Isabel Palomino
Nombre | Isabel Palomino |
Orden | Franciscanas |
Títulos | Abadesa del convento de Santa Clara de Andújar |
Fecha de fallecimiento | 1562 |
Lugar de nacimiento | Andújar |
Lugar de fallecimiento | Andújar |
Contenido
Vida impresa
Ed. de Borja Gama de Cossío; fecha de edición: octubre de 2020.
Fuente
- Torres de, Alonso, 1683. Chrónica de la Santa Provincia de Granada, de la regular observancia de N. Seráfico Padre San Francisco. Madrid: Juan García Infanzón, 502-506-507.
Criterios de edición
Esta crónica, dedicada, según se dice en su título, “al señor D. Iván Antonio de Contreras Remírez de Arellano, Alcayde perpetuo de las fortalezas de Cambil y Alhabar del Consejo de su Majestad, su Alcalde de Hijosdalgo en la Real Cancillería de Granada”, se trata de un impreso de 1683 que, dividido en diferentes tratados, ahonda en el origen de la Santa Provincia de Granada desde sus inicios en el siglo XV hasta finales del siglo XVII, cuando esta obra se publica. El texto habla de la fundación, división de la provincia y los reinos, así como de los patronos de la provincia y religiosas que han vivido en esta comunidad desde sus inicios hasta 1683. Se transcriben vidas de monjas y religiosas de diferentes conventos situados en distintas ciudades de Andalucía.
En este trabajo se edita el Tratado V, que se encarga de documentar la vida y milagros de mujeres de la comunidad de Santa Clara desde finales del siglo XV hasta finales del siglo XVII. Dada la naturaleza del Catálogo, nos ocupamos de las mujeres que mueren antes de 1560-1563, aunque se transcriben tres que mueren en 1565 (Sor María de San Juan), 1567 (Sor Catalina de Ribera) y 1568 (Sor Florentina de los Ángeles), ya que su foco de actuación es anterior a estas fechas (por lo tanto, también al de Santa Teresa) y la longitud de las hagiografías da cuenta de su importancia. Las vidas de estas mujeres con fama de santas se incluyen en capítulos dentro de este Tratado V, donde se informa de cada mujer en referencia al convento en el que vive. Tras una pequeña introducción que ocupa todo el ancho de la página, cada hoja está dividida en dos columnas, las cuales tienen anotaciones en sus respectivos márgenes izquierdo o derecho, que aclaran información comentada en el cuerpo del texto, ya sea el lugar de nacimiento o la fecha de fallecimiento, además de otros tipos de información biográfica, bíblica e histórica.
Se adoptan los criterios de edición de vidas impresas estipulados en el Catálogo, es decir, se moderniza la ortografía (b/u/v, j/g, chr/cr, qu/cu, empleo de h, etc.) y se eliminan las consonantes geminadas. Además, se expanden las abreviaturas, primordialmente la expansión de las nasales con la virgulilla encima de la vocal y la abreviación de “que” o “qual”, también con el uso de la virgulilla o la diéresis. De todos modos, algunas abreviaturas como N. S. (Nuestro Señor) o N. P. S. (Nuestro Padre Santo) se respetan en el texto. Asimismo, las abreviaturas presentadas en las notas serán respetadas. El uso de mayúsculas y minúsculas se moderniza, así como se adaptan las normas de acentuación a sus usos actuales. Además, se moderniza también la puntuación, teniendo en cuenta el orden de la oración y el uso de la puntuación a día de hoy. Del mismo modo, se moderniza el uso de aglomerados, se separan las palabras que a día de hoy ya no aparecen juntas (“della”) y se unen las que ya se representan como una sola palabra (“del”, “al”).
Vida de Isabel Palomino
Capítulo II
[502]
De algunas religiosas ejemplares del monasterio de Santa Clara de la ciudad de Andújar
[…]
[506] […] Sor Isabel Palomino, fue natural de la ciudad de Andújar [1]; hija de nobles padres, dotola Dios N. S. del don de gobierno y así, a los treinta años de su edad, la hicieron abadesa [2], precediendo las dispensaciones necesarias. No dejó de castigar culpa alguna aunque fuese leve, con lo cual se vio en su tiempo la observancia de la regla en altísima perfección. Ejercitábase en la oración mental y vocal, rezando todas la semanas la oración que ella llamaba del Cielo, repartidos los días en esta forma. El lunes a los Ángeles, el martes a los Apóstoles, miércoles a los Mártires, jueves a los confesores, viernes a los tormentos de la Pasión de Cristo Nuestro Redemptor, sábado a María Santísima y a las demás vírgenes, y a la Santísima Trinidad el domingo.
Andando las estaciones el Jueves Santo en la noche desde el coro a una capilla y comulgatorio, como es costumbre en el monasterio, al pasar por un corredor se le presentó un gran estruendo [3], con voz de pregonero y ministros que llevaban preso al Redemptor, y fue tal su sentimiento que la hallaron en el suelo como muerta.
En otra ocasión se le representó una procesión de coros angélicos y San Juan Evangelista, su singular devoto, que le dijo: “Apercíbete, hija, que de hoy en diez meses vendremos por tu alma”. Quedó como fuera de sí y, preguntándola algunas religiosas que tenía, respondió que lo diría a su tiempo. Era abadesa en la ocasión: hallábanse en la comunidad muchas enfermas y, no teniendo aves, ni dineros con que comprarlas, se fue al coro a pedirle a Dios N. S. remedio. Estando en la oración a deshora, oyó tocar la campanilla en la puerta, fueron las porteras y la dijeron cómo habían llegado a la portería dos acemillas cargadas, una de aves y diferentes regalos la otra, que enviaba Sor Isabel Pacheco, abadesa de Santa Clara de Montilla, para las enfermas. Túvose por milagro y se entendió que apretó Dios N. S. la necesidad al tiempo que había de llegar la abundancia, para que más sobresaliese su cuidado y providencia.
Viendo la sierva de Dios N. S. que se iba llegando el tiempo señalado, tuvo un capítulo en su comunidad, pidió humildemente perdón a todas y renunció a su oficio [4] diciendo: no le quedaban [507] de vida más de cinco meses. Dio cuenta de esto a los prelados de la orden, admitiéronla la renuncia y se retiró una celda a hacer penitencia y gastar todo el tiempo en oración.
Diole la última enfermedad, hizo que la llevasen a la enfermería y, cuando se llegaba la hora, recibió devotamente los sacramentos y descifró la visión y anuncio de su muerte referida, encargándoles el secreto hasta que ella saliese de este mundo. Dio su ama al Criador el año de mil quinientos y sesenta y dos [5], a los cincuenta y cinco de su edad y en el mesmo día en que se cumplieron los diez meses de aviso.
Notas
[1] Al margen izquierdo: “Natural/ de Andjú-/ jar”.
[2] Al margen izquierdo: “Es aba-/ desa”.
[3] Al margen derecho: “Repre-/ sentación/ tierna”.
[4] Al margen derecho: “Renuncia/ el oficio”.
[5] Al margen izquierdo: “Muere/ año de/ 1562.