Juana Pérez Bañuelo

De Catálogo de Santas Vivas
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Juana Pérez Bañuelo
Nombre Juana Pérez Bañuelo
Orden Dominicas
Títulos Cofundadora del convento de la Tercera Orden de Santo Domingo de Córdoba
Fecha de nacimiento Segunda mitad del siglo XV
Fecha de fallecimiento 1507
Lugar de nacimiento Córdoba
Lugar de fallecimiento Córdoba

Vida impresa

Ed. de Bárbara Arango Serrano y Borja Gama de Cossío; fecha de edición: octubre de 2023.

Fuente

  • López, Juan, 1613. “Libro primero de la tercera parte de la historia general de Santo Domingo”, Tercera parte de la historia general de Santo Domingo, y de su orden de predicadores. Valladolid: Francisco Fernández de Córdoba, 228-229.

Contexto material del impreso Tercera parte de la historia general de Santo Domingo, y de su orden de predicadores.

Criterios de edición

Esta crónica está escrita por Juan López, obispo en la ciudad italiana de Monopoli. En la tercera parte se incluye la vida de santos de la orden, se aborda la fundación de los diferentes conventos en los dos primeros siglos de los dominicos en Castilla y se añade la vida de destacadas religiosas, aunque se hace referencia también a las religiosas que viven en las fundaciones hasta la publicación de la crónica en los conventos fundados.

Aquí nos encargamos de las religiosas que viven en los siglos XV-XVI cuyo foco de actuación es anterior a 1560 (aunque mueran después de esta fecha), es decir, antes del auge de Santa Teresa. Se adoptan los criterios de edición de vidas impresas estipulados en el Catálogo: se moderniza la ortografía (b/u/v, j/g, chr/cr, qu/cu, empleo de h, etc.) y se eliminan las consonantes geminadas. Además, se expanden las abreviaturas, aunque algunas como N. S. (Nuestro Señor) o N. P. S. (Nuestro Padre Santo) se respetan en el texto. El uso de mayúsculas y minúsculas se moderniza y se adaptan las normas acentuales a sus usos actuales. Finalmente, se moderniza también la puntuación, la acentuación y el uso de aglomerados.

Vida de Juana Pérez Bañuelo

[228]

Capítulo LIII

De algunas siervas de Dios de la Tercera Orden de Santo Domingo en la ciudad de Córdoba

Está en la ciudad de Córdoba una casa de beatas donde se han criado grandes religiosas siervas de Nuestro Señor, y es una de las cosas más honradas que hay en ella y que da mucha honra a nuestra orden. Fueron las fundadoras de ellas Leonor Rodríguez de Bañuelo y Juana Pérez de Bañuelo [1], hijas de Antón Ruiz Bañuelo, morador de esta ciudad, y de Leonor Rodríguez de Góngora, su mujer, las cuales fundado- [229] ras desde su niñez fueron muy grandes siervas de Nuestro Señor, dadas muy por extremo a la oración y asimismo inclinadas a todo género de virtud y piedad; a las cuales, aunque sus padres las quisieron casar por ser muy ricos y principales, como parece por mayorazgos que fundaron en esta ciudad y, aunque para esto hicieron sus padres algunas diligencias, ellas nunca jamás quisieron tomar aquel estado, porque su deseo fue siempre ser religiosas. Y, aunque al principio lo procuraron ser del glorioso padre San Francisco, por tenerlas Dios guardadas para ser beatas de nuestra sagrada religión, nunca tuvo efecto, y así, hechas las diligencias para ello, recibieron el hábito de beatas de mano del padre prior de este convento que entonces era, y se recogieron en una casa que está junto a la puerta baja de San Pablo, trayendo consigo otras tres sobrinas suyas, que recibieron también el mismo hábito, y otras algunas doncellas, que fueron por todas veinte poco más o menos; las cuales, en la dicha casa, hicieron un oratorio acomodado donde, en comunidad, decían todas sus horas canónicas, y a misa y sermón y a recibir los divinos Sacramentos venían todas juntas en comunidad al convento de San Pablo. Vivían todas estas religiosas en aquella casa con grande santidad y virtud y con mucha edificación de toda esta ciudad y, después de muertas estas señoras, por quedar en la casa muchas religiosas mozas y estar en un lugar muy público e indecente para ello, se mudaron a otra casa en la calle que dice de las Azonaicas, donde hoy día perseveran, aunque no con tanto número de religiosas, pero con algunas de mucha calidad y nobleza que, con su buen ejemplo, virtud y santidad, edifican mucho este lugar. Fueron las dichas señoras fundadoras muy grandes siervas de Nuestro Señor de mucha oración, gastando toda la noche de rodillas en el oratorio que en su casa tenían, y, cuando les agravaba el sueño, se acostaban en la peana del altar adonde reposaban un poco, volviendo después a su ordinario ejercicio. Fueron también de mucha y rigurosa penitencia, pues desde el día que tomaron el hábito siempre comieron pescado, ayunando los siete meses de ayuno de la orden y los demás que en ella se guardan por las fiestas particulares del año. Vistiéronse de paño grueso y, a raíz de las carnes, trujeron túnicas de lana con tanta santidad que nunca se les conoció otra cama donde descansasen, sino, como dicho es, la peana del altar de su oratorio. Fueron juntamente de muy gran caridad, pues siempre se ocuparon en hacer grandes limosnas a pobres, y su hacienda, y lo que las manos ganaban después de su pobre y penitente provisión, todo lo daban a pobres, vistiendo a los que veían desnudos y necesitados de ropa, conforme a la calidad de cada uno. Y, perseverando en estas santas obras los años que vivieron su santa vida, el año de mil y quinientos y siete la Juana Pérez Bañuelo, que era la menor, murió luego después de la Pascua de Resurrección y la mayor, Leonor Rodríguez Bañuelo, murió la semana de Espíritu Santo luego siguiente.

Notas

[1] Como se puede ver, aunque son hijas de los mismos padres, adoptan un primer apellido diferente. Leonor coge el de su madre y Juana utiliza “Pérez”.