levantó debajo de los pies muchas persecuciones, y en todas ellas mostró mucha paciencia dejándolo todo a Dios, y así murió como una santa, y otro día después de su muerte, predicando el santo fray Juan de Azcona, en medio del sermón dijo: “Mi hija María de Santo Domingo se subió al Cielo”. Por muerte de la dicha fundadora sucedió en el oficio su hermana María de la Asunción, que fue tan santa como la dicha su hermana, y obtuvo el dicho oficio de priora más de treinta años, siendo muy observante en el silencio. Toda la noche o la mayor parte se le iba en oración, no comía al día más de una vez, no cenaba ni hacía colación, nunca comió carne en todo el tiempo que tuvo el hábito: echábase de ver su santidad en las pesadas burlas que el demonio la hacía, echándola algunas veces por las escaleras abajo; tuvo muchas persecuciones, en particular algunas emulaciones y envidias entre sus compañeras. La muerte fue como [fol. 9v] la vida, y así está en opinión de santa.

La otra tercera hermana de nuestra fundadora, llamada María de los Santos, vivió y murió muy santamente, y están todas tres hermanas enterradas a la puerta del refiptorio, tiene una grande piedra labrada encima de la sepultura. El darles este entierro fue su mucha humildad y así lo pidió a las demás religiosas.

[…]

[Fol. 16v] Conclúyese la relación por ahora con el manifiesto de una costumbre o devoción antigua y loable que ha observado y observa este convento, efecto de la gran virtud y santidad que en él se ha profesado y profesa, digna de que se ponga en historia; y es que, dando la primera campanada del Ave María, una de las religiosas que están en oración en el coro [fol. 17r] en voz alta y dolorida dice tres veces: “Señor, misericordia”. Pidiendo perdón de lo pasado, auxilio y favor para lo porvenir, Su Divina Majestad se sirva de comunicarnos su divina gracia, con que conseguiremos la gloria. Amén.

Notas

[1] Salmos, 127: “Si Jehová no edifica la casa,/ en vano trabajan los que la edifican”.

[2] Parece por este aserto que esta relación no se basa en la Vida Manuscrita (1) de este Catálogo porque esa vida es también posterior al incendio.

[3] Este milagro, inspirado en Daniel 3:23-27, no aparece en los papeles del juicio recopilados por Lunas Almeida en 1930 y editados parcialmente por Sastre Varas en 1990 y 1991.

[4] Si este dato es cierto, se aprecia que, antes de la fundación, María de Santo Domingo se dedicaba ya a la educación de niñas.

[5] Evidentemente, este dato, como el del nombre del Duque de Alba que apoyó a María de Santo Domingo o la visita de Vicente Bandelli de Castronovo [véase Vida Manuscrita (1)], es erróneo pues en esa fecha los reyes habían ya muerto. Como se puede apreciar, las vidas manuscritas de María de Santo Domingo en este Catálogo beben de la misma fuente.

[6] Como se puede observar, la fama del convento no solo se debe a la virtud de la fundadora, sino también a las reliquias, el número de fundadoras que van a otros conventos, las bulas del Papa y las vidas y la penitencia de las monjas.