3145
ediciones
Cambios
m
→Vida manuscrita (1)
Y dende a pocos días en la noche de la vigilia de los gloriosos apóstoles, San Pedro y San Pablo, sentime mui fatigado de manera que paresçía que quería reventar, y como fuese a decir missa a las dichas beatas, sentime luego mejor. Y dije misa, y víneme a comer, y como me asentase a la mesa, comiendo el primero bocado, diome dolor de costado en la parte derecha, y por no contristar a los guéspedes que estaban a la mesa sufrí el dolor hasta que acabaron, y luego tomé algún reparo para el dolor y fuime a la cama, y estando en ella acordome que esta sierva de Dios me avía dicho que avía de pasar muchos trabaxos. Y luego, a la ora me levanté con mucha pena diçiendo en mí mesmo: «Los buenos cavalleros no suelen morir en la cama». Y ansí, con mi dolor fuime con compañía onesta a donde estava la sierva de Dios, y ella començóme a consolar; y ella hízome la señal de la cruz en las espaldas, sobre el manto, y no lo viendo yo, la segunda vez, hizo otra señal de la cruz y comencé a juzgarla en mí mesmo y notarla de liviana, que nunca le avía visto hazer otro tanto, que apenas avía visto la boca, tanto andava de cubierta con su mantillo, y tornó otra tercera vez a hazer la señal de la cruz y díjome: «Sano sois, pero no en vuestra fe, porque vos no creístes que os avía de sanar y burlastes de mí en vuestro coraçón. Verdad es que yo no os sané, mas la virtud de la cruz obró en mi fe y no por la vuestra causa, que sois mui incrédulo y no os pese dello porque creer de ligero es cosa mui peligrosa».
[Fol. 223v]Y dichas estas cosas, sentí gran alivio del dolor del costado, salvo que me quedó en la espalda derecha por algunos pocos días el amortiguamiento de la carne en do estava el dolor. Y ansí fui sano por los méritos y orationes de esta santa. Y en este tiempo me dixo esta sierva de Dios que viniese a este monasterio y pusiesse recabdo en la casa porque andavan dos personas por cometer un pecado, y io hízelo ansí y puse guardas diligentes. Y dende a pocos días hallaron dos mozos que querían cometer el pecado de la manera y forma que ella me lo avía dicho. Y fueron despedidos de la casa, y cierto ella sabía mui grandes secretos de las conçiençias que sobrepujavan el juicio y poder humanal.
Y en el mes de julio deste dicho año, después de Santiago, me dixo esta sierva de Dios algunos negotios de la Inquisitión, diciéndome que Nuestro Señor le avía aparecido de forma humanal, como cuando estava atado a la columna, y que le avía mostrado las espaldas cómo le corría la sangre y que le dijo: «Hija mía, mira quál me ponen los herejes cada día, y di esto al deán de Toledo y al prior de la Sisla, que están en la Inquisitión». Y ansí fue hecho, que estas más palabras, con otras muchas, dixo al dicho deán en mi presentia. Y en este dicho año me escrivió una carta en que me dijo que avía avido muchas mucha conpasión de la fatiga que pasé en el camino cuando yba a la Inquisitión a tierra de Burgos, maiormente el martes que ella dijo. [folFol. 224r] Y ansí fue cierto que aquel martes que ella dixo, yo pasé los puertos llenos de nieve, y nevava y llovía mucho, y después desto me dijo que ella iba conmigo entonçes aunque no la veía en medio de León levé ''[23]'' a do estava exsaminando los procesos de los herejes de Toledo. Otros muchos milagros à hecho Dios Nuestro Señor por los merecimientos de esta sierva y io no e mereçido de los ver; quien los a visto da testimonio dellos.
===Capítulo 46===