María Parda
Nombre | María Parda |
Orden | Dominicas |
Títulos | Monja del monasterio de Santa María la Real de Medina del Campo |
Fecha de nacimiento | ¿Segunda mitad del siglo XV? |
Fecha de fallecimiento | ¿Final de Siglo XV - principios del XVI? |
Lugar de nacimiento | ¿Medina del Campo? |
Lugar de fallecimiento | Medina del Campo |
Vida impresa
Ed. de Bárbara Arango Serrano y Borja Gama de Cossío; fecha de edición: octubre de 2023.
Fuente
- López, Juan, 1613. “Libro segundo de la tercera parte de la historia general de Santo Domingo”, Tercera parte de la historia general de Santo Domingo, y de su orden de predicadores. Valladolid: Francisco Fernández de Córdoba, 36-37.
Criterios de edición
Esta crónica está escrita por Juan López, obispo en la ciudad italiana de Monopoli. En la tercera parte se incluye la vida de santos de la orden, se aborda la fundación de los diferentes conventos en los dos primeros siglos de los dominicos en Castilla y se añade la vida de destacadas religiosas, aunque se hace referencia también a las religiosas que viven en las fundaciones hasta la publicación de la crónica en los conventos fundados.
Aquí nos encargamos de las religiosas que viven en los siglos XV-XVI cuyo foco de actuación es anterior a 1560 (aunque mueran después de esta fecha), es decir, antes del auge de Santa Teresa. Se adoptan los criterios de edición de vidas impresas estipulados en el Catálogo: se moderniza la ortografía (b/u/v, j/g, chr/cr, qu/cu, empleo de h, etc.) y se eliminan las consonantes geminadas. Además, se expanden las abreviaturas, aunque algunas como N. S. (Nuestro Señor) o N. P. S. (Nuestro Padre Santo) se respetan en el texto. El uso de mayúsculas y minúsculas se moderniza y se adaptan las normas acentuales a sus usos actuales. Finalmente, se moderniza también la puntuación, la acentuación y el uso de aglomerados.
Vida de María Parda
[34]
Capítulo XI
De muchas religiosas insignes en santidad de este monasterio [1]
[…] [36] […] En nuestros tiempos, Sor María Parda, religiosa de grande humildad y mucha oración, perpetuas vigilias y ayunos y otras penitencias que se añadían a lana y al no comer carne, servía con mucha caridad los oficios, acudiendo con mucho cuidado a las enfermas sin olvidarse de las que no lo eran. Llegó el tiempo en que la misericordia de Dios quiso premiar sus trabajos y, durmiendo una noche, soñó que barría la celda de la madre priora, que entre otras tenía aquel cuidado, y que venía a ella una muy religiosa monja que había ya muerto y traía en las manos una cestilla de muy lindas flores con tres panecicos blancos como la nieve. Con ellos llegó a la puerta y miró si estaba allí la madre priora y, como no la vio, volviose y desviose, dio la vuelta y dijo: “Pues no está ahí la madre priora, a María Parda lo daré”. Dándoselo, dijo: “Tomad hermana, dad este recado a la madre priora para que os convide”. Acordose, en viniendo el día, la religiosa humilde del sueño, y refiriole a la madre priora, que era mujer de gran virtud, muy dada a oración, rigor y penitencia. Entendió luego lo que significaba el sueño y dijo: “Eso, hermana, aviso es que nos da Dios, aparejémonos, que nos llama”. Así lo hicieron y luego comenzó a faltar la salud a las dos a un tiempo y Sor María murió a día santo de Navidad y la priora, que era la madre Isabel de Navares, el día octavo, que es el de la Circuncisión del Señor. Llevó el Señor a la priora después de haber trabajado muchos años en la religión con mucho ejemplo, y quiso Dios llevarla poco antes que sucediese un gran trabajo que con la peste padeció el convento. No quiso el Señor que, siendo priora, se congojase con aquella grande plaga, en la cual murieron muchas [37] monjas. Era muy devota de Nuestro Padre Santo Domingo y del glorioso San Jacinto y, estando ya para expirar, dijo a las religiosas que rodeaban la cama y la favorecían con oraciones y exhortaciones, ayudándola en aquel tan peligroso paso (estilo santo que comenzó con la orden y se acabará con ella): “Apártense, que viene Nuestro Padre glorioso Santo Domingo y nuestro padre San Jacinto”, y estuvo hablando con ella y, entre palabras que respondió, oyeron que dijo: “Todas, todas, que nuestro glorioso Santo Padre, con la caridad inefable que siempre tuvo, y en el Cielo perfectísima, habla con la madre, consolándola de la muerte que luego se siguió de diez y ocho religiosas que murieron todas casi juntas y de una misma enfermedad”. Y, después, dentro de muy pocos días, murieron otras tres.
Notas
[1] Se refiere al monasterio de Santa María la Real de Medina del Campo, que se describe su fundación en el capítulo anterior.