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− | | Nombre || Juana de la Cruz Vázquez Gutiérrez | + | | Nombre || Juana de la Cruz |
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| | Orden || [http://catalogodesantasvivas.visionarias.es/index.php/Categor%C3%ADa:Santas_franciscanas Franciscanas] | | | Orden || [http://catalogodesantasvivas.visionarias.es/index.php/Categor%C3%ADa:Santas_franciscanas Franciscanas] |
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− | | Títulos || Monja y abadesa | + | | || Monja y abadesa |
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| | Fecha de nacimiento || 3 de mayo de 1481 | | | Fecha de nacimiento || 3 de mayo de 1481 |
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| | Fecha de fallecimiento || 3 de mayo de 1534 | | | Fecha de fallecimiento || 3 de mayo de 1534 |
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− | | Lugar de nacimiento || Azaña, Toledo | + | | Lugar de nacimiento || , Toledo |
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| | Lugar de fallecimiento || Cubas de la Sagra, Madrid | | | Lugar de fallecimiento || Cubas de la Sagra, Madrid |
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− | | Canonización || 3 de mayo | + | | || 3 de mayo |
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− | | Beatificación || Es proclamada como venerable el 4 de mayo de 1630 | + | | || Es proclamada como venerable el 4 de mayo de 1630 |
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− | | Canonización || En proceso | + | | || En proceso |
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| = Vida impresa = | | = Vida impresa = |
− | Ed. de Pedro García Suárez | + | Ed. de Pedro |
| == Fuente == | | == Fuente == |
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− | * Salazar, Pedro de. 1612. ''Crónica y historia de la fundación y progreso de la provincia de Castilla de la Orden del bienaventurado Padre San Francisco''. Madrid: Imprenta Real, 511-546. | + | * Salazar, Pedro de. 1612. ''y historia de la y progreso de la provincia de Castilla de la Orden del bienaventurado Padre San Francisco''. Madrid: Imprenta Real, 511-546. |
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− | '''[511] SÍGUESE LA VIDA DE LA sierva de Dios Juana de la Cruz, que tantas personas tiene aficionadas, religiosas y seglares, que gustan mucho de verla y tenerla consigo y no es según la impresión de 1610. sino compuesto de nuevo''' | + | '''[511] LA VIDA DE LA sierva de Dios Juana de la Cruz, que tantas personas tiene aficionadas, religiosas y seglares, que gustan mucho de verla y tenerla consigo y no es la de 1610. sino compuesto de nuevo''' |
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− | == Capítulo I == | + | == I == |
| '''Del nacimiento de la madre Juana de la Cruz''' | | '''Del nacimiento de la madre Juana de la Cruz''' |
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− | En el Monasterio de Nuestra Señora de la Cruz está el cuerpo de la madre Juana de la Cruz, abadesa que fue del dicho convento y muy gran sierva de Nuestro Señor, la cual fue natural de un pueblo que se llama Azana, tierra del arzobispado de Toledo, cerca de la dicha ciudad, en la tierra que llaman la Sagra de Toledo. Nació en el año de la encarnación de 1481 años y en el bautismo le pusieron por nombre Juana. Sus padres fueron muy buenos cristianos y virtuosos y de gente muy honrada; su padre se llamaba Juan Vázquez y su madre Catalina Gutiérrez y tuvieron otros hijos muy virtuosos y algunos dellos fueron religiosos de muy aprobada vida. La bendita madre Juana de la Cruz fue dotada de mucha gracia y hermosura corporal; criola su madre a sus pechos, porque en naciendo tomó con ella mucho amor; era muy graciosa y mansa y decía su madre que no tan solamente no padecía pena ni trabajo en criarla, mas sentía consolación y notable alegría en sí todas las veces que la tomaba en sus brazos, aunque estuviese muy triste y angustiada. Tenía muy claro entendimiento y tan grande conocimiento de Dios que, aunque de poca edad, siempre tenía su pensamiento y ocupaciones en cosas celestiales y en hacer nuevos servicios a su esposo Jesucristo, a quien se consagró desde niña. Nunca la vían jugar ni ocupada en cosas de vanidad ni desaprovechada ni hablar palabras vanas, de manera que sus padres y parientes y personas que la conocían [512] se maravillaban mucho de las grandes virtudes que veían en ella resplandecer. Estando un día asentada a la puerta de la casa de su padre pasaba el santísimo Sacramento por allí, que le llevaban a un enfermo, y como sus padres la tenían tan bien impuesta en las cosas de Dios y de su santa fe católica, se levantó con mucho fervor a mirar y adorar al Señor, que llevaba el clérigo en sus manos, y vido que iba sobre la custodia Nuestro Señor Jesucristo en forma de niño vivo y muy resplandeciente y por entonces no dijo nada, pensando que todos veían lo que ella veía; pero Nuestro Señor, que es dador de las gracias y descubridor de los secretos que Él se sirve de manifestar, tuvo por bien de traer tiempo en que estas y otras maravillas y grandes misterios que en su sierva había obrado desde su niñez fuesen vistos y conocidos, sin ser en su mano podellos encubrir. | + | En el Monasterio de Nuestra de la Cruz el cuerpo de la madre Juana de la Cruz, abadesa que fue del dicho convento y muy gran sierva de Nuestro , la cual fue natural de un pueblo que se llama Azana, tierra del arzobispado de Toledo, cerca de la dicha ciudad, en la tierra que llaman la Sagra de Toledo. en el de la de 1481 y en el bautismo le pusieron por nombre Juana. Sus padres fueron muy buenos cristianos y virtuosos y de gente muy honrada; su padre se llamaba Juan y su madre Catalina y tuvieron otros hijos muy virtuosos y algunos dellos fueron religiosos de muy aprobada vida. La bendita madre Juana de la Cruz fue dotada de mucha gracia y hermosura corporal; criola su madre a sus pechos, porque en naciendo con ella mucho amor; era muy graciosa y mansa y su madre que no tan solamente no pena ni trabajo en criarla, mas y notable en todas las veces que la tomaba en sus brazos, aunque estuviese muy triste y angustiada. muy claro entendimiento y tan grande conocimiento de Dios que, aunque de poca edad, siempre su pensamiento y ocupaciones en cosas celestiales y en hacer nuevos servicios a su esposo Jesucristo, a quien se desde . Nunca la jugar ni ocupada en cosas de vanidad ni desaprovechada ni hablar palabras vanas, de manera que sus padres y parientes y personas que la [512] se maravillaban mucho de las grandes virtudes que en ella resplandecer. Estando un asentada a la puerta de la casa de su padre pasaba el Sacramento por , que le llevaban a un enfermo, y como sus padres la tan bien impuesta en las cosas de Dios y de su santa fe , se con mucho fervor a mirar y adorar al , que llevaba el en sus manos, y vido que iba sobre la custodia Nuestro Jesucristo en forma de vivo y muy resplandeciente y por entonces no dijo nada, pensando que todos lo que ella ; pero Nuestro , que es dador de las gracias y descubridor de los secretos que se sirve de manifestar, tuvo por bien de traer tiempo en que estas y otras maravillas y grandes misterios que en su sierva obrado desde su fuesen vistos y conocidos, sin ser en su mano podellos encubrir. |
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− | == Capítulo II == | + | == II == |
− | '''Cómo siendo esta sierva de Dios de siete años quedó huérfana de su madre''' | + | '''siendo esta sierva de Dios de siete de su madre''' |
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− | Llegado el tiempo en que había pasar desta vida la madre de la bendita niña Juana de la Cruz, acordándose de una promesa que tenía hecha en una enfermedad suya, de llevar a su hija con su pelo de cera a velar al Monasterio de Nuestra Señora de la Cruz, rogó a su marido que lo cumpliese por ella y él le prometió de cumplirlo lo más presto que pudiese; y cuando esto se trataba entre los dos estaba presente la sierva de Dios Juana de la Cruz, la cual deseaba mucho que se cumpliese aquella promesa; y como quedase en casa de su padre, con la edad crecían en ella muy grandes fervores y ansias de ser religiosa por más servir a Dios, y creciendo en edad empezaba a poner por obra sus fervorosos deseos del servicio del Señor. Tenía una tía, hermana de su madre, doncella y de muy santa vida, en quien Nuestro Señor mostró muy claros y manifiestos milagros y maravillas, con la cual se consolaba y comunicaba mucho. En este tiempo su tía se metió a monja en Toledo en el Monasterio de Santo Domingo el Real, en el cual vivió y acabó su vida muy santamente. La bendita Juana de la Cruz sintió mucha soledad en faltarle tal compañía y quisiera [513] mucho irse con ella a ser religiosa, pero su padre y abuela no se lo quisieron conceder, diciéndole que tenía poca edad y no podía llevar las asperezas de la religión. Viendo ella que aprovechaba poco el rogarlo, calló por entonces y pensaba entre sí: “Ir yo a ser religiosa a aquel monasterio porque estaba allí mi tía no es perfección, más quiero ir a cualquiera otro monasterio por solo Dios y su amor, y servirle y aplacerle”. Y este deseo crecía en ella cada día y la tía desta bienaventurada era muy santa y muy regalada de Dios y tenía muchas revelaciones, y en una le dijo Dios que su sobrina había de ser muy gran persona y de muy singulares gracias y dones espirituales; y contó esta revelación a la priora de su monasterio, la cual con mucho cuidado y diligencia procuraba y deseaba que viniese a ser monja a su casa y pedía con muchos ruegos a sus padres y parientes se la diesen para monja, en lo cual jamás quisieron los padres consentir. Lo cual visto por la priora y monjas del dicho monasterio, procuraron por otras vías haberla y en todo este tiempo no cesaban las monjas de suplicar a Nuestro Señor trujese a su casa aquel precioso tesoro, lo cual no se hizo porque Dios tenía determinado otra cosa. En este tiempo esta bendita doncella fue llevada a casa de unos tíos suyos, que la amaban y querían como hija natural, y le dieron el gobierno de toda su casa y bienes y ella les era muy obediente. Era muy honesta y prudente en todas sus obras y muy caritativa para los criados de la casa y personas que en ella trabajaban, y cuidadosa y diligente en los trabajos corporales y administradora en las cosas de Dios. Daba muy buenos consejos: era muy humilde y tenía la voluntad muy aparejada para hacer penitencia y la tomaba sobre sí con mucha alegría y la ponía por obra; y en sus ayunos fue muy abstinente, que su comer era pan y agua y no comía más de una vez al día y esta no todo lo que había menester; y no solamente ayunaba con solo pan y agua, más se estaba dos y tres días sin comer ni beber alguna cosa, y esto hacía ella muy de ordinario y con muy gran secreto. Todas las veces que ella se podía desocupar para rezar y contemplar, hacía oración muy fervorosa, bañada en lágrimas salidas de su corazón y lloradas con compasión a la Pasión [514] de Jesucristo Nuestro Señor, y, hecha de otra manera, la tenía no por tan acepta para ser recebida delante del acatamiento divino. Era rigorosa para su cuerpo porque traía junto a sus carnes un cilicio, hecho de unas cardas que buscó ella muy secretamente y las deshizo, y todas las púas y puntas cosió en una cosa muy áspera y aquello traía junto a sus carnes. Andaba de continuo dolorosa y toda llagada y muy alegre y consolada, porque tenía de continuo dolores que ofrecer al Señor en reverencia de los que padeció por nos redemir y salvar. Cuando trabajaba dábase mucha prisa porque los dolores y heridas fuesen mayores. Siempre esta sierva de Dios ofrecía tres cosas a Dios: trabajo corporal, hecho muy alegremente con la caridad del prójimo; la segunda, sacrificio de sangre y dolores, que le causaban las cosas ásperas y crueles que traía junto a sus carnes; la tercera, los pensamientos siempre puestos en Dios y en las cosas celestiales. Hacía también siempre muy ásperas disciplinas, dándose con muy gruesos cordeles; dados en ellos muy grandes nudos, dábase con estos tan cruel y despiadadamente hasta que salía sangre y se hacía muy lastimosos cardenales y heridas. Tenía tan gran silencio que nunca hablaba palabra que no fuese de Dios o que no la pudiese excusar. Andando por casa o haciendo labor de manos, dábase secretamente en los merecillos de los brazos, y en cualquier parte de su cuerpo que ella podía, muy recios pellizcos. Y cuando había de hacer algún trabajo al fuego o al horno, se destocaba y arremangaba mucho los brazos por hacer penitencia y quemar sus carnes y ofrecerlas a Dios en sacrificio; y el día que no hacía alguna cosa destas, no se tenía por digna de comer el pan ni de hollar la tierra que Dios había criado. Era tan amiga de oración, silencio y recogimiento, que buscaba siempre como estar en larga y fervorosa oración y para esto parecíale que el silencio y reposo de la noche era tiempo muy convenible, y cuando la gente estaba recorrida y dormiendo, quedábase ella en la cámara donde dormía, rezando. De que veía muerta la candela en el tiempo de las noches frías y largas del invierno, para hacer mayor penitencia se desnudaba delante de unas imágenes, quedándose en el silicio muy áspero [515] que continuo traía, y ansí estaba de rodillas en oración hasta que sentía que la gente de unas dos o tres criadas de casa con quien ella dormía era ora que se levantasen: entonces por no ser sentida íbase a acostar. Y una vez aconteció, queriéndolo Dios ansí porque fuese conocida, que sus compañeras lo sintieron que se iba a acostar cuando quería amanecer, y sentían cómo iba muy fría, que solo el frío que llevaba en sus carnes las despertaba; y ellas le dijeron muchas veces que por qué no se acostaba cuando ellas, que qué hacía o dónde venía a tales horas. La bienaventurada respondió que alguna necesidad tenía de venir donde venía. Como ella continuase este ejercicio, díjolo una de ellas a su ama, la cual se angustió mucho y mandó a aquella criada que con cuidado y secreto viese dónde iba su sobrina a aquellas horas y qué hacía. Luego la noche siguiente, la criada, viendo que la sierva de Dios no estaba en la cama, acordó de ponerse a la puerta de la cámara donde dormían con intención de cerrarla, pensando que la bendita Juana de la Cruz había salido fuera. Y con este pensamiento llegó a la puerta y hallola cerrada, y como estaban a escuras no la vía y estaba en oración delante de las imágenes y pusose junto a la puerta por verla cuando fuese a salir; y estando allí por algún rato, oyola llorar y gemir, y la moza, por certificarse, quitose de la puerta y fuese adonde ella estaba en oración, descuidada que nadie la oía ni aguardaba, y fue a asir della y sintió cómo estaba de rodillas desnuda y envuelta en un áspero silicio. De lo cual la bienaventurada sintió gran tribulación por ser vista; y la criada, maravillada, disimuló por entonces y dijo a su señora cuán bienaventurada criatura era su sobrina y en cuán santos y provechosos actos la había hallado. | + | Llegado el tiempo en que pasar desta vida la madre de la bendita Juana de la Cruz, de una promesa que hecha en una enfermedad suya, de llevar a su hija con su pelo de cera a velar al Monasterio de Nuestra de la Cruz, a su marido que lo cumpliese por ella y le de cumplirlo lo presto que pudiese; y cuando esto se trataba entre los dos estaba presente la sierva de Dios Juana de la Cruz, la cual deseaba mucho que se cumpliese aquella promesa; y como quedase en casa de su padre, con la edad en ella muy grandes fervores y ansias de ser religiosa por servir a Dios, y creciendo en edad empezaba a poner por obra sus fervorosos deseos del servicio del . una , hermana de su madre, doncella y de muy santa vida, en quien Nuestro muy claros y manifiestos milagros y maravillas, con la cual se consolaba y comunicaba mucho. En este tiempo su se a monja en Toledo en el Monasterio de Santo Domingo el Real, en el cual y su vida muy santamente. La bendita Juana de la Cruz mucha soledad en faltarle tal y quisiera [513] mucho irse con ella a ser religiosa, pero su padre y abuela no se lo quisieron conceder, que poca edad y no llevar las asperezas de la . Viendo ella que aprovechaba poco el rogarlo, por entonces y pensaba entre : yo a ser religiosa a aquel monasterio porque estaba mi no es , quiero ir a cualquiera otro monasterio por solo Dios y su amor, y servirle y . Y este deseo en ella cada y la desta bienaventurada era muy santa y muy regalada de Dios y muchas revelaciones, y en una le dijo Dios que su sobrina de ser muy gran persona y de muy singulares gracias y dones espirituales; y esta a la priora de su monasterio, la cual con mucho cuidado y diligencia procuraba y deseaba que viniese a ser monja a su casa y con muchos ruegos a sus padres y parientes se la diesen para monja, en lo cual quisieron los padres consentir. Lo cual visto por la priora y monjas del dicho monasterio, procuraron por otras haberla y en todo este tiempo no cesaban las monjas de suplicar a Nuestro trujese a su casa aquel precioso tesoro, lo cual no se hizo porque Dios determinado otra cosa. En este tiempo esta bendita doncella fue llevada a casa de unos suyos, que la amaban y como hija natural, y le dieron el gobierno de toda su casa y bienes y ella les era muy obediente. Era muy honesta y prudente en todas sus obras y muy caritativa para los criados de la casa y personas que en ella trabajaban, y cuidadosa y diligente en los trabajos corporales y administradora en las cosas de Dios. Daba muy buenos consejos: era muy humilde y la voluntad muy aparejada para hacer penitencia y la tomaba sobre con mucha y la por obra; y en sus ayunos fue muy abstinente, que su comer era pan y agua y no de una vez al y esta no todo lo que menester; y no solamente ayunaba con solo pan y agua, se estaba dos y tres sin comer ni beber alguna cosa, y esto ella muy de ordinario y con muy gran secreto. Todas las veces que ella se desocupar para rezar y contemplar, muy fervorosa, en salidas de su y lloradas con a la [514] de Jesucristo Nuestro , y, hecha de otra manera, la no por tan acepta para ser recebida delante del acatamiento divino. Era rigorosa para su cuerpo porque junto a sus carnes un cilicio, hecho de unas cardas que ella muy secretamente y las deshizo, y todas las y puntas en una cosa muy y aquello junto a sus carnes. Andaba de continuo dolorosa y toda llagada y muy alegre y consolada, porque de continuo dolores que ofrecer al en reverencia de los que por nos redemir y salvar. Cuando trabajaba mucha prisa porque los dolores y heridas fuesen mayores. Siempre esta sierva de Dios tres cosas a Dios: trabajo corporal, hecho muy alegremente con la caridad del ; la segunda, sacrificio de sangre y dolores, que le causaban las cosas y crueles que junto a sus carnes; la tercera, los pensamientos siempre puestos en Dios y en las cosas celestiales. siempre muy disciplinas, con muy gruesos cordeles; dados en ellos muy grandes nudos, con estos tan cruel y despiadadamente hasta que sangre y se muy lastimosos cardenales y heridas. tan gran silencio que nunca hablaba palabra que no fuese de Dios o que no la pudiese excusar. Andando por casa o haciendo labor de manos, secretamente en los merecillos de los brazos, y en cualquier parte de su cuerpo que ella , muy recios pellizcos. Y cuando de hacer trabajo al fuego o al horno, se destocaba y arremangaba mucho los brazos por hacer penitencia y quemar sus carnes y ofrecerlas a Dios en sacrificio; y el que no alguna cosa destas, no se por digna de comer el pan ni de hollar la tierra que Dios criado. Era tan amiga de , silencio y recogimiento, que buscaba siempre como estar en larga y fervorosa y para esto que el silencio y reposo de la noche era tiempo muy convenible, y cuando la gente estaba recorrida y dormiendo, ella en la donde , rezando. De que muerta la candela en el tiempo de las noches y largas del invierno, para hacer mayor penitencia se desnudaba delante de unas , en el silicio muy [515] que continuo , y estaba de rodillas en hasta que que la gente de unas dos o tres criadas de casa con quien ella era ora que se levantasen: entonces por no ser sentida a acostar. Y una vez , Dios porque fuese conocida, que sus lo sintieron que se iba a acostar cuando amanecer, y iba muy , que solo el que llevaba en sus carnes las despertaba; y ellas le dijeron muchas veces que por no se acostaba cuando ellas, que o a tales horas. La bienaventurada que alguna necesidad de venir donde . Como ella continuase este ejercicio, una de ellas a su ama, la cual se mucho y a aquella criada que con cuidado y secreto viese iba su sobrina a aquellas horas y . Luego la noche siguiente, la criada, viendo que la sierva de Dios no estaba en la cama, de ponerse a la puerta de la donde con de cerrarla, pensando que la bendita Juana de la Cruz salido fuera. Y con este pensamiento a la puerta y hallola cerrada, y como estaban a escuras no la y estaba en delante de las y pusose junto a la puerta por verla cuando fuese a salir; y estando por rato, oyola llorar y gemir, y la moza, por certificarse, quitose de la puerta y fuese adonde ella estaba en , descuidada que nadie la ni aguardaba, y fue a asir della y estaba de rodillas desnuda y envuelta en un silicio. De lo cual la bienaventurada gran por ser vista; y la criada, maravillada, por entonces y dijo a su bienaventurada criatura era su sobrina y en santos y provechosos actos la hallado. |
− | Desta manera su buena vida fue divulgada y se conoció por todas las personas de la casa y aun por otras muchas, de lo cual ella recebía muy gran pesar y buscaba en su pensamiento dónde se podría apartar a poder hacer sus ejercicios sin ser vista; y acordose que en aquella casa de su tía en unos corrales había un palomar tapiado y sin tejado y tomó una Verónica en que ella tenía muy grande devoción y pusola en un pedazo de terciopelo, y doblada [516] traíala consigo, y todas las veces que podía se iba a aquel palomar y ponía la Verónica en una parte y con unas cadenas que ella tenía allá escondidas hacía muy ásperas disciplinas y andaba de rodillas, desnudas las rodillas sobre las guijas y cantos hasta que se le desollaban; y con muchas lágrimas y gemidos andaba desta manera con la más prisa que podía, considerando que iba por los lugares santos y por donde habían llevado a crucificar a Nuestro Señor Jesucristo. Y andando ella con esta contemplación, se le apareció Jesucristo Nuestro Señor apasionado como cuando llevaba la cruz a cuestas y la miraba sus ojos de misericordia. Un viernes santo quisiera ir a la iglesia y ver el monumento, y su tía no le dio licencia porque en aquellos tiempos no se acostumbraba salir las doncellas de casa, sino en los días de fiesta a oír misa. Y ida la tía y la demás gente a la iglesia, quedose ella en casa acompañada del dolor y compasión que aquel santo día representa y hincose de rodillas delante de un crucifijo con muchas lágrimas, compadeciéndose de lo que en tal día su Dios y Señor había padecido; y fue tanta el agua que de sus ojos manó, que mojó la tierra, y del dolor que sintía en su corazón cayó en el suelo como muerta; y estando con esta compasión vido la imagen del santo crucificado muy apasionado y llagado y aparecieron allí todas las insignias y misterios de la Pasión y las tres Marías muy llorosas, cubiertas de luto; y tantos fueron los misterios que allí vido y sintió y lo mucho que lloró y se traspasó su corazón, que quedó tal que parecía muerta, y su gesto tan difunto y desmejado que, cuando sus tíos y la gente de casa vinieron, se maravillaron mucho de verla tan demudada y le preguntaron qué le había acontecido y apremiaronla que comiese y no ayunase aquel día a pan y agua, y ella les suplicó no le quitasen su devoción, que muy bien podía ayunar y muy bien dispuesta se hallaba. Y viendo la humilde doncella cómo no se podía encubrir su virtud, dábanle pena tres cosas: la una, no tener tiempo y libertad para servir a Dios, como ella deseaba; la segunda, que era conocida de todos la gracia y mercedes que Dios le hacía; la tercera, el gran deseo que tenía de ser religiosa, no verle cumplido. De manera [517] que ya públicamente con muchas lágrimas y fervor lo pedía a su padre y tíos, los cuales nunca condencendían con su petición, y su tío que la había criado, como haciendo burla, le dijo: “Mi sobrina quiere ser monja por ser santa”. Y ella respondió con mucha humildad: “Pues si lo fuere por la gracia de Dios, rogare a Dios por v. merced”. Y por entonces no les importunó más, no perdiendo la esperanza que Nuestro Señor se lo había de otorgar, pues ella se lo suplicaba sin cesar; y con esta esperanza un viernes santo fuese al palomar y, entrando en él, puso la santa Verónica y sacó la cadena que tenía escondida y hizo una áspera disciplina, porque todas las veces que ella iba allí, primero se disciplinaba que hiciese oración; y hecha esta disciplina, hincose de rodillas y derramando muchas lágrimas empezó a decir mirando la santa Verónica: “O muy dulce Señor mío, suplico a Vuestra Majestad por reverencia de los misterios que hoy día viernes santo vos, mi Señor, hicistes y por los dolores y tormentos muy crudos que por me redemir y salvar padecistes, que me concedáis esta merced que muchas veces con importunidad he pedido: que merezca yo ser vuestra sierva en la religión y que esta merced no se me niegue en este santo día”. Y estando en esta oración la sierva de Dios, le fue revelado que había Dios oído su petición y recibido su buen deseo, y lo tomaba por obra muy aceptada y le placía de la recibir por esposa y concederle la religión, con condición que ella pusiese la diligencia que para alcanzarlo viese que había menester; y desde aquella hora buscaba y procuraba en su corazón cómo y de qué manera saldría secretamente, que ninguna persona la viese ir al Monasterio de Nuestra Señora de la Cruz, que allí la alumbraba el Espíritu Santo fuese. | + | Desta manera su buena vida fue divulgada y se por todas las personas de la casa y aun por otras muchas, de lo cual ella muy gran pesar y buscaba en su pensamiento se apartar a poder hacer sus ejercicios sin ser vista; y acordose que en aquella casa de su en unos corrales un palomar tapiado y sin tejado y una en que ella muy grande y pusola en un pedazo de terciopelo, y doblada [516] consigo, y todas las veces que se iba a aquel palomar y la en una parte y con unas cadenas que ella escondidas muy disciplinas y andaba de rodillas, desnudas las rodillas sobre las guijas y cantos hasta que se le desollaban; y con muchas y gemidos andaba desta manera con la prisa que , considerando que iba por los lugares santos y por donde llevado a crucificar a Nuestro Jesucristo. Y andando ella con esta , se le Jesucristo Nuestro apasionado como cuando llevaba la cruz a cuestas y la miraba sus ojos de misericordia. Un viernes santo quisiera ir a la iglesia y ver el monumento, y su no le dio licencia porque en aquellos tiempos no se acostumbraba salir las doncellas de casa, sino en los de fiesta a misa. Y ida la y la gente a la iglesia, quedose ella en casa del dolor y que aquel santo representa y hincose de rodillas delante de un crucifijo con muchas , de lo que en tal su Dios y padecido; y fue tanta el agua que de sus ojos , que la tierra, y del dolor que en su en el suelo como muerta; y estando con esta vido la imagen del santo crucificado muy apasionado y llagado y aparecieron todas las insignias y misterios de la y las tres muy llorosas, cubiertas de luto; y tantos fueron los misterios que vido y y lo mucho que y se su , que tal que muerta, y su gesto tan difunto y desmejado que, cuando sus y la gente de casa vinieron, se maravillaron mucho de verla tan demudada y le preguntaron le acontecido y apremiaronla que comiese y no ayunase aquel a pan y agua, y ella les no le quitasen su , que muy bien ayunar y muy bien dispuesta se hallaba. Y viendo la humilde doncella no se encubrir su virtud, pena tres cosas: la una, no tener tiempo y libertad para servir a Dios, como ella deseaba; la segunda, que era conocida de todos la gracia y mercedes que Dios le ; la tercera, el gran deseo que de ser religiosa, no verle cumplido. De manera [517] que ya con muchas y fervor lo a su padre y , los cuales nunca con su , y su que la criado, como haciendo burla, le dijo: sobrina quiere ser monja por ser . Y ella con mucha humildad: si lo fuere por la gracia de Dios, rogare a Dios por v. . Y por entonces no les , no perdiendo la esperanza que Nuestro se lo de otorgar, pues ella se lo suplicaba sin cesar; y con esta esperanza un viernes santo fuese al palomar y, entrando en , puso la santa y la cadena que escondida y hizo una disciplina, porque todas las veces que ella iba , primero se disciplinaba que hiciese ; y hecha esta disciplina, hincose de rodillas y derramando muchas a decir mirando la santa : muy dulce , suplico a Vuestra Majestad por reverencia de los misterios que hoy viernes santo vos, mi , hicistes y por los dolores y tormentos muy crudos que por me redemir y salvar padecistes, que me esta merced que muchas veces con importunidad he pedido: que merezca yo ser vuestra sierva en la y que esta merced no se me niegue en este santo . Y estando en esta la sierva de Dios, le fue revelado que Dios su y recibido su buen deseo, y lo tomaba por obra muy aceptada y le de la recibir por esposa y concederle la , con que ella pusiese la diligencia que para alcanzarlo viese que menester; y desde aquella hora buscaba y procuraba en su y de manera secretamente, que ninguna persona la viese ir al Monasterio de Nuestra de la Cruz, que la alumbraba el Santo fuese. |
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− | == Capítulo III == | + | == III == |
− | '''Cómo esta bendita madre buscó manera para ir a ser religiosa''' | + | '''esta bendita madre manera para ir a ser religiosa''' |
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− | Después de pasada la Pascua de Resurrección, como ya fuese cumplida en ella la voluntad del Señor para que fuese religiosa, acordó con su ayuda de tomar una mañana de madrugada unos vestidos de un primo [518] suyo, que ella tenía a guardar, y vistiose de hombre para salir sin ser conocida y irse al Monasterio de Nuestra Señora de la Cruz, que es dos leguas de donde ella vivía, y de que estuvo bien aderezada de hábito de hombre, pusose encima los acostumbrados vestidos de mujer que ella solía traer y tocado que acostumbraba, y llamó a las mozas diciendo que era tarde y con ellas hizo los haciendas que otros días solían hacer. Y de que todos los de la casa le hubieron visto que su intento era este, porque descuidasen della por algún rato y ella pudiese irse sin que la siguiesen entrose aprisa en cierta parte y quitose los vestidos de mujer, y pusose un tocador de hombre en la cabeza y echose una capa en el hombro y una espada en la mano, y un lío que tenía hecho de sus aderezos de mujer tomole debajo del brazo y santiguándose comenzó su camino, el cual ella no sabía sino por oídas y caminando con mucho fervor. El demonio, que tenía mucho pesar desta obra, trabajó de la poner tentaciones y peligros por estorbarla, combatiéndola de muy recios temores de su padre y parientes y que no saldría con lo comenzado. La bienaventurada, como arrepintiéndose de lo que había comenzado, creciole el temor con tanto grado que le faltaron las fuerzas humanas y le temblaba todo el cuerpo, que no podía andar paso, de suerte que se hubo de asentar en el mismo camino muy desmayada, y estando ansí encomendándose con muchas veras a Nuestro Señor, suplicándole la quisiese ayudar y esforzar en tan grande necesidad para que ella pudiese acabar la obra comenzada, oyó una voz que le dijo tres veces: “Esfuérzate, no desmayes y acaba la buena obra que has empezado”; y no vido por entonces quién le hablaba, mas después supo por revelación que era su ángel custodio, con la cual voz se alegró y regocijó mucho y anduvo su camino. Ya que había andado buena parte d’él, sintió venir tras sí, aunque algo lejos, a una persona en un caballo, la cual era un hombre muy honrado, que tenía mucha gana de casar con ella y la había procurado y rogado; y como ella alzó los ojos y conoció que era el sobredicho mancebo, y viéndose sola en un campo y que por entonces no aparecía nadie, turbose su espíritu más de lo que se puede pensar, teniéndose por deshonrada y perdida; y alumbrada en aquella [519] sazón del Espíritu Santo, disimuladamente se apartó del camino antes que llegase cerca, y a él le cegó Dios de manera que no solamente no la conoció, ni aun el color de los vestidos de hombre que llevaba le parecieron a él de otra color, y cuando pasó por enfrente donde ella estaba, dijo en su corazón: “Mirad que cobardía de hombre, qué le había yo de hacer, que en viéndome se apartó del camino”. Y tornando a mirarla, vido el lío que traía debajo del brazo y dijo: “Algún sastre debe de ser, que viene de cortar o de coser de algunos destos lugares”. Y con este pensamiento se pasó el mancebo sin la conocer. La bendita virgen, viéndose libre de aquel tan gran peligro, hincose de rodillas y dio gracias a Nuestro Señor, y suplicó a Nuestra Señora la favoreciese en aquella su obra, y en esta oración fue muy consolada de Nuestro Señor y pasó adelante con su camino. Y aportó a un lugar que se llama Casarrubuelos, y por la mucha fatiga y cansancio del camino pidió en una casa un jarro de agua, y diéronsele y asentose a descansar, y puso la espada sobre un poyo y olvidosele allí; ya que era salida de la casa, tornó por ella y dijo: “O pecadora de mí, que se me olvidaba la espada”. Y estas palabras oyó la moza que salió a darle de beber y las dijo a las personas de aquella casa, diciendo: “Mujer es aquel que pidió el agua”; y no creyendo a la moza, no la siguieron. Y llegando al Monasterio de Nuestra Señora de la Cruz, entró luego en la iglesia a hacer oración y ofreció su ánima y su cuerpo a Jesucristo, suplicándole la quisiese recebir en aquella santa compañía y congregación. Y de que hubo orado, como no había nadie en la iglesia apartose a un rincón della y quitose los vestidos de hombre y vistiose sus propios vestidos de mujer que había traído consigo, y de que fue aderezada de mujer fuese a la portería y recibimiento de la casa, en la cual estaba una imagen de Nuestra Señora de bulto, de mucha devoción y milagros, y hincándose de rodillas le dio gracias porque la había traído a su casa sin peligro de su persona y decía con mucha humildad a la santa imagen: “¿Qué servicio podré yo hacer por tan gran merced como esta? Suplicote, mi Señora, me des gracia que yo persevere en esta casa y viva en ella todos mis días”; de lo cual le certificó la imagen, y de allí fue a llamar a la puerta, rogando que la abriesen. Y [520] preguntole la casera de las monjas quién era o qué quería. Respondió que era una doncella que quería ser religiosa. La casera le respondió: “Las que vienen a ser religiosas no vienen solas, que sus padres o parientes las traen”. La sierva de Dios le dijo: “Vine en hábito de hombre escondidamente, que de otra manera no viniera ansí, mas por amor de Dios me abrid para que me caliente, que como esta mañana llovió, tomome el agua en el camino y vengo cansada y muerta de frío; y por caridad me dé un poco de pan, que vengo muy necesitada, que si no queréis, no diré yo que me metáis allá para religiosa, que como vine ascondida, presto me hallarán menos mis parientes y me vendrán a buscar”. Y la casera la metió dentro en los aposentos y le dio de comer, siempre preguntándole y examinándole. Yendo la criada del monasterio a la iglesia y viendo los vestidos de hombre que había traído, pensó en su corazón no fuese varón que venía con alguna burla o engaño; pero ansí en los cabellos largos como en los pechos y gesto y en otras señales se certificó cómo era mujer; y luego la criada llegó al torno del monasterio y dijo que quería hablar a la abadesa, la cual le dijo: “Señora, aquí ha venido una doncella de hasta quince años y dice que es de Azana, y vino sola en hábito de hombre y parece que trae muy gran fervor de ser religiosa”. Y luego la mandó llamar y informose muy bien della y de su deseo, y después, aunque fingidamente, la reprendió porque había venido en tal hábito y de tal manera. Y la madre Juana de la Cruz le respondió con mucha humildad: “Señora, mi venida no ha sido sino con sola intención de servir a Dios y vivir y morir en esta santa casa y hacer todo lo que me mandaren y ser toda mi vida su criada”. Y la religiosa se despidió della y entró a las monjas y les dijo: “Hermanas, una doncella está aquí, que quiere ser nuestra hermana, creo que la trae Dios por milagro porque no sabía este camino ni vístole”; y les dijo y relató la manera de su venida y cómo decía palabras de mucha prudencia. Las monjas, oído lo que les dijo, dieron gracias a Dios y pidiéronle licencia para ir a verla y hablarla y ordenándolo la divina Majestad a todas les pareció tan bien cuando la hablaron, que se determinaron [521] de recebirla en su compañía, y antes que le diesen el hábito vinieron algunos de sus parientes muy sentidos y enojados de lo que había hecho, y ella les satisfizo diciendo que muchas veces les había dicho y pedido que había de ser religiosa y que Dios la había traído a aquella casa y que lo había de ser. Concertadas todas las cosas, dieron el hábito a la virgen con mucha solenidad y espiritual alegría en presencia de sus parientes. Comenzó a hacer vida maravillosa y muy provechosa para los que la veían y oían; su vestido era muy pobre y humilde, mucho más que el de las demás religiosas. Traía túnica de sayal y una saya muy vieja y remendada y el hábito lo mismo. Calzaba unos alpargates, y lo más del tiempo andaba descalza y ceñida con la más gruesa cuerda que podía haber, y en la cabeza una albanega de estopa y encima lo más despreciado que ella podía haber, y debajo de todo esto traía de secreto un muy áspero silicio, el cual nunca se quitaba día ni noche y otras muy ásperas penitencias que hacía. Deseaba tormentos y dolores, llagas y heridas, frío y cansancio y todas maneras de penas por amor de Dios. Y no solamente en el año del noviciado tuvo esta manera de vida, mas todo el tiempo que vivió guardó el silencio, que en todo el año del noviciado no le oyeron hablar palabra, sino era con la prelada o maestra, y esto siendo preguntada. Hacía penitencia con la boca, trayendo en ella ajenjos amargos por el amargor de la hiel y vinagre que dieron a Nuestro Señor; traía siempre en su memoria su Pasión de muchas maneras y también hacía otras penitencias con la boca, trayendo una piedra algo grande que le daba dolor. Otras veces tomaba en la boca agua y teníala tanto espacio dentro hasta que del dolor no la podía sufrir. Tomaba con los labios un candelero mediano, y teníale tanto rato por la parte donde se pone la candela hasta que le dolían las quijadas; pensaba ella que guardar silencio sin dolor no era grande servicio ante Dios. Eran sus ayunos muy perfetos y muchos, porque no solo acostumbraba desde su niñez a ayunar ordinariamente, comiendo una vez al día, más aun estar tres días con sus noches sin comer algún mantenimiento corporal, y no solamente ayunaba de comer, más ayunaba de sueño y tenía puesta [522] entre sí tal traza, y decía: “Pues las personas cuando ayunan no comen hasta medio día, y después de haber comido, una vez pueden tomar alguna refección de beber entre día y alguna colación a la noche, desta manera será bien ayunar del sueño hasta la medianoche y después la comida de medianoche serán los Maitines, y en la mañana en lugar de la bebida o colación tomar un poco de sueño corporal para sustentar la naturaleza”. Y para hacer esto bien tenía este orden. Como todas las religiosas acostumbraban dormir juntas en un dormitorio y en medio d’él tienen una lámpara encendida y cada una está por sí en su cama, llevaba también la bienaventurada una rueca a prima noche a su cama, y cuando veía que todas las religiosas estaban dormiendo, tomaba su rueca y hilaba cabe su cama a veces en pie y a veces de rodillas en tierra, hasta que tañían a Maitines. Como esta virgen era tan cuidadosa de aprovechar en el espíritu, cuando trabajaba corporalmente enderezaba todos aquellos servicios o trabajos que hacía por la santa obediencia a Dios, y, contemplando decía entre sí que era su moza y esclava, que los platos que fregaba y todas las otras cosas pensaba que eran de oro y de piedras preciosas en que comía su Majestad. Cuando barría contemplaba que la escoba era un manojo de rosas y flores muy olorosas con que alimpiaba y adornaba sus estrados; y cuando guisaba de comer, contemplaba eran muy delicados y preciosos manjares para que comiese su divina Majestad y sus santos; y ansí lo ofrecía ella y desta manera y de otras muchas ofrecía sus trabajos corporales ante la Majestad Divina. Oyendo esta sierva de Dios leer en un libro llamado Floreto de santo Francisco, y oyendo cómo había mandado una vez a un fraile que fuese a predicar, sin capilla y desnudo, pensó entre sí: “Si el Padre San Francisco mandaba ir al fraile a predicar desnudo, no teniendo pecados, ¿cómo no iré yo a confesarme de los míos y desnudarme dellos, desnuda en carnes y hiriéndolas con piedra o palo a cada pecado que dijere? Encomiéndome a Dios y, a vos Padre S. Francisco, y sola la cuerda ceñida a mi cuerpo y cuello quiero ir a confesar como malhechora, y por tal me pregonaré ante Dios y mi confesor”. Y con mucha contrición [523] de sus pecados, entró en el confesionario y comenzose a confesar, hincada de rodilla con muchas lágrimas, y era tiempo de mucho frío y comenzó a dar grandes temblores del gran frío que sentía, de manera que no lo podía encubrir, y fue tanto que el confesor le preguntó que si estaba enferma, que de qué temblaba; respondió la bienaventurada que no estaba enferma, que temblaba de frío. Y acabada la confesión, salió del confesionario, y ella, que se empezaba a vestir y otra religiosa que iba a confesar, y vídola, y entró en el confesionario y dijo al confesor que riñese a Juana de la Cruz por tan ásperas penitencias como hacía, que había entrado a confesar desnuda con solo un silicio. Y el confesor le respondió: “Verdaderamente yo le sentí temblar y pensé estaba enferma y preguntéselo y díjome que no”. Y de allí adelante no solamente en invierno, más aun en verano le preguntaba cuando iba a confesar si iba cubierta, porque, si no, no la confesaría. Todas las veces que esta bienaventurada iba a confesar recibía el confesor singular consuelo en su ánima y dotrina maravillosa para enmienda de su vida, y no solamente él, mas todos los otros padres que la confesaron mientras vivió decían que de sus confesiones no solo salían ellos muy confusos, mas sacaban mucho aprovechamiento para sus almas. Decía, cuando era muy importunada de sus confesores les dijese lo que sentía en su espíritu, que más vergüenza tenía de contar las cosas de virtud y gracia que Dios le había dado que no de decir sus pecados, porque esto era de sí propria y lo otro era de Dios y de su misericordia. Era esta virgen muy prudente y de mucha discreción y capacidad y de mucha gravedad, tenía presencia de mucha autoridad, tenía piedad y admirable consejo y provechoso en las ánimas y a los cuerpos, de muy graciosa habla, de mucha mansedumbre; era mesurada en su risa y provocaba, a quien la oía y veía, a devoción: lloraba muy sereno y sin mucho clamor, salvo cuando se elevaba, que salía de sus sentidos, de algunos pasos de la Pasión, que entonces no era en su mano porque el Espíritu Santo, como dice San Pablo, pide por nosotros con gemidos, que no se pueden contar, siendo esto efecto del Espíritu Santo en nosotros. Ansí obraba [524] grandes maravillas en esta religiosa y le hacía dar algunos devotos suspiros o decir algunas palabras del paso y misterio que estaba contemplando. Era de mucha cortesía y muy grande crianza y muy humilde en todo, y holgaba más de hacer a cualquier persona demasiada reverencia y honra que no de menos: era igual a todos, tratando a cada uno según su estado y manera; era de mucha verdad, y lo contrario ni aun en burla no lo decía; era muy secreta y callada en todas y cualesquier cosas que le eran dichas y descubiertas en secreto: de tribulaciones, tentaciones y angustias y cosas de cualquiera otra calidad. Fue remediadora de muchos grandes males y daños, y libradora de grandes peligros presentes y por venir; era de tan gran santidad que jamás perjudicaba sus prójimos ni los agraviaba, aunque fuese de burla. Llegándose a ella las monjas de su convento, rogáronle que les dijese cómo harían oración que fuese agradable a Dios. La cual dijo: “Doy os por consejo, señoras, que no ofrezcáis solo a Dios un sacrificio, más tres, o cuatro, o más, si pudiéredes, porque cada hora podría cualquier persona ofrecer a Dios tres sacrificios principales, que son estos: el primero, la afección y contemplación muy viva, hecha dentro en el corazón y alma; el segundo, oración vocal y gracias y loores a la Divina Majestad; el tercero, alguna penitencia, golpes y heridas dadas secretamente; y aún para desechar la acidia se puede añadir la labor de manos, y habiendo soledad y tiempo suficiente es bueno haber lavatorio y fuente de lágrimas lloradas de contrición de los pecados o por compasión de la muerte de Nuestro Señor, y entonces podrá cualquier persona dar cinco sacrificios ofrecidos en reverencia de las cinco llagas, y cuando esto no se pudiese hacer tan secreto, podrá ofrecer tres en reverencia de la Santísima Trinidad sin ser visto ni sentido de ninguna persona”.
| + | de pasada la Pascua de , como ya fuese cumplida en ella la voluntad del para que fuese religiosa, con su ayuda de tomar una de madrugada unos vestidos de un primo [518] suyo, que ella a guardar, y vistiose de hombre para salir sin ser conocida y irse al Monasterio de Nuestra de la Cruz, que es dos leguas de donde ella , y de que estuvo bien aderezada de de hombre, pusose encima los acostumbrados vestidos de mujer que ella traer y tocado que acostumbraba, y a las mozas diciendo que era tarde y con ellas hizo los haciendas que otros hacer. Y de que todos los de la casa le hubieron visto que su intento era este, porque descuidasen della por rato y ella pudiese irse sin que la siguiesen entrose aprisa en cierta parte y quitose los vestidos de mujer, y pusose un tocador de hombre en la cabeza y echose una capa en el hombro y una espada en la mano, y un que hecho de sus aderezos de mujer tomole debajo del brazo y su camino, el cual ella no sino por y caminando con mucho fervor. El demonio, que mucho pesar desta obra, de la poner tentaciones y peligros por estorbarla, de muy recios temores de su padre y parientes y que no con lo comenzado. La bienaventurada, como de lo que comenzado, creciole el temor con tanto grado que le faltaron las fuerzas humanas y le temblaba todo el cuerpo, que no andar paso, de suerte que se hubo de asentar en el mismo camino muy desmayada, y estando con muchas veras a Nuestro , la quisiese ayudar y esforzar en tan grande necesidad para que ella pudiese acabar la obra comenzada, una voz que le dijo tres veces: , no desmayes y acaba la buena obra que has ; y no vido por entonces le hablaba, mas supo por que era su custodio, con la cual voz se y mucho y anduvo su camino. Ya que andado buena parte , venir tras , aunque algo lejos, a una persona en un caballo, la cual era un hombre muy honrado, que mucha gana de casar con ella y la procurado y rogado; y como ella los ojos y que era el sobredicho mancebo, y sola en un campo y que por entonces no nadie, turbose su de lo que se puede pensar, por deshonrada y perdida; y alumbrada en aquella [519] del Santo, disimuladamente se del camino antes que llegase cerca, y a le Dios de manera que no solamente no la , ni aun el color de los vestidos de hombre que llevaba le parecieron a de otra color, y cuando por enfrente donde ella estaba, dijo en su : que de hombre, le yo de hacer, que en se del . Y tornando a mirarla, vido el que debajo del brazo y dijo: sastre debe de ser, que viene de cortar o de coser de algunos destos . Y con este pensamiento se el mancebo sin la conocer. La bendita virgen, libre de aquel tan gran peligro, hincose de rodillas y dio gracias a Nuestro , y a Nuestra la favoreciese en aquella su obra, y en esta fue muy consolada de Nuestro y adelante con su camino. Y a un lugar que se llama Casarrubuelos, y por la mucha fatiga y cansancio del camino en una casa un jarro de agua, y y asentose a descansar, y puso la espada sobre un poyo y olvidosele ; ya que era salida de la casa, por ella y dijo: pecadora de , que se me olvidaba la . Y estas palabras la moza que a darle de beber y las dijo a las personas de aquella casa, diciendo: es aquel que el ; y no creyendo a la moza, no la siguieron. Y llegando al Monasterio de Nuestra de la Cruz, luego en la iglesia a hacer y su y su cuerpo a Jesucristo, la quisiese recebir en aquella santa y . Y de que hubo orado, como no nadie en la iglesia apartose a un della y quitose los vestidos de hombre y vistiose sus propios vestidos de mujer que consigo, y de que fue aderezada de mujer fuese a la y recibimiento de la casa, en la cual estaba una imagen de Nuestra de bulto, de mucha y milagros, y de rodillas le dio gracias porque la a su casa sin peligro de su persona y con mucha humildad a la santa imagen: servicio yo hacer por tan gran merced como esta? Suplicote, mi , me des gracia que yo persevere en esta casa y viva en ella todos mis ; de lo cual le la imagen, y de fue a llamar a la puerta, rogando que la abriesen. Y [520] preguntole la casera de las monjas era o . que era una doncella que ser religiosa. La casera le : que vienen a ser religiosas no vienen solas, que sus padres o parientes las . La sierva de Dios le dijo: en de hombre escondidamente, que de otra manera no viniera , mas por amor de Dios me abrid para que me caliente, que como esta , tomome el agua en el camino y vengo cansada y muerta de ; y por caridad me un poco de pan, que vengo muy necesitada, que si no , no yo que me para religiosa, que como vine ascondida, presto me menos mis parientes y me a . Y la casera la dentro en los aposentos y le dio de comer, siempre y . Yendo la criada del monasterio a la iglesia y viendo los vestidos de hombre que , en su no fuese que con alguna burla o ; pero en los cabellos largos como en los pechos y gesto y en otras se era mujer; y luego la criada al torno del monasterio y dijo que hablar a la abadesa, la cual le dijo: , ha venido una doncella de hasta quince y dice que es de Azana, y vino sola en de hombre y parece que trae muy gran fervor de ser . Y luego la llamar y informose muy bien della y de su deseo, y , aunque fingidamente, la porque venido en tal y de tal manera. Y la madre Juana de la Cruz le con mucha humildad: , mi venida no ha sido sino con sola de servir a Dios y vivir y morir en esta santa casa y hacer todo lo que me mandaren y ser toda mi vida su . Y la religiosa se della y a las monjas y les dijo: , una doncella , que quiere ser nuestra hermana, creo que la trae Dios por milagro porque no este camino ni ; y les dijo y la manera de su venida y palabras de mucha prudencia. Las monjas, lo que les dijo, dieron gracias a Dios y licencia para ir a verla y hablarla y la divina Majestad a todas les tan bien cuando la hablaron, que se determinaron [521] de recebirla en su , y antes que le diesen el vinieron algunos de sus parientes muy sentidos y enojados de lo que hecho, y ella les satisfizo diciendo que muchas veces les dicho y pedido que de ser religiosa y que Dios la a aquella casa y que lo de ser. Concertadas todas las cosas, dieron el a la virgen con mucha solenidad y espiritual en presencia de sus parientes. a hacer vida maravillosa y muy provechosa para los que la y ; su vestido era muy pobre y humilde, mucho que el de las religiosas. de sayal y una saya muy vieja y remendada y el lo mismo. Calzaba unos alpargates, y lo del tiempo andaba descalza y con la gruesa cuerda que haber, y en la cabeza una albanega de estopa y encima lo despreciado que ella haber, y debajo de todo esto de secreto un muy silicio, el cual nunca se quitaba ni noche y otras muy penitencias que . Deseaba tormentos y dolores, llagas y heridas, y cansancio y todas maneras de penas por amor de Dios. Y no solamente en el del noviciado tuvo esta manera de vida, mas todo el tiempo que el silencio, que en todo el del noviciado no le oyeron hablar palabra, sino era con la prelada o maestra, y esto siendo preguntada. penitencia con la boca, trayendo en ella ajenjos amargos por el amargor de la hiel y vinagre que dieron a Nuestro ; siempre en su memoria su de muchas maneras y otras penitencias con la boca, trayendo una piedra algo grande que le daba dolor. Otras veces tomaba en la boca agua y tanto espacio dentro hasta que del dolor no la sufrir. Tomaba con los labios un candelero mediano, y tanto rato por la parte donde se pone la candela hasta que le las quijadas; pensaba ella que guardar silencio sin dolor no era grande servicio ante Dios. Eran sus ayunos muy perfetos y muchos, porque no solo acostumbraba desde su a ayunar ordinariamente, comiendo una vez al , aun estar tres con sus noches sin comer mantenimiento corporal, y no solamente ayunaba de comer, ayunaba de y puesta [522] entre tal traza, y : las personas cuando ayunan no comen hasta medio , y de haber comido, una vez pueden tomar alguna de beber entre y alguna a la noche, desta manera bien ayunar del hasta la medianoche y la comida de medianoche los Maitines, y en la en lugar de la bebida o tomar un poco de corporal para sustentar la . Y para hacer esto bien este orden. Como todas las religiosas acostumbraban dormir juntas en un dormitorio y en medio tienen una encendida y cada una por en su cama, llevaba la bienaventurada una rueca a prima noche a su cama, y cuando que todas las religiosas estaban dormiendo, tomaba su rueca y hilaba cabe su cama a veces en pie y a veces de rodillas en tierra, hasta que a Maitines. Como esta virgen era tan cuidadosa de aprovechar en el , cuando trabajaba corporalmente enderezaba todos aquellos servicios o trabajos que por la santa obediencia a Dios, y, contemplando entre que era su moza y esclava, que los platos que fregaba y todas las otras cosas pensaba que eran de oro y de piedras preciosas en que su Majestad. Cuando contemplaba que la escoba era un manojo de rosas y flores muy olorosas con que alimpiaba y adornaba sus estrados; y cuando guisaba de comer, contemplaba eran muy delicados y preciosos manjares para que comiese su divina Majestad y sus santos; y lo ella y desta manera y de otras muchas sus trabajos corporales ante la Majestad Divina. Oyendo esta sierva de Dios leer en un libro llamado Floreto de santo Francisco, y oyendo mandado una vez a un fraile que fuese a predicar, sin capilla y desnudo, entre : el Padre San Francisco mandaba ir al fraile a predicar desnudo, no teniendo pecados, no yo a confesarme de los y desnudarme dellos, desnuda en carnes y con piedra o palo a cada pecado que dijere? a Dios y, a vos Padre S. Francisco, y sola la cuerda a mi cuerpo y cuello quiero ir a confesar como malhechora, y por tal me ante Dios y mi . Y con mucha [523] de sus pecados, en el confesionario y comenzose a confesar, hincada de rodilla con muchas , y era tiempo de mucho y a dar grandes temblores del gran que , de manera que no lo encubrir, y fue tanto que el confesor le que si estaba enferma, que de temblaba; la bienaventurada que no estaba enferma, que temblaba de . Y acabada la , del confesionario, y ella, que se empezaba a vestir y otra religiosa que iba a confesar, y , y en el confesionario y dijo al confesor que a Juana de la Cruz por tan penitencias como , que entrado a confesar desnuda con solo un silicio. Y el confesor le : yo le temblar y estaba enferma y y que . Y de adelante no solamente en invierno, aun en verano le preguntaba cuando iba a confesar si iba cubierta, porque, si no, no la . Todas las veces que esta bienaventurada iba a confesar el confesor singular consuelo en su y dotrina maravillosa para enmienda de su vida, y no solamente , mas todos los otros padres que la confesaron mientras que de sus confesiones no solo ellos muy confusos, mas sacaban mucho aprovechamiento para sus almas. , cuando era muy importunada de sus confesores les dijese lo que en su , que de contar las cosas de virtud y gracia que Dios le dado que no de decir sus pecados, porque esto era de propria y lo otro era de Dios y de su misericordia. Era esta virgen muy prudente y de mucha y capacidad y de mucha gravedad, presencia de mucha autoridad, piedad y admirable consejo y provechoso en las y a los cuerpos, de muy graciosa habla, de mucha mansedumbre; era mesurada en su risa y provocaba, a quien la y , a : lloraba muy sereno y sin mucho clamor, salvo cuando se elevaba, que de sus sentidos, de algunos pasos de la , que entonces no era en su mano porque el Santo, como dice San Pablo, pide por nosotros con gemidos, que no se pueden contar, siendo esto efecto del Santo en nosotros. obraba [524] grandes maravillas en esta religiosa y le dar algunos devotos suspiros o decir algunas palabras del paso y misterio que estaba contemplando. Era de mucha y muy grande crianza y muy humilde en todo, y holgaba de hacer a cualquier persona demasiada reverencia y honra que no de menos: era igual a todos, tratando a cada uno su estado y manera; era de mucha verdad, y lo contrario ni aun en burla no lo ; era muy secreta y callada en todas y cualesquier cosas que le eran dichas y descubiertas en secreto: de tribulaciones, tentaciones y angustias y cosas de cualquiera otra calidad. Fue remediadora de muchos grandes males y , y libradora de grandes peligros presentes y por venir; era de tan gran santidad que perjudicaba sus ni los agraviaba, aunque fuese de burla. a ella las monjas de su convento, que les dijese que fuese agradable a Dios. La cual dijo: os por consejo, , que no solo a Dios un sacrificio, tres, o cuatro, o , si , porque cada hora cualquier persona ofrecer a Dios tres sacrificios principales, que son estos: el primero, la y muy viva, hecha dentro en el y alma; el segundo, vocal y gracias y loores a la Divina Majestad; el tercero, alguna penitencia, golpes y heridas dadas secretamente; y para desechar la acidia se puede la labor de manos, y habiendo soledad y tiempo suficiente es bueno haber lavatorio y fuente de lloradas de de los pecados o por de la muerte de Nuestro , y entonces cualquier persona dar cinco sacrificios ofrecidos en reverencia de las cinco llagas, y cuando esto no se pudiese hacer tan secreto, ofrecer tres en reverencia de la Trinidad sin ser visto ni sentido de ninguna . |
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− | == Capítulo IIII == | + | == IIII == |
− | '''De cómo esta bendita virgen comulgaba espiritualmente''' | + | '''De esta bendita virgen comulgaba espiritualmente''' |
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− | Procuraba esta madre de, en amaneciendo, ahora estuviese en el coro, en los oficios divinos o en otra cualquier parte o en ocupación [525] o trabajo corporal, de aparejarse para comulgar espiritualmente, pues no podía recebir el Santísimo Sacramento cada día y hora como ella deseaba; porque era tan devota del Santísimo Sacramento del altar y de le gustar continuo que nunca otra cosa quisiera hacer día y noche, sino hartar su alma deste manjar del Cielo. Y por el mesmo Señor fue revelado a todas las monjas del convento por palabras que la oyeron estando elevada, enajenada de sus sentidos: que tanto era el gozo y gusto que esta bendita sentía en el Sacramento que comulgaba y recebía a Dios espiritualmente y sentía gran favor del Señor y consolación de su alma, y daba las gracias a Nuestro Señor por tan copioso beneficio. | + | Procuraba esta madre de, en amaneciendo, ahora estuviese en el coro, en los oficios divinos o en otra cualquier parte o en [525] o trabajo corporal, de aparejarse para comulgar espiritualmente, pues no recebir el Sacramento cada y hora como ella deseaba; porque era tan devota del Sacramento del altar y de le gustar continuo que nunca otra cosa quisiera hacer y noche, sino hartar su alma deste manjar del Cielo. Y por el mesmo fue revelado a todas las monjas del convento por palabras que la oyeron estando elevada, enajenada de sus sentidos: que tanto era el gozo y gusto que esta bendita en el Sacramento que comulgaba y a Dios espiritualmente y gran favor del y de su alma, y daba las gracias a Nuestro por tan copioso beneficio. |
− | Estando esta bendita en la casa de la labor, víspera de los apóstoles S. Pedro y S. Pablo, vido una visión de todos los doce apóstoles, como cuando uno acaba de espirar, y luego vido doce sepulcros abiertos y muy hermosos y que salían dellos los doce apóstoles vestidos de blanco y ellos más albos que la nieve, y levantábanse puestas las manos como que adoraban al Señor y le daban gracias; y ella muy maravillada desta visión deseaba saber por qué parecía que salían los santos apóstoles de los sepulcros como difuntos, estando ya todos en el Cielo glorificados y no habiendo muerto ninguno dellos de su muerte natural, mas de muy crueles martirios por amor de Dios. Estando en este pensamiento y deseo, vido todos los apóstoles vestidos muy ricamente, coronados y cubiertos todos de pedrería y muy alegres y gloriosos, y Nuestro Señor en medio de ellos, dándoles muy grandes premios y gozos y galardones por los trabajos y buenas obras que por su amor estando en el mundo habían hecho. Ansimismo le fue mostrado cómo levantarse los santos apóstoles de los sepulcros era significación que todos habemos de ser muertos y resucitados cuando Dios nos llamare a juicio; y cómo Nuestro Señor Jesucristo hace fiesta y llamamiento en el Cielo de todos los santos apóstoles juntos el día que es fiesta de cualquiera de ellos; y cómo la Iglesia militante, ansí como la triunfante, los días de las tales fiestas siempre hacen memoria de los martirios y muerte de los santos que padecieron por amor de Dios y de la vida eterna y bienaventuranza [526] que por ello les da el Señor, y a todos y cualesquier Órdenes de santos y santas, cuando es fiesta de uno o de una en especial, junto con él a todos los de aquella Orden les hace fiesta en general. Decía muchas veces que, cuando comía o bebía, tomaba gusto en aquel manjar corporal porque sabía ella Dios era todas las cosas y en todas ellas le podía hallar, y con este pensamiento en contemplación que siempre tenía puesta en Dios, en cada bocado que comía y trago que bebía hallaba dulzura y gustos divinales. Muchas veces, estando comiendo se arrobaba en espíritu; y esto de arrobarse creció en ella tanto la gracia que adonde quiera que aquella gracia le tomaba se quedaba como muerta, aunque muy hermosa, ora fuese en el coro o en el refitorio o en otro lugar de la casa, a cualquier hora del día o de la noche que era la voluntad de Dios, y muy a menudo; y no estaba elevada poco tiempo, mas tres horas, cinco y siete y doce, y esto al principio de sus elevaciones. Y andado el tiempo diole Dios muy copiosa esta gracia, porque estaba elevada un día y una noche y algunas veces cuarenta horas. La primera vez que el convento vido elevada a esta religiosa, había siete años que estaba en el monasterio y todas las religiosas vieron en ella muy nuevas mudanzas porque la vieron propiamente como difunta, ansí en el gesto, ojos y labios, como en el descoyuntamiento de todos sus miembros, lo cual nunca más tuvo en semejantes raptos, antes en ellos estaba muy hermosa y colorada. Después que volvió en sus sentidos, importunáronla mucho las religiosas les dijese qué había sentido o visto en aquel rapto y ella por entonces no les dijo nada hasta saber la voluntad de Dios; pero pasados algunos días, de voluntad de Dios les dijo: “Señoras, quiero satisfacer a vuestro deseo, pues deseáis saber qué es lo que vi y sentí aquella vez que decís que estaba en el cuerpo muy demudada, a manera de muerta. Yo me vi en un lugar oscuro, donde hube mucho temor, y apareció allí un ángel que alumbró aquellas tinieblas y me dijo: ‘No temas’. Y me fueron reveladas muchas cosas, especial el favor que los ángeles hacían a los que están en el purgatorio hasta que, saliendo de allí, gozan de Dios. Este ángel tiene oficio de ayudar a las ánimas de purgatorio, yéndolas a visitar y consolar [527] por los merecimientos y Pasión de Jesucristo y méritos de su Santa Madre. Y muchas veces va a la ayuda y socorro de las ánimas y personas que están en pasamiento, llevando consigo otros muchos ángeles que le ayuden a defender aquella persona que en tan gran batalla está de tentaciones de los demonios, y las acompaña hasta que son juzgadas y tiene cuidado dellas hasta que estén en descanso y este mesmo oficio tienen otros muchos ángeles”. Estas y otras muchas cosas decía esta bendita a las monjas, importunada de ellas y con licencia de Dios notificadas por su ángel. | + | Estando esta bendita en la casa de la labor, de los S. Pedro y S. Pablo, vido una de todos los doce , como cuando uno acaba de espirar, y luego vido doce sepulcros abiertos y muy hermosos y que dellos los doce vestidos de blanco y ellos albos que la nieve, y puestas las manos como que adoraban al y le daban gracias; y ella muy maravillada desta deseaba saber por que los santos de los sepulcros como difuntos, estando ya todos en el Cielo glorificados y no habiendo muerto ninguno dellos de su muerte natural, mas de muy crueles martirios por amor de Dios. Estando en este pensamiento y deseo, vido todos los vestidos muy ricamente, coronados y cubiertos todos de y muy alegres y gloriosos, y Nuestro en medio de ellos, muy grandes premios y gozos y galardones por los trabajos y buenas obras que por su amor estando en el mundo hecho. Ansimismo le fue mostrado levantarse los santos de los sepulcros era que todos habemos de ser muertos y resucitados cuando Dios nos llamare a juicio; y Nuestro Jesucristo hace fiesta y llamamiento en el Cielo de todos los santos juntos el que es fiesta de cualquiera de ellos; y la Iglesia militante, como la triunfante, los de las tales fiestas siempre hacen memoria de los martirios y muerte de los santos que padecieron por amor de Dios y de la vida eterna y bienaventuranza [526] que por ello les da el , y a todos y cualesquier de santos y santas, cuando es fiesta de uno o de una en especial, junto con a todos los de aquella Orden les hace fiesta en general. muchas veces que, cuando o , tomaba gusto en aquel manjar corporal porque ella Dios era todas las cosas y en todas ellas le hallar, y con este pensamiento en que siempre puesta en Dios, en cada bocado que y trago que hallaba dulzura y gustos divinales. Muchas veces, estando comiendo se arrobaba en ; y esto de arrobarse en ella tanto la gracia que adonde quiera que aquella gracia le tomaba se quedaba como muerta, aunque muy hermosa, ora fuese en el coro o en el refitorio o en otro lugar de la casa, a cualquier hora del o de la noche que era la voluntad de Dios, y muy a menudo; y no estaba elevada poco tiempo, mas tres horas, cinco y siete y doce, y esto al principio de sus elevaciones. Y andado el tiempo diole Dios muy copiosa esta gracia, porque estaba elevada un y una noche y algunas veces cuarenta horas. La primera vez que el convento vido elevada a esta religiosa, siete que estaba en el monasterio y todas las religiosas vieron en ella muy nuevas mudanzas porque la vieron propiamente como difunta, en el gesto, ojos y labios, como en el descoyuntamiento de todos sus miembros, lo cual nunca tuvo en semejantes raptos, antes en ellos estaba muy hermosa y colorada. que en sus sentidos, mucho las religiosas les dijese sentido o visto en aquel rapto y ella por entonces no les dijo nada hasta saber la voluntad de Dios; pero pasados algunos , de voluntad de Dios les dijo: , quiero satisfacer a vuestro deseo, pues saber es lo que vi y aquella vez que que estaba en el cuerpo muy demudada, a manera de muerta. Yo me vi en un lugar oscuro, donde hube mucho temor, y un que aquellas tinieblas y me dijo: . Y me fueron reveladas muchas cosas, especial el favor que los a los que en el purgatorio hasta que, saliendo de , gozan de Dios. Este tiene oficio de ayudar a las de purgatorio, a visitar y consolar [527] por los merecimientos y de Jesucristo y de su Santa Madre. Y muchas veces va a la ayuda y socorro de las y personas que en pasamiento, llevando consigo otros muchos que le ayuden a defender aquella persona que en tan gran batalla de tentaciones de los demonios, y las hasta que son juzgadas y tiene cuidado dellas hasta que en descanso y este mesmo oficio tienen otros muchos . Estas y otras muchas cosas esta bendita a las monjas, importunada de ellas y con licencia de Dios notificadas por su . |
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− | == Capítulo V == | + | == V == |
− | '''De cómo esta bendita estando elevada hablaba''' | + | '''De esta bendita estando elevada hablaba''' |
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− | Esta bendita virgen tuvo gracia de elevación, como queda dicho; el Señor la dotó de otra muy grande gracia y es que, estando ella ansí elevada en aquel rapto, enajenada de sus sentidos, hablaba divinas cosas, altísimas y de notable admiración, sobre lo cual se hicieron grandes experiencias para ver si cuando hablaba estaba en éxtasis o fuera de sus sentidos o de otra manera. La cual experiencia hicieron inquisidores que fueron de intento a esto al monasterio y los prelados de la Orden, monjas de su casa, y otras personas graves; las cuales todas conocieron y vieron que estaba alienada de sus sentidos cuando hablaba, también por las cosas que decía tan maravillosas y provechosas para las almas, ansí para las religiosas de su casa como para las personas de todos estados y condiciones y oficios mayores y menores que la venían a oír y gozar y aprovecharse de lo que decía. Oíanla frailes de todas órdenes, predicadores y letrados, canónigos, obispos y arzobispos, el cardenal de España don fray Francisco Ximénez y condes, duques, marqueses, y caballeros muy generosos y señoras, y de todos estados, ansí de hombres como mujeres que este misterio vieron y oyeron, y estuvieron presentes, y veían cómo esta bendita estaba vestida y tocada de religiosa, echada sobre una cama y sus brazos puestos a manera de persona recogida y el cuerpo como muerto (porque estuvo mucho tiempo tullida) y los ojos cerrados y el gesto [528] muy bien puesto, y muy hermoso y resplandeciente. Su habla era tan poderosa y de tan gran dotrina para la salvación de las almas, y reprehensible a los pecadores, que cuantos la veían y oían, por grandes letrados que fuesen, se maravillaban y quisieran estar tan vecinos y cercanos al monasterio que todas las veces que había estas pláticas la pudieran oír. La cual algunas veces duraba cinco, seis y siete horas. Era tan dulce a todos los que la oían que, aunque fuesen muy pecadores e incrédulos desta santa gracia antes que la viesen y oyesen, les parecía estuvieran tres días con sus noches oyéndola con mucho gusto. Los que eran incrédulos, ellos mesmos se manifestaban diciendo: “Incrédulo era de lo que decían desta bendita”; y cuando vino a ver si podía verla hablar tan bien y cuando acababa de hablar decía a cada uno la intención con que había venido. Y cuando parecía que hablaba con Dios, hacía grandes suplicaciones públicas y otras secretas, que nadie las podía ir; y hacía oración por sí misma y por todas las personas de la tierra y por todo el estado de la Santa Madre Iglesia, por los que están en pecado mortal y por los que están en penas de purgatorio. En estos raptos, que le duraron espacio de trece años, fueron tantos y tan altos los misterios que dijo y declaró que las monjas escribieron un libro que llaman el Luznorte. | + | Esta bendita virgen tuvo gracia de , como queda dicho; el la de otra muy grande gracia y es que, estando ella elevada en aquel rapto, enajenada de sus sentidos, hablaba divinas cosas, y de notable , sobre lo cual se hicieron grandes experiencias para ver si cuando hablaba estaba en o fuera de sus sentidos o de otra manera. La cual experiencia hicieron inquisidores que fueron de intento a esto al monasterio y los prelados de la Orden, monjas de su casa, y otras personas graves; las cuales todas conocieron y vieron que estaba alienada de sus sentidos cuando hablaba, por las cosas que tan maravillosas y provechosas para las almas, para las religiosas de su casa como para las personas de todos estados y condiciones y oficios mayores y menores que la a y gozar y aprovecharse de lo que . frailes de todas , predicadores y letrados, , obispos y arzobispos, el cardenal de don fray Francisco y condes, duques, marqueses, y caballeros muy generosos y , y de todos estados, de hombres como mujeres que este misterio vieron y oyeron, y estuvieron presentes, y esta bendita estaba vestida y tocada de religiosa, echada sobre una cama y sus brazos puestos a manera de persona recogida y el cuerpo como muerto (porque estuvo mucho tiempo tullida) y los ojos cerrados y el gesto [528] muy bien puesto, y muy hermoso y resplandeciente. Su habla era tan poderosa y de tan gran dotrina para la de las almas, y reprehensible a los pecadores, que cuantos la y , por grandes letrados que fuesen, se maravillaban y quisieran estar tan vecinos y cercanos al monasterio que todas las veces que estas la pudieran . La cual algunas veces duraba cinco, seis y siete horas. Era tan dulce a todos los que la que, aunque fuesen muy pecadores e desta santa gracia antes que la viesen y oyesen, les estuvieran tres con sus noches con mucho gusto. Los que eran , ellos mesmos se manifestaban diciendo: era de lo que desta ; y cuando vino a ver si verla hablar tan bien y cuando acababa de hablar a cada uno la con que venido. Y cuando que hablaba con Dios, grandes suplicaciones y otras secretas, que nadie las ir; y por misma y por todas las personas de la tierra y por todo el estado de la Santa Madre Iglesia, por los que en pecado mortal y por los que en penas de purgatorio. En estos raptos, que le duraron espacio de trece , fueron tantos y tan altos los misterios que dijo y que las monjas escribieron un libro que llaman el Luznorte. |
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− | == Capítulo VI == | + | == VI == |
− | '''De cómo esta bendita tenía cuidado de las enfermas y de algunos casos maravillosos que le acontecieron''' | + | '''De esta bendita cuidado de las enfermas y de algunos casos maravillosos que le acontecieron''' |
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− | Había en el monasterio una monja enferma, que estaba ética y algo penosa y asquerosa, a la cual servía esta bendita venciendo con mucha alegría todas las cosas que se le ofrecían en el tal ejercicio de caridad, con el espíritu de su mortificación, por muy graves y repugnantes que fuesen. Vino a ella una religiosa, con mucho frío y dolor de estómago, y díjole: “Señora, por caridad que pidáis para vos un trago de vino, diciendo que lo habéis menester para algún dolor que tenéis y dármele heis a mí, que traigo un gran dolor de estómago y no lo oso pedir” (en aquel tiempo no sabían las mujeres qué cosa era vino) y ella dijo que lo [529] haría y, considerando que decir tenía dolor de estómago por entonces que no diría verdad, y dejarlo de pedir era falta de caridad, suplicó a Nuestro Señor por qué ella pudiese decir verdad y la religiosa recibiese refrigerio en su necesidad: Nuestro Señor lo proveyó de manera que esta bendita no mintiese. En la vida del Padre fray Pascual Bailón, cuyo cuerpo está en San Francisco de Villareal de Valencia, se cuenta d’él las grandes diligencias y trabajos que pasó por no decir una mentira ligera, que no pasaba de pecado venial, lo cual es contra tanto como en estos tiempos se miente porque no se sabe decir verdad. Y ansí sucede a los mentirosos lo que dice Aristóteles, que cuando digan verdad no los crean, aunque hay quien nunca la diga. Muchas veces aparecieron ánimas de difuntos a esta bienaventurada, pidiéndole hiciese diligencias con deudos suyos para que hiciesen obras satisfatorias y cumpliesen obligaciones que tenían para por estos medios ser libres del purgatorio, lo cual ella siempre hacía. Las cuales ánimas le tornaban a aparecer y le decían cómo eran libres de las penas de purgatorio y le daban gracias por haberlas ayudado.
| + | en el monasterio una monja enferma, que estaba y algo penosa y asquerosa, a la cual esta bendita venciendo con mucha todas las cosas que se le en el tal ejercicio de caridad, con el de su , por muy graves y repugnantes que fuesen. Vino a ella una religiosa, con mucho y dolor de , y : , por caridad que para vos un trago de vino, diciendo que lo menester para dolor que y heis a , que traigo un gran dolor de y no lo oso (en aquel tiempo no las mujeres cosa era vino) y ella dijo que lo [529] y, considerando que decir dolor de por entonces que no verdad, y dejarlo de pedir era falta de caridad, a Nuestro por ella pudiese decir verdad y la religiosa recibiese refrigerio en su necesidad: Nuestro lo de manera que esta bendita no mintiese. En la vida del Padre fray Pascual , cuyo cuerpo en San Francisco de Villareal de Valencia, se cuenta las grandes diligencias y trabajos que por no decir una mentira ligera, que no pasaba de pecado venial, lo cual es contra tanto como en estos tiempos se miente porque no se sabe decir verdad. Y sucede a los mentirosos lo que dice , que cuando digan verdad no los crean, aunque hay quien nunca la diga. Muchas veces aparecieron de difuntos a esta bienaventurada, hiciese diligencias con deudos suyos para que hiciesen obras satisfatorias y cumpliesen obligaciones que para por estos medios ser libres del purgatorio, lo cual ella siempre . Las cuales le tornaban a aparecer y le eran libres de las penas de purgatorio y le daban gracias por haberlas ayudado. |
− | Vino a esta bendita un religioso muy tentado de que no rezaba las horas canónicas ni ninguna cosa de las que tenía obligación, diciendo que Dios no tenía necesidad de sus rogaciones; la cual hizo oración por él y le respondió: “Padre, verdad es que Dios no tiene necesidad de las oraciones de las criaturas que Él crió; empero, que todas las criaturas racionales que Él crió tienen necesidad de la ayuda de Dios y de le servir para agradarle: ansí como de necesidad y fuerza es obligado cualquier labrador pechero de pagar a su rey y señor el pecho que es obligado y le debe y si esto de su grado no lo hiciere, será castigado, ansí el religioso, si no pagare a Dios lo que le debe rezando las horas canónicas y lo que es obligado, será castigado de la mano de Dios”. Deseaba padecer muchos trabajos por Dios y suplicábalo a Nuestro Señor y ansí permitió que los demonios la azotasen muy crudamente y las señales le duraron mucho tiempo y la de uno le duró toda su vida. Y lo mesmo se cuenta haber sucedido al glorioso S. Gerónimo. También le dio Dios de ordinario un dolor [530] de cabeza que la atormentaba en gran manera y todo lo llevaba con gran paciencia. Era devotísima de la santa cruz y enseñó a las monjas una adoración en esta manera: “Adórote, cruz preciosa; adórote, santa cruz de Dios; adórote, santo madero; adórote, trono de Dios; adórote, escaño de sus pies con el cual justiciará y pisará los pecadores y les hará ver y conocer cómo solo Él es el Señor y Criador del Cielo y de la tierra y juez de los vivos y de los muertos; adórote, galardón de los justos por el cual se salvan y justifican; adórote, deleite de los ángeles; adórote, penitencia de los pecadores; adórote, tálamo de Dios, en el cual está puesta su corona real; adoro los clavos, tenazas, martillo, escalera y lanza; adoro al Redentor en ti puesto; adoro a mi Salvador; adoro su santo rostro; bendigo, glorifico y adoro sus santos miembros todos, desde las uñas de los pies y plantas hasta encima de la cabeza, que son los cabellos: adórote, árbol santo de la vera cruz”. | + | Vino a esta bendita un religioso muy tentado de que no rezaba las horas ni ninguna cosa de las que , diciendo que Dios no necesidad de sus rogaciones; la cual hizo por y le : , verdad es que Dios no tiene necesidad de las oraciones de las criaturas que ; empero, que todas las criaturas racionales que tienen necesidad de la ayuda de Dios y de le servir para agradarle: como de necesidad y fuerza es obligado cualquier labrador pechero de pagar a su rey y el pecho que es obligado y le debe y si esto de su grado no lo hiciere, castigado, el religioso, si no pagare a Dios lo que le debe rezando las horas y lo que es obligado, castigado de la mano de . Deseaba padecer muchos trabajos por Dios y a Nuestro y que los demonios la azotasen muy crudamente y las le duraron mucho tiempo y la de uno le toda su vida. Y lo mesmo se cuenta haber sucedido al glorioso S. . le dio Dios de ordinario un dolor [530] de cabeza que la atormentaba en gran manera y todo lo llevaba con gran paciencia. Era de la santa cruz y a las monjas una en esta manera: , cruz preciosa; , santa cruz de Dios; , santo madero; , trono de Dios; , de sus pies con el cual y los pecadores y les ver y conocer solo es el y Criador del Cielo y de la tierra y juez de los vivos y de los muertos; , de los justos por el cual se salvan y justifican; , deleite de los ; , penitencia de los pecadores; , de Dios, en el cual puesta su corona real; adoro los clavos, tenazas, martillo, escalera y lanza; adoro al Redentor en ti puesto; adoro a mi Salvador; adoro su santo rostro; bendigo, glorifico y adoro sus santos miembros todos, desde las de los pies y plantas hasta encima de la cabeza, que son los cabellos: , santo de la vera . |
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− | == Capítulo VII == | + | == VII == |
| '''De la enfermedad que tuvo esta bendita madre''' | | '''De la enfermedad que tuvo esta bendita madre''' |
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− | Siendo súbdita y abadesa en el dicho Monasterio de la Cruz, habiendo adquirido al monasterio muchos bienes y posesiones de personas que tenían devoción a esta bendita madre, por cuyo respeto las daban, y habiendo tenido la sierva de Dios muchos trabajos, contrariedades y aflicciones, ordenándolo Dios ansí para que fuese probada su paciencia y virtud, últimamente tuvo grandes enfermedades, sin poderse levantar en mucho tiempo de la cama, donde siempre trabajó, exhortando con palabras a las que la veían al temor y amor de Dios; y para los ausentes tenía una monja que escribía muchas cosas, concernientes y ordenadas todas al bien de los prójimos. Y estando en la cama enferma tuvo grandes consuelos espirituales y revelaciones misteriosas, secretos grandes del estado de la Iglesia, de los que están en purgatorio y otros muchos secretos, los cuales Dios le revelaba. Apareciole muchas veces Nuestra Señora y consolola. Su santo ángel custodio le hablaba muy de ordinario y fue cosa maravillosa la gran familiaridad que con él y otros ángeles, de quien era muy devota, [531] tenía, y las admirables revelaciones que tenía del Señor. Siendo esta virgen ya muy labrada como piedra para ser puesta en el edificio de la ciudad santa de Jerusalén, llegose el tiempo de su glorioso tránsito. | + | Siendo y abadesa en el dicho Monasterio de la Cruz, habiendo adquirido al monasterio muchos bienes y posesiones de personas que a esta bendita madre, por cuyo respeto las daban, y habiendo tenido la sierva de Dios muchos trabajos, contrariedades y aflicciones, Dios para que fuese probada su paciencia y virtud, tuvo grandes enfermedades, sin poderse levantar en mucho tiempo de la cama, donde siempre , exhortando con palabras a las que la al temor y amor de Dios; y para los ausentes una monja que muchas cosas, concernientes y ordenadas todas al bien de los . Y estando en la cama enferma tuvo grandes consuelos espirituales y revelaciones misteriosas, secretos grandes del estado de la Iglesia, de los que en purgatorio y otros muchos secretos, los cuales Dios le revelaba. Apareciole muchas veces Nuestra y consolola. Su santo custodio le hablaba muy de ordinario y fue cosa maravillosa la gran familiaridad que con y otros , de quien era muy devota, [531] , y las admirables revelaciones que del . Siendo esta virgen ya muy labrada como piedra para ser puesta en el edificio de la ciudad santa de , llegose el tiempo de su glorioso . |
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− | == Capítulo VIII == | + | == VIII == |
− | '''De un caso prodigioso que sucedió a esta sierva de Dios''' | + | '''De un caso prodigioso que a esta sierva de Dios''' |
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− | Un viernes santo, habiendo estado toda la mañana en un rapto, volvió en sí estando diciendo la Pasión, y fuese al coro e iba llorando y descalza; y porque no podía andar ponía los pies de lado, que de otra manera no los podía poner, y aun esto con mucha pena y dolor. Y viéndola las religiosas entrar en el coro, fuéronse para ella, preguntáronle cómo iba de aquella suerte. Respondió que le dolían mucho y los pies y no podía andar con ellos; y mirándoselos las religiosas, viéronselos señalados, y ansimesmo las manos, no con llagas abiertas, sino unas señales redondas del tamaño de un real y muy coloradas, de manera que parecían por las palmas de las manos que estaban impresas. Tenían estas señales muy suave olor y la bendita lloraba de los dolores que tenía en aquellas señales. Y también las religiosas lloraban y tomáronla en sus brazos y lleváronla a su celda; y era tan grande el fuego que tenía aquellas señales que las religiosas le ponían paños mojados en agua fría y en muy breve espacio se enjugaban del gran fuego que de allí salía, y muy a menudo se los tornaban a poner mojados. Ella mesma se soplaba las palmas de las manos por mitigar el gran fuego y dolor que padecía. Y preguntándole las religiosas qué era aquello, respondió con muchas lágrimas y dolores que sentía que había visto a Jesucristo Nuestro Señor crucificado, que llegándose a ella había juntado sus manos con las suyas y puesto sus pies con los suyos; y que luego había sentido gran dolor en su espíritu y gran sentimiento en sus manos y pies, que eran tan recios que no los podía sufrir. Tuvo estas señales tan maravillosas y crecidos dolores desde el día del Viernes Santo hasta el día de la Santa Ascensión. Y esto no continuo, sino los viernes, sábados y [532] domingos, tres días arreo, hasta la hora que Cristo Nuestro Señor resucitó; y desde aquella hora hasta otro viernes no tenía más dolor ni señal. Viendo esta santa cómo no podía encubrir estas preciosas señales que no fuesen vistas de personas devotas del monasterio, pues ya se publicaba, y el confesor del monasterio y las religiosas d’él las habían visto, suplicó a Nuestro Señor muy afectuosamente que en ninguna manera su Divina Majestad permitiese que en ella su indigna sierva pareciese ni tuviese tal tesoro ni tan ricas joyas, que no era digna de ellas ni quería tal don, pues no le podía encubrir, y nunca cesó de hacer esta súplica, derramando muchas lágrimas, hasta que lo alcanzó del Señor. Y en la oración oyó una voz del Señor que le dijo: “Mucho me ruegas e importunas que te quite ese don que te he dado, yo lo haré; y pues no has querido tener mis rosas, yo te daré cosa que más te duela que ellas”. Y ansí le fue otorgado del Señor no tener más aquellas señales, pero en su lugar le dio Dios muchas enfermedades y trabajos. | + | Un viernes santo, habiendo estado toda la en un rapto, en estando diciendo la , y fuese al coro e iba llorando y descalza; y porque no andar los pies de lado, que de otra manera no los poner, y aun esto con mucha pena y dolor. Y las religiosas entrar en el coro, para ella, iba de aquella suerte. que le mucho y los pies y no andar con ellos; y las religiosas, , y ansimesmo las manos, no con llagas abiertas, sino unas redondas del de un real y muy coloradas, de manera que por las palmas de las manos que estaban impresas. estas muy suave olor y la bendita lloraba de los dolores que en aquellas . Y las religiosas lloraban y en sus brazos y a su celda; y era tan grande el fuego que aquellas que las religiosas le mojados en agua y en muy breve espacio se enjugaban del gran fuego que de , y muy a menudo se los tornaban a poner mojados. Ella mesma se soplaba las palmas de las manos por mitigar el gran fuego y dolor que . Y las religiosas era aquello, con muchas y dolores que que visto a Jesucristo Nuestro crucificado, que a ella juntado sus manos con las suyas y puesto sus pies con los suyos; y que luego sentido gran dolor en su y gran sentimiento en sus manos y pies, que eran tan recios que no los sufrir. Tuvo estas tan maravillosas y crecidos dolores desde el del Viernes Santo hasta el de la Santa . Y esto no continuo, sino los viernes, y [532] domingos, tres arreo, hasta la hora que Cristo Nuestro ; y desde aquella hora hasta otro viernes no dolor ni . Viendo esta santa no encubrir estas preciosas que no fuesen vistas de personas devotas del monasterio, pues ya se publicaba, y el confesor del monasterio y las religiosas las visto, a Nuestro muy afectuosamente que en ninguna manera su Divina Majestad permitiese que en ella su indigna sierva pareciese ni tuviese tal tesoro ni tan ricas joyas, que no era digna de ellas ni tal don, pues no le encubrir, y nunca de hacer esta , derramando muchas , hasta que lo del . Y en la una voz del que le dijo: me ruegas e importunas que te quite ese don que te he dado, yo lo ; y pues no has querido tener mis rosas, yo te cosa que te duela que . Y le fue otorgado del no tener aquellas , pero en su lugar le dio Dios muchas enfermedades y trabajos. |
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− | == Capítulo IX == | + | == IX == |
− | '''De cómo esta bendita pasó de esta vida''' | + | '''De esta bendita de esta vida''' |
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− | Siendo esta bendita de edad de cincuenta y tres años, los cuales había vivido muy bien y muy ejemplarmente a honra y gloria de Dios y salvación y mérito de su alma y aprovechamiento de sus prójimos, vivos y difuntos, como su historia da testimonio dello, quiso el poderoso Dios que después de la Dominica del Pastor, año de 1534, se le agravasen a esta sierva de Dios sus enfermedades, sobreviniéndole otra de nuevo, la cual fue que no pudo orinar en catorce días, y publicándose su enfermedad entre algunas personas muy generosas, devotas suyas, fue luego proveída con mucho deseo de su salud de médicos y de las cosas necesarias para su cura. Y los médicos juntos y concentrados le hicieron muchas y grandes experiencias, y ella, tomando por la consolación de las monjas que se lo rogaban todo lo que los médicos le mandaban, aunque era contra su voluntad, y algunas veces con rostro como de ángel y semblante muy gracioso [533] que reía con las monjas y les decía palabras de muy grande amor y también a los médicos, se mostraba muy agradecida a su trabajo. Y viendo ellos que su mal iba empeorando y que era mortal, dijéronlo a las religiosas, las cuales con muchas ansias comenzaron a invocar la misericordia de Dios haciendo oraciones y derramando muchas lágrimas y sangre, haciendo procesiones con gemidos y sollozos, que parece querían expirar, suplicando a Nuestro Señor no quisiese su Majestad quitarles tan grande amparo, consolación y ayuda para su salvación como tenían en la madre Juana de la Cruz. La cual con muy grande fervor pidió le trujesen su confesor, que se quería confesar y aparejarse para morir, y ansí lo hizo, que confesó y comulgó con admirable devoción y se despojó como muy pobre y perfecta religiosa, y pidió la extremaunción; y todos los días que estuvo enferma de la enfermedad que murió, no pasó noche que no se arrobase, pero no le fue descubierto el secreto de su muerte hasta tres días antes de su bienaventurado fin. Y aunque con mucha flaqueza, no faltándole caridad y compasión de sus hermanas, contoles algunas cosas de consolación que en sus raptos había visto. Y acercándose el día de su glorioso fin tuvo una revelación jueves en la noche, vigilia de los apóstoles San Felipe y Santiago, en la cual conoció que era la voluntad de Dios llevarla desta vida; y súpolo en espíritu, por cuanto aquella mesma noche estuvo elevada desde las once hasta la una, y en esta elevación vido a los gloriosos apóstoles San Felipe y Santiago. Y hablando con su santo ángel le dijo viese cuál estaba y le suplicaba rogase al Señor por ella y por las religiosas de su casa y por sus hermanos y parientes y amigos y por todas las personas que a ella se encomendaban; y la respuesta fue: “Bienaventurados son los que viven y mueren en Dios y malaventurados se pueden llamar los que viven fuera de Dios; esfuérzate y ten paciencia, y encomiéndate a Dios y confórmate con su santa voluntad, y arrepiéntete de tus pecados y de las cosas que pudieras haber hecho en su servicio y no las has hecho”; la cual dijo: “Tan tarde me lo decís”. Y respondió: “No es tarde, que tiempo tienes para lo poder hacer; tú, amiga de Dios, confórtate [534] con todo lo que Nuestro Señor quisiere hacer de ti y suplica a su Divina Majestad se cumpla en bien y salvación tuya la sentencia que está dada, y tiempo es ya, amiga de Dios, de gozar de las cosas prometidas y a Dios pedidas y por Él otorgadas”. Y suplicó esta madre a los gloriosos apóstoles San Felipe y Santiago rogasen a Dios por ella, que no deseaba la muerte por impaciencia, sino muerte con penitencia, contrición y arrepentimiento de sus pecados, y que fuese en ella cumplida la voluntad de Dios. Los santos apóstoles le dijeron: “Ansí tiene de ser para ser la muerte buena y inocente y sin pecado, y ahora es tiempo de padecer los penitentes y amigos de Dios para que después gocen de los gozos del Cielo”. Todo esto pasó estando esta sierva de Dios elevada, y tornando en sus sentidos llamó a una religiosa parienta suya, que desde niña se había criado en el monasterio y ella le tenía mucho amor, y díjole: “Hágoos saber, hermana, que según me ha sido revelado he visto que es la voluntad de mi Señor Jesucristo que muera desta enfemerdad, de lo cual yo mucho me he consolado”. Y contole la sobredicha revelación y díjole muchas cosas de gran dotrina, aconsejándola tuviese paciencia y se conformase con la voluntad de Dios. Y luego, viernes por la mañana, día de los apóstoles San Felipe y Santiago, entrando el médico a visitarla, dijo que le quería hablar en secreto y, llegándose cerca de su cama, le dijo: “Señor, ruégoos por amor de Nuestro Señor que no me curéis ya más ni hagáis algún beneficio, porque yo sé que tengo de morir desta enfermedad y todo aprovechará poco, sino es darme más tormento; y paréceme que todo mi cuerpo le meten en un grano de mostaza y allí le aprietan según que yo siento”. Y ansí estuvo todo aquel día con alguna fatiga causada por la enfermedad. Y como se divulgase mucho que estaba tan al cabo de su fin, muchas señoras generosas deseaban estar presentes a su glorioso tránsito y ansí lo pusieron por obra; y no todas llegaron a tiempo, a causa que algunas venían de lejos, sino fue una muy ilustre señora muy devota suya que se llamaba doña Isabel de Mendoza, hija del conde de Monteagudo, mujer de don Gonzalo Chacón, señor de Casarrubios, que llegó a tiempo [535] y estuvo presente a todas las cosas y maravillas que pasaron en su bienaventurado tránsito y tuvo muchas lágrimas de devoción. Y esta señora, después de viuda, fue monja en el Monasterio de la Concepción de la Puebla de Montalván. | + | Siendo esta bendita de edad de cincuenta y tres , los cuales vivido muy bien y muy ejemplarmente a honra y gloria de Dios y y de su alma y aprovechamiento de sus , vivos y difuntos, como su historia da testimonio dello, quiso el poderoso Dios que de la Dominica del Pastor, de 1534, se le agravasen a esta sierva de Dios sus enfermedades, otra de nuevo, la cual fue que no pudo orinar en catorce , y su enfermedad entre algunas personas muy generosas, devotas suyas, fue luego con mucho deseo de su salud de y de las cosas necesarias para su cura. Y los juntos y concentrados le hicieron muchas y grandes experiencias, y ella, tomando por la de las monjas que se lo rogaban todo lo que los le mandaban, aunque era contra su voluntad, y algunas veces con rostro como de y semblante muy gracioso [533] que con las monjas y les palabras de muy grande amor y a los , se mostraba muy agradecida a su trabajo. Y viendo ellos que su mal iba empeorando y que era mortal, a las religiosas, las cuales con muchas ansias comenzaron a invocar la misericordia de Dios haciendo oraciones y derramando muchas y sangre, haciendo procesiones con gemidos y sollozos, que parece expirar, suplicando a Nuestro no quisiese su Majestad quitarles tan grande amparo, y ayuda para su como en la madre Juana de la Cruz. La cual con muy grande fervor le trujesen su confesor, que se confesar y aparejarse para morir, y lo hizo, que y con admirable y se como muy pobre y perfecta religiosa, y la ; y todos los que estuvo enferma de la enfermedad que , no noche que no se arrobase, pero no le fue descubierto el secreto de su muerte hasta tres antes de su bienaventurado fin. Y aunque con mucha flaqueza, no caridad y de sus hermanas, contoles algunas cosas de que en sus raptos visto. Y el de su glorioso fin tuvo una jueves en la noche, vigilia de los San Felipe y Santiago, en la cual que era la voluntad de Dios llevarla desta vida; y en , por cuanto aquella mesma noche estuvo elevada desde las once hasta la una, y en esta vido a los gloriosos San Felipe y Santiago. Y hablando con su santo le dijo viese estaba y le suplicaba rogase al por ella y por las religiosas de su casa y por sus hermanos y parientes y amigos y por todas las personas que a ella se encomendaban; y la respuesta fue: son los que viven y mueren en Dios y malaventurados se pueden llamar los que viven fuera de Dios; y ten paciencia, y a Dios y con su santa voluntad, y de tus pecados y de las cosas que pudieras haber hecho en su servicio y no las has ; la cual dijo: tarde me lo . Y : es tarde, que tiempo tienes para lo poder hacer; , amiga de Dios, [534] con todo lo que Nuestro quisiere hacer de ti y suplica a su Divina Majestad se cumpla en bien y tuya la sentencia que dada, y tiempo es ya, amiga de Dios, de gozar de las cosas prometidas y a Dios pedidas y por . Y esta madre a los gloriosos San Felipe y Santiago rogasen a Dios por ella, que no deseaba la muerte por impaciencia, sino muerte con penitencia, y arrepentimiento de sus pecados, y que fuese en ella cumplida la voluntad de Dios. Los santos le dijeron: tiene de ser para ser la muerte buena y inocente y sin pecado, y ahora es tiempo de padecer los penitentes y amigos de Dios para que gocen de los gozos del . Todo esto estando esta sierva de Dios elevada, y tornando en sus sentidos a una religiosa parienta suya, que desde se criado en el monasterio y ella le mucho amor, y : saber, hermana, que me ha sido revelado he visto que es la voluntad de mi Jesucristo que muera desta enfemerdad, de lo cual yo mucho me he . Y contole la sobredicha y muchas cosas de gran dotrina, tuviese paciencia y se conformase con la voluntad de Dios. Y luego, viernes por la , de los San Felipe y Santiago, entrando el a visitarla, dijo que le hablar en secreto y, cerca de su cama, le dijo: , por amor de Nuestro que no me ya ni beneficio, porque yo que tengo de morir desta enfermedad y todo poco, sino es darme tormento; y que todo mi cuerpo le meten en un grano de mostaza y le aprietan que yo . Y estuvo todo aquel con alguna fatiga causada por la enfermedad. Y como se divulgase mucho que estaba tan al cabo de su fin, muchas generosas deseaban estar presentes a su glorioso y lo pusieron por obra; y no todas llegaron a tiempo, a causa que algunas de lejos, sino fue una muy ilustre muy devota suya que se llamaba Isabel de Mendoza, hija del conde de Monteagudo, mujer de don Gonzalo , de Casarrubios, que a tiempo [535] y estuvo presente a todas las cosas y maravillas que pasaron en su bienaventurado y tuvo muchas de . Y esta , de viuda, fue monja en el Monasterio de la de la Puebla de . |
− | El mesmo día de los apóstoles, antes de vísperas, estando en sus sentidos, vido algunas cosas, las cuales ella no dijo claramente, aunque mucho se lo importunaron y rogaron. Este mesmo día, ya que quería anochecer, le dieron la santa unción, la cual recibió con muy gran devoción, y desde a un rato dijo con gran gemido y contrición: “Ay, ay de mí, cómo me he descuidado”. Pasada una hora, después de recebida la santa unción, le sucedió una indisposición, que pensaron era desmayo, y viéndolo el médico dijo que no tenía pulsos, que verdaderamente se moría, y estuvo ansí un rato; y tornando sobre sí, comenzó a hablar con buen semblante, en lo cual conocieron había sido arrobamiento. Y destos tuvo muchos aquella noche y empezó a hablar, diciendo lo que había visto, como quien responde a lo que le decían, y parecía a todos los que la veían que lo que hablaba eran respuestas que daba a quien hablaba, e dijo como persona muy admirada: “O, qué cruel espada, tenédmele, tenédmele, no me mate con ella”. Y ansí estuvo sosegada un gran rato en silencio, como persona que veía grandes cosas. Y después dijo con gran sosiego y manera pacífica: “Tened ese cuchillo, tenedle”; y alzando un poquito la voz, decía: “Llamádmela, llamádmela que se va”. Y preguntándole a quién habían de llamar, respondió: “A la santa Madalena”; y diciéndole qué Madalena, dijo: “La que estuvo al pie de la cruz, que viene del sepulcro”; y decía: “Ay, ay, amiga de mi alma”. Preguntándole si estaba allí la Madalena, respondió que sí; y de rato en rato decía, a manera de mucho deseo: “Pues vamos, Madre de Dios, vamos”, y esto decía muchas veces; y algunas veces añadió: “Vamos a casa, vamos, Madre de Dios, que es tarde”. Y con manera de ahínco y esfuerzo fervoroso decía: “Echalde de ahí, echalde de ahí, ¿por qué me dejáis?”; y parecía que estaba angustiada y que peleaba con el demonio y para esta pelea la dejaron sola; la cual venció poderosamente, según pareció la plática que ella tenía con el demonio, [536] que ansí como Dios le dio gracia de fortaleza que en su vida le venciese, ni más ni menos en la hora de la muerte no la desamparó, que maravillosamente quedó vencedora. Y volviendo la plática a las religiosas, dijo: “Señoras y hermanas mías, levantadme de aquí, daré mi alma a Dios en sacrificio”. Dende a poco comenzó a decir apriesa, como quien habla con otras personas: “Buscádmele, buscádmele a mi Señor, ¿por qué me le llevastes?, dejádmele ir a buscar, aunque estoy descoyuntada”; y con gran fervor decía: “Mi Señor, la misericordia sobre la justicia: Jesús, y qué angustia”. Y muy fatigada, volvió el rostro a las religiosas, e díjoles: “Amigas, ayudadme a rogar”; y dijeron: “Señora, ¿qué quiere que roguemos y pidamos?”. Respondió que misericordia y piedad, que la misericordia era sobre la justicia. El médico que la curaba, viendo todas estas cosas, dijo con gran devoción y lágrimas: “Bienaventurado colegio que tal alma como esta envía el Cielo; por cierto, señoras, creo yo que serán mayores los favores que desta bendita recebirán desde el Cielo que los que han recebido en la tierra, aunque han sido muchos”; y respondió la bienaventurada: “Podrá ser”. Y todo esto pasaba estando sin pulsos en ninguna parte de su cuerpo, y estándola todos mirando empezó a mascar, como persona que comía con mucho favor, y cesando le dijo el médico: “Señora, parece que come”. “Es verdad”, dijo ella, “sí”. Tornándole a preguntar que quién se lo había dado y qué era, respondió que cierto manjar, y dijeronle: “con tal manjar muy esforzada estará”, y dijo: “Sí, estoy”. Y tomándole el médico el pulso dijo que se le había tornado muy esforzado y grande, que parecía de nuevo le habían dado vida porque había más de cuatro horas que estaba sin él y desde el día de los santos apóstoles no había pasado ninguna sustancia. Y después de todo esto comenzó a decir con muy alegre gesto: “Amigas mías y señoras mías, llevadme, llevadme”; y entendieron que hablaba con santas vírgines; y de a poco rato dijo con gran reverencia: “O, Padre mío”, y las religiosas pensaron que lo decía por el glorioso Padre San Francisco. Y cuando esto pasaba, ya venía el día y era sábado, y todos los que allí habían estado aquella noche, ansí a las religiosas como a las personas de otra manera, no se les hizo o pareció ser aquella [537] noche una hora. Estando ansí esta sierva de Dios, dijo: “Ea, pues, Jesús, vamos de aquí”; “vamos presto, Señora mía”; “vamos, vamos mi Redentor”. Entonces las religiosas se levantaron con muchas lágrimas y grandes sollozos y le besaron las manos con mucha devoción y ella las bendijo presentes y ausentes. Y tornó a decir: “Vamos, vamos, Redentor mío, vamos de aquí”. Y llegándose el médico a esta bienaventurada y hablándola, recibió el aliento que de la boca le salía y dijo a los que allí estaban no podía conocer ni alcanzar qué olor fuese, salvo que olía muy bien, de lo cual estaba admirado porque hasta aquella hora había tenido mal olor en el aliento, que le procedía de la corrupción de los humores, y entonces le tenía bueno. Y todos los que estaban allí que oyeron esto al médico se allegaron con mucha devoción y, recibiendo el huelgo, conocieron no ser de los olores deste mundo, y toda su persona estaba con grande olor y hermosura. Y desde el sábado a la tarde hasta el día siguiente domingo después de vísperas, día de la Invención de la Santa Cruz, no habló; y antes que entrasen por la puerta de su celda se olía los maravillosos olores que de ella salían. | + | El mesmo de los , antes de , estando en sus sentidos, vido algunas cosas, las cuales ella no dijo claramente, aunque mucho se lo importunaron y rogaron. Este mesmo , ya que anochecer, le dieron la santa , la cual con muy gran , y desde a un rato dijo con gran gemido y : , ay de , me he . Pasada una hora, de recebida la santa , le una , que pensaron era desmayo, y el dijo que no pulsos, que verdaderamente se , y estuvo un rato; y tornando sobre , a hablar con buen semblante, en lo cual conocieron sido arrobamiento. Y destos tuvo muchos aquella noche y a hablar, diciendo lo que visto, como quien responde a lo que le , y a todos los que la que lo que hablaba eran respuestas que daba a quien hablaba, e dijo como persona muy admirada: , cruel espada, , , no me mate con . Y estuvo sosegada un gran rato en silencio, como persona que grandes cosas. Y dijo con gran sosiego y manera : ese cuchillo, ; y alzando un poquito la voz, : , que se . Y a de llamar, : la santa ; y Madalena, dijo: que estuvo al pie de la cruz, que viene del ; y : , ay, amiga de mi . si estaba la Madalena, que ; y de rato en rato , a manera de mucho deseo: vamos, Madre de Dios, , y esto muchas veces; y algunas veces : a casa, vamos, Madre de Dios, que es . Y con manera de y esfuerzo fervoroso : de , echalde de , me ?; y que estaba angustiada y que peleaba con el demonio y para esta pelea la dejaron sola; la cual poderosamente, la que ella con el demonio, [536] que como Dios le dio gracia de fortaleza que en su vida le venciese, ni ni menos en la hora de la muerte no la , que maravillosamente vencedora. Y volviendo la a las religiosas, dijo: y hermanas , levantadme de , mi alma a Dios en . Dende a poco a decir apriesa, como quien habla con otras personas: , a mi , me le llevastes?, ir a buscar, aunque estoy ; y con gran fervor : , la misericordia sobre la justicia: , y . Y muy fatigada, el rostro a las religiosas, e : , ayudadme a ; y dijeron: , quiere que roguemos y pidamos?. que misericordia y piedad, que la misericordia era sobre la justicia. El que la curaba, viendo todas estas cosas, dijo con gran y : colegio que tal alma como esta el Cielo; por cierto, , creo yo que mayores los favores que desta bendita desde el Cielo que los que han recebido en la tierra, aunque han sido ; y la bienaventurada: . Y todo esto pasaba estando sin pulsos en ninguna parte de su cuerpo, y todos mirando a mascar, como persona que con mucho favor, y cesando le dijo el : , parece que . , dijo ella, . a preguntar que se lo dado y era, que cierto manjar, y dijeronle: tal manjar muy esforzada , y dijo: , . Y el el pulso dijo que se le tornado muy esforzado y grande, que de nuevo le dado vida porque de cuatro horas que estaba sin y desde el de los santos no pasado ninguna sustancia. Y de todo esto a decir con muy alegre gesto: y , llevadme, ; y entendieron que hablaba con santas ; y de a poco rato dijo con gran reverencia: , Padre , y las religiosas pensaron que lo por el glorioso Padre San Francisco. Y cuando esto pasaba, ya el y era , y todos los que estado aquella noche, a las religiosas como a las personas de otra manera, no se les hizo o ser aquella [537] noche una hora. Estando esta sierva de Dios, dijo: , pues, , vamos de ; presto, ; , vamos mi . Entonces las religiosas se levantaron con muchas y grandes sollozos y le besaron las manos con mucha y ella las bendijo presentes y ausentes. Y a decir: , vamos, Redentor , vamos de . Y el a esta bienaventurada y , el aliento que de la boca le y dijo a los que estaban no conocer ni alcanzar olor fuese, salvo que muy bien, de lo cual estaba admirado porque hasta aquella hora tenido mal olor en el aliento, que le de la de los humores, y entonces le bueno. Y todos los que estaban que oyeron esto al se allegaron con mucha y, recibiendo el huelgo, conocieron no ser de los olores deste mundo, y toda su persona estaba con grande olor y hermosura. Y desde el a la tarde hasta el siguiente domingo de , de la de la Santa Cruz, no ; y antes que entrasen por la puerta de su celda se los maravillosos olores que de ella . |
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− | == Capítulo X == | + | == X == |
− | '''Del tránsito''' | + | '''Del ''' |
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− | Siendo la hora de las seis, después de mediodía, domingo día de la Santa Cruz, año de 1534, día en que la sierva de Dios nació y entró en la religión, acompañada su ánima de muy buenas y perfetas obras, y ansimismo su cuerpo acompañado de religiosos de su Orden y de todas las monjas de su casa, las cuales con candelas encendidas en las manos, y los padres leyendo la Pasión, dio esta sierva de Dios el alma en manos del poderoso Dios que la crió y redimió, quedando su gesto con hermosura y compostura admirable, quedándole la boca muy buen puesta, a manera de quien se ríe. Y admirados los padres que allí estaban, con gran reverencia llegaron a mirarle los ojos, y alzando los párpados vieron que no los tenía quebrados, sino con aquella hermosura que los tenía cuando era viva, y ansí como agradó con ellos mucho a Dios, permitió en la hora de su muerte que no se le quebrasen, en testimonio de las buenas obras que con [538] ellos había hecho; de lo cual todos se maravillaron mucho y dieron gracias a Nuestro Señor por las grandes maravillas y mercedes que con sus fieles amadores hace. Como acabó de expirar, allegáronse con grande ansia todas las religiosas, llorando lágrimas muy dolorosas a ver y besar el cuerpo, y como se cercaron a él, eran tan grandes los olores que d’él salían y tan subidos que no se podían comparar con cosa desta vida, y las religiosas que tocaron el cuerpo les quedó por muchos días muy admirable olor en sus personas y manos y en cualquier cosa que se le ponía encima, y le tuvo en su persona y hábito todo el tiempo que estuvo por sepultar, que fueron cinco días. Y aderezado el cuerpo, la abadesa y monjas del convento, con candelas encendidas y rezando, le llevaron al coro y allí le fue dicho el oficio muy solenemente, y estuvieron aquella noche con él acompañándole con mucho dolor de lágrimas, y con ellas la dicha señora doña Isabel de Mendoza, que con mucha devoción se halló a su tránsito. Y divulgándose cómo ya era pasada desta vida esta sierva de Dios Juana de la Cruz, concurría mucha gente de toda la comarca con gran deseo de ver su cuerpo. Ansimismo vinieron muchos padres de la Orden a hacer sus exequias y enterramiento, y como la gente era tanta, daban licencia a algunos que entrasen en el monasterio; los cuales, cuando veía el cuerpo y olían los olores que d’él salían, daban muchas gracias a Nuestro Señor, derramando lágrimas de devoción. | + | Siendo la hora de las seis, de , domingo de la Santa Cruz, de 1534, en que la sierva de Dios y en la , su de muy buenas y perfetas obras, y ansimismo su cuerpo de religiosos de su Orden y de todas las monjas de su casa, las cuales con candelas encendidas en las manos, y los padres leyendo la , dio esta sierva de Dios el alma en manos del poderoso Dios que la y , quedando su gesto con hermosura y compostura admirable, la boca muy buen puesta, a manera de quien se . Y admirados los padres que estaban, con gran reverencia llegaron a mirarle los ojos, y alzando los vieron que no los quebrados, sino con aquella hermosura que los cuando era viva, y como con ellos mucho a Dios, en la hora de su muerte que no se le quebrasen, en testimonio de las buenas obras que con [538] ellos hecho; de lo cual todos se maravillaron mucho y dieron gracias a Nuestro por las grandes maravillas y mercedes que con sus fieles amadores hace. Como de expirar, con grande ansia todas las religiosas, llorando muy dolorosas a ver y besar el cuerpo, y como se cercaron a , eran tan grandes los olores que y tan subidos que no se comparar con cosa desta vida, y las religiosas que tocaron el cuerpo les por muchos muy admirable olor en sus personas y manos y en cualquier cosa que se le encima, y le tuvo en su persona y todo el tiempo que estuvo por sepultar, que fueron cinco . Y aderezado el cuerpo, la abadesa y monjas del convento, con candelas encendidas y rezando, le llevaron al coro y le fue dicho el oficio muy solenemente, y estuvieron aquella noche con con mucho dolor de , y con ellas la dicha Isabel de Mendoza, que con mucha se a su . Y ya era pasada desta vida esta sierva de Dios Juana de la Cruz, mucha gente de toda la comarca con gran deseo de ver su cuerpo. Ansimismo vinieron muchos padres de la Orden a hacer sus exequias y enterramiento, y como la gente era tanta, daban licencia a algunos que entrasen en el monasterio; los cuales, cuando el cuerpo y los olores que , daban muchas gracias a Nuestro , derramando de . |
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− | == Capítulo XI == | + | == XI == |
− | '''Cómo sacaron el cuerpo desta sierva de Dios para que la gente le viese''' | + | '''sacaron el cuerpo desta sierva de Dios para que la gente le viese''' |
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− | El día siguiente lunes, como fuese casi hora de vísperas y todos los campos estuviesen llenos de gente, clamando que les mostrasen el cuerpo que se le dejasen tocar, los padres que allí se hallaron, por satisfacer a su devoción, tomaron el cuerpo y sacáronle fuera con mucha reverencia, donde todos le pudiesen ver; y viendo la gente cómo le sacaban, eran tan grande los clamores y gemidos que todos daban con muchas lágrimas que se oían muy lejos de allí; y llegando todos a prisa, los religiosos que guardaban el cuerpo no consentían [539] tocasen sino en el hábito; y sintiendo el muy suave olor que del cuerpo salía, con mucha admiración daban gracias a Dios y ponían encima rosarios y otras cosas que traían, en las cuales se pegaba el mesmo olor. Y consolada la gente, tornaron el cuerpo al monasterio a hora de Completas; a la cual hora llegaron correos de grandes señoras rogando que detuviesen el cuerpo hasta que ellas le viesen y ansí se hizo. Y hecho el oficio, los religiosos se fueron a sus monasterios y dejaron el cuerpo por enterrar y ansí estuvo por cinco días, no perdiendo el buen olor que d’él salía. Y venidas las señoras, a cuya instancia el cuerpo estaba detenido, viéronle y tocáronle y se consolaron mucho de ver las maravillosas que Dios mostraba en él. Pareció era bien porque la gente gozase desta reliquia, se enterrase en la Iglesia y capilla del Santísimo Sacramento, pero las religiosas no consintieron sacar el cuerpo del monasterio y hubieron de entender en ello los prelados, y húbose de hacer lo que las monjas querían porque era más justo, y pusiéronle en una parte donde las religiosas comulgaban, en un hoyo pequeño, cuanto cupo el ataúd, encima cubierto con yeso; en el cual lugar el tiempo que allí estuvo manifestó Nuestro Señor la santidad desta su sierva, sintiendo muy suaves olores. | + | El siguiente lunes, como fuese casi hora de y todos los campos estuviesen llenos de gente, clamando que les mostrasen el cuerpo que se le dejasen tocar, los padres que se hallaron, por satisfacer a su , tomaron el cuerpo y fuera con mucha reverencia, donde todos le pudiesen ver; y viendo la gente le sacaban, eran tan grande los clamores y gemidos que todos daban con muchas que se muy lejos de ; y llegando todos a prisa, los religiosos que guardaban el cuerpo no [539] tocasen sino en el ; y sintiendo el muy suave olor que del cuerpo , con mucha daban gracias a Dios y encima rosarios y otras cosas que , en las cuales se pegaba el mesmo olor. Y consolada la gente, tornaron el cuerpo al monasterio a hora de Completas; a la cual hora llegaron correos de grandes rogando que detuviesen el cuerpo hasta que ellas le viesen y se hizo. Y hecho el oficio, los religiosos se fueron a sus monasterios y dejaron el cuerpo por enterrar y estuvo por cinco , no perdiendo el buen olor que . Y venidas las , a cuya instancia el cuerpo estaba detenido, y y se consolaron mucho de ver las maravillosas que Dios mostraba en . era bien porque la gente gozase desta reliquia, se enterrase en la Iglesia y capilla del Sacramento, pero las religiosas no consintieron sacar el cuerpo del monasterio y hubieron de entender en ello los prelados, y de hacer lo que las monjas porque era justo, y en una parte donde las religiosas comulgaban, en un hoyo , cuanto cupo el , encima cubierto con yeso; en el cual lugar el tiempo que estuvo Nuestro la santidad desta su sierva, sintiendo muy suaves olores. |
− | En la ciudad de Almería había una grande religiosa, que tenía revelaciones muy verdaderas y el Señor le comunicaba muchos secretos: llamábase María de San Juan, natural de la villa de Casarrubios del Monte, la cual con otras había ido al Monasterio de Torrijos a fundar al Monasterio de la Concepción de Almería, en tiempo de doña Teresa Enríquez, señora de Torrijos. Y esta religiosa María de San Juan tenía gracia de arrobarse, y las dos se habían hecho hermanas espirituales y se comunicaban mucho. Y yendo dos padres de la Orden de S. Francisco, que el uno de ellos había sido provincial de la provincia de Castilla, persona de mucha autoridad y letras, a tratar y negociar con la madre María de San Juan, a un mes que había pasado desta vida la madre Juana de la Cruz, y preguntándole el dicho prelado, que le dijese del estado del ánima de la madre Juana de la Cruz, respondiole con mucha alegría: “Tiene tanta y tan grande gloria como el poderoso Dios les da a sus escogidos y los méritos [540] de la madre Juana de la Cruz merecían”. Y contó cómo el día de San Juan Evangelista, a seis de mayo, tres días después de la Invención de la Cruz, día en que la madre Juana de la Cruz pasó desta vida, se la mostró Dios muy diferente de cómo la solía ver y que, admirada de aquello, le fue respondido que ya estaba desatada de las cadenas de la carne y en gloria para siempre, y que Dios dio lugar que la hablase y le dijo que había tres días que había pasado desta vida y en ella había tenido su purgatorio, y que no le dieron lugar para que le dijese más y quedó ella muy consolada. | + | En la ciudad de una grande religiosa, que revelaciones muy verdaderas y el le comunicaba muchos secretos: de San Juan, natural de la villa de Casarrubios del Monte, la cual con otras ido al Monasterio de Torrijos a fundar al Monasterio de la de , en tiempo de Teresa , de Torrijos. Y esta religiosa de San Juan gracia de arrobarse, y las dos se hecho hermanas espirituales y se comunicaban mucho. Y yendo dos padres de la Orden de S. Francisco, que el uno de ellos sido provincial de la provincia de Castilla, persona de mucha autoridad y letras, a tratar y negociar con la madre de San Juan, a un mes que pasado desta vida la madre Juana de la Cruz, y el dicho prelado, que le dijese del estado del de la madre Juana de la Cruz, respondiole con mucha : tanta y tan grande gloria como el poderoso Dios les da a sus escogidos y los [540] de la madre Juana de la Cruz . Y el de San Juan Evangelista, a seis de mayo, tres de la de la Cruz, en que la madre Juana de la Cruz desta vida, se la Dios muy diferente de la ver y que, admirada de aquello, le fue respondido que ya estaba desatada de las cadenas de la carne y en gloria para siempre, y que Dios dio lugar que la hablase y le dijo que tres que pasado desta vida y en ella tenido su purgatorio, y que no le dieron lugar para que le dijese y ella muy consolada. |
− | Algunos años después, se hizo un arco muy bien labrado en una pared que divide la capilla mayor del claustro del monasterio por la parte del evangelio, y se puso una reja muy bien labrada, toda dorada muy fuerte y recia, que cae a la parte de la capilla, y por la parte del monasterio se pusieron unas puertas muy fuertes y allí trasladaron el cuerpo de esta sierva de Dios, el cual pusieron en una caja muy bien guarnecida por de dentro y por de fuera; y esta caja pusieron en una área muy grande, muy cerrada con diversas llaves y barreteada muy fuertemente; y ansí por la parte de la iglesia gozan della todos los que entran en la dicha iglesia y por parte de dentro la gozan las religiosas. Setenta años después que la pusieron en este lugar, dos reverendísimos generales de la Orden de San Francisco en diversos tiempos quisieron ver el cuerpo porque habían de ir a Roma y tratar con Su Santidad de su canonización, para lo cual se hacen diligencias; y, aunque con trabajo, la abrieron el arca, por estar muy barreteada por todas partes. Abrieron la dicha arca y el cuerpo fue hallado como si acabara de morir, sin tener ninguna parte resuelta; y estaba vestida de damasco pardo porque ciertas señoras que se hallaron a esta traslación la pusieron en aquella forma. Y por secreto que esto se trató, fue tanta la gente que acudió que, por condescender con la devoción de todos, mostraron el cuerpo por la reja de donde está tan entero como cuando murió. Repartidas algunas reliquias suyas, como de sus tocados y sobretocas, para repartir a señoras en la Corte y en otras partes, se tornó a poner con la mesma decencia y seguridad que antes; y siempre Nuestro Señor hace muchos [541] milagros y maravillas en aquella santa casa de Nuestra Señora de la Cruz. | + | Algunos , se hizo un arco muy bien labrado en una pared que divide la capilla mayor del claustro del monasterio por la parte del evangelio, y se puso una reja muy bien labrada, toda dorada muy fuerte y recia, que cae a la parte de la capilla, y por la parte del monasterio se pusieron unas puertas muy fuertes y trasladaron el cuerpo de esta sierva de Dios, el cual pusieron en una caja muy bien guarnecida por de dentro y por de fuera; y esta caja pusieron en una muy grande, muy cerrada con diversas llaves y barreteada muy fuertemente; y por la parte de la iglesia gozan della todos los que entran en la dicha iglesia y por parte de dentro la gozan las religiosas. Setenta que la pusieron en este lugar, dos generales de la Orden de San Francisco en diversos tiempos quisieron ver el cuerpo porque de ir a Roma y tratar con Su Santidad de su , para lo cual se hacen diligencias; y, aunque con trabajo, la abrieron el arca, por estar muy barreteada por todas partes. Abrieron la dicha arca y el cuerpo fue hallado como si acabara de morir, sin tener ninguna parte resuelta; y estaba vestida de damasco pardo porque ciertas que se hallaron a esta la pusieron en aquella forma. Y por secreto que esto se , fue tanta la gente que que, por condescender con la de todos, mostraron el cuerpo por la reja de donde tan entero como cuando . Repartidas algunas reliquias suyas, como de sus tocados y sobretocas, para repartir a en la Corte y en otras partes, se a poner con la mesma decencia y seguridad que antes; y siempre Nuestro hace muchos [541] milagros y maravillas en aquella santa casa de Nuestra de la Cruz. |
− | Hase de advertir, que se dice en esta historia, que muchas personas seglares entraban en la clausura del monasterio a negociar con esta sierva de Dios, como es cuando estaba enferma, que no podía salir a los locutorios cuando se arrobaba; y también cuando, estando elevada y fuera de sus sentidos, entraban a oírla por las cosas grandes y maravillosas que de su boca salían y en la última enfermedad de que murió y después de muerta y en su entierro y en semejantes ocasiones. Digo que se ha de advertir que antes del Concilio de Trento los prelados podían dar licencia con causa que para ello ocurriese para entrar en los monasterios de monjas; y en especial las que por su estado no hacían voto de clausura, como son las monjas terceras, que, aunque guardaban clausura, era por vía de precepto, como se dice en el tratado de los terciarios; y ansí los prelados daban las sobredichas licencias. | + | Hase de advertir, que se dice en esta historia, que muchas personas seglares entraban en la clausura del monasterio a negociar con esta sierva de Dios, como es cuando estaba enferma, que no salir a los locutorios cuando se arrobaba; y cuando, estando elevada y fuera de sus sentidos, entraban a por las cosas grandes y maravillosas que de su boca y en la enfermedad de que y de muerta y en su entierro y en semejantes ocasiones. Digo que se ha de advertir que antes del Concilio de Trento los prelados dar licencia con causa que para ello ocurriese para entrar en los monasterios de monjas; y en especial las que por su estado no voto de clausura, como son las monjas terceras, que, aunque guardaban clausura, era por de precepto, como se dice en el tratado de los terciarios; y los prelados daban las sobredichas licencias. |
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− | == Capítulo XII == | + | == XII == |
| '''De otras monjas que ha habido en este convento''' | | '''De otras monjas que ha habido en este convento''' |
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− | Desta sierva de Dios Juana de la Cruz se hace memoria en el catálogo general que la Orden tiene de frailes religiosísimos y monjas a quien tiene gran reverencia y veneración, esta parte de su historia impresa en la tercera parte de la Crónica general de la Orden que compuso el reverendísimo Gonzaga siendo general della, remitiendo muchos milagros y otras cosas a que se vean en un libro, en el cual está todo autenticado. Y en la historia del Convento de Nuestra Señora de la Cruz se dice las personas insignes que con ella trataban y comunicaban sus negocios, las personas reales de grande autoridad que se encomendaban en sus oraciones, las gruesas limosnas que por su respeto hicieron al dicho monasterio; y desde entonces hasta ahora ha proveído Dios que en aquel monasterio haya habido monjas de grande espíritu y celo de la virtud, siguiendo los ejemplos y dotrina desta sierva del Señor. Ansí, todo el convento haciendo procesiones de ledanías que ella ordenó, y en particular la imitan monjas, guardando ayunos de pan y agua, no durmiendo en cama ni trayendo lienzo en el cuerpo y teniendo mucha [542] oración, entre las cuales hubo una muy noble, que se llamaba sor Ana de la Cruz, de la cual se cuenta que en más de cuarenta años no faltó de Maitines a medianoche, y después dellos se quedaba en oración hasta que venía el día y era hora de irse a su oficio, que era tornera, en el cual dio grande ejemplo. Otra, sor María de Sonseca hubo, que tiene mucho nombre de grande penitente y recogimiento. Y con esto es Nuestro Señor servido que esta casa sea de mucha devoción y acudan a ella tantas doncellas a querer ser monjas que, guardando el número que, conforme sus rentas, y haciendas pueden conservar, como lo manda el Concilio de Trento, muchas no se pueden recebir; y es mucho considerar que personas que pueden ser monjas en monasterios de grandes villas y ciudades, y de Corte, escogen más este para ser monjas estando en un desierto, trayéndolas Dios por la devoción que a esta bendita madre tiene. Y por la mesma razón, habiendo la Provincia muchas veces tratado y querido trasladar esta santa casa a algún gran pueblo, después que esto se ordenó en el Concilio de Trento, ha sido tan grande la instancia y tantas las súplicas y ruegos e intercesiones que las religiosas han hecho para que no las saquen de la casa donde vivió y murió la madre Juana de la Cruz, y adonde tienen su cuerpo, que no ha sido posible hacerse. Y esta devoción del lugar y monasterio es tan grande en toda la tierra que jamás faltan velas, enfermos y tullidos y de otras muchas enfermedades que velan y asisten donde está su bendito cuerpo; y muchos reciben grandes mercedes y beneficios de Dios Nuestro Señor, como parece por los ataúdes, mortajas, muletas, hierros de cristianos esclavos, los cuales han dicho que por la devoción que han tenido a esta casa milagrosamente han sido libres de cautiverio. Muchos cirios de cera y bultos de personas y otras cosas que allí llevan en señal y reconocimiento de los beneficios recebidos, de lo cual todo se toma fe y testimonio verdadero, y las paredes de la capilla mayor y iglesia deste monasterio están llenas de estas insignias y testimonios. | + | Desta sierva de Dios Juana de la Cruz se hace memoria en el general que la Orden tiene de frailes y monjas a quien tiene gran reverencia y , esta parte de su historia impresa en la tercera parte de la general de la Orden que compuso el Gonzaga siendo general della, remitiendo muchos milagros y otras cosas a que se vean en un libro, en el cual todo autenticado. Y en la historia del Convento de Nuestra de la Cruz se dice las personas insignes que con ella trataban y comunicaban sus negocios, las personas reales de grande autoridad que se encomendaban en sus oraciones, las gruesas limosnas que por su respeto hicieron al dicho monasterio; y desde entonces hasta ahora ha Dios que en aquel monasterio haya habido monjas de grande y celo de la virtud, siguiendo los ejemplos y dotrina desta sierva del . , todo el convento haciendo procesiones de que ella , y en particular la imitan monjas, guardando ayunos de pan y agua, no durmiendo en cama ni trayendo lienzo en el cuerpo y teniendo mucha [542] , entre las cuales hubo una muy noble, que se llamaba sor Ana de la Cruz, de la cual se cuenta que en de cuarenta no de Maitines a medianoche, y dellos se quedaba en hasta que el y era hora de irse a su oficio, que era tornera, en el cual dio grande ejemplo. Otra, sor de Sonseca hubo, que tiene mucho nombre de grande penitente y recogimiento. Y con esto es Nuestro servido que esta casa sea de mucha y acudan a ella tantas doncellas a querer ser monjas que, guardando el que, conforme sus rentas, y haciendas pueden conservar, como lo manda el Concilio de Trento, muchas no se pueden recebir; y es mucho considerar que personas que pueden ser monjas en monasterios de grandes villas y ciudades, y de Corte, escogen este para ser monjas estando en un desierto, Dios por la que a esta bendita madre tiene. Y por la mesma , habiendo la Provincia muchas veces tratado y querido trasladar esta santa casa a gran pueblo, que esto se en el Concilio de Trento, ha sido tan grande la instancia y tantas las y ruegos e intercesiones que las religiosas han hecho para que no las saquen de la casa donde y la madre Juana de la Cruz, y adonde tienen su cuerpo, que no ha sido posible hacerse. Y esta del lugar y monasterio es tan grande en toda la tierra que faltan velas, enfermos y tullidos y de otras muchas enfermedades que velan y asisten donde su bendito cuerpo; y muchos reciben grandes mercedes y beneficios de Dios Nuestro , como parece por los , mortajas, muletas, hierros de cristianos esclavos, los cuales han dicho que por la que han tenido a esta casa milagrosamente han sido libres de cautiverio. Muchos cirios de cera y bultos de personas y otras cosas que llevan en y reconocimiento de los beneficios recebidos, de lo cual todo se toma fe y testimonio verdadero, y las paredes de la capilla mayor y iglesia deste monasterio llenas de estas insignias y testimonios. |
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− | == Capítulo XIII == | + | == XIII == |
| '''En que se concluye esta historia''' | | '''En que se concluye esta historia''' |
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− | En materia de milagros se debe advertir cómo se hacen, porque unas veces los [543] hace Dios súbita e instantáneamente y otras más de espacio y en tiempo, como consta de lo que San Marcos cuenta en el cap. 8., que, trayendo a Cristo un ciego, suplicándole que le diese vista, poniéndole las manos le preguntó que qué vía, y dijo que vía unos hombres como árboles que andaban, dando a entender que no vía perfetamente. Donde Erasmo sobre el mesmo lugar dice que aquella palabra, ambulantes, tiene de ir con los hombres y no con los árboles, porque el árbol en el griego es neutro y no puede convenir con el ambulantes, que es como si dijera: “Veo andar los hombres como árboles”. Y segunda vez le tocó Cristo y vido perfetamente y con más perfección que si viera por naturaleza. Pues las obras de milagro, según todos, más perfetas son que no las naturales. Y ansí en este milagro se ve cómo Cristo no le hizo en un punto, como cuando Cristo entró en casa de San Pedro y su suegra estaba enferma de grandes calenturas y los discípulos le rogaron que la sanase, y mandó a la calentura que la dejase y en un punto fue sana: que son milagros que los teólogos llaman por otros términos, milagro en el modo, porque muchos sanan de calenturas, pero no en un punto. La razón desta diversidad de sanar Dios en un punto, o en tiempo, dicen algunos que es conforme la disposición que cada uno tiene para recebir aquel beneficio; y ansí unos le reciben en poco tiempo, otros en mucho. Y aunque esta razón es buena para que todos se dispongan para que Dios los sane en el alma, pues es dotrina cierta que a quien Dios sana en el cuerpo también sana en el alma, lo cual de ley común no se hace sin disposición, la razón de la diversidad de milagros es porque Dios es autor de la naturaleza, y el modo con que obra ese le dio Dios, la cual obra por movimiento, que no puede ser sino es en tiempo, sucediendo uno a otro, como se ve en la producción y obras de la naturaleza, como un hombre que nace niño y poco a poco con el tiempo se hace hombre, lo mesmo es en un árbol y en cualquiera otra cosa. Y para darnos a entender en los milagros, que es autor de la naturaleza, hace algunos poco a poco, procediendo como la naturaleza. Y también para dar a entender que es sobre naturaleza y no está atado a las leyes della, hace milagros en un punto, como es la resurrección de Lázaro y otros semejantes, la cual la naturaleza [546] no puede hacer. Lo mesmo pasa en las cosas espirituales porque, como dice el maestro de las sentencias, no ató Dios su virtud a los sacramentos de tal manera que no pueda justificar sin ellos, pues es sobre los sacramentos, aunque autor dellos. | + | En materia de milagros se debe advertir se hacen, porque unas veces los [543] hace Dios e y otras de espacio y en tiempo, como consta de lo que San Marcos cuenta en el cap. 8., que, trayendo a Cristo un ciego, que le diese vista, las manos le que , y dijo que unos hombres como que andaban, dando a entender que no perfetamente. Donde Erasmo sobre el mesmo lugar dice que aquella palabra, ambulantes, tiene de ir con los hombres y no con los , porque el en el griego es neutro y no puede convenir con el ambulantes, que es como si dijera: andar los hombres como . Y segunda vez le Cristo y vido perfetamente y con que si viera por naturaleza. Pues las obras de milagro, todos, perfetas son que no las naturales. Y en este milagro se ve Cristo no le hizo en un punto, como cuando Cristo en casa de San Pedro y su suegra estaba enferma de grandes calenturas y los le rogaron que la sanase, y a la calentura que la dejase y en un punto fue sana: que son milagros que los llaman por otros , milagro en el modo, porque muchos sanan de calenturas, pero no en un punto. La desta diversidad de sanar Dios en un punto, o en tiempo, dicen algunos que es conforme la que cada uno tiene para recebir aquel beneficio; y unos le reciben en poco tiempo, otros en mucho. Y aunque esta es buena para que todos se dispongan para que Dios los sane en el alma, pues es dotrina cierta que a quien Dios sana en el cuerpo sana en el alma, lo cual de ley no se hace sin , la de la diversidad de milagros es porque Dios es autor de la naturaleza, y el modo con que obra ese le dio Dios, la cual obra por movimiento, que no puede ser sino es en tiempo, sucediendo uno a otro, como se ve en la y obras de la naturaleza, como un hombre que nace y poco a poco con el tiempo se hace hombre, lo mesmo es en un y en cualquiera otra cosa. Y para darnos a entender en los milagros, que es autor de la naturaleza, hace algunos poco a poco, procediendo como la naturaleza. Y para dar a entender que es sobre naturaleza y no atado a las leyes della, hace milagros en un punto, como es la de y otros semejantes, la cual la naturaleza [546] no puede hacer. Lo mesmo pasa en las cosas espirituales porque, como dice el maestro de las sentencias, no Dios su virtud a los sacramentos de tal manera que no pueda justificar sin ellos, pues es sobre los sacramentos, aunque autor dellos. |
− | De lo dicho se entenderá la razón de estar algunas personas en los santuarios teniendo novenas, y otros treintanarios y otros más y menos, como acontece en este santuario de Nuestra Señora de la Cruz, que unos sanan de sus enfermedades a tres días, otros a cuatro, otros a nueve, y otros a más, y otros a menos y otros en llegando; lo cual todo resulta en honra y gloria de Dios, de quien son las maravillas y milagros. Si es según la diversidad de disposición de cada uno, de Dios es la disposición; y ansí a Él se debe la gloria; si es porque se quiere mostrar hacedor de la naturaleza y sobre ella todas las criaturas, cada uno en su modo le alabe y glorifique. Y también acontece que algunos no alcanzan el beneficio que desean y esto porque les conviene mejor la indisposición que tienen, que no su pretensión, como se cuenta del glorioso apóstol S. Pedro: que santa Petronilla su hija estaba tullida en una cama, yendo S. Pedro con unos discípulos suyos a comer le dijo que se levantase y les aderezase la comida, y acabado de comer dijo que se volviese a la cama tullida, y los circunstantes dijeron a S. Pedro que quien daba salud a tantos y libraba de tantas enfermedades por qué consentía que su hija estuviese de aquella manera, y respondió S. Pedro: “Todo lo que decís es verdad, pero a Petronilla le conviene más la enfermedad, que la salud”. Y ansí porque a muchos necesitados y enfermos no les conviene tener salud, no se la da Dios; y, pues lo hace por más bien suyo, deben de estar muy contentos y consolados, tanto como aquellos a quien Dios se la concede, pues lo uno y lo otro es lo que les conviene; y los que van sanos procuren no ofender a Dios porque no les acontezca lo que Cristo dijo al paralítico, que pues iba sano, no pecase, no le aconteciese otra cosa peor que la enfermedad que había pasado. Todos procuren ser devotos de la madre Juana de la Cruz, pues, a los que lo son, hace Dios muchas mercedes en esta vida y en el siglo que esperamos. | + | De lo dicho se la de estar algunas personas en los santuarios teniendo novenas, y otros treintanarios y otros y menos, como acontece en este santuario de Nuestra de la Cruz, que unos sanan de sus enfermedades a tres , otros a cuatro, otros a nueve, y otros a , y otros a menos y otros en llegando; lo cual todo resulta en honra y gloria de Dios, de quien son las maravillas y milagros. Si es la diversidad de de cada uno, de Dios es la ; y a se debe la gloria; si es porque se quiere mostrar hacedor de la naturaleza y sobre ella todas las criaturas, cada uno en su modo le alabe y glorifique. Y acontece que algunos no alcanzan el beneficio que desean y esto porque les conviene mejor la que tienen, que no su , como se cuenta del glorioso S. Pedro: que santa Petronilla su hija estaba tullida en una cama, yendo S. Pedro con unos suyos a comer le dijo que se levantase y les aderezase la comida, y acabado de comer dijo que se volviese a la cama tullida, y los circunstantes dijeron a S. Pedro que quien daba salud a tantos y libraba de tantas enfermedades por que su hija estuviese de aquella manera, y S. Pedro: lo que es verdad, pero a Petronilla le conviene la enfermedad, que la . Y porque a muchos necesitados y enfermos no les conviene tener salud, no se la da Dios; y, pues lo hace por bien suyo, deben de estar muy contentos y consolados, tanto como aquellos a quien Dios se la concede, pues lo uno y lo otro es lo que les conviene; y los que van sanos procuren no ofender a Dios porque no les acontezca lo que Cristo dijo al , que pues iba sano, no pecase, no le aconteciese otra cosa peor que la enfermedad que pasado. Todos procuren ser devotos de la madre Juana de la Cruz, pues, a los que lo son, hace Dios muchas mercedes en esta vida y en el siglo que esperamos. |
− | Otros muchos milagros y grandezas hay desta sierva de Dios, referirse han en libros que desto se harán en particular. | + | Otros muchos milagros y grandezas hay desta sierva de Dios, referirse han en libros que desto se en particular. |
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| + | = Vida manuscrita = |
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| + | == Fuente == |
| + | * BNE MSS-9661 |
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