Catalina de Ribera

De Catálogo de Santas Vivas
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Catalina de Ribera
Nombre Catalina de Ribera
Orden Franciscanas
Títulos Prelada del monasterio de Santa Clara
Fecha de fallecimiento 1567
Lugar de nacimiento Úbeda
Lugar de fallecimiento Úbeda

Vida impresa

Ed. de Borja Gama de Cossío; fecha de edición: octubre de 2020.

Fuente

Ficha Frans 6 Catalina de Rivera.jpg
  • Torres de, Alonso, 1683. Chrónica de la Santa Provincia de Granada, de la regular observancia de N. Seráfico Padre San Francisco, Madrid: Juan García Infanzón, 533-535.

Contexto material del impreso Chrónica de la Santa Provincia de Granada, de la regular observancia.

Criterios de edición

Esta crónica, dedicada, según se dice en su título, “al señor D. Iván Antonio de Contreras Remírez de Arellano, Alcayde perpetuo de las fortalezas de Cambil y Alhabar del Consejo de su Majestad, su Alcalde de Hijosdalgo en la Real Cancillería de Granada”, se trata de un impreso de 1683 que, dividido en diferentes tratados, ahonda en el origen de la Santa Provincia de Granada desde sus inicios en el siglo XV hasta finales del siglo XVII, cuando esta obra se publica. El texto habla de la fundación, división de la provincia y los reinos, así como de los patronos de la provincia y religiosas que han vivido en esta comunidad desde sus inicios hasta 1683. Se transcriben vidas de monjas y religiosas de diferentes conventos situados en distintas ciudades de Andalucía.

En este trabajo se edita el Tratado V, que se encarga de documentar la vida y milagros de mujeres de la comunidad de Santa Clara desde finales del siglo XV hasta finales del siglo XVII. Dada la naturaleza del Catálogo, nos ocupamos de las mujeres que mueren antes de 1560-1563, aunque se transcriben tres que mueren en 1565 (Sor María de San Juan), 1567 (Sor Catalina de Ribera) y 1568 (Sor Florentina de los Ángeles), ya que su foco de actuación es anterior a estas fechas (por lo tanto, también al de Santa Teresa) y la longitud de las hagiografías da cuenta de su importancia. Las vidas de estas mujeres con fama de santas se incluyen en capítulos dentro de este Tratado V, donde se informa de cada mujer en referencia al convento en el que vive. Tras una pequeña introducción que ocupa todo el ancho de la página, cada hoja está dividida en dos columnas, las cuales tienen anotaciones en sus respectivos márgenes izquierdo o derecho, que aclaran información comentada en el cuerpo del texto, ya sea el lugar de nacimiento o la fecha de fallecimiento, además de otros tipos de información biográfica, bíblica e histórica.

Se adoptan los criterios de edición de vidas impresas estipulados en el Catálogo, es decir, se moderniza la ortografía (b/u/v, j/g, chr/cr, qu/cu, empleo de h, etc.) y se eliminan las consonantes geminadas. Además, se expanden las abreviaturas, primordialmente la expansión de las nasales con la virgulilla encima de la vocal y la abreviación de “que” o “qual”, también con el uso de la virgulilla o la diéresis. De todos modos, algunas abreviaturas como N. S. (Nuestro Señor) o N. P. S. (Nuestro Padre Santo) se respetan en el texto. Asimismo, las abreviaturas presentadas en las notas serán respetadas. El uso de mayúsculas y minúsculas se moderniza, así como se adaptan las normas de acentuación a sus usos actuales. Además, se moderniza también la puntuación, teniendo en cuenta el orden de la oración y el uso de la puntuación a día de hoy. Del mismo modo, se moderniza el uso de aglomerados, se separan las palabras que a día de hoy ya no aparecen juntas (“della”) y se unen las que ya se representan como una sola palabra (“del”, “al”).

Vida de Catalina de Ribera

Capítulo V

[533]

De algunas religiosas ejemplares del monasterio de Santa Clara de la ciudad de Úbeda

[…]

[534] […] Sor Catalina de Ribera. Fue su nacimiento en la ciudad de Úbeda [1], hija de padres nobles. Tomó el hábito de edad de veinte años y, habiéndola Dios Nuestro Señor criado para el crédito de esta sagrada religión, dispuso que diese la muestra desde sus primeros años. Luego que hizo los votos de la profesión, empezó a guardarlos con todo rigor. Fue tan sumamente pobre que, en su celda, nunca tuvo alhaja de valor y en su cuerpo un pobre hábito y una basta túnica a raíz de las carnes, hasta que la mandaron usar de lienzo, por su poca salud, y entonces hizo una túnica de estopa áspera, de que usaba y de lo mesmo traía siempre la toca.

Estando en una ocasión en el torno, vio a una pobre sin camisa, retirose con cautela, quitose la túnica de estopa, diósela de limosna y se quedó con solo el hábito. Otra vez vio a otra pobre sin toca, quitose la suya y, poniéndose el velo negro con un punto, porque no lo conocieran, se retiro a la celda muy cuidadosa.

Una Pascua de Navidad, sus parientes regalaron a ella y a sus compañeras con mucha variedad de manjares [2], entre los cuales había panecitos blancos y bien sazonadas tortas. Diolo todo de limosna a los pobres y, sabiendo las compañeras que ni aun pan para comer las había dejado, fueron a echar en el mesmo sitio otro poco que las trajeron y hallaron cabal todo lo que antes ella había repartido de los regalos. Hízose diligencia de saber quién lo había puesto y no pudieron descubrir rastro alguno para ello, solo se averiguó que, habiéndolas ellas reñido mucho, se fue afligida al coro y se puso en oración a pedirle a Dios Nuestro Señor remedio.

Castigaba su cuerpo, previniéndolo para las tentaciones de la carne a que el demonio incita contra la castidad, y así nunca se le quitaba el silicio de la cintura, la disciplina no se le caía de la mano, no se olvidaba de los ayunos, por lo cual no se le oyó en su vida una palabra que no fuese muy casta y honesta, prerrogativa por que la temió el infernal enemigo, como veremos después de su muerte.

Era tan puntual en la obediencia que, antes de mandarla la cosa, la tenía ya ejecutada, previniendo con su discreción lo que la podían mandar las preladas. En los actos de la comunidad era la primera, en particular a la asistencia del divino oficio, no contentándose con lo que manda la regla, sino rezando doble, aña- [535] diendo al de la obligación de cada día otro en esta forma [3]: el lunes rezaba el oficio del Ángel de la Guarda; las llagas de N. P. S. Francisco, el martes; del nombre de Jesús, el miércoles; el jueves, del Santísimo Sacramento; de la Pasión de Cristo Nuestro Salvador, el viernes; el sábado, de Nuestra Señora, y concluía con la Resurrección el domingo.

Otra singular devoción tuvo al nacimiento de Jesucristo Nuestro Redemptor y es así. El primer día de Adviento empezaba a labrar todo lo que era necesario para el niño recién nacido y regalo de la madre [4]. El pesebre era muchos silicios que a su cuerpo rodeaba, y las puntas de ellos, las pajas. Tejía las fajas y paños de repetidas disciplinas; el sustento y licor dulce que prevenía para la criatura era la oración; el regalo para la madre, las mortificaciones, por el temor y sinsabores que María Santísima padeció en esta oración. Los ayunos al traspaso del pan y agua y ordinarios eran los tres dones que le ofrecieron los Reyes. Con los cuatro votos y demás virtudes iba labrando todo lo necesario para Madre e Hijo y, en llegando aquella noche, les presentaba todo lo que había obrado en la temporada.

Imitaban (y aun hasta hoy lo observan) algunas religiosas este ejercicio y, deseando tenerla en todo lo demás por primera regla, la eligieron, aunque contra su voluntad, abadesa [5]. Ejercitó el oficio por quince años continuos, con tanta vigilancia que nunca se recogió hasta tener todas las súbditas en el dormitorio. Poco después de las once de la noche se levantaba y estaba en oración en el coro hasta que la comunidad iba a maitines y, acabados, recogía a las religiosas y se volvía a la oración hasta la mañana. El crédito de este monasterio, con tan santas costumbres, volaba por la provincia, y porque empezara con el mesmo el de Nuestra Señora de la Paz de la ciudad de Málaga, que entonces se fundaba, la llevaron el año mil quinientos veinte y uno por su primera abadesa y fundadora [6] con algunas de sus súbditas, donde estuvo siete años y, dejando ya bien plantada la observancia de su instituto y la regla y santas ceremonias, se volvió a su monasterio.

No quisieron dejarla descansar sus primeras y antiguas hijas y así la volvieron a elegir prelada. Estando en este oficio, le sucedieron algunas cosas portentosas. Una fue que, orando un día en el coro, entró por la puerta una religiosa cercada de mucha luz y llegose a la sierva de Dios Nuestro Señor, estuvo hablándola por un breve espacio y desapareció. Y dos monjas, que estaban en el mesmo coro, aunque distantes, conocieron ser una hermana suya [7] que había ido en su compañía a la Paz de Málaga, donde se quedó y, como después se supo, murió aquella hora.

Seis años tuvo esta vez el oficio de prelada, hasta que por sus muchos años y falta de salud lo dejó, no cesando por esto en sus mortificaciones y penitente vida; antes sí las adelantaba, hasta llegar a hinchársele las piernas de estar de rodillas y ser menester curarla cada día. Corrió con vida tan penosa hasta su muerte que fue cerca de los años de mil quinientos y sesenta y siete [8]. El mesmo día de su muerte, una mujer endemoniada, que estaba en la mesma ciudad, empezó a llorar y a enfurecerse como una leona y, preguntándola los exorcistas la causa, respondió que su llanto y rabia era porque a las doce había muerto en Santa Clara una viejezuela, su enemiga, que lo había atormentado mucho ella y el viejezuelo Juan Vázquez de Molina, con la casa de monjas que había fundado. De este caballero y de la fundación que hizo, tratamos en la del monasterio de San Nicasio de la mesma ciudad [9].

Notas

[1] Al margen izquierdo: “Natural/ de Úbeda”.

[2] Al margen derecho: “Fue muy limosnera”.

[3] Al margen izquierdo: “Reparto/ los días/ de la se/mana”.

[4] Al margen izquierdo: “Dispone/ el naci-/ miento de/ Cristo”.

[5] Al margen izquierdo: “Házen/l a aba/ desa”.

[6] Al margen derecho: “Fundado/ ra en la/ Paz de/ Málaga”.

[7] Al margen derecho: “Aparéce/ sele una/ difunta”.

[8] Al margen derecho: “Muere/ por los/ años de/ 1567”.

[9] Al margen derecho: “Tract. 4/ cap. 11”.